Soy pésima para las parodias, pero lo malo de perder una apuesta es que hay que pagarla. Mely te dejo tu premio y espero que te guste.
Ahora si los descargos correspondientes: Crepúsculo es de S. Meyer, aunque muchas juguemos con sus personajes. Las canciones son: Todos me miran de Gloria Trevi y envidia de las culisueltas.
Suspiré apesadumbrado, viendo mi imagen en el espejo. Miedo, terror, desconfianza, esos eran los sentimientos que solía inspirar cuando alguien mencionaba mi nombre, quizá, algo de respeto en aquellos que me rodeaban.
Recordé la canción que Gianna escuchaba hacia unos momentos en su reproductor y una intensa sensación de inconformidad se apoderó de mí. Quería ser algo más, la necesidad de liberarme de mi oscura capa y terrorífica apariencia me asaltó de pronto. Quería más, mucho más.
Cambié mis oscuras ropas por algunas que me facilitó una extrañada Gianna, antes de prepararme para mí inusual salida nocturna. Las lentejuelas plateadas del vestido ajustado que llevaba me arañaron la dura piel y ya casi podía imaginar los rostros de la gente al verme caminar sobre aquellos zapatos de tacón alto, que le daban a mis piernas la apariencia de ser casi interminables, mi oscuro cabello relucía como el cielo en una noche despejada, sonreí satisfecho con mi apariencia.
Vi la mirada extrañada de Marcus apenas me vio salir de la habitación y sonreí, al parecer mi plan estaba dando resultado, cuando giré para observar la reacción de Cayo, quedé gratamente sorprendido, no podía apartar la vista de mi.
Ninguno de los dos tuvo el coraje de hablar, me miraban absortos contemplando mi escultural figura, en su mirada pude leer la envidia contenida, puse la cartera en mi hombro lo que hizo que mi cabello se moviera dócilmente sobre mi espalda, antes de cantar el estribillo de la canción.
Y me solté el cabello, me vestí de reina,
me puse tacones, me pinte bien bella…
Vi las miradas interrogantes y envidiosas de mis "hermanos", antes de que uno de los guardias abriera anonadado la pesada puerta del castillo, contoneé mis caderas para regalarle una mejor vista y por unos minutos pensé que Jane diría algo, sonreí cuando vi que esta giraba, admirada por mi apariencia, hacia su hermano; ni siquiera la belleza de los gemelos se podía comparar a la mía en aquellos momentos.
Y todos me miran, me miran, me miran,
por que sé que soy fina porque todos me admiran…
— ¿Otra crisis parecida a la del expresionismo? — escuché a lo lejos que preguntaba Cayo.
—No, esta vez es algo referente a la cultura gay —le respondió Marcus, antes de que ambos empezaran a reír.
Yo los ignoré y en mis labios ya sonaba otra canción.
Envidia, envidia, me tienen envidia.
Me tienen envidia.
Gustosamente se recibirán tomatazos y cualquier otro tipo de hortalizas, sólo imploro que no me manden a Jane o a Victoria y prometo que nunca más parodiaré a ninguno de los personajes.
