Aclaración: Debo decir que exceptuando a mi OOC, los personajes de Naruto no me pertenecen.

Summary:

Hana

Despierta. Ya no estás en casa.

En el borde de la consciencia pensé en lo poco familiar que se sentía la cama debajo de mí. Donde dormía no era algo generalmente clasificado como suave o de olor dulce, por eso el temor me llenó al pensar que quizás había llegado a cruzar mis límites la noche anterior y había terminado en la casa de algún desconocido aprovechador.

Pero no recordaba haber aceptado algún alimento o alojamiento de alguien. De hecho, no recordaba nada de lo que sea que haya pasado. Simplemente genial. ¿Podrían haberme drogado o algo así? No es una idea tan rara teniendo en cuenta los tiempos que corren y las calles por donde vivo.

Abrí los ojos y parpadeé.

No me gusta el rosa.

Eso fue lo primero que pasó por mi cabeza al ver el techo de ese color, y con ello un tenue alivio comenzó a extenderse por mi columna. Ningún malnacido tendría un techo rosa, me justifiqué intentando reincorporarme. Fue algo difícil al principio gracias a la sensación de neblina alrededor de mi cuerpo.

Observando las paredes y los muebles descubrí que era a todas luces un dormitorio para un niño. O mejor dicho, una niña, si es que el suficiente rosado para hacer sentir a la casa gubernamental como poca cosa decía algo. Satisfecha con lo que había encontrado sólo me quedó una mayor cuestión.

¿Cómo terminé aquí?

Me acaricié la cabeza, sintiendo el cabello suave y cortó entre los dedos.

Espera allí… ¿suave? ¿corto? Miré mis manos y jadeé, eran pequeñas, infantiles, luego hacia abajo y ¡por el responsable del Cosmos!

¿Por qué mierda soy tan corta? No soy una de las personas más altas del mundo pero mi metro setenta vale algo, ¿no?

Echando una ojeada a la habitación noté un espejo, y saltando de la cama –una muy mala idea- me tambaleé hacia él. A duras pensar evité el chillido que intentó escapar de mis labios. Frente a mí, una nena chiquita de cabello pastel y grandes ojos verdes. Y una frente enorme, añadí en medio del torrente de confusión que me acuchilló con fuerza en el estómago.

¡Hey, calma! Si gritas alertarás a Su-obaa-chan.

Pegué un ligero bote por la voz pero al mirar hacia mis costados no pude ver a nadie. ¿Qué demonios está pasando?

Yo también me pregunto lo mismo. Tú no eres Sakura.

Apreté los dientes y pegué mi espalda contra la pared. ¿Quién eres tú y quién es ella? Cuestioné sin saber si me había vuelto loca al fin o si realmente estaba escuchando una voz en mi cabeza algo familiar.

Soy Interior, duh. Sakura es la niña que deberías ser tú. Esto es muy extraño, ¿qué haces en nuestra cabeza?

No tengo idea de lo que estás hablando. Yo ni siquiera sé dónde estoy o porque me veo así. ¡Tengo diecisiete años, no dos! ¡Y mi cabello no es rosa! ¿Quién puede tenerlo de ese color de todos modos? Añadí, aferrándome a la tela de lo que ahora notaba era un camisón color amarillo. También odio el amarillo.

Estamos en la misma. Juraría haber escuchado un suspiro. De todos modos, por si no lo has entendido nadie puede verme u oírme excepto tú ya que estoy en tu cabeza. Soy como una consciencia o algo así. ¿Y tú?

Utilicé los segundos de su charla para armar un tren de pensamiento más o menos coherente. Si estás en mi cabeza… ¿no significa eso que sabes todo lo que pienso? ¿o qué puedes ver mis recuerdos?

Normalmente podría hacerlo, pero hay una nueva puerta aquí y está demasiada cerrada como para echar un vistazo a tus recuerdos, así que no, no sé nada de ti excepto lo que piensas en este momento. ¿Serías amable y te presentarías al menos?

Fruncí el ceño a pesar de que me sentía mejor al saber que no podía ver mis recuerdos y lo que pensaba. A nadie le gustaría algo así, y mi estilo de vida me había hecho una persona muy privada. Soy Shiori. Y diría encantada pero no creo que pueda mentirte, ¿o sí?

¡Eso es algo cruel de tu parte, Shiori-chan! Se quejó, y para mí sonaba más como la niña de cuatro que me veía. Y no, no puedes. Estamos en el mismo barco, no puedes mover las velas sin mí.

Alcé mis cejas ante eso pero lo dejé pasar, mi prioridad era descubrir cómo había terminado allí o mejor dicho cómo salir de ese lugar y llegar a mi "hogar", no analizar a una cuestionable doble personalidad. Sé que tengo problemas pero lo de escuchar una voz en mi mente es un poco demasiado.

¡Oye! Para que sepas, siempre fui una gran ayuda para Sakura-chan.

¿Mmm? Hice un sonido de falsa curiosidad mientras exploraba el lugar. Además de la cama había un armario y un escritorio con varios libros infantiles. Oí a "Interior" resoplar y alcé ambas cejas. No le veía mucha utilidad a una segunda consciencia o lo que fuera. De hecho, no me sorprendería si la niña terminase siendo una mocosa con muchos problemas. Una lamparilla se prendió repentinamente en mí, y no pude evitar fruncir el ceño. Volví a verme en el espejo.

Ya veo, las piezas que tenía comenzaron a encajar, tengo el cabello rosa y mi nombre es Sakura, ¿quién más puedo ser? Aunque lo mejor es comprobar. Hey, Interior, ¿cuál es el apellido de esta niñita?

Haruno, claro. ¿No lo sabes?

Bufé. ¿Y cómo diablos quieres que lo sepa? Ni siquiera sé cómo llegué aquí. Suspiré y me dejé caer en el suelo. Tampoco tengo idea de que hacer.

Mmm. Puedo compartir los recuerdos de Sakura-chan, si quieres. Lo recomiendo ya que eres ella y si actúas de una forma extraña como ahora, mamá y papá se preocuparan mucho.

¿Es así? Inquirí. Había visto algunos episodios de Naruto alguna vez pero sabía más por lo que una amiga me había contado una vez. Una súper fan del anime. No pude evitar reírme. Lo más gracioso e irónico es que ella odia a Sakura, sonreí levemente para mí.

¡¿Qué?! La voz chilló en mi cabeza. ¿Por qué alguien odiaría a Sakura-chan? ¡Es una niña muy dulce y tímida! ¡Ella no ha hecho nada!

Acaricié mi ahora gran frente con algo molestia. Qué pulmones tienes, eh, mascullé en mi mente pero decidí contestar, ella no se refería al personaje a esta edad sino a los doce. Dulce Sakura-chan, hice mi mejor esfuerzo para sonar como Draco Malfoy, terminará siendo una mocosa fan, gritona y muy molesta. Lo que mi amiga más odiaba fue que rompió una verdadera amistad por un chico, y lo que es más, vive maltratando a Naruto.

Hubo un momento de silencio, sagrada paz, hasta que ella volvió a hablar, pero eso aún no ha sucedido, ¿verdad?

No, pero… ¿me crees? Pregunté, algo curiosa. Hace un momento había saltado en defensa de la infanta y ahora me decía eso como si fuera un mensaje de "no es tarde". ¿En qué diablos estará pensando?

Abriste la puerta accidentalmente y pude ver tus recuerdos. ¿De verdad nos enamoramos de ese niño para luego entregar nuestro corazón y ser abandonadas en una banca?

Ajá. Supongo que no llegaste a la parte donde intenta matarla. Me encogí de hombros. Eso no ha pasado, y si sigo aquí, atorada en este cuerpo sólo pasará en tus sueños. Prefiero gritar mi amor al porno al mundo primero antes que ser una mocosa fan.

Interior se rió hasta finalmente caer, ¡¿porno?! ¡Tienes cuatro años! No deberías de saber siquiera que existe esa palabra.

Tengo diecisiete para que te quede claro. Y sólo era una broma, sonreí inocentemente, una broma, repetí, con la sensación de que no me creía ni un poco. Tu problema.

Por su bien mental –que irónico sonaba esto- Interior resolvió cambiar de tema. Entonces, ¿ya sabes lo que quieres hacer?

Suspiré. Quería tirarme por la ventana y huir de aquí, pero con este pequeño cuerpo no llegaría muy lejos y menos sabiendo que en una aldea ninja cualquiera podría encontrarme y llevarme de regreso a unos padres preocupados y enojados.

