"Y bueno, heme aquí, sentado frente a un estúpido cuaderno en blanco, de tapa dura en color negro, con adornos sutiles en dorado y plateado, obsequio de mi prima mayor, Hinata; y una pluma a juego con el cuaderno, en color plateado, con incrustaciones de diamante, obsequio de mi prima menor, Hanabi. Durante meses me he resistido a tocar ambos regalos, pues sé perfectamente que, lejos de ser simples regalos casuales, son un pésimo incentivo para que retome las letras que abandoné en el tintero desde hace años, a la muerte de mi padre y mi tío, en un aparatoso y totalmente común accidente de auto.
Hasta hoy, había resistido ese impulso de mi mano de escribir, de redactar lo que sea que me pase por la cabeza; un poema al colibrí que diariamente me despierta con sus desagradables golpeteos a la ventana; una novela llena de intrigas y suspenso; una crítica a los tantos y tantos escritores que diariamente mandan sus patéticos trabajos a la redacción, con la esperanza de ser publicados. Pero hoy mi fuerza de voluntad ha fallado, y mi mano escribe libremente todas las palabras que se acumularon en mi tintero emocional por años.
No, no ha sucedido nada especial el día de hoy, no he conocido a ninguna persona importante ni tampoco he tenido una premonición en un sueño, ni nada que valga la pena contar. Hoy, como todos los días, he ido a trabajar, a revisar gráficas, a redactar informes, y a organizar el cierre del periódico, para mañana repetir el mismo ciclo una y otra y otra vez, durante el resto de mi vida, porque esa es la vida que escogieron mi padre y mi tío también por mi en el instante en que sus vidas se fueron de este mundo.
No hay nada que me altere o me exalte. No hay coro ni concierto de música clásica que me conmueva, no hay libro que me haga soltar lágrimas, no hay noticia que me emocione, no hay platillo que me parezca exquisito, no hay actividad alguna que me proporcione un momento de alegría, no hay chiste que me haga reír a carcajadas, no hay persona por la que quisiera dar mi vida, no hay chica, o chico, porque no decirlo, que haga sentir que tengo una razón para estar en este planeta; sólo tengo este cúmulo de palabras que a nadie puedo decirle porque no hay nadie con quien contar. No hay nada más allá de esta vida, y no tengo nada que me ate a ésta, salvo el honor de ser el heredero del periódico más importante del país, pero, una vez muerto, el honor no me servirá de nada, porque igual los enemigos que me sobrevivan irán y patearán mi tumba e injuriaran mi nombre, y ningún honor me salvará de aquella masacre a la memoria de un magnate llamado Neji Hyuga.
Soy quien soy por haber vivido por tantos años a la sombra de la rama principal de la familia Hyuga, la cual nunca se fijó en mí hasta que descubrieron mi asombrosa capacidad intelectual y la ineptitud de las hijas de la casa principal para ser jefas de la redacción de un importante periódico. Ninguna de las dos puso resistencia cuando se les ofreció de dimitir de sus responsabilidades, y yo no quería esta vida, pero tampoco quería ninguna otra, y por respeto a mis mayores, acepté un puesto al que estoy atado con cadenas invisibles, pero más pesadas que el hierro y más quemantes que si estuvieran al rojo vivo.
Cadenas que lentamente me consumen y acaban con mi vida, una llena de rencor y resentimiento, una que más que darme a escoger, me dieron a aceptar, y a la cual tomé sin realmente quererla, y una que jamás podré aceptar como mía, sino como el destino de alguien más que pasó a mi gracias a la cruel ruleta de la vida."
