Canción: Take me to Church - Hozier
Disclaimer: Los personajes son de sus respectivos autores, la historia fue hecha sin fines de lucro y mala fe.
Pareja(s): T2 (Teshima Junta x Hajime Aoyagi). Secundarias: ImaNaru (Imaizumi Shunsuke x Shokichi Naruko), SanSaka (Sangaku Manami x Sakamichi Onoda).
Advertencias: Semi AU, situación de amnesia.


The stars will guide you to me

I.

Teshima Junta radica en lo cotidiano, no tiene nada especial. Se levanta de lunes a viernes con ''Take me to Church'' de Hozier como alarma para luego darse una ducha. Le gusta el sabor del café, más prefiere un té negro con limón, ideal para acompañar el desayuno y comenzar bien el día. Anda en su bicicleta de carreras hacia el trabajo en el camino más despejado, aunque tenga que rodear varias manzanas y su pulcra camisa termine arrugada (o hasta un poco sucia) de las mangas, una vez quedó sin un botón y no recuerda cómo. Tiene veintitrés años, una vida por delante. Actualmente ocupó un oficio de tiempo completo en una importante empresa de edición. Suele encargarse del departamento de boletines deportivos para una revista; necesita al ciclismo para seguir. No cuenta con planes de comprar un automóvil, sin embargo, está por dejar de rentar su cuarto para hacerse de un departamento propio. Cuando termina el trabajo de revisar los artículos, sale de la oficina a las nueve cincuenta, toma su bicicleta, la cual deja encadenada en un barandal del estacionamiento y regresa pedaleando hasta su piso.

Se retira el casco y los guantes cuando termina de colocar la protección a su fiel compañera de dos ruedas, sube el elevador hasta el segundo piso. Llega siempre frente a la puerta que tiene una estrella estampada sobre la manija. '' ¿Quién lo habrá puesto ahí?'' Se cuestiona y comienza a preocuparse. Nadie ha estado en su casa últimamente, ni su familia ni amigos. Ha estado centrado en el trabajo y el papeleo sobre su cambio de residencia, significa que no tiene el tiempo suficiente para algo más. Por fortuna, el dueño del recinto iba subiendo las escaleras con una bolsa de víveres: era rechoncho, con calvicie en las sienes y una corta barba. Bonachón, el hombre le saludó con un ademán, Teshima responde y aprovecha para indagar sobre la calcomanía pegada en su puerta.

— ¿De casualidad, usted sabe quién puso la estrella aquí? —El dueño cambia su sonrisa por una cara de extrañez que ni el mismo joven de hebras negras pudo identificar. Mira la calcomanía y después, como por arte de magia pone una mejor cara, sonrisa de oreja a oreja; luego ríe tan fuerte que se escucha en todo el piso, Junta se cubre las orejas. — ¿Señor Tadaki?

El llamado le resta importancia y finalmente responde la incógnita. —De seguro fue uno de mis sobrinos ¡El que te había contado! Mi hermana vino de Hokkaido y los ha traído para conocerlos… Tan traviesos. ¿Te conté de ellos? —pero Teshima no recuerda siquiera que el señor Tadaki tuviera una hermana. De igual manera, no le molestaba que hubiese una sticker pegada en la puerta de madera. Le daba estilo, de hecho. Se vuelve hasta ella y la toca, por algún motivo piensa que era tal de su gusto que hasta parecía que leyeron su mente. ''Mente''. —Bueno, no se preocupe. Se ve bien ¿No cree? —Musita el apiñonado y el señor asiente. Sigue su camino y a Junta le parece ver a su casero cambiar de expresión otra vez, pero no le da importancia.

Abre con sus llaves y busca el interruptor de luz en la pared. El foco parpadea hasta tres veces para mantener su luz. Entrando yace una sala (si a dos sillones se le podrían llamar sala) en tapizado negro con blanco estilo dominó, una mesa pequeña con un juego de té y al fondo en una barda, varios portarretratos que para otras personas dan mucho de qué hablar, a Junta no le parece mal. Hay fotos recortadas de sus mejores momentos. En su primera carrera de secundaria, a los quince junto a Tadokoro-senpai y en el InterHigh al lado de una copa de campeonato. Siempre, la figura a su derecha no aparece o está recortada, incluso sombreada con marcador negro. Sonríe a los recuerdos, a la buena época.

Se retira la ropa de vestir y la mete a la lavadora junto a la demás, muy exacto en las cantidades que usa de jabón; más polvo que suavizante y siempre separando por color para evitar camisas rosadas, experiencia al mezclar tenis rojos con ropa blanca. Lo peor es que tuvo que utilizar ese color un día completo, soportando las burlas de sus compañeros de trabajo.

Teshima calienta un terayaki sobrante del día anterior, enciende el televisor y ve programas de música hasta que le da sueño suficiente para ir a su cama, arruinar la perfección del tendido y dormir profundamente, se da cuenta de que el colchón es muy grande para una sola persona y además, no recuerda haber tendido la cama.

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Al día siguiente vuelve a sonar ''Take me to Church'' como alarma. Se levanta y se ducha. Es jueves y tiene que llegar más temprano ya que la imprenta tiene que recoger los manuscritos para su próxima publicación. No tiene trabajo a montones, pero puede ayudar a quien lo tenga a terminarlo más rápido y así obtener una buena función como departamento.
Como de costumbre Teshima llega en bicicleta, la encadena en el estacionamiento y lo espera su pequeña oficina. Todo un joven normal; el té de la oficina necesita más limón y menos azúcar.

Las horas pasan y su reloj del móvil marcan las nueve cincuenta y cuatro, un poco más tarde de lo normal. Todos han hecho buen trabajo y Junta se los hace saber. Posteriormente, se espera la publicación de la sección deportiva de una importante revista japonesa. Teshima toma su termo de té y se dirige al baño para lavarlo y dejarlo en el comedor. En camino, el pasillo se ve hasta algo tétrico, con sus luces parpadeantes (lo cual es molesto, piensa que deberían dar mantenimiento al edificio). Entra al baño y deja correr el agua, brinda un sonido fresco, menos desolado. Deja limpio y sin rastros de hierbas el recipiente. Luego se mira al espejo.

Tiene el cabello largo hasta los hombros, por política ajena a su buen gusto y más apegado al ramo profesional, lo lleva atado en una coleta. Hay círculos bajo sus párpados y se le hace raro porque duerme perfectamente bien. Sus ojos tienen un destello azul y la piel parece sana, tersa. Teshima es la descripción de la persona ''cotidiana'' en todo sentido.
Entonces escucha el fuerte sonido de algo que se impacta en el suelo. Se asusta porque no lo vio venir y voltea a todos lados del baño, sin encontrar algo específico salvo las puertas de los cubículos abiertas. Respira hondo antes de salir.

'' ¿Qué habrá caído en el edificio?'' Se pregunta en el camino mientras pedalea en su bicicleta de regreso, porque no puede dejar de pensar en el sonido. ''Es como si ya lo hubiera escuchado antes''.
Tuerce el labio, y esta vez por instinto o quizá sin darse cuenta, se va por otro camino diferente hacia su casa. Hay un extenso sendero solitario que lleva a una colina, al subir por la carretera fácilmente puede descender del otro lado, llegando más rápido. Y Teshima quiere despejar su mente, escuchando el sonido del viento, al tiempo que sigue el camino. Escalar le trae recuerdos de la preparatoria…

El Souhoku…

Y de pronto el estruendo del impacto suena tan fuerte en su cabeza que comienza a dolerle, esta vez es en repetidas ocasiones, el sonido es diferente… Tan familiar a la vez. Es un derrape lo que se escucha, luego el impacto de un cuerpo sólido en el suelo. Junta se detiene en la mitad de la colina; comienza a respirar cada vez más rápido y una punzada en la cabeza lo hace caer de rodillas al pavimento. El dolor es tan fuerte que se retira el casco con desesperación, se toma la cabeza con las manos. Grita, grita hasta que siente la garganta ardiendo y el corazón bombeando casi pegado a su pecho. Después… El silencio.

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Se siente desorientado, sigue buscando su hogar. Puede ver los árboles y el trayecto más no los puede reconocer. Teshima se siente tan perdido cuán gato nuevo que sale de su casa. Le da la sensación de que no se conoce, o que no tiene algo que hacer en el mundo. Todo es tan extraño, desde el aroma de los árboles y el césped hasta el sabor del té que aún queda en su boca. Se relame los labios y ve el reloj. Es muy tarde para estar afuera, pero ¿Cómo regresar a un lugar si no sabe el camino? No sabe ni siquiera dónde está.

