Autor: Vladirmir
Personajes: Los personajes no son míos son de J.K.R [creo que esto todos lo saben pero igual obligan a ponerlo]
Pareja: Dramione
Categoría: Romance
Ranking: T
Correctora: ILSLY
Mi primer fic en FF, estoy nerviosa lo reconozco, los personajes no son míos y todo es, espero les guste
EDITADO
Mi hurón
Cap. 1 "pureza de la sangre"
Caminaba a paso rápido por los pasillos de Hogwarts.
Todos los alumnos iban en la dirección contraria pues ya serían las doce y los prefectos nos sancionarían por estar afuera, pero a mí; no me importa ni en lo más mínimo.
Lo único que quería era encontrar la condenada puerta de la habitación multiuso, camine un buen rato buscándola pero al no dar con ella camine hacia el patio principal.
Necesitaba refrescar mi mente, mi cuerpo y la brisa del lago me vendría bien. Además los prefectos acostumbran recorrer primero los pasillos y baños, aun tenía tiempo.
Llegue al lago y me senté en el perfecto césped con las piernas un poco abiertas para apoyar mis brazos en las rodillas mientras sentía la suave brisa en mi cara.
Lo necesitaba tanto…
Cerré los ojos intentando contenerme, no debía dejar que mis emociones me dominaran, pero… no podía más. Quería mandar todo al carajo, quería gritar, llorar, pero no podía, alguien como yo no tenía ese tipo de arrebates.
Lo peor de todo era que la única persona en la que podía pensar para intentar desahogarme de aquella noticia que aun no puedo creer sea verdad…
Ella: es mi peor enemiga, la persona que he estado molestando por mero placer durante 6 años.
Y no era por la confianza que tuviéramos ni mucho menos porque ella tuviera conocimiento de lo que me pasaba, simplemente llevaba días pensando en ella, observándola, y porque en el fondo era la única persona que se me ocurría poder contarle lo que me tenia mal, porque nadie más podría saber que la familia Malfoy no era más que una farsa.
Llevaba días ignorando a todo el que me hablara, algo me comía la cabeza y no me permitía concentrarme en clases, mis calificaciones bajaron y hasta el profesor Snape me amonesto, pero no me importaba, ni siquiera las mofas de los Gryffindor me importaron. Nadie parecía preocupado por mí, solo mostraron algo de asombro cuando me retire del equipo de Quidditch.
La única persona que me seguía a todos lados intentando entenderme era Pansy, pero ella no me inspiraba confianza y solo termine por esquivarla.
Uno de esos días llovió como nunca, y al fin pude estar solo.
Los alumnos por lo general preferían estar en sus salas comunes o en la biblioteca que pasar frió junto a la lluvia, esperaba poder estar solo aunque terminará empapado, pero esto al final no me servía de nada, quería alguien con quien poder hablar, baje la cabeza mirando las gotas en las pozas de agua, cuando note que ya no sentía el agua golpearme la cara, la lluvia ya no me mojaba.
Entonces voltee y allí estaba.
Ella, la persona a la que menos deseaba ver.
- ¿Qué haces Malfoy? ¿Por qué estas fuera, empapándote? – se notaba incomoda no sabía si debía hablarme o no, siempre la he tratado mal y de seguro lucho mucho con ella misma por acercarse , y es que Hermione Granger no es una mala persona, al contrario de mi, le importan las personas.
- Y que te importa a ti sangré sucia, vete con tus amigos y déjame en paz – aunque intente sonar como siempre mi voz se corto en contra mi voluntad y mostró mi debilidad.
- Lo siento, sé que no me incumbe… y que parece hasta cínico que yo esté aquí preguntándote como estas, pero… llevo días fijándome en que estas mal, y pareciera que a tu grupo no le importa o ni siquiera lo notan, no eres el mismo… y me preocupa…- le mire desconcertado ¿Había escuchado bien? ¿Estaba preocupada… por mí? Tenía que ser una especie de broma, tenía que serlo.
