Realmente no tenía mucho en mente, es algo que se me ocurrió mientras estaba en el trabajo -break-, con un poco de inspiración quizás.

Muchas gracias a mis lectores, espero que disfruten de esto.


Se había detenido en frente de aquel lugar ahora en ruinas, escuchó algunos sonidos de animales a lo lejos, dándole a entender que esta noche no estaría solo, al menos no podría inmiscuirse tanto en sus pensamientos como usualmente lo hacía.

Había tomado una decisión.

Dejarle ir, y es que... Por más que costaba aceptarlo, el tiempo también acepto esta decisión de forma anónima, sin dar aviso, y sin tampoco dar una tregua.

Se inclinó un poco para buscar entre la madera hastiada aquel oxidado seguro de la pequeña puerta del jardín; que en años antes no se había molestado en arreglar a pesar de escuchar quejas constantes de eso. Al poner un pie en el jardín con grass extremadamente crecido, pudo sentir la sensación de golpe.

Pudo recordarse correr de ahí, con lágrimas en los ojos aún retenidas y un nudo en la garganta, prometiéndose que jamás volvería.

Ya no más a ese infierno.

Y sin embargo, rió con amargura al pensar que... Quizás, por más acertada que había sido su decisión, había logrado ser, en parte, egoísta; privando de su presencia a las poquísimas personas que supieron valorarle como tal era. Revisó como el polvo se había adueñado de las ventanas del lugar ya en decadente estado, sin poder darle un previo de lo que le esperaba adentro.

El sonido crujiente de la madera del suelo, parecía resonar en todo el pequeño pueblo ya casi vacío; miró atento a los dos costados, pensando que existiese la fugaz probabilidad de que los vecinos que lo veían desde silencio desde sus casas, hiciesen aparición.

Tal como aquella vez.

Extendió el brazo, posando su mano en la perilla de la puerta, poseía un color rojizo, el oxido había terminado por acabar con todo lo que podría quedar allí. Respiró hondo, y de un solo empujón, pudo entrar.

El mismo mueble del salón, las fotos, los cuadros, los adornos, y sobretodo...Aquel olor nostálgico que amenazaba con hacerse presente desde que había pasado por ahí; era curioso, dado que, al parecer, lo único que ese sitio pudo conservar intacto, era el aroma.

Se quedo un momento en silencio, observando el sitio, esperando que ningún vago o drogadicto halla hecho de las suyas por ahí. Aunque lo dudaba, parecía no ser un ambiente adecuado para poder realizar algo. La casa se caía, prácticamente a pedazos.

De sus bolsillos sacó un reloj de juguete que había ido a comprar unas horas antes.

-Cumplí mi promesa. Josh. Regresé de comprarlo.

En su camino a la ciudad, sabía que no iría a ser reconocido como el joven que había escapado de una familia de abusadores. Seguramente las personas de por ahí, o las pocas que quedaban ahí, jamás podrían identificar al "cobarde" hermano que había abandonado el fatídico calor de hogar aquel día.

Y tal vez; tal vez, desde cualquier lugar, Josh le pudiese perdonar.


Plox!

grazie :)