Hola, bueno esta es una traducción del fic en ingles con este mismo nombre. Pedí permiso para traducirlo...

La sala común estaba sorprendentemente aburrida esa tarde de jueves. Ni siquiera Hermione podía encontrar tarea para hacer, y ningún adolescente que se respetara se iría a dormir a esa hora. Hacían casi quince minutos que Harry, Ron y Hermione habían terminado mirándose entre sí, esperando que algo pasara, cuando Ron tuvo una idea.

-Hey, ¿se acuerdan de lo que me contaste el verano pasado? -Preguntó, con una chispa de vida en los ojos mientras giraba para ver a Hermione.

-Puede ser, -respondió ella.- ¿Puedes ser un poco más específico?

-Me estabas contando de los juegos de masa que siempre traes a Hogwarts, pero nunca usamos por estar tan ocupados, -explicó.

-¿Juegos de mesa? -Repitió Harry.

Él asintió.- Sí, juegos de masa. Los que juegan cuando están aburridos. Es algo muggle, creo. ¿No has oído de ellos?

-No, los conozco, -le dijo.- Es sólo que no juego desde… bueno, hace tiempo. Solía jugarlos a veces, cuando teníamos hora libre o en el recreo.

-Bueno, traje algunos conmigo, -comentó Hermione.- Tengo algunos para dos personas, pero obviamente esos no servirán. Tengo Cluedo, Monopoly, Scrabble, y Life.

-No conozco ninguno, -anunció Ron.

-Bueno, Cluedo es un juego de misterio, -explicó ella.- Cada uno elige un personaje para ser invitado del doctor Black. A él lo mata uno de nosotros antes de que el juego empiece, y tenemos que investigar para descubrir quién lo mató, con cuál de las seis armas, y en qué habitación.

-Eso no tiene sentido, -se quejó Ron.- ¿No sabríamos dónde lo mataron si encontramos el cuerpo? ¿Y qué lo mató? Si es un juego muggle supongo que no usan varitas.

-Bueno… supongo que podrían haber movido el cuerpo, -contestó Hermione débilmente.- Y con algunas de las armas tienes razón, pero si te pegan en la cabeza con un caño o un candelabro creo que la herida se parecería.

-Entonces eso disminuye las opciones y nos están reteniendo sin razón aparente, -se quejó.- ¿No se nos permite ver el cuerpo o algo? ¿Y por qué investigamos nosotros, de todas formas? ¿No deberían hacerlo los aurores muggle?

-Es sólo un juego, Ron, -le dijo Harry, negando con la cabeza.- Sin embargo, creo que es mejor cuando están los seis jugadores. Además, si crees que jugaré Scrabble contigo estás muy equivocada.

-No sé de qué hablas, -le contestó ella inocentemente.

-¿Qué tiene de malo el tal "Scrabble"?

-Es un juego de palabras, -explicó Harry.- Básicamente, Hermione ganaría siempre porque tiene el vocabulario más grande.

Ron hizo una mueca.- Sí, paso. ¿Qué tal "Life"?

-Estás al principio de tu vida adulta y usas una ruleta para determinar dónde te moverás y qué te pasará. Puedes ir a la universidad, casarte, tener hijos… la meta es tener tanto dinero como se pueda al terminar, -explicó ella.

Ron no parecía muy impresionado.- ¿Entonces básicamente fingimos vivir? Eso es muy, muy raro. ¿Por qué no simplemente hacerlo?

-Queda el Monopoly, -agregó Harry.- Básicamente, te dan mucho dinero y vas por el tablero comprando propiedades y pagándoles a los demás para usar las de ellos. La meta es comprar todo lo que puedas para quitarles su dinero a los demás.

Lo pensó por un momento.- Eso suena bien, supongo. Pero, ¿por qué se llama Monopoly?


-No soy el banco, -anunció Hermione.- Siempre soy el banco.

-Bueno, a mí tampoco me gusta serlo, -le dijo Harry.