- ¿Estás de broma verdad? Es que nunca en mi vida había escuchado algo más gracioso de tu parte Granger, tu… ¿Preocupada por mi?, sé que soy irresistible de mirar pero… ¿Te has acercado a cubrirme de la lluvia con tu estúpido paraguas Muggle porque intentas establecer una conversación conmigo para saber qué me pasa? – arrastre cada palabra disfrutando de cómo a la castaña se le ruborizaban las mejillas mientras me miraba con los ojos humedecidos.- No necesito de tu lastima sangre sucia.
- Solo intentaba ser amable pero veo que contigo eso no sirve, eres un engreído, sigue así Malfoy porque así como nadie de tu grupo se preocupa por ti te darás cuenta con los días que estas solo, y vendrás a buscarme pidiendo que ahora si te consuele, y no estaré para ti – me levante de golpe dispuesto a atacarla pero ella saco su varita apuntándome sin darme tiempo de sacar la mía, sostenía el paraguas con la mano temblorosa y se apartó furiosa, de seguro avergonzada de intentar inútilmente "ser mi amiga"
Desde ese día no volvió a dirigirme ni la palabra, ni la mirada, y tal cual ella lo dijo, nadie excepto Pansy se había dado cuenta de que yo no estaba bien, el profesor Snape intento hablar conmigo un par de veces pero lo evadí con excusas tontas, no quería hablar con él, porque tenía que ver con mi razón de estar mal…
Por extraño que pareciera, las notas de Granger también empezaron a bajar y pasaba más tiempo sola que con sus amiguitos, y aunque intente ocultarlo la curiosidad de ese cambio en ella me sobrepaso y una noche sin saber ya que hacer, fui al despacho de Snape pero no deje que el hablara.
- Quiero aprender la ciencia de la Legeremancia, supe que a Potter le hicieron clases particulares hace unos días de Oclumancia, exijo que me enseñes – mi voz no fue nada cortés no necesitaba serlo con él, desde que sabía que tenía una relación en secreto con mi Madre todo el respeto que tenía por el murió, no le había comentado nada a mi Padre porque no notaba demasiado interés por Narcisa, así que de seguro ni siquiera le interesaba.
- No tengo permitido enseñar ese tipo de ciencias Malfoy, así que por favor retírese a su recamara, es tarde y no debería estar fuera de esta- no sonaba como un reto, de hecho parecía algo agobiado de no poder dominarme.
- ¿No me has escuchado?, no te lo estoy pidiendo es una orden- le dije en una voz baja y verdaderamente amenazante - fuera de que seas un amigo de mi Padre no creo que le guste enterarse que te montas a su mujer cada vez que se te da la oportunidad, mucho menos porque eres un mugriento mestizó- me miro sin expresión alguna a pesar de mi atrevimiento, solo se volteó para darme la espalda
- Todos los días a esta misma hora en la sala de pociones, y así como tienes entusiasmo para estudiar cosas anexas a las clases espero ver tus notas subir, eres una vergüenza para mi clase, 15 puntos menos por tu atrevimiento, ahora vete a tu habitación.
Me importo poco que nos descontara puntos, acepto darme las lecciones y eso era lo importante. Pero no quería esperar más tiempo, necesitaba saber ahora porque la sangre sucia había bajado las notas,
Así que tracé un plan; me metí al baño de chicos y aunque aún no lo perfeccionaba, a pesar de llevar dos años aprendiéndolo por obligación de mi padre, me concentre lo más que pude y en nada mi cuerpo empezó a encogerse y llenarse de pelo.
Pronto la Transformación estuvo.
Lo que odiaba de convertirme en un hurón, era que tenía un punto ciego, cuando las cosas estaban demasiado cerca no logro verlas, pero no importa al menos veo mejor en la oscuridad así que; como pude, me escabullí entre los pasillos ya vacíos hacia la sala común de Gryffindor, pero cuando estuve frente a la Dama Gorda no supe que hacer. No podía hablar; y en todo caso ni conocía la clave.
Para mi suerte esa noche la pequeña de los pobretones había salido quien sabe a que y llegaba corriendo para no ser sancionada por un prefecto, salí de mi escondite y la mire notando que su primera impresión era gritar pero me senté y lamí mi pata para lavar mi cara y su rostro cambio, enseguida me tomo en sus brazos y me llevo dentro.
- ¿De quién es este hurón tan lindo? Estaba afuera esperando que le abrieran, ¿Ron sabes de quién es?-pregunto a penas entro por el retrato.
