LE AMARE TODA LA VIDA
CAPITULO 1
UNA DECISION INESPERADA
La pálida piel de la joven se erizaba bajo el ardiente contacto de las manos del hombre, su cuerpo yacía como inerte sobre la mullida cama. Había esperado tanto tiempo ese momento, que sus ojos parpadearon varias veces asegurándose de que el hombre que se inclinaba sobre ella no era un espejismo. Pero no lo era, lo supo de inmediato, cuando notó el fuego abrasador de la mano de él al acariciar la tersa piel de su brazo. Sus claros y cristalinos ojos azules miraron el rostro del hombre que estaba junto a ella, buscó su mirada, pero él la eludió, y se centró en llenarse la vista con el cuerpo de ella.
Ella, ella, ella..... Por fin había reunido el coraje y valor necesarios para poner fin a una espera que había durado 4 años. No le había resultado nada fácil, el calor de 3 copas de un buen reserva escocés lo habían ayudado en algo, pero aun así, no se sentía capaz de poder llevar a cabo lo que ella había esperado con tantas ansias y por tanto tiempo.
De nuevo la contempló, necesitaba algún estímulo. Su mirada ascendía por sus bien torneadas piernas, aunque una de ellas estuviera completamente insevible, pasando por un abdomen plano, hasta llegar a un busto generoso. Era hermosa, era exquisita, pero su belleza no lo conmovió en lo más mínimo. ¿Acaso sería capaz de llevar a cabo su cometido? Sus ojos siguieron su recorrido, hasta detenerse sobre el rostro de la joven. El hombre cerró los ojos, y al abrirlos los fijó en su rubia y lacia melena que se esparcía sobre la almohada. De repente, esa melena pareció tornarse rizada y voluminosa. Miró sus ojos que le miraba expectantes, y el azul cristalino se fue tornando en un verde esmeralda, su piel inmácula, se vio salpicada por graciosas pecas. La joven pudo percibir el cambio en el rostro del hombre,se sintió dichosa al ver como sus ojos la miraban como nunca antes lo habían hecho, ahora sus brazos la tomaban con fuerza y calor, su rostro se encontraba a escasos milímetros de el de ella, podía notar su cálido aliento sobre sus labios
-Te amo, mi amor, te amo tanto!!-le dijo el hombre con pasión mientras sus dedos se enredaban en su cabello
-Terry, no sabes cuanto esperé a que sucediera este momento, y a poder escuchar las palabras que acabas de pronunciar!!-el corazón parecía querer salírsele del pecho, de tan grande que era su felicidad
-Candy, srta pecas......-musitó el joven ensimismado mientras sus labios se acercaban a los de la joven
-Teeerry...-el tono lastimero de la muchacha devolvió a Terry a la cruda realidad. Clavó de nuevo su mirada en ella. Otra vez el cabello se había tornado lacio y sin cuerpo, las verdes esmeraldas habían desaparecido y ya no quedaba rastro de las pecas que tanto adoraba. Candy se había esfumado, Susana era quien estaba tendida sobre la cama, sí, Susana Marlow la que en menos de un mes se convertiría en su esposa
-Susana, lo siento, perdóname. Creo que esto no fue una buena idea, deberíamos haber esperado a estar casados. Te prometo que esa noche todo será perfecto.
-Nooo!!!- negó tajante ella- no habrá ninguna próxima vez, no habrá noche de bodas, no habrá boda...-le reprochó ella con los ojos inundados de lágrimas
-Cálmate Susana,no sabes lo que estás diciendo-intentó abrazarla pero ella lo rechazó
-No, no voy a calmarme, Terry, esto es demasiado, no puedo soportarlo por más tiempo. He sido paciente, he esperado durante cuatro años a que tus sentimientos por mí cambiaran, pero, Terry, por mucho dolor que me cause vivir sin ti, es preferible a tener que pasar de nuevo por lo de esta noche.
