Es mi primer crossover de estos dos fandoms… No tengo demasiado experiencia en manejar los personajes de ambos universos así que pido disculpas de antemano si sus actitudes-personalidades no encajan con el perfil suyo en la serie.
Obviamente no soy dueña de ninguna de las dos series y pertenecen a sus creadores y autores Eric Kripke y Robert Kirkman junto a las cadenas AMC y CW. El único beneficio que saco de todo esto es el mero entretenimiento mientras lo escribo.
Situado en el final del episodio de The Walking Dead 4X13 "Alone"
Espero que os guste,
Se repetía a sí mismo una y otra vez que no podía pararse a tomar aliento, que no había espacio ni tiempo para doblarse sobre sí mismo, recuperar la respiración y seguir corriendo.
Se obligó a sí mismo a continuar andando tras ser incapaz de mantener el ritmo corriendo después de tantas horas persiguiendo unas sombras que desconocía.
Su propio aliento le quemaba al abandonar los pulmones doloridos mientras seguía avanzando, ballesta en mano. El hormigueo que sentía tras la primera hora en sus piernas, había desaparecido dando paso lugar a una falta de sensibilidad total en sus pies.
Pero no podía detenerse. Aunque el sudor se escurría por su frente y nuca, empapando su camisa, aunque pareciera que el corazón fuera a estallar en el interior de su pecho si daba un paso más, aunque pareciera inútil seguir avanzando; no se detuvo.
No podía parar, no podía cejar en su empeño de encontrarla. Debía seguir adelante, encontrar ese maldito coche y recuperarla.
Se lo debía. A ella. A él también aunque eso no fuera tan importante.
No podía dejar que la alejasen de su lado. Era su compañera en ese mundo caótico, destruido una vez más a su alrededor. No podía perderla porque si lo hacía… "Me vas a echar de menos cuando me vaya Daryl Dixon". ¡Maldita sea! Le conocía mejor de lo que hubiera permitido tiempo atrás. Malditos fueran sus grandes ojos azules que le miraban como si realmente hubiera algo que salvar en él, como si compartir mesa y espacio con él no fuera una absoluta pérdida de tiempo. Maldita ella por hacerle creer por unos instantes que aún había gente en ese mundo que era buena. Ella lo era, no cabía duda. Pero una vez apartaba sus ojos de su delgada figura de cabellos rubios, dudaba de sus palabras.
El chirrido de los neumáticos en la carretera alejándose de la funeraria, habían sido como una cruel carcajada a sus palabras, una cuchillada en sus entrañas.
Dolía ver que le había fallado, a ella sobre cualquier otro. La única persona de la que sabía con certeza estaba con vida. La persona que le había obligado a sacar la cabeza de su propio trasero y ver que no todo estaba perdido, que aún había esperanza, incluso para él. Ella que con su cuerpo pequeño y aparentemente frágil, no se había alejado asustada como un ratón cuando le había gritado, cuando había pisoteado cualquier posible atisbo de esperanza que pudiera albergar sobre su hermana, cuando le había echado en cara su frialdad ante la pérdida de sus parejas. Quizá no pudiera tumbarle de un puñetazo pero tenía una fortaleza mental superior a la suya.
Beth creía que no había cambiado lo suficiente. En parte aunque no se lo hubiera dicho, era algo de lo que se alegraba. Si lo hubiera hecho, ¿qué hubiera sido de ellos en ese tiempo? Pero si no había cambiado lo suficiente, ¿qué iba a ser de ella ahora a manos del cabrón que se la había llevado?
Alzó su mirada azul del suelo sintiendo que sus fuerzas, la entereza, la cabezonería y el orgullo le abandonaban con cada gota de sudor que perlaba su frente. Miró con incredulidad a su alrededor la encrucijada a la que había llegado.
Las hojas caídas de los árboles se mecían por la suave brisa casi imperceptible, arrastrando con ellas cualquier tipo de señal que aquel coche podría haber dejado atrás. No había ninguna huella en el asfalto en ninguna de las direcciones. No tenía nada, ninguna señal a la que seguir.
La había perdido.
La ballesta cayó al suelo con estrépito. Su respiración acelerada reverberaba en sus oídos a la par que los latidos acelerados de su corazón. Estaba agotado, estaba furioso, estaba perdido. Al igual que ella.
Se dejó caer al suelo incapaz de sostenerse de pie un minuto más. Agachó la cabeza avergonzado por haberle fallado, cansado. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo le iba a encontrar?
Se apartó el flequillo de la cara con el dorso de la mano sudorosa intentando recuperar la calma, intentando pensar el siguiente paso a dar.
No podía darla por muerta. No podía darla por perdida. No podía rendirse ahora, no después de todo lo ocurrido. ¡Maldita sea, era todo por su culpa! Debería haber mirado a través de las rendijas de la puerta antes de abrirla. Había dejado su guardia baja y ahora Beth pagaba por ello. Tenía que haber sospechado al encontrarse un paraíso como el que había supuesto esa cara para ellos. Sabía mejor que nadie que no podía fiarse de algo semejante, era demasiado bueno, demasiado perfecto.
Debían matar a los muertos y temer a los vivos. Nada era gratuito antes de que todo se fuera al infierno; ¿por qué no lo había visto con claridad?
Por su puta culpa Beth estaba en manos de algún psicópata sin escrúpulos. ¿Qué iba a ser de ella?
Agitó la cabeza intentando alejar de su mente la imagen corrompida de Beth que no había cejado su empeño en acompañarle durante esa larga noche de búsqueda.
Flexionó las rodillas y apoyó su frente contra ellas, su aliento chocando contra sus pantalones.
Quería gritar, quería pegar a alguien, quería prender fuego a otra cabaña pero no podía… No podía.
"Serás el último superviviente." ¡Joder no quería que fuera así! ¡No aún al menos! Era demasiado pronto y ella no tenía que pagar para que así fuera. No quería convertirse en el último ser vivo. No quería ser el último y verles a todos marchar dejándole atrás entre muertos hambrientos. Nunca había disfrutado de la compañía de otros pero eso había cambiado. Él había cambiado.
¿Por qué no pudo ser más rápido y salir antes de la casa? Si hubiera salido unos segundos antes, tal vez…
Tenía que encontrarla, costara lo que costase.
- Pareces perdido.
Daryl alzó como un resorte la cabeza apoyada en sus rodillas. Frente a él a escasos dos metros de distancia, una mujer de cabello moreno y vestido negro como la noche le observaba. Sus pies iban enfundados en unos zapatos impolutos a juego con el vestido. Demasiada perfecta para un mundo así, parecía casi irreal.
- Oh, soy muy real.- Dijo la mujer esbozando una sonrisa de medio lado apartando su melena de su hombro derecho.
Se cruzó de brazos y miró al paisaje que les rodeaba. Cuando volvió a posar sus ojos en los de Daryl, el cazador creyó por un instante que eran rojos. Parpadeó confuso. Eso no era posible. La deshidratación le estaba pasando factura.
- ¿Buscas a alguien?- Insistió la mujer dando un paso en su dirección. Daryl cogió la ballesta con rapidez alzándola en su dirección. Ella no se amedrentó y sonrió con calma alzando ambas manos vacías.- No voy a hacerte ningún daño.
- ¿Qué quieres?- Masculló entre dientes sin aflojar un ápice la fuerza con la que sujetaba el arma. La frente de la mujer estaba en su punto de mira. Al más mínimo movimiento extraño, no iba a dudar. Ya no más.
- Ayudarte.- Contestó con simpleza encogiéndose de hombros dando otro tentador paso más.
Daryl guardó silencio mientras la observaba. Sabía que no estaba soñando pero parecía lo más lógico en todo eso. ¿De dónde diablos había salido? No la había oído acercarse. Más bien era como si hubiera aparecido de la nada frente a él.
- Puedo ayudarte a encontrarla.- La tensión con la que su dedo índice se posaba en el gatillo de la ballesta alcanzó su límite.- Ella es importante para ti, no entiendo muy bien por qué pero…- La mujer ladeó el rostro entrecerrando los ojos.- Supongo que tendrás tus razones.
- Devuélvemela y te dejaré marchar.- No sabía si cumpliría con su parte si realmente esa mujer estaba detrás de la desaparición de Beth. Pero eso no tenía por qué saberlo.
- Puedo… Devolverte a tu princesa rubia.- La mujer se llevó un dedo al mentón, pensativa.- Pero…- Una sonrisa amplia surcó su rostro permaneciendo en ella mientras terminaba de hablar.- Me tienes que dar algo a cambio.
Daryl se levantó con rapidez del suelo, soltó la ballesta y sacó el cuchillo de la funda. Cogió a la mujer del pelo y apoyó la hoja afilada contra su garganta sin titubear.
- Te dejo vivir, y tú la dejas marchar.- Siseó con furia. No iba a dejar que una zorra psicópata jugara con él. ¿Darle algo a cambio?
- Creo que estás muy equivocado conmigo, Daryl Dixon.
La mirada azul del cazador se clavó en la de ella. Otra vez sus ojos parecían inyectados en sangre. El menor de los Dixon parpadeó confuso, quiso dar un paso atrás pero no podía dejarla marchar. Podía usar todos los trucos que quisiera con él, pero iba a recuperar a Beth aunque tuviera que rebanarle el cuello. ¿Cómo diablos sabía su nombre?
- Adelante, mátame.- Insinuó ella sin borrar la sonrisa de sus labios.- No me importa. Volveré con un traje nuevo.
Era desconcertante. Había algo en ella que… Toda ella parecía fuera de lugar, fuera de ese mundo.
- Vamos Daryl, hazlo. Sólo un poco más de presión…- La mujer apoyó su palma contra la hoja en su cuello. Una fina gota carmesí se deslizó por su níveo cuello seguido por la mirada de Daryl hasta desaparecer en su escote.- Pero entonces, te aseguro que no la verás más.
Reposicionó sus dedos entorno al mango del cuchillo. Deslizó la mano de su pelo hasta su cuello dejando que pudiera reclinar hacia delante la cabeza sin miedo a que le degollara. Fijó sus ojos en los de ella que volvían a adquirir un tono marrón.
- Sólo escucha mi propuesta y luego puedes hacer lo que quieras.
Daryl respiró con calma sopesando sus palabras. Cada minuto que pasaba hablando con esa mujer, era un minuto más que Beth pasaba sola lejos de él, de nadie que la conociera.
Bajó la mirada hacia sus pies con un gesto de hastío y apartó el cuchillo del cuello de la mujer frente a él. Soltó su cuello y dio un paso atrás sin guardar el cuchillo y su mirada azul de nuevo en la de ella. Sonreía de nuevo.
- ¿Por qué sonríes?- Aquella pregunta no hizo más que ampliar la sonrisa en su cara.
- Supongo que estoy… Excitada por nuestro… intercambio.- Comentó ella guiñándole un ojo de forma divertida.
- Déjate de gilipolleces y dime dónde está.- Dijo Daryl con voz amenazante. No quería alargar más de la cuenta lo que fuera que era lo que estaba sucediendo.
- Dos hombres se la llevaron con ellos.- La mujer torció el gesto.- No tienen muy buenas intenciones con ella me temo… Es joven, tiene rasgos bonitos y… la piel muy tersa.- La mano de Daryl volvió a su cuello, pero esta vez sus dedos se aferraron con fuerza a él intentando cortarle la respiración.- ¿Te importa de verdad, no?- La mujer cerró su mano entorno a la muñeca de Daryl y de un fuerte tirón se soltó de él haciéndole trastabillar. ¿No podía pesar más de 60 kilos, de dónde sacaba esa fuerza?- Dime, ¿quieres volver a verla?
- Ya sabes la jodida respuesta.- Masculló él. Sus nudillos se emblanquecieron por la fuerza con la que apretaba su mano cerrada en su costado.
- En ese caso, te propongo un trato. – La mujer hablaba con cierto tono jovial.- Traigo a tu chica de vuelta y tú me das algo a cambio.-Daryl se pasó el dorso de la mano por los labios en un gesto nervioso.
- ¿Qué quieres?- Preguntó tras unos instantes de duda mirándola con suspicacia. La mujer se encogió de hombros.
- Lo habitual, nada que vayas a echar en falta demasiado.- Daryl enarcó una ceja con incredulidad.- En diez años, volveré a por ti.
- ¿En diez años? ¿Pero qué mierda es esta?- Le espetó furioso dando un paso adelante. La mujer le impidió avanzar colocando una mano contra su pecho, bloqueándole.
- Recuperas a tu dama en apuros, y en diez años te llevo conmigo.- Repitió ella dando un paso atrás.
- ¿A dónde?- Ella cambió su peso de un pie a otro en sus zapatos de tacón y señaló con el dedo al asfalto bajo ellos. Daryl la miró confuso.
- ¿Cómo crees que sé tanto de ti Daryl Dixon?- La sonrisa serena se convirtió en una mueca irónica.- ¿Por qué crees que mis ojos son de este color?- El marrón mutó una vez más al rojo al mirar al cazador.
- ¿Quién coño eres?- Murmuró en voz baja el menor de los Dixon tragando grueso.
- Más bien deberías preguntar qué soy… ¿Crees en Dios?- Preguntó ella aun sabiendo la respuesta de antemano.
- ¿Dios? Si hubiera un Dios creo que debería replantearse su papel en todo esto…- Farfulló con desgana y cierta tristeza al recordar las palabras de Beth. "No te vendría mal tener un poco de fe".
El rugido de un motor acercándose atrajo su atención. Daryl se agachó con rapidez y recuperó la ballesta apuntando hacia el parabrisas del vehículo que se acercaba. Sintió un nudo en el estómago al comprobar que no era el mismo coche que se había llevado a Beth durante la noche.
El Chevrolet negro se detuvo en mitad del cruce y de él salieron dos hombres. Ambos no tardaron en desenfundar sus armas y apuntarlas hacia la mujer. Daryl hizo caso omiso de ese gesto y no apartó su mirada de los dos recién llegados.
- Hasta en el puto fin del mundo vosotros seguís queriendo hacer negocios.- Dijo con desdén uno de ellos. Su mirada verde no se apartaba de la mujer quien se cruzó de brazos enarcando una ceja.
- Todos tenemos que comer, Winchester.- Respondió con sorna esbozando una sonrisa.- Si no te importa a ti y a tu hermano, estoy charlando con un amigo…- El más alto de los dos alzó el arma y la apuntó hacia su cabeza dando varios pasos más en dirección a la mujer. Cada uno la flanqueaba por un lado.
- ¿La has convocado tú? ¿Estás loco?- Espetó el mayor de los dos desviando su mirada hacia Daryl, tras asegurarse de que su hermano no iba a dejarla escapar sin antes meterle un tiro en la cabeza.
- ¿Convocarla? ¿Pero qué cojones dices?- Daryl no entendía nada. A cada minuto que pasaba la situación se volvía más surrealista.- ¿Quiénes sois vosotros?
- Dean y Sam Winchester, cazadores.- Explicó el hombre sin quitarle ojo de encima a Daryl.- ¿Por qué la has buscado?
- Yo no la he buscado, ni la he convocado ni nada.- Exclamó con furia alzando su ballesta hacia su rostro.- Esta pirada ha aparecido de la nada cuando estaba buscando a alguien.
- Sólo estoy intentando ayudar aquí a un lugareño, chicos.- Dijo la mujer con condescendencia.
- ¡Cierra la puta boca, zorra!- Rugió Dean mirándola con dureza.
- Él no me ha buscado, yo le he encontrado.- Elaboró ella ganándose las miradas de los hermanos Winchester llenas de suspicacia.- En tiempos difíciles, hay que ser… creativo.
- Hija de puta…- Dean amartilló el arma dispuesto a disparar.
- Yo que tú no hacía eso, o él- señaló a Daryl- se va a cabrear por robarle la única manera de encontrar a su princesa rubia.
Dean miró en silencio a la mujer, a su hermano y por último a Daryl. El cazador alternaba la mirada entre los tres sujetos frente a él, sin saber a quién debía apuntar realmente llegados a ese punto.
- No sabe el precio. Sois todos unos mentirosos de mierda, escoria que se aprovecha de la situación.- Siseó Dean con odio.
- Yo no provoqué esto, querido. ¿Lo recuerdas?- Otra vez volvía esa sonrisa mordaz, prepotente, arrogante.
- En diez años tengo que ir con ella.- Los Winchester se volvieron hacia Daryl quien había bajado ligeramente su arma.
- ¿Te ha dicho a dónde?- Preguntó Sam con las cejas enarcadas. Daryl negó en silencio.- Al infierno.- Daryl frunció el ceño sin decir palabra.
- El puto infierno, la olla candente.- Elaboró Dean con vehemencia.- El de verdad, no el que aparece en los cuentos. Torturas diarias, sangre, fuego…
- Estáis todos locos.- Murmuró Daryl incapaz de creer lo que oía.
- ¿Crees en los muertos caminando sobre la tierra y no crees en el Infierno?- Le espetó Dean con condescendencia. Daryl se humedeció los labios y miró a la mujer del vestido negro.
- Es cierto. Podría guardarte un hueco junto a tu padre.- Daryl no lo pensó. No titubeó un instante y la flecha voló de su ballesta al corazón de la mujer. Ella rio mirando con curiosidad la sangre derramarse por el vestido y se arrancó la flecha sin una mínima muestra de dolor. – Esta te la perdono.- Sonrisa imperturbable en los labios.
- No puede…- Balbuceó Daryl mirándola con incredulidad. ¡Le había disparado al corazón! ¿Cómo era posible?
- Estos hijos de puta te quitan el alma y a cambio te dan lo que buscas.- Dean miraba con desprecio a la mujer que intentaba secarse la mano llena de su sangre en el bajo del vestido.
- ¡Oye! ¡Le doy diez años!- Espetó ella ofendida.- Diez años por recuperarla a ella me parece más que razonable.
- ¡Y un cuerno!- Dean apuntó el cañón de su arma hacia la sien de la mujer.- Mándale saludos a tu jefe de mi parte.
Daryl acortó la distancia que le separaba de ellos y apoyó su mano en el arma del mayor de los Winchester obligándole a bajarla.
- Parece que vas a tener que esperar, Dean.- Dijo la mujer con voz aterciopelada mirándola una vez más antes de fijar sus ojos rojos en los azules de Daryl.- Puedes tenerla de vuelta y aún tendrás diez años de vida para disfrutar. Sólo tienes que besarme y… El trato estará sellado.- La mujer sonrió con calma y apoyó su mano derecha contra la mejilla del menor de los Dixon obligándole a mirarla. Un escalofrió recorrió su espina dorsal y cerró los ojos un par de segundos. Ella le miró con calma.
- Irás al puto infierno colega. Créeme no quieres estar allí.- Dean se acercó a él intentando convencerle.
- Hemos estado allí y…- Añadió Sam mirándole, rogándole porque no lo hiciera. Daryl no apartaba sus ojos de los de ella. Tenía delante de él la oportunidad de enmendar su error, era la ocasión de recuperar a Beth, de verla con vida sana y salva.
- Diez años junto a ella y el resto de personas que encontréis.- El pulgar de la mujer acariciaba la incipiente barba en su mejilla.- Diez años en los que ella se convertirá en toda una mujer de ojos azules y cabello rubio.- Sus ojos rojos le miraba con ternura.- Diez años más en los que ella estará viva a tu lado. Ella, su sonrisa inocente, sus grandes ojos azules y su infinita bondad.
- Para luego ir directo al infierno.- Interrumpió Dean ganándose una mirada furibunda de la mujer. Daryl cerró los ojos y sintió la frente de ella rozar la suya al apoyarse contra él.
- Puedes tenerla de vuelta ahora mismo si me besas.- Insistió ella en un suave murmullo deslizando sus dedos hacia su nuca acariciando la piel a su paso. Daryl tragó grueso.- Estará bien, intacta. Viva.
El cazador aferró a la mujer de la nuca y presionó con fuerza su boca contra la de ella, besándola. Ella entrelