Let love in

dhampir72


(Disclaimer)

Los personajes de James Bond pertenecen a Eon Productions, Columbia Pictures e Ian Fleming y son utilizados en ésta historia sin fin de lucro.

Ésta es una traducción de Let love in, un fanfiction escrito por dhampir72; el link a la historia original, publicada en AO3, pueden encontrarlo en mi perfil.

(Resumen)

[Traducción autorizada por dhampir72]Ellosaún están aprendiendo que el amor es más un viaje que un destino. (Serie de viñetas interconectadas).


Capítulo 1

Día 22


Esperas…

Deseando que éste mundo te deje entrar.

Y te quedas ahí de pie.

Una luz congelada en calles oscuras y vacías.

Y sonríes…

Ocultándote detrás de un rostro divino.

Y sé que eres mucho más que sólo eso.

Todo lo que ellos ignoran es lo único que yo necesito ver.

Y eres la única persona en la que siempre he creído.

La respuesta que no puede ser encontrada.

El momento en el que decidiste dejar entrar el amor.

Y ahora estoy llamando a la puerta de un ángel.

El fin del miedo es donde nosotros comenzamos.

El momento en que decidimos dejar entrar el amor.

(Let love in de los Goo Goo Dolls)


Han pasado veintidós días desde que Q se dio por vencido y por fin durmió con James Bond. Ambos tenían una química irresistible que Q no podía negar a pesar de los varios meses que había pasado intentándolo sin entusiasmo, porque de ninguna manera él podría caer tan bajo con semejante pedazo de gilipollas pomposo y sabelotodo que ni siquiera podía traer de regreso el equipo tecnológico que había salvado su vida en el trabajo. Pero entonces, Bond había atravesado la puerta después de una misión suicida, le había sonreído y eso, como suele decirse, bastó.

La primera vez, Q culpó al estrés y al hecho de que no había dormido mucho últimamente; Bond dijo algo sobre adrenalina. Ambos se brindaron una muy necesitada noche de relajación y, siempre portándose como adultos, intentaron seguir por caminos separados después de eso. Pero algo seguía empujándolos a los brazos del otro, una y otra vez, hasta que una noche se convirtió en dos y luego en tres hasta que lo volvieron una rutina diaria.

Y la han llevado a cabo durante los últimos diez días.

Sin embargo, ésta es la primera vez en veintidós días que no están en el trabajo ni en el estacionamiento y Q está ansioso por no tener que apresurarse, por tener una cama debajo de él en lugar del borde de una mesa o la inclinación incómoda del asiento trasero del auto de Bond. No son adolescentes, pero Bond lo trató de esa manera hasta que Q por fin dijo que era suficiente y que iban a hacer las cosas de manera apropiada o de lo contrario no continuarían.

Así que esta es la primera vez que Bond ha visitado su apartamento, pero no luce particularmente interesado en la falta de decoración o en el esponjoso gato blanco encaramado en la mesa de café de Q, pues está más concentrado en arrastrar a éste a la cama. Y Q no es nadie para alegar respecto a eso porque los rumores acerca de James Bond son absolutamente verdaderos.

Es después, cuando están acostados intentando recuperar el aliento, que Q lo nota.

—Tienes pecas —dice y Bond abre un ojo para observarlo. La lámpara de noche está encendida y el profundo color azul de su iris se suaviza con la luz dorada.

—¿Qué? —pregunta a su vez.

—Pecas —contesta Q y desliza los dedos sobre las salpicaduras de lunares en el hombro izquierdo de Bond.

—No seas ridículo —protesta, gruñendo cuando Q se estira encima de su cuerpo para mirar el otro lado.

—Tienes suficientes para jugar a conectar los puntos —Q le informa, trazando líneas entre los lunares con un dedo y luego con sus labios. Q se da cuenta de que el gesto es demasiado íntimo cuando ya es tarde y se arrepiente de haber traspasado sus límites. No tienen una relación sentimental, a pesar de que veintidós días pueden interpretarse como tal. Pero es sólo sexo. Nada más.

Q discretamente sale de la cama y se dirige al cuarto de baño, en donde se queda, desnudo y temblando, conforme usa los grifos del lavamanos, dándole a Bond la perfecta cantidad de tiempo para que pueda vestirse y huir.

Pero cuando Q regresa, Bond sigue acostado en su cama, como si le perteneciera, y Q, honestamente, no está seguro de qué hacer al respecto.

—¿Te quedarás ahí toda la noche? —pregunta Bond ásperamente y Q toma su decisión.

Apaga las luces desde el costado de su cama y se mete bajo el edredón, en donde el ambiente es tibio. Q mantiene un milímetro de distancia entre los cuerpos de ambos, sin tocar ahora que la euforia post orgásmica lo ha abandonado. Considera darse la vuelta hacia su otro lado para no tener que verlo, pero no puede despegar la mirada de la curva del hombro de Bond, que en la oscuridad es apenas una silueta gracias a la luz de la calle que entra a través de sus delgadas cortinas y es incapaz de dejar de observar.

—Q —murmura Bond.

—¿Uhm? —responde Q, deseando que, si suena como si estuviera intentando dormir, Bond no diga lo que está queriendo decir.

Pero Bond lo alcanza con su brazo y le sujeta el codo, acercándolo de tal manera que Q vuelve a estar cerca de él como antes. En los viejos tiempos, en circunstancias similares, ambos estarían escarbando en busca de sus ropas y observando en todas direcciones para asegurarse de que nadie los hubiera visto u oído, así que esto es algo nuevo y un poco vergonzoso, porque Q no tiene idea de qué hacer con sus manos o pies. Al menos hasta que Bond engancha su tobillo alrededor de su cuerpo para evitar que se mueva.

—¿Siempre estás así de nervioso? —le pregunta Bond.

—No estoy nervioso —contesta Q, mientras Bond sujeta su mano y la mueve para posarla sobre su cintura.

—Nervioso —dice Bond de nuevo, con una voz que suena sospechosamente como ternura.

—No lo estoy —responde Q y muerde la nuca de Bond suavemente.

—De acuerdo, no lo estás —acepta Bond, atrayendo las manos de Q hacia sus labios para besar sus dedos.

Es delicado y dulc le gusta más de lo que quiere admitir. Presiona su frente contra la espalda de Bond y suspira.

—Sabes —Bond comienza—, puedes seguir haciendo la cosa de antes.

Cuando Q no dice nada, Bond rueda su hombro bajo su mejilla como para retarlo.

—No me importa —agrega—. Enserio.

Q se aparta un poco, de tal manera que ahora puede contemplar la extensión de la espalda de Bond delante de él. Cuando escudriña, sólo puede distinguir vagamente algunos de los parches de pecas que adornan sus hombros. Son oscuras en su piel, como una agrupación de estrellas al revés, pequeñas galaxias impresas en la epidermis que solamente él tiene el privilegio de contemplar. No puede verlas en todo su esplendor sin sus gafas, pero aún así las besa, hasta que la respiración de Bond se suaviza con el sueño.

Es la primera vez que han estado de ésta manera y de alguna forma todo parece más íntimo que el sexo. El brazo de Q permanece alrededor de la cintura de Bond, sus piernas entrelazadas, y Q sabe que eso tiene que ver más con confianza que con cualquier otra cosa. Sabe que Bond no suele dejar su guardia baja de esta manera, con nadie. Q quiere creer que esto significa algo, pero sabe que es una manera de pensar egoísta. Esto es una distracción momentánea para Bond, algo para pasar el tiempo entre sus misiones, entre sus romances.

Q presiona su mejilla contra la espalda de Bond y cuenta los latidos de su corazón hasta que sus párpados comienzan a pesar. Aún sabiendo que se trata de algo fugaz, Q se pregunta si habrá una noche más después de ésta y una más después de esa. Más que nada, está sorprendido de darse cuenta de que quiere eso. Quiere nutrir esta frágil e imposible cosa que hay entre ellos. Piensa que pueden hacerlo bien si lo intentan, aún si es sólo por un corto tiempo.

Besa la curvatura del hombro de Bond.

Ellos no tienen una relación, no en realidad, pero a veces, es bueno fingir.


Traducción hecha a velocidad Quicksilver. Cualquier error, háganmelo saber, por favor :)