-Quizás precipitamos las cosas Susana, si hubiéramos aguardado a estar casados esto no habría sucedido-se justificó ante ella, pero ni él mismo creía lo que decía
-Sabes que no es así, que habría pasado lo mismo; tú no me amas, ahora lo sé. Durante estos cuatro años nos has dejado de pensar en ella ni un solo día. No quería aceptarlo, me dolía tanto el pensarlo que siempre guardé la esperanza de que algún día te enamorarías de mí. Sé que lo has intentado, y te agradezco por ello, pero no quiero vivir así por más tiempo.-Susana mostraba una actitud valiente que Terry desconocía
-Lo lamento tanto Susana, nunca quise que sufrieras, intenté hacerte feliz por todos los medios, pero veo que conseguí todo lo contrario. He intentado dejar de pensar en ella, arrancarla de mi corazón, pero no puedo. Intenté amarte, enamorarme de ti, pero su recuerdo me lo impedía.
-Lo sé Terry, nunca debí permitir que te quedaras conmigo únicamente por agradecimiento. Y sé que voy a sufrir y a llorar mucho al apartarte de mi lado, pero creo que casarnos sería el peor error de nuestra vida, ninguno de los dos llegaríamos a ser felices nunca.-Susana era sincera con él, y sabía que lo que le decía era lo correcto, pero no pudo evitar que las lágrimas corrieran por sus mejillas al aceptar que nunca sería para ella, ni en cuerpo ni en alma.
-Susana....-era hermosa, y sabía lo mucho que lo amaba. Hubiera dado lo que fuera por haber podido corresponder a ese amor. Pero su corazón tenía dueña desde hacía años, y sabía que nunca nadie podría reemplazarla
-Terry, quiero pedirte que te marches, y no me gustaría volver a verte hasta transcurrido mucho tiempo. Espero que lo comprendas, ahora por favor vete, quisiera estar sola.
-Pero Susana..no puedo dejarte sola, y si me necesitas...
-Si te necesito te lo haré saber, aunque tengo el deseo de que eso no pase, tengo que aprender a vivir sin ti. Ahora por favor te ruego que te marches.
Terry la miraba incrédulo, ella mantenía la cabeza baja,no se sentía capaz de mirarlo después de la decisión que había tomado.
-Como desees. Susana yo...- ella le volvió la cabeza, en señal de que no quería seguir hablando con él, éste no insistió más y prefirió dejarla sola muy a su pesar.
Terry abotonó su camisa, la metió por dentro de los pantalones, se puso su chaqueta y salió de la residencia de Susana Marlow.
Caminaba con paso lento por la avenida con rumbo a su casa. El viento frío de la noche pareció poner en orden sus alborotados pensamientos. Seguramente Susana mañana habrá cambiado de opinión, se decía, mientras los primeros copos de nieve empezaban a caer sobre una calle completamente desierta a estas horas de la noche. Apresuró el paso para llegar a su casa, dormiría unas cuantas horas y mañana a primera hora iría de nuevo a visitarla y hablar con ella.
La mañana había amanecido soleada, pero un intenso frío se había adueñado de la ciudad, la nevada había cesado, pero los tibios rayos de sol no calentaban lo suficiente para hacer que el hielo que se había formado durante la noche comenzara a derretirse. Así sentía Terry su corazón, helado. La decisión de Susana lo había tomado por sorpresa, aunque siendo sincero, no podía negar que se sentía como si hubiera perdido un gran lastre que lo impedía avanzar.
Tocó en la aldaba de la puerta, al instante la doncella le abrió
-Buenos días sr, Grandchester
-Buenos días Kate, la srta. Marlow se encuentra ya levantada?
-Sr. Grandchester, la sra. y las srta. Marlow partieron de madrugada, no dejaron dicho donde se dirigían, sólo me pidieron que le entregara esta nota.
Una escueta nota, eso es todo lo que Susana había dejado, ni una dirección, ni una pista nada de nada, simplemente se despedía de él y le agradecía por haber intentado hacerla feliz. Su cabeza era un hervidero de caóticos pensamientos, sentía como si hubiera fracasado en la mejor representación de su vida, sentía nostalgia al saber que no volvería a pisar la casa que había estado frecuentando durante cuatro años,pero sobre todo, y se recriminaba por ello sentía alivio.
Decidió ir caminando hasta el lugar donde sabía estaría el muchacho de los periódicos. Ahí estaba el pequeño Sebastian. Sólo se dejaba entrever de él su rizada cabellera pelirroja, que sobresalía del diminuto gorro de lana, el resto de su rollizo cuerpo iba cubierto por capas de ropa para poder soportar el crudo invierno.
-Dame uno Sebastian, aquí tienes, quédate con el cambio
-Gracias sr. Grandchester, pero me temo que hoy no publicaron nada sobre usted
Terry tomó el diario y se dijo que aún así lo echaría un vistazo. Pensaba marcharse a su casa a leer el diario, pero cambió de idea, en una cómoda y acogedora cafetería estaría mejor. La cafetería a la que entró era una de sus favoritas,era frecuentada por personas relacionadas con el mundo de la cultura: escritores, poetas, actores de teatro... y un sin fin de variopintos personajes
-Lo mismo de siempre sr. Grandchester?- el preguntó el camarero
-Sí, gracias
Mientras esperaba a ser servido, Terry comenzó a ojear el diario. De pronto para él el mundo dejó de girar, se hizo silencio, todo se tornó oscuridad. Notó que le aire no llegaba a sus pulmones, le costaba respirar, sus manos temblaban, sus ojos se abrían y cerraban con fuerza sin poder apartarse de la fotografía y el texto del diario. Era una fotografía de Candy, acompañada en actitud cariñosa por un joven de cabello oscuro. En grandes titulares podía leerse: "LA SEÑORITA CANDYCE WHYTE ANDLEY Y EL EL DUEÑO DE LOS ASTILLEROS WARNER, CONTRAERAN MATRIMONIO LA PROXIMA SEMANA"
La noticia daba un detallado relato sobre la relación de los futuros contrayentes, Terry comenzó a leerlo pero no fue capaz de continuar. Pagó la consumición que no había tomado y salió fuera. Necesitaba aire, la cabeza estaba a punto de estallarle. Candy se casaba, en una semana sería de otro para siempre, su amor de juventud, la persona que sabía que siempre amaría en breve iba a pertenecerle a otro. Y ahí estaba él, amándola tanto o más que antes, y ella, parecía que había conseguido olvidarse de él. Al parecer ella estaba cumpliendo la promesa que se hicieron, se la veía feliz en la fotografía al lado del tipo ese. ¿ Y por qué no iba a serlo? Acaso pensaba que Candy iba a ser como él? El no consiguió olvidarse de ella en estos cuatro años, pero Candy era feliz, parecía feliz. Debía alegrarse por ella, se merecía más que nadie esa felicidad, aunque no pudo evitar sentir unos oprimentes celos, al saber que ella ya lo había olvidado. Aún a sabiendas del dolor que le causaría, decidió echar otra mirada a la fotografía. Sus ojos recorrían con tristeza y añoranza el rostro de la muchacha, cuando un detalle que antes no había percibido llamó su atención: Candy llevaba anudado a su cuello el pañuelo que el la regalara en Escocia, cuando se lastimó el brazo en la galopada a caballo junto a él. Ella lo había perdido en el teatro la noche que fue a verlo actuar, pero Terry se lo había devuelto cuando la llevó a conocer su apartamento. Ese pequeño detalle que casi le pasa desapercibido le lleno de una nueva esperanza, ojala no estuviera equivocado, pero apostaría su vida misma a que Candy no lo había olvidado. Pero ella iba a contraer matrimonio en una semana, su mente trabajó a gran velocidad, hasta que una idea fue cobrando cada vez más fuerza en sus pensamientos......
CONTINUARA....
