Regalo cortito y sin chiste por el día de las madres para kaitsuyu.
Ted y Drake van preparados para todo. Cerveza, nachos, y el queso de los nachos. Sí, es miércoles, sí, trabajan mañana, pero un par de cervezas (o tres, o cuatro) no les sentará mal, que han tenido una semana de perros y hace tiempo que no se reúnen en el departamento de Dee.
-Que tal –sonríe Ryo y les deja pasar.
Ted y Drake iban preparados para todo. Sin embargo ese "todo" no incluía a un Ryo abriendo la puerta del departamento de Dee (¿no era su día de descanso hoy?) haciéndoles pasar, invitándoles a sentirse como en casa, ofreciendo algo de beber. No es que Ryo le desagrade a Drake o a Ted, les cae muy bien de hecho, con todo eso de ser una buena persona, pero Dee no le menciono cuando llamaron para invadir su casa. Y Ryo no suele unirse a sus noches de copas, así que está bastante bien que el buen hombre se de un respiro. A una buena persona no le estorban un par de cervezas.
-Dee esta tomando una ducha, no creo que tarde.
Ted y Drake no estaban preparados para esa información. A la forma en que Ryo se acerca al baño, toca dos veces la puerta, y anuncia que se marcha ya. Regresando con una sonrisa. Los deja un poco intrigados, cuando toma su saco y se despide de ellos, con otro tipo de sonrisa. Dice "hasta mañana" como si viviera ahí. Como si hubiese algo, que no pueden identificar pero ciertamente, algo en ese departamento que cambia estando Ryo ahí. No, para eso no iban preparados.
La puerta se cierra. Y la puerta del baño se abre.
-¡¿Se fue?!
Ted y Drake mucho menos esperaban ver a Dee con el pelo chorreando agua y una toalla en su cintura.
-¡Ryo!
Hay un momento de silencio en el que Ted y Drake se miran, descreídos. Abren un par de cervezas, afirman que Dee esta loco entre sonrisas, y nunca lo han dicho, pero saben que a Dee le interesa tener a Ryo cerca y que hay dos opciones. Que Dee regrese con Ryo, o que Dee regrese de mal humor, pero ni una ni otra pasa. Cuando entra Dee ni siquiera les mira, esta sonriendo como si le hubieran adelantado su bono de navidad durante el verano. El silencio es tan solemne que Ted tiene que decir algo.
-Eh... que mal que Ryo no pudiese quedarse¿verdad?
Y parece que finalmente les mira. Y comienza a reír como el loco que es.
-Voy a ponerme unos pantalones. Hay que darle variedad a este día.
Ted y Drake han estado muchas veces en el departamento de Dee. Cada uno por su parte ha visto o sabido un poco de todo. Como parte de su colección de porno, o aquella rubia preciosa que se quedo más tiempo del que acostumbraban a quedarse sus ligues. Un poco de todo no incluía despedidas no vistas en el pasillo a puerta cerrada, a Ryo sonriendo así, o a Dee correr como si un premio estuviera tras la puerta. Esas cosas valían más que cuatro o cinco cervezas.