Ron levantó las manos.- ¡Bueno, no me miren a mí! Ni siquiera sé jugar.

Harry suspiró.- Tiene razón. –Él y Hermione inmediatamente comenzaron un corto concurso de miradas.- Ay, está bien. Seré el banco. Pero no estoy feliz.

-Todos comienzan el juego con dos billetes de quinientas, dos de cien, seis de cincuenta, seis de veinte, cinco de cinco y cinco de una libra. –Explicó Hermione mientras Harry entregaba el dinero.

-Eh, ¿Hermione? –Habló Ron, entrando en pánico.- No sé nada de dinero muggle. Es dinero muggle, ¿no?

Ella asintió.- No te preocupes. No tienes que entender el dinero muggle para jugar el juego, porque todo está en libras. Puedes hacer como si fueran galeones, si te lo hace más fácil.

-Necesitaremos una ficha que nos represente, -continuó Harry.- Usaré la plancha porque siempre soy la plancha.

-Elijo el perro por al misma razón, -agregó Hermione, tomando la pieza y colocándola en salida.

-Yo elijo… eh, esta, -anunció Ron, tomando el dedal.

-¡Oh, debí elegir el Dalek! –Exclamó Harry, haciendo una mueca.

-No es un Dalek, Harry, es un dedal, -corrigió Hermione.

-Pero se ve como un Dalek, -se quejó él.

-¿Qué es un Dalek? –Preguntó Ron, luciendo confundido.

-Sólo la criatura más letal del universo, -respondió él seriamente.- Probablemente sea mejor que no lo sepas. Aunque eso no te salvará.

Hermione giró los ojos.- No te preocupes, Ron.

Por su parte, Ron no parecía calmado.- ¡Pero Harry dijo que podía matarme!

-Los Daleks no son de verdad, -explicó ella pacientemente.

Harry esperó a que Hermione le diera la espalda para murmurar "son absolutamente reales" a Ron.

-Tenemos que tirar el dado para ver quien empieza, -agregó ella, sacando un par de dados de la caja y tirándolos. Sacó siete, Ron fue el siguiente, sacando cuatro, y Harry el último con dos.

-Qué buen comienzo, -habló Harry sombríamente.

Hermione sacó un tres y cayó en Whitechapel Road.- Paso.

-¿Pero por qué? –Preguntó Ron, confundido.- Sólo cuesta sesenta galeones. Es lo más barato del tablero.

-Nunca compro nada más bajo que los cuadros rosas, -explicó ella.- No es caro pero el alquiler no lo vale.

Harry miró el tablero con los ojos entrecerrados.- Yo diría que es más magenta que rosa.

Ella levantó las cejas.- ¿De verdad haremos esto, Harry?

Él parecía tentado a decirle que sí, lo harían (sin duda como pago por todas las veces en las que se había puesto terca con él), pero en vez de eso negó con la cabeza.- Supongo que no. –Revisó la tarjeta.- Dice aquí que el alquiler es sólo de dos libras. Necesitas tener todas las propiedades de un color antes de poder construir casas, lo que aumenta el valor, y necesitas cuatro casas para hacer un hotel.

-Creí que necesitabas cuatro casas en cada propiedad, -comentó Hermione.

Él levantó los hombros.- Así siempre lo jugué yo. Y se honesta, si pedimos cuatro casas en cada propiedad, ¿alguna vez tendremos hoteles?

-Podrías tener razón, -concedió ella.

Jugaron más que nada en silencio, además del dialogo obligatorio para comprar propiedades, por un rato mientras construían sus soportes.

-Es que no entiendo por qué son veinticinco galeones para subir a un tren de Harry, pero cincuenta para uno de los de Hermione, -se quejó Ron.- ¿Qué, vende boletos para subir y bajar del tren?

-No diría que no, -le contestó Harry seriamente.

-Ay, claro que no, -se defendió ella.

-Entonces estás monopolizando el mercado, -concluyó Harry.- Ron, nosotros los pobres tenemos que estar unidos.

-Claro, Harry, -le contestó, pasándole los dados.

-No entiendo por qué visito la cárcel, -se quejó Harry.- Ni siquiera conozco a nadie y no me siento seguro.

El siguiente tiro de Hermione la envió a la cárcel.- Bueno, diría que me estás visitando, pero apareciste antes que yo.

-¿Así que vi cómo te metían? –Preguntó deleitado.- Maravilloso. Espero haber sacado fotos. ¿Por qué estás aquí?

-Jaywalking, -respondió Hermione.

-¿Qué es eso? –Le preguntó confundido.- ¿Algún tipo de homicidio violento?

Ella negó con la cabeza.- ¡Claro que no! Es una infracción de tránsito menor donde alguien, o sea yo, cruza por una autopista.

-Eso fue tonto, -le dijo.

-Al menos no fue por evasión, -le contestó ella.

-¿Qué es una autopista? –Preguntó Ron.-

-Es una calle llena de tránsito que va muy, muy rápido, -explicó Hermione.- Tampoco se permiten vehículos lentos en ellas.

-Quizás lo hice por ti, -habló repentinamente Harry.

Ella frunció.- No veo cómo. No es que lo haya planeado, o anunciado que lo haría ante el mundo.

Él le dio una mirada y sonrió burlonamente.

Sus ojos se agrandaron.- Ay no. No, no, no. Absolutamente no.

-¿Qué? –Preguntó Ron ansiosamente.

-Gracias a mis estudios en el antiguo arte de la Adivinación, pude saber que Hermione sería arrestada, y vine antes para señalarla y reírme. Quiero decir, darle apoyo moral, -reveló Harry.

-NO. –Le respondió ella firmemente.

-¿Se te ocurre otra explicación? –Desafió Harry.

-Fue una completa y total coincidencia, -insistió.

-Sí, porque claro que los diarios se creerán eso, -se burló él.

Hermione giró los ojos, pero no comentó.- Bueno, no estaré aquí por mucho. Son sólo tres turnos o hasta que me salgan dobles.

-¿Pero cuánto tiempo es un turno, de todas formas? –Se preguntó Ron.- Quiero decir, podría ser un día o una semana o hasta un año. Creo que tres años en la Azkaban muggle son demasiado.

-Creo que ir a la cárcel por jaywalking ya es demasiado, -respondió Hermione.- Debo ser reincidente o algo.

-Vive la vida al máximo, -comentó Harry sarcásticamente.- Y siempre con un patrullero cerca.

-¿Por qué sales antes si tienes dobles? –Quiso saber Ron.

-Podría ser libertad condicional, -ofreció ella.

Harry negó.- No por una sentencia así, no te meterían a la cárcel por tanto tiempo. Creo que deben ser sobornos.

-¡Caí en parada libre! –Exclamó Ron.- ¡Qué bien! –Felizmente, sacó todo el dinero que habían dejado, que ya estaba medio metido bajo el tablero. Hizo una pausa.- ¿Por qué una parada libre me da todo este dinero? Quiero decir, estacionar no es tan caro, ¿o sí? Esto es más que algunas de las propiedades.

-Obviamente asaltaste a alguien, -le dijo Harry. Anticipando su confusión, aclaró rápidamente.- Le robaste a alguien su auto.

-Eso no fue muy bueno de mi parte, -comentó, frunciendo. Levantó los hombros.- Oh, bien. ¡Soy rico! ¡Soy rico!

-Bueno, más rico, -corrigió Hermione.- Creo que yo tengo más dinero.

-Pero apenas tienes propiedades, -opinó Harry.- Creo que Ron tiene más, aunque yo tengo las más valiosas.

-¿Quieres intercambiar propiedades, Ron? –Ofreció Hermione.- Tengo la compañía de electricidad, te la daré por la estación Fenchurch Street o la de Liverpool Street o King's Cross por la compañía de agua.