Allí estaban todos los malditos Gryffindor, la chica me abrazaba contra su plano cuerpo mientras el resto se acercaba a mirarme, cuando Potter intento acercar su mano para acariciarme le mostré los dientes y no volvió a intentarlo, busque a la Sucia pero no se encontraba, había olvidado que era prefecta y de seguro estaba revisando los pasillos.
Agradecí que la colorina no se fuera a la cama temprano pues al parecer tenía que hablar con Granger, así que me acurruque en sus piernas sin dar problemas mientras ella acariciaba mi pelaje.
Nunca había sido acariciado, no existían ese tipo de cariños en mi familia así que no me disgusto disfrutarlos mientras esperaba, levante las orejas y la cabeza en escuchar las pisadas y cuando la Dama Gorda dio paso a la prefecta disgustada que se sentó junto a mí me la quede mirando, se notaba que estaba algo agobiada y cansada.
- ¿Porque tienen que ser tan obstinados? –suspiró- He tenido que separar a Zabini de una chica de Ravenclaw, que asquerosa escena, necesito sacarla de mi mente – se cubrió la cara con el puño de su ropa mientras un asqueroso gato se le acomodaba en las piernas.
- Estaba esperándote Hermione- comenzó a decirle la pelirroja sin dejar de acariciar mi pelaje blanco- ¿Qué te pasa?- continuo- Llevas días evadiéndome y me tienes preocupada, casi no duermes, ya no vas a la biblioteca y pareces angustiada por algo…- me volví a acomodar en las piernas de la chica mientras ella miraba a Hermione.
- Que lindo hurón- dijo Granger al notar mi presencia en las piernas de su amiga- ¿Es tuyo? ¿De dónde lo has sacado? –pregunto, note que evadía la mirada de la pelirroja. Acerco la mano para hacerme cariño pero su gato empezó a mover la cabeza contra la mano antes de que me tocara- Crookshanks se ha puesto celoso
- No me cambies el tema, lo encontré hoy en la entrada, no sé de quién es, y bueno también por eso te espere, sabes que mis compañeras no permiten animales, y como en tu recamara están acostumbradas a Crookshanks ¿Podrías cuidarlo tú? – era mejor de lo que pensaba, estaba pensando como pasarme a la habitación de la sucia pero ya estaba solucionado.
- Claro, espero que Crookshanks no se ponga demasiado celoso, Ginny de verdad agradezco que te preocupes por mí, estoy bien solo algo cansada y mi padre aun no me manda ninguna carta para saber de la salud de mi madre- vi como suspiraba de nuevo- solo es eso, bueno ya es tarde me iré a dormir. Buenas noches Ginny
Cuando ella se levantó su gato se acomodó en el sillón como si supiera que era allí donde dormiría y Granger me tomo entre sus brazos llevándome a su recamara, todas las demás chicas estaban dormidas y ella intento no hacer demasiado ruido mientras me recostaba en la cama para buscar su pijama.
- Tienes que portarte bien y no hacer ruido ¿Vale? – me sonrió como nunca lo había hecho para mí, si no fuera porque el pelaje me cubría y la oscuridad me protegía hubiera visto mi rubor, me acaricio el hocico y dejo su varita en el mueble junto a su cama, me acomode mientras bostezaba por el sueño.
- ¿Qué me está pasando?... – susurro mientras se quitaba la corbata desanudándola, algo que yo jamás hacia, no sabía hacer nudos así que siempre la dejaba lista para ponérmela al otro día, no le preste mucha atención hasta que vi como desabotonaba su blusa, con la mirada distante pensando en otras cosas olvidando mi presencia.
Aunque claro para ella solo era un animal, mi mirada no podía dejar de recorrer el cuerpo descubierto de ella, cuando la vi buscando la parte superior de su pijama desee que no la encontrara nunca, su sujetador de color blanco con diseños nada llamativos, pero que me sorprendieron en descubrir que tuviera con que rellenarlos, me pareció más atrayente de lo que pensé, se quitó la prenda solo segundos antes de ponerse el pijama así que fue muy poco lo que pude verlos completamente desnudos, y sin poder creerlo quería más, quería volver a verlos, no tardo en ponerse el resto y se metió a la cama.
- Anda ven acuéstate conmigo, ya que hoy no está Crookshanks se me hará extraño –me abrió la cama tomando las sabanas, no lo dude y me acomode mientras ella me abrazaba, por alguna razón, mi corazón se aceleraba con su abrazo, era como si llevara años deseando estar entre esos brazos.
- Hurón…-dijo en voz baja y tierna- sabes; me recuerdas a un chico, el año pasado el profesor le convirtió en hurón frente a todos y era blanco igual que tú, ese chico, se llama Draco Malfoy, es un maldito engreído, egocéntrico, frívolo, creído, narcisista y podría seguir hasta aburrirme, y no puedo entender, no puedo creer que ahora solo piense en él, se ve tan mal, tan preocupado- por tercera vez en la noche, la oi suspirar mientras me pegaba más a su cuerpo- ¿Qué es lo que lo tiene así? Hurón, ¿Por qué me preocupo tanto de él?... será,.. Que en el fondo... siempre me he preocupado de él… sé que no es solo de ahora… ¿Será… que Draco... me gusta?
Sus palabras me desconcertaron y me hicieron recordar una paliza que nunca podría llegar a olvidar
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La familia Malfoy ha sido por décadas y milenios la familia de magos puros más conocida y respetada.
En ella fui criado en cuna de oro, fui el único hijo de este matrimonio, toda la atención estaba en mí, nunca se me negó nada de lo que quisiera, o así era hasta los 7 años, el primer día que fuimos con mi padre al callejón Diagón.
Estaba emocionado por la cantidad de cosas que me llamaban la atención, me quede mirando una estantería donde se mostraba una escoba la "Relámpago" de seguro era el último modelo de esa época, cuando me disponía a pedirle que me regalara esa escoba, a pesar de ya tener 2 en casa, Él no estaba a mi lado y la gente caminaba de un lado a otro sin prestarme atención.
Estaba algo asustado, mis padres jamás me habían dicho que hacer en una situación así, camine sin rumbo unos minutos hasta que vi a una pareja junto a una muralla que se abría lentamente moviendo sus ladrillos poco a poco, intrigado me acerque y espere a que otra persona pasara por aquel lugar.
Recuerdo que entre en un bar mal oliente, lleno de gente mal vestida, no le dirigí la palabra a nadie y recibí el mismo trato. Un ruido proveniente de la puerta llamo mi atención y termine abriendo aquella puerta, el ruido era aun más fuerte y molesto a mis oídos cuando un artefacto de cuatro ruedas emitió un fuerte pitazo mientras un joven cruzaba la calle, todas las personas tenían ropas extrañas, ninguna de ellas llevaba capa y parecían estar muy apurados, un chico de cabellos negros tironeaba de la mano de su madre pidiendo algo que ella se negó a comprar, entonces la madre entro a una de las tiendas y el chico se quedo mirándome.
-¿Estás disfrazado? – me miro de pies a cabeza y luego me sonrió.
- ¿Disfrazado?- repetí y entonces mire bien su vestimenta- Eres tu el que lleva ropa extraña.
- ¿Extraña? Bueno es mi madre quien escoge mi ropa pero tampoco le veo nada de malo, ¿Quieres una paleta? – me acerco un caramelo con un palo de plástico blanco, note que el tenia uno en sus labios y quite el envoltorio desconfiado pero me lo lleve a la boca.
Cuando sentí su sabor fue extraño, no tenía ni cercanía a ninguna de las grageas y a pesar de tener un toque de frutilla no era como comer una fruta real, era un sabor vulgar pero nuevo para mí, el chico me sonrió y me mostro un juguete algo extraño, tenía la misma forma del artefacto de 4 ruedas pero era mucho más pequeño, lo deposito en el suelo y con una cosa similar a una caja metálica con perillas, el auto comenzó a moverse, no me sorprendió el hecho de que el pequeño juguete se moviera sino que lo hiciera con aquella caja ¿es que no sabía usar la varita?.
- ¿Qué es eso? – Él otro niño me miro como si fuera un bicho raro y luego sonrió acercándome la caja de metal.
-¿Quieres jugar? Es un auto a control remoto, mi madre me lo dio por mi cumpleaños ¿Tú no tienes ninguno?
Negué con la cabeza y moví las perrillas pero el pequeño juguete no parecía obedecer mis pensamientos, el chico intento enseñarme que cada una de aquellas perillas que se llamaban palancas tenían una función, pero aun así no pude controlarlo y termino debajo de una de las ruedas de aquellas cosas que eran igual pero más grandes y el chico se puso a llorar.
- No, perdona… lo reparare, prometo que lo hare – juntos recogimos lo que quedaba del estropeado juguete y saque mi varita, el chico paso su mirada de mi cara a la varita que tenía en la mano con los ojos llenos de lágrimas.
-¿Qué harás con ese palo?- pregunto, volviendo a verme como si fuera un bicho raro.
- ¿Ese palo? Es mi varita ¿Tú no tienes una? –el negó con la cabeza y me miro atentamente, entonces la moví y susurre "Reparo".
Solo había usado ese hechizo dos veces antes cuando rompí el medallón de mi madre y cuando mi profesor particular me la había enseñado, pero logre que el juguete volviera lentamente a su estado normal y sonriendo se lo pase al chico que anonadado lo tomaba con sus dedos temblorosos.
- Eres un mago…- dijo en voz baja sorprendido, luego grito con tanta emoción que salte en mi lugar- ¡Eres un mago! ¿Qué más sabes hacer?
- Claro que soy un mago- dije perplejo de su sorpresa- ¿Tú no lo eres?- le pregunte entre asustado y emocionado.
Pero el chico no pudo responderme porque una mano me levanto de un golpe y el chico pareció algo asustado, cuando me voltee sin poder zafarme de aquella mano supe porque mi pequeño amigo estaba así, mi padre estaba mirándome con una furia que nunca antes había visto.
- Draco Lucius Malfoy, ¿Porque demonios has salido? estuve buscándote por todo el callejón – su voz salía amenazante. Me aparto del chico como si este estuviera contaminado de algún virus y tiro del plástico del dulce arrebatándomelo de la boca- Nos vamos a casa ahora mismo, no quiero verte cerca nunca más de un asqueroso Muggle.-
Dicho esto último me llevo a empujones y jalones hasta el callejón donde usamos la red flu para poder llegar a la mansión.
Entonces… me lanzo al suelo y saco su varita, en lo único que yo podía pensar era en intentar descubrir que era lo que había hecho mal, y a que se refería mi padre con Muggle…
Pero; mi mente no tuvo tiempo de divagar en estas cosas pues mi padre me lanzo uno de los hechizos imperdonables, de inmediato sentí como mis huesos estaban a punto de quebrarse y pensé en aquel momento que era la mayor agonía que podía existir, escuche a lo lejos a Narcisa gritar pero eso no hizo que mi padre parara su tortura, cuando deje de sentir aquel dolor punzante mis músculos comenzaron a quejarse mientras volvía en mi conciencia, le vi mover los labios pero no escuche nada, Él espero a que me incorporara y volvió a repetir.
- ¿Volverás a juntarte con alguien que no posee magia?
- No, nunca más Padre, lo prometo
Algunas lágrimas se me escaparon cuando mi Madre corrió a abrazarme contra su regazo, pero no le reprocho nada a mi Padre.
Desde ese día tuve un tutor nuevo de una asignatura llamada "la pureza de la sangre", pero como bien había dicho mi Padre; yo prometí no volverme a juntar con alguien que no tuviera magia, eso no quería decir que no pudiera hacerlo de aquellos a los que llamábamos sangre sucia.
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No creí jamás llegar a escuchar algo así, ni mucho menos que la razón de que la sabelotodo Granger bajara sus notas era por su preocupación por mí, pero lo que me dejo sin palabras fue la confesión, ¿Yo…yo le gustaba?
Ahora que no tenía que fingir pues solo era un hurón no tenía porque mofarme de ella.
Solo escuche sus sentimientos hasta que se quedó dormida y luego me escabullí hasta mi habitación.
Había conseguido lo que quería, sabía lo que le pasaba a Granger, pero… ¿Porque ahora las cosas parecían ser tan diferentes?
- Yo… le gusto… - solo decirlo trajo a mi estómago una sensación extraña, y sonreí sin saber ni siquiera la razón.