Supongo que me quedaré aquí por el momento, no es como si tuviera otra opción, y esperaré a hallar algo para volver de dónde vengo.

Eso es algo inteligente. Entonces, ¿por qué no te muestro como es Sakura-chan antes que lleguen sus padres?

Me encogí nuevamente de hombros, está bien, no es como si fueran muchos, ¿verdad? Ella era pequeña después de todo y los niños no suelen acordarse de la gran mayoría de las cosas a esta edad.

Okey. Ahí vamos. Cierra los ojos y respira profundo.

Hice lo que me dijo y no tardé en sentir un cosquilleo en mi cabeza seguido de imágenes de varias personas y sensaciones. Una mujer rubia, mamá, Mebuki, y un hombre de cabello rosa, papá, Katsuki, fueron los más repetidos, seguidos por un anciano que era al parecer mi abuelo y una adolescente que vivía al lado que me cuidaba algunas veces.

Me sorprendí al saber que no había visto a nadie de los nueve novatos, o mejor dicho nadie con alguna de sus características. Reflexioné sobre la información recién adquirida. Así que Mebuki es una kunoichi de nivel jounin, recordé el chaleco con el que aparecía en varias de las imágenes, y Katsuki es banquero. Ya veo.

¿Y? ¿Ya sabes cómo vas a actuar? Ellos estarán aquí en una hora.

Miré a mí alrededor con cautela antes de moverme casi patéticamente hasta el armario, sí. Sakura es muy tímida y tranquila, prefiere leer antes que salir y sufre una gran baja de autoestima debido a los mocosos que la molestan. Actuar callada no va a ser difícil y me encanta leer pero no soporto estar encerrada todo el tiempo, y sí algún niñato me dice algo pienso golpearlo, ¿algo más?

Pero Sakura-chan no es violenta.

Es una lástima que haya sido reemplazada por alguien como yo, ¿verdad?

Interior no dijo nada más y yo aproveché para buscar algo que no fuese amarillo o rosa para vestir. A pesar de que la gran mayoría de las cosas eran vestidos pude encontrar un pescador blanco y una remera roja algo larga. Algo es algo, me dije, extrañando mi colección de prendas azules.

Tuve uno que otro problema al ponerme la ropa ya que no estaba acostumbrada al tamaño tan pequeño de mi cuerpo. Lo mejor sería practicar por el momento, no quiero andar cayéndome por ahí como alguien que recién comienza a caminar.

Hey, ¿puedes guiarme por el interior de la casa? Pedí, dando vacilantes pasos hacia la puerta, y al no recibir respuesta suspiré, por favor.

¡Bien! No costaba tanto, ¿verdad? Interior se rió entre dientes y yo bufé. Si sales por esa puerta hay un pasillo, la puerta de al lado es la del dormitorio de nuestros padres y la del final es la del baño. Hay una escalera al medio, abajo está la sala, el comedor y la cocina.

Ya veo. Luego de pensarlo un momento, añadí, gracias.

¡No hay de qué! Aquí estoy para ayudarte.

No dije nada más mientras caminaba hacia la siguiente habitación. Abrí la puerta y no me sorprendí mucho al ver que el cuarto estaba decorado en tonos rojos. Así que de allí viene el gusto por ese color, pensé, observando la enorme cama en el centro.

Pronto encontré una foto en la mesilla de luz y sonreí un poco al verla. Era del matrimonio Haruno y su hija, con Katsuki abrazando a su esposa al mismo que ambos sostenían a una bebe con un par de mechones idénticos a los de su padre. Una familia feliz, eh.

Decidí que quedaba más por ver y me fui de allí, saltando el baño y yendo directo hacia abajo. La sala era amplia y con muy buen gusto, todo coloreado y hecho en tonos azules suaves. ¿Por qué la habitación de Sakura no puede ser así? Me quejé, dirigiéndome al comedor.

Porque eres una niña, duh.

El color es para todos, eso del rosa para las niñas y el azul para niños es sexista y estúpido.

¿Y por qué no les dices eso a tus padres? Estoy segura de que a Mebuki no le molestará saber que su dulce y única hija no le gusta el cuarto que con tanto amor ha pintado ella misma.

Yo sonreí burlonamente. Es una buena idea. Los niños cambian de gustos diariamente de igual forma.

Oí su bufido y me encogí de hombros. Al parecer alguien era mala perdedora. En fin. Contemplé el lugar de color pasto suave. Era bonito. Y las sillas parecían cómodas. Era bueno que todo fuera más moderno y occidental, yo no quería comer sentada sobre mis talones.

Como último lugar conocí la cocina. Era espaciosa, y el bordo era un buen color, sobre todo para resaltar el círculo blanco que lucía la pared de principal. Al parecer la familia estaba orgullosa de ser Haruno. Me pregunto por qué, ¿es qué había alguna historia? Bueno, podría preguntar alguna vez.

Me volví hacia la sala y fui a tirarme a uno de los sillones. Era muy cómodo, más de lo que estaba acostumbrada. Supuse que esa era la diferencia entre una chica prácticamente huérfana y la de una familia donde ambos padres trabajan y la cuidaban.

Esa es tu vida ahora, Interior surgió repentinamente, eres Sakura, ¿recuerdas?

Sí y no. Puedo verme como ella pero no lo soy. Además, ni siquiera sé cuánto durará esto. Podría cerrar los ojos y despertarme en quién sabe dónde. O no. No lo sé, es algo muy confuso. Suspiré, tapándome el rostro con uno de mis brazos.

No lo sabes, es verdad, pero mientras deberías de sacarle provecho a todo lo que sabes. Cuando la puerta se abrió noté también tu gran inseguridad, siempre te sentiste vulnerable ¿verdad? Por eso no has dejado de aprender artes marciales. Esto es un mundo ninja y con tu mente podemos empezar antes a ser más fuerte, y no sé, quizás a ayudar a algunas personas.

Yo pensé en sus palabras durante un tiempo. Tienes razón, sin tener a nadie que vele por mí aprendí que debo de valerme por mi misma. Cerré los ojos levemente y volví a abrirlos. Quizás podría hacerlo, Interior. Cubrirse los oídos no disminuyó el sonido del chillido de felicidad. ¡Alto ahí! Nunca dije nada de ayudar a los demás, ¿es qué te crees que soy la Madre Teresa o algo así? Negué, haré lo que consideré necesario pero no esperes mucho, advertí.

Si tú lo dices, ella canturreó y por segunda vez supe que no me creía. ¿Es que tenía alguna imagen de mí o algo así? No soy una persona buena y amable que quiere salvar a medio mundo, ¿es tan difícil de entender?

No te hagas la dura, Shiori-chan. ¡Yo lo vi! Fue realmente dulce lo de ayudar a esa viejita a cruzar la calle.

¡Se llama "cortesía" y cualquiera lo hubiera podido hacer!... Por cierto, ¿qué más viste? Fruncí el ceño, algo preocupada. ¿Cómo podía evitar que algo así pudiese volver a suceder?

Sí, sí, claro. Y acompañarla hasta su casa cargando con sus bolsas también lo fue, ¿verdad? Ah, y con respecto a lo otro, pues… ya lo veremos. No podía verla pero sabía de alguna forma que estaba sonriendo. ¡Maldita segunda consciencia!

No, sabía que me iba a dar algo, por eso lo hice. La gran mayoría de las veces cuando las ayudaba las ancianitas siempre me daban algo, una manzana o una pera, por ejemplo. ¡Ja! ¿Lo ves? Dime ahora lo dulce que soy, desafié.

Interior se rió, sorprendentemente. Oh, mira, la nenita mala. Un tic apareció en mi ojo pero cuando iba a decir algo el sonido de la puerta me alertó. Debe ser Katsuki, siempre llega a las doce los sábados. ¡Recuerda que para ti es "papá"!

Ignoré lo último y me concentré en incorporarme sobre el sillón. Segundos después la entrada se abrió y el hombre del extraño cabello apareció, mostrándome una gran sonrisa de cariño y alegría. Hace bastante que no veo una, pensé ausentemente mientras me acercaba a él como había visto en alguna imagen mental.

— Papá, buenos días—saludé en voz media baja, alzando los brazos para que me cargara. Me sentí un poco incómoda cuando lo hizo pero intenté minimizarlo a toda costa.

— Buenas tardes dirás, mi pequeña flor—bromeó, acomodándome entre sus brazos mientras se encaminaba a la sala— ¿mamá aún no ha llegado? —preguntó, mirando hacia mí. Negué y él suspiró— Ya veo, entonces llegará después. ¿Comiste algo?

Volví a negar y murmuré al ver su ceño comenzando a fruncirse— Dormí muchísimo.

— ¿Enserio? —sonrió nuevamente— ¿y cuando despertó mi princesa?

Por un momento iba a contestar hace una hora pero luego pensé que sería un poco raro que supiera como se movía el tiempo a su edad así que al final respondí— hace poquito—y le sonreí del modo más inocente posible. Fue bastante divertido verlo caer por un simple gesto y mi estómago se apretó ligeramente. Tal vez hubiera sido lindo contar con alguien como él.

Deseché esos pensamientos mientras él me dejaba sobre el sillón que había estado ocupando.

— Papá irá a cambiarse y luego haremos algo para comer, ¿qué te parece, cerecito? —inquirió, desatándose la corbata que posiblemente le molestaba.

Asentí y cuando él había abandonado el lugar suspiré con alivio. Nunca pensé que fuera tan difícil actuar como una niña pequeña. Con esas oraciones cortas y palabras tontas.

¡Lo hiciste bien! Me alagó la voz en mi cabeza y yo asentí recostando mi cabeza contra el respaldo. Ah, he estado pensando que quizás podríamos ir mostrando poco a poco lo que somos capaces, ya sabes, ir siendo algo más madura y eso.

¿No sospecharan?

¿Qué eres algo como un prodigio? Quizás. ¿Qué vienes de otra dimensión? Naa. Yo vivo en tu cabeza y aún tengo problemas para creerlo así que no te preocupes.

Vale, me lo pensaré. Aunque sería lindo no tener que hablar así.

Mmm. Yo creo que es dulce.

Bufé. Por qué no tienes que ser así, como un niñito tonto e ingenuo.

Tienes un poco de problema en eso, ¿verdad? Interior comentó, con un tono cuidadosamente elaborado con preocupación y burla.

Vete a la mierda.

Katsuki bajó ya vestido con su atuendo de casa, muy casual y despreocupado.

— Papá ya está listo, florecita, ¿qué te gustaría comer? —él preguntó, tomándola nuevamente en brazos rumbo a la cocina.

Revisé mi mente en busca de algo y sonreí un poco— bolas de arroz con sardinas—ese siempre había sido mi preferido desde que tenía memoria y me alegró saber que a Sakura también le gustaba.

— ¡Muy bien! Eso se hará entonces—la dejó sobre la mesada y caminó hasta la alacena por un paquete de arroz, luego lo dejó a su lado y le sonrió— ¿Sakura-chan va a ayudar a papá a hacerlo?

Yo asentí. Cocinar no era mi punto fuerte pero tenía, ¿cuántos? ¿tres? ¿cuatro años? Obviamente él no esperaría la obra de un chef.

Bueno, aquí vamos.

Mis movimientos ya no eran tan torpes mientras formaba las bolas con los granos blancos. Siempre me he adaptado rápidamente y me dio algo de alivio saber que me había traído eso a este mundo. Cuando ya habíamos terminado todo y esperábamos a que se horneasen la puerta se abrió por segunda vez en el día.

Mebuki apareció en la cocina instantes después, vestida aún con su chaleco ninja y la banda atada a su cintura. Sonrió ampliamente al vernos y se acercó rápidamente. Katsuki la abrazó amorosamente y pronto me vi envuelta entre los dos.

— Hola, mamá—saludé, esbozando una ligera sonrisa. Ella besó mi mejilla y se apartó de ambos, oliendo tenuemente el aire.

— Buen mediodía, Sakura-chan, ¿ya han preparo el almuerzo? —la mujer se veía feliz pero bastante cansada, obviamente por su misión.

— Así es. Onigiri de sardinas, mi amor—él respondió, y luego añadió— pronto estará, ¿por qué no vas a bañarte mientras Flor-chan y yo ponemos la mesa?

Ella no tardó en aceptar, abandonando la habitación y dejándome con mi "padre". Katsuki me sonrió antes de comenzar a acunarme de un lado a otro. Era algo extraño para mí pero no para Sakura siendo otro gesto más de cariño de los padres.

— Así que, mi princesita, ¿te gustaría ir al parque más tarde? Mamá y papá podrían llevarte y pasar un lindo día—propuso, cepillando algunos mechones rosados con su mano.

Él siempre lo hace, ¿sabes? Quiere que Sakura-chan tenga amigos y por eso la lleva al parque pero los demás niños siempre se burlan de nuestra frente. Son bastante idiotas.

Me lo imaginaba. Asentí y le di una pequeña sonrisa. Tal vez podría aprovechar para conocer este mundo un poco más, eh. Incluso podría llegar a ser divertido.

¡Así se habla, cha!

— ¡Muy bien, florecita! Ahora vamos a poner la mesa—Katsuki me dejó en el suelo y rebuscó en la alacena algunos platos. Tomándolos me acerqué a la mesa y me estiré para colocarlos ordenadamente en tres lugares. Al ver mi trabajo, él pareció ligeramente sorprendido pero luego me sonrió y arrulló melosamente por mi "gran trabajo".

Es un poco lindo, eh. Que te alaben por algo tan pequeño. Negué suavemente en mi interior y ambos esperamos a Mebuki. En la comida me aseguré de mostrar interés en la misión, era una niña después de todo, y se supone que a esta edad son muy curiosos. Siempre podía decir que quería ser como mi "mamá", ¿no?

Eso parece un buen plan.

Yo sonreí.

El tiempo pasó rápidamente y de un momento a otro yo estaba siendo vestida por Mebuki con un vestido ñoño de color rosado con flores blancas y rojas. Empecé a creer que no era Sakura la amante de ese color sino su madre. Quizás lo mejor sea comenzar a sugerir el azul antes que piense en comprarme más ropa de ese color… o peor.

Ese feo amarillo patito, pensé con desagrado mientras caminábamos al parque, yo sujetada de la mano de Mebuki. Llegamos a un patio de juegos y ambos se sentaron en un banco, sugiriéndome tratar de hallar alguien con quien jugar. Asentí y me dirigí hasta un árbol cercano para fingir buscar a alguien.

No me gustan los niños, suspiré, menos esos molestos. Ahora que lo recuerdo, Aiko mencionó algo sobre una tal "Ami" que molestaba mucho a Sakura cuando era niña. Un matón cualquiera podría decirse. Me encogí de hombros, creo que ella mencionó algo de cabello púrpura pero no lo sé muy bien.

Escaneando el lugar descubrí a un grupito de niñas cuyo líder tenía efectivamente el cabello del color mencionado. Ni bien me vieron, susurraron entre ellas y entre risitas se acercaron a mí. Eché una mirada a mis "padres" y noté que estaban charlando con una pareja rubia.

— ¡Hey, frentesota! —ella gritó y yo parpadeé en su dirección. Curioso, parecían un poco mayor que yo, pero recordaba a esa mocosa sólo que un poco mayor en un episodio que mi amiga me había mostrado algo vez— ¿Qué haces aquí? —preguntó, rudamente mientras acariciaba su cabello vanidosamente.

Alzando ambas cejas dejé caer mi mirada sobre las demás, tenían los mismos ojos que ella. Así que sólo un par de matones, eh. Riéndome entre dientes clavé mi mirada en ella. Yo no te tengo miedo, estúpida. Estaba segura que ella consiguió ese pensamiento ya que su ceño se frunció y acortó la distancia intentando parecer más intimidante.

— Monstruo feo de cabello de chicle—insultó "inteligentemente". Yo pestañeé y luego me reí en su cara. Cuando me recuperé y estaba por contestar alguien saltó frente a mí. Ella era rubia también y tenía el cabello corto y un vestido violeta.

— Vete de aquí, Ami, a nadie le importa lo que dices—con las manos en la cadera me recordó a alguien.

— Yamanaka, siempre en defensa de los bichos raros—la mocosa alzó la cabeza en superioridad— si te gusta su compañía debe ser porque también eres uno de ellos. Tú clan debe estar triste de tener a alguien como tú.

Resoplé, guardando las manos en mis bolsillos— Tu inteligencia me asombra, Ami—repliqué con sarcasmo— deberías ir a sorprender a alguien más, algo como esa roca de allí o al basurero. No sé—me encogí de hombros, disfrutando del color rojo que adornaba las mejillas del grupo— tal vez a alguien a quien le importe tu opinión.