Ron dudó.- Hm… aunque me gustaría tener la estación King's Cross porque es lo único en todo este tablero que conozco, sólo tendría dos de cuatro ferrocarriles y podría tener las dos utilidades. Me quedaré con eso.

Ella aceptó su tarjeta, contenta.- Ya son tres, falta una.

-Bueno, puedes ir olvidándote de poner tus manos en la estación Marylebone, -le dijo Harry.- Y Ron, ¿qué te acabo de decir de darle a Hermione tu ferrocarril?

-No sé, -admitió Ron.- En realidad no estaba escuchando; intentaba ver qué necesitaba sacar para caer en parada libre.

Hermione parpadeó.- Ron, ¿intentas decirme que estabas haciendo trampa?

-Tomaría tu indignación un poco más en serio si no estuvieras en la Azkaban muggle, -le contestó él francamente.

-Bueno, acabo de salir así que dime, -ordenó Harry.

-No, no estoy haciendo trampa. De hacerlo dejarían de salirme números tan bajos mientras ustedes recorren la mitad del tablero de una vez, -le respondió.

-El tablero tiene diez cuadrados por cada lado, así que es más bien un cuarto del tablero por vez, -corrigió Hermione.

Ron la ignoró.- Aunque tienen suerte de que no haga trampa, porque no están prestando nada de atención a lo que me sale.

-Confiamos en ti, -explicó Harry.

Ron resopló.- Hermione no. Ocultó lo que hacía cuando vine aquí.

-No sé de qué hablas, -mintió ella.

-Creo que estás tirando mal el dado, -opinó Harry.

-¿Cómo puedo tirar mal el dado? –Exigió saber Ron.- Sólo tengo que dejarlo caer.

-Pero no dejan de salirte malos números, -le dijo Harry.

-Claramente el juego me odia, -explicó Ron como si fuera obvio.

-Ron, los juegos no… -comenzó Hermione, antes de interrumpirse.- Los juegos muggle no pueden odiarte.

-Bueno, este claramente sí, -insistió Ron tercamente.

-Voy a comprar dos casas para Fleet Street. Realmente quiero caer en Regent Street, -murmuró Harry.

-¿Por qué? –Preguntó Ron sospechosamente.

-Porque realmente no quiero que los monopolices y ya tienes los otros dos, -admitió él libremente.

-¡Harry! ¿Qué tipo de amigo eres? –Exclamó Ron.

-El tipo que no quiere que tengas un monopolio sobre el segundo color más valioso del juego, -respondió.- Dios sabe que Hermione no me dará Mayfair, y no voy a entregar Park Lane, sin importar la oferta.

-Eso es cierto, -concordó Hermione.

-Aunque quiero o Marlborough Street o Oxford Street, y te daré mucho para conseguirlas, -le ofreció a Ron.

Ron frunció.- ¿Entonces qué, quieres el monopolio de las naranjas o evitar que tenga el verde?

Harry negó con la cabeza.- En realidad no. Hermione no deja de caer en esas y las quiero.

-Pero la renta no es mucha, -le recordó Ron.

-Oh, lo sé, -respondió Harry.- Es más que nada el principio de la cosa. Y eso me recuerda… el banco se está quedando sin billetes de cien, ¿pueden darme algunos de los suyos para cambiarlos por billetes de quinientos?

-¿Qué pasa si quebramos al banco? –Se preguntó Ron.- ¿Ganamos?

-Nadie gana cuando el banco quiebra, -respondió Hermione sombríamente.- Y de acuerdo con las reglas, el banco está autorizado a hacer su propio dinero.

-Lo estás inventando, -acusó Harry.

-¡No, es verdad! –Insistió ella.- ¡Mis padres y yo solíamos jugar mucho, y esos juegos podían durar por siempre!

-Creo que me gustaría comprar un par de casas, -anunció Ron.- Me gustaría… una para Pall Mall, una para Whitehall, dos para Northumberland Avenue, una para Marlborough Street, y una para Oxford Street.

Hermione y Harry se miraron sorprendidos entre sí mientras Ron contaba su dinero y lo entregaba.

-¿Estás… absolutamente seguro? –Preguntó ella dudosamente.

-Claro que sí. ¿Por qué no? –Respondió Ron, confundido.- Así cobraré alquileres más caros, ¿no?

-Bueno… -Hermione dejó de hablar, intentando decirlo delicadamente.- Es que parece que estás usando todo tu dinero ahora, y ni siquiera aumenta tanto el alquiler.

-Lo pensé, -explicó Ron.- Pero sólo podría comprar un hotel, incluso gastando todo mi dinero, y parece tan poco probable que alguien caiga ahí.

-¿Pero y si caes en algo caro y no tienes nada? –Insistió Hermione.

-De todas formas pronto pasaré por salida, -la tranquilizó.- Calma, sé lo que estoy haciendo.

-Escuchaste al hombre, -anunció Harry animadamente.

-Es una mala idea, -murmuró ella, negando la cabeza.

En vez de pasar por salida, Ron cayó en Park Lane. Hizo una mueca mientras entregaba las treinta y cinco libras.- El servicio fue pésimo.

-¡No lo fue! –Exclamó Harry, ofendido.

Ron asintió seriamente.- De verdad que sí. No había dónde quedarse. Tuve que dormir afuera. ¡Ni siquiera estoy seguro de por qué no pude ir a algún lugar que no me cobrara!

-Mira, te dan el servicio por el que pagas, -le respondió.

-¡Pagué al menos por una carpa! –Discutió Ron.

-No en la economía actual, -le dijo. Cayó en pagar impuestos.- Entonces será diez porciento de mi dinero o doscientas libras. Hasta tener dos mil libras, el diez porciento siempre será menos.

Hermione terminó en Fleet Street.- Me gustaría reportar que el servicio es pésimo. Quiero decir, puedo tener un techo, pero hay goteras y estoy bastante segura de que vi una cucaracha. Y no hay calefacción.

-Lamento oír eso, -se disculpó Harry.- ¿En qué habitación te estabas quedando?

-Eh… -Hermione dudó por un momento, pero rápidamente se recuperó.- La 360.

-Ah, en realidad no tenemos una habitación 369, -exclamó Harry triunfante. Miró a Ron.- Eres nuevo en esto así que presta atención: a veces la queja del cliente no es genuina. Debería demandarla.

-Yo no presenté cargos, -contradijo ella.

-Bien. Asegúrate de no hacerlo, -ordenó Harry.

-¿Me estás amenazando?

-No, sólo te ofrezco un consejo legal, -respondió él.- Y, hablando de eso, creo que debería estar cobrándote por eso…

Ron pasó por salida sólo para caer en los impuestos de nuevo, seguido por fortuna, que le exigió dinero para mantenimiento, la estación Marylebone, Vine Street, Fleet Street, y la cárcel.

-Bien, puede que el juego te odie, -admitió Hermione.

-Eh, él es quien eligió violar la ley, -dijo Harry.

-Harry, has estado preso cinco veces, -le recordó ella.

-Sí, bueno, no me quejo, ¿o sí? –Preguntó Harry retóricamente. Para entonces, era claro que estaba muy por delante de Hermione, y el pobre de Ron ni siquiera era tomado en cuenta.- Oh, mira, la cárcel de nuevo. Bueno.

-¿Por qué estás preso? ¿Patear perritos? –Cuestionó Ron, con un poco de amargura.

-En realidad, por romper ventanas.

-Realmente esperamos que caigas en parada libre, -dijo Hermione sinceramente.- Lo necesitas.

Harry sonrió.- Quizás esperas eso. Yo, sin embargo, no veo la necesidad de animar el crimen en la comunidad. Y… salí de la cárcel.

-Está bien, yo espero eso, -corrigió ella. Al dejar su perro en el arca comunal, descubrió que tenía gastos médicos que pagar.

-Debe ser por el perro que mataste, -comentó Ron.

-¡No lo maté! –Exclamó ella, rápidamente parando su ficha.- Sólo está durmiendo.

-Sí, cuando tus padres te dijeron eso de tu conejito a los cinco años tampoco fue cierto, -le dijo Ron tristemente.- Sólo creo que es momento de que sepas la verdad.

Harry cayó en parada libre.- ¡Qué bien!

-Ah, entonces está perfectamente bien que robes el auto de alguien, -comentó Hermione sarcásticamente.

-No sé de qué hablas, -respondió Harry.- Sólo estaba siendo productivo.

-¿Estacionando un auto gratis? Eso me suena a estafa.

-Sólo porque no eres ni la mitad del empresario que soy yo, -resopló Harry.

-La próxima vez que vayas a la cárcel, que sea por incendio, -aconsejó Ron, asintiendo hacia Harry.- Sé que eso traté de hacer yo. –Cayó en la estación Liverpool.

Hermione hizo una mueca.- Siento mucho eso, Ron.

-No puedo pagarlo, -dijo Ron, horrorizado.- ¿Qué hago? ¿Quiere decir que pierdo?

-No, quiere decir que tienes que hipotecar una de tus propiedades o vendérselas al banco, -explicó ella.- Hipotecar quiere decir que te dan la mitad de lo que pagaste, pero nadie más puede comprarla. No tendrás nada del alquiler, pero cuando pagues la hipoteca te la devuelven. Venderla quiere decir que nosotros podemos comprarla.

Ron frunció y pensó en lo que tenía y dónde casi nadie caía.- Voy a hipotecar Leicester Square, -eligió finalmente, dándola vuelta y entregando más de la mitad del dinero recibido a Hermione.

Al caer en impuesto de lujo hizo una mueca.- ¡Oh, vamos! ¡Apenas tengo para comer! ¿Qué tipo de lujos tengo?

-Creo que un impuesto de lujo es por todas las ganancias que van encima de un cierto nivel, -corrigió Harry.

-Bueno, considerando que apenas tengo dinero para comer, no puede ser, -respondió Ron.- Quizás veo mi infortunio y gasto todo mi dinero en mucho alcohol…

Miró a Harry, que estaba sacando dinero del banco.- ¿Qué tan corrupto eres? –Exigió saber, sorprendido.- ¿Ahora sólo tomas el dinero?

-¡Claro que no! –Juró Harry.- Sólo cambio mis billetes más chicos.

-Te estoy vigilando, -advirtió Ron.

-Siento como si viera un tren descarrilarse, -comentó Hermione, ligeramente incómoda.

-Eh, él es quien no vende sus casas, -recordó Harry.

Ron volvió a caer en Park Lane.- ¿Cómo duermes por las noches?

-Mucho más cómodamente que tú, me imagino, -respondió alegremente.- Algunos podemos pagar calefacción.

-Tendré que hipotecar algo más, -comentó Ron tristemente.

-Mira, sólo dame Marlborough Street y estamos a mano, -ofreció Harry.

Él dudó, porque realmente tendría que pagar más por quedarse en Park Lane de lo que valía la propiedad. Al final, su orgullo le ganó.- ¡Nunca!

Harry levantó los hombros.- Como quieras. Intentaba ayudarte.

-¿Por qué me quedo en hoteles cuando no tengo dinero? –Se quejó Ron.

-Quizás sólo eres malo manejando el dinero, -sugirió Hermione.- O intentas mantener las apariencias.

-Ya no quedan muchas apariencias que mantener, -aseguró.

-Entonces eres malo con el dinero, -decidió ella.

-¿Qué tipo de lujos tienes tú? –Preguntó Ron cuando Harry cayó en impuesto de lujo.-

-Las lágrimas de los huerfanitos, -respondió rápidamente.

-Eres horrible y morirás solo, rodeado de dinero, -predijo Ron.

Hermione se quejó.- ¡Ay, no puede ser!

-Puedo vivir con eso, -decidió Harry.

Ron cayó en impuestos.- ¿Tenemos que contar los doscientos galeones que recibo por pasar por salida? Quiero decir, ¿no los puedo recibir después de los impuestos?

-Lo siento, Ron, el juego no va así, -respondió Hermione, sonando muy triste.

-Entonces el diez porciento serían… veintiún galeones, -anunció Ron.- Qué vergüenza.

-Sabes, hace tiempo que nadie cae en parada libre, -notó Hermione.- Hay mucho dinero ahí.

-¡Mi Navidad… o algo así… ha llegado, y tengo cien galeones más! –Exclamó Ron, deleitado.- ¡Quizás todavía queda esperanza!

-Ese es el espíritu, -animó ella.

-…No puedo pagar esto, -dijo Ron, negando la cabeza al caer en el hotel de Harry.- Me rindo.

-¿En serio? –Preguntó Hermione.- En ese casi, tus propiedades vuelven al banco.

-Tendría que hipotecar todo y todavía creo que no sería suficiente, -explicó miserablemente.- Mi personaje acaba de matarse en la habitación.

-¡Ron! –Chilló Hermione, horrorizada.- ¡No puedes hacer eso! ¡Es horrible!

-Bueno, ya es un poco tarde, -respondió él, alejándose un poco.

Harry tomó el dinero y tarjetas de Ron, mientras Hermione quitaba sus casas.

-Qué mal negocio, -declaró Harry.- Espero que no me demanden.

-No tienes corazón, -se quejó Ron.- ¡Estoy muerto y tú te preocupas por el dinero!

-No estoy muy segura de que sea bueno escuchar a los muertos hablar, -comentó Hermione preocupadamente.

-Ya somos dos, -le dijo Harry.

-¡Véngame! –Imploró Ron.-

-Pero… en realidad no te mataron, -le dijo Hermione.

-¡Culpo a Harry! –Explicó Ron.

-En realidad fue una combinación de mala suerte y errores de principiante, -opinó ella.

-¿Eso quiere decir que no me ayudarás? –Exigió saber Ron.- Harry me hubiera ayudado.

-Dado que quieres vengarte de él… como que lo dudo, -respondió Hermione.

-Yo ciertamente lo consideraría, -prometió Harry.

Ron frunció pensativamente.- No puedo, -dijo finalmente.- No puedo pedirle ayuda a Harry para vengarme de él. Aunque sé que lo haría porque es mucho mejor amigo que tú, Hermione, no estaría bien.

Harry sonrió al escuchar eso.- Hey, ¿quieres Whitehall ahora que está disponible?

Ella negó con la cabeza.- No, gracias. En realidad no vale tanto.

Ron quedó con la boca abierta.- Esto es muy ofensivo.

-¿Qué cosa? –Preguntó Harry distraídamente.

-¡Ni siquiera quieres la propiedad que me costó la vida! –Se quejó Ron.

-Lo siento, -respondió Hermione, pareciendo ligeramente culpable.- Es sólo que… no vale tanto, y Harry y yo nos estamos poniendo serios.

-Ah, ¿y no era serio cuando jugaba yo? –Exigió saber Ron.

-Eh… -Hermione dejó de hablar.

-No es estrictamente cierto, -habló Harry.- Compré Bond Street ahora que está disponible.

-¡Eso no me ayuda! –Exclamó Ron.

-En realidad no parece muy justo, -se quejó Harry.- Primero te molesta que no queramos tu vieja propiedad y ahora te molesta que sí. No es culpa nuestra que ahora esté disponible.

Es culpa tuya! ¡Seguro que controlaste el dado o algo! –Acusó Ron.- Seguramente le vendiste mi historia a alguna agencia y te hiciste una fortuna vendiendo novelas.

-¡Brillante idea! –Exclamó Harry.

Ron se quejó.- ¡No me digas que te inspiré!

-No, -aseguró.- Ya lo había hecho. Pero sigo pensando que es una brillante idea.

-¿Siquiera saber cómo morí?

-…No quise arruinar mis recuerdos de ti viéndote así, -contestó torpemente.

-Lo siento, Harry, -habló Hermione finalmente.- Pero creo que haré un Ron. Es imposible que gane.

-¡Pero todavía nadie cae en parada libre! –Se quejó él.- Mira, ¿qué tal si seguimos hasta que alguien caiga ahí y entonces terminamos el juego? No te cobraré nada más que los hoteles.

-Tienes muchos hoteles, -comentó ella dudosamente.

-Sólo tengo cuatro, -le dijo, como si no fuera nada.- Hablando estadísticamente, es mucho más posible que no caigas.

Hermione suspiró.- Oh, bueno.

-Entonces… ¿te encontraron a tiempo y te interrumpieron o te resucitaron? –Adivinó Ron.

Ella giró los ojos.- Ya basta.

-¿Acaso saber cómo iba a terminarlo? –Ron dirigió la pregunta a Harry.

-Tampoco quise arruinar mis recuerdos de ella, -explicó.

Ron observó en silencio por un rato mientras Harry y Hermione consistentemente intentaban caer en parada libre.- Eh, Hermione, ¿recuerdas por cuanto tiempo hemos sabido lo corrupto que es Harry?

-Sí… -Contestó lentamente, no muy segura de a dónde quería llegar.

-Bueno, realmente me pregunto, ¿qué tipo de cosas has estado haciendo mientras estábamos distraídos por lo que hacía Harry? -preguntó razonablemente.

Harry se quedó quieto y la miró.- Esa… en realidad es una buena pregunta.

Hermione dio una sonrisa obviamente malvada.

-Todas esas "herencias" que recibías… ¡seguro que estabas matando a tus parientes! –Acusó Ron.

-Sí, Ron, has descubierto mis horribles planes, -le dijo ella secamente.- En realidad trabajo con la mafia.

-Me siento tan desilusionado, -se quejó.- ¿Acaso no puedo confiar en nadie?

-No en esta ciudad, -le respondió Harry, claramente sorprendido por la revelación.- Y yo que me divertía tanto siendo el corrupto…

-Eres el corrupto, -insistió ella.

-¡Lo tengo! –Exclamó Harry, al caer en parada libre.

-Me pregunto cuánto había ahí, -comentó Hermione.

Harry rápidamente comenzó a contarlo.- Mil cuatrocientas noventa y dos libras

Hermione silbó.

-Claro que yo debo tener como tres mil libras en mano, -continuó Harry.- Comparado con la muertocidad de Ron y tus considerables menos que trescientas libras, supongo que soy el ganador. ¿Quién quiere volver a jugar?

Ron se paró y comenzó a alejarse.- Ay no. ¡Nunca volveré a jugar contigo ese juego! Hay algo muy malo contigo o el juego, y eres mi mejor amigo, así que diré que es el juego.

-Podríamos jugar uno de los otros juegos, -sugirió Hermione.

-¿Cómo qué? ¿Cluedo? Respuesta fácil, si Harry no mató a quien sea él mismo, entonces contrató a alguien para hacerlo. ¿Life? Harry nos asesinará. ¡No se puede razonar con él! –Exclamó Ron.

-Eh, -respondió Harry, molesto.- Creí que no me culpabas.

Ron se alejó, sorprendido.- No lo hago.

-Entonces no quiero ver cómo es cuando lo haces, -murmuró Harry.

-También está el Scr… -comenzó Hermione.

-Eso no pasará, Hermione, -la interrumpió Harry.

-¡Eh, ya sé! –Exclamó Ron de repente.- ¡Juguemos Quidditch!

-¡Brillante! –Declaró Harry, parándose.- ¡Veamos quien llega primero!

Mientras corrían, Hermione giró los ojos y comenzó a vaciar el tablero. Todavía no tenía nada que hacer, así que seguramente iría a la biblioteca o algo.

Le hubiera gustado, no por primera vez, que Hogwarts tuviera electricidad. Pero dado lo difícil que parecían ser los juegos de mesa para los magos, seguramente sería un desastre de proporciones épicas.