Hay un señalamiento más al norte, el kilómetro veinticinco. Hay una estrella pegada sobre el poste y le parece familiar. Es completamente su estilo, como si le hubieran leído la mente. No piensa que es vandalismo, y comienza a recordar unas manos esbeltas, esas manos que retiran el papel del adhesivo y lo pegan sobre el metal en varios postes más. Al regresar de su laguna, arrastra su bicicleta al siguiente señalamiento que marca una curva hacia la derecha. Había otra estrella pegada en la carretera. Fue hacia la derecha como las calcomanías indicaban. Una manzana más y en un alto encontró otra. Así sucesivamente hasta que encontró la última en el poste de luz que está al lado de su edificio.

Otro recuerdo llega fugazmente.

Dos bicicletas son encadenadas en ese mismo recinto. Teshima se encuentra vestido con su ropa nueva de oficina y alguien se da cuenta que no tiene un botón, el segundo de arriba hacia abajo.

Déjala como está, llegamos y lo primero que hacemos es cambiarnos. —El joven de cabello castaño, quien es su acompañante le resta importancia y sigue quitándole el polvo. Teshima ríe y dice que no tiene remedio. —Tendré que comprarme otra nueva, y eso que es el primer día.

El contrario hace una mueca de disgusto y comienzan a caminar hacia su apartamento, el cual tiene una estrella pegada en la puerta. —Fue buena idea, Hajime… Gracias…

Hajime Aoyagi no puede contener las lágrimas, no necesitó decir nada salvo ir a los brazos de su mejor amigo y compañero de vida; Teshima piensa en ese momento que Aoyagi es un par de centímetros más alto al igual que su cabello. Huele a hierbas como a su champú y le queda excelente el maillot de su Universidad. —Vamos, no tienes que ponerte tan sentimental. —Pero Aoyagi lo siente, golpea al pelinegro en el hombro y lo aparta de sí. Si tan sólo Teshima pudiera entender… si tan solo supiera lo que estaba sucediendo, también lloraría. El de hebras castañas se limpió las lágrimas y el color se le subió a las mejillas cuando Junta lo abrazó por la cintura.

Junta…

Tienes que coserme un botón, ¿Verdad?

Y Aoyagi asintió.

Teshima observa la última calcomanía en su puerta con la mano en el corazón. Aoyagi las colocó como guía aquella vez para la próxima vez que se viera perdido. No recuerda mucho de lo sucedido, pero sabe que el detonante fue el ruido en su cabeza. A veces soñaba con él y otras, generalmente cuando estaba Hajime, dormía demasiado tranquilo.

Abrió la puerta, extrañándose porque no tenía cerradura y… Ahí estaba él. Con su rostro preocupado, el flequillo tapándole el ojo derecho. Era como siempre, nunca puedes describir a Hajime como atractivo, al menos así lo veía Junta, para Junta era la definición de ''lindo''. Con esa nariz pequeña, labios delgados y figura esbelta. Nadie se imaginaría que esa persona le ganaba en sprint cada que hacían una carrera o que ocultaba una musculatura increíble en sus brazos y piernas. El pelinegro dejó su casco en la barda, donde usualmente estarían las fotos recortadas, pero no había nada, aunque él no lo sabía.

—Llegué a casa.

Aoyagi se traga el nudo en la garganta para dedicarle una sonrisa y un simple asentimiento con la cabeza. Después de tanto, ambos se reúnen en ese mismo lugar.

Y Aoyagi deja que acune su rostro sobre sus manos, porque siempre que las lagunas mentales de Teshima regresan, no hay otro momento. Lo ha hecho varias veces, pero siempre que ve las estrellas puede volver sano y salvo. Hajime le besa, y Teshima puede sentir sus labios presionados cálidamente. Le gusta la sensación y le hace recordar a cuando probó el primero en la preparatoria. Mientras se fortalecían como equipo en Souhoku para una nueva generación.

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El día siguiente, Junta no asiste al trabajo y Hajime tampoco va a la Universidad.


En realidad no quiero llegar a algo en concreto con esta historia. No todo será negro para mis niños del T2, tranquilos.

Lucas Ryouta