Probablemente "Ino" se rió— Cierto, a ninguna de nosotras nos importa lo que un par de tontas pueden decir, así que vete—hizo un gesto de desprecio con las manos.

El color rojo había aumentado considerablemente. Soltando un chillido, prácticamente gritó— ¡No va a quedar así! Tú y el monstruo de pelo rosado van a pagarlo—dándonos la espalda se alejó con las demás rápidamente.

Vaya, eso sí que fue conmovedor, me burlé. Mocosas como ella siempre terminan huyendo cuando alguien les planta cara. Decidida a no darle más importancia, me giré en dirección a la chica que supuestamente no me encontraría hasta dos años adelante o algo así.

— Gracias por eso, supongo—dije, estirando mi mano en su dirección. Ella sonrió ampliamente y la tomó, sacudiéndola.

— ¡No es problema! Odio matones—su ceño se frunció.

— Yo también—curvé las comisuras de mis labios— por cierto, soy Sakura Haruno, ¿y tú?

— Ino Yamanaka—se presentó alegremente y luego añadió— Hablas bien para ser tan pequeña.

Riéndome ligeramente, respondí— Bueno, es que leo mucho.

Ella asintió y preguntó— ¿pero te gusta jugar?

— Claro, ¿por qué no?

— ¡Súper!

Las horas pasaron volando mientras jugábamos. Yo no entendía porque Sakura cambiaría a alguien como ella por un mocoso siendo Ino tan divertida y buena. Sí, era un poco chillona y mandona pero cada uno tiene lo suyo, ¿verdad?

Fue una sorpresa saber que las personas con las que Mebuki y Katsuki hablaban eran los padres de mi nueva compañera de juegos, Inoichi y Airi. Él tenía los mismos ojos de la chica a mi lado y ella igual tono de cabello. Ambos parecían de voluntad fuerte si juzgaba bien a través de la cubierta que tenían.

Mebuki nos sonrió— Niñas, ¿lo han pasado bien?

— Una niña me estaba molestando pero Ino-san me defendió—sonreí un poco— ella es una buena chica.

Airi-san se mostró orgullosa al igual que su marido— Nuestra pequeña siempre es así—los adultos dirigieron su mirada en dirección a ella, quien se sonrojó un poco pero mostró una expresión segura que siempre la acompañaría.

Luego de una promesa de que nos juntaríamos a jugar de nuevo nos despedimos. En el camino Katsuki me confesó que en realidad había sido un plan de su esposa este encuentro ya que pensaba que me llevaría bien con la hija de una de sus mejores amigas. Él parecía feliz al decirme que ella no se había equivocado y yo sonreí. Si lo pensaba bien, la verdadera Sakura se hubiera negado a ir, demasiado preocupada de encontrarse con los matones diarios.

A pesar de que ambos padres deseaban que ella no fuese tan solitaria no le obligarían a ir. Saberlo se sintió bien. Hacía mucho tiempo que no se me imponía algo y yo no quería lidiar con unos "padres" así.

Solo confiesa que te caen bien.

¿Tú de nuevo? Y yo qué pensé que había ocurrido un milagro y te habías ido. Suspiré, pero pasó como cansancio para los adultos por suerte.

¡Ya necesitaras mi ayuda y cuando me llames que sepas que no vendré!

Ya, ya, murmuré algo fastidiada. Éste cuerpo pequeño se agotaba más rápido que el otro. Pero, cerré los ojos, es verdad, ellos son buena gente.

Y ahora son tus padres, recuérdalo.

Ninguna dijo nada más, y viendo la puesta de sol se me ocurrió que quizás podría acostumbrarme un poco a ese mundo tan curioso. Unas sombras saltaron entre los edificios a una velocidad que podría haber jurado que sólo era mi imaginación pero yo sabía que obviamente eran ninjas. Mañana comenzaré con la formación, resolví, dejando que Mebuki me llevara hacia el baño para la ducha diaria.

¡Eso es! ¡Así se habla, cha!

Sonreí. Incluso podría acostumbrarme a la voz en mi cabeza.

¡… y pronto conoceremos a Sasuke-caliente-kun!

O tal vez no.

Espera... ¿De dónde lo conoces?

La puerta, duh.

Mierda. También tendría que entrenar para no dejar que nada más se escapase de allí.

Gracias por leer.

Revisión y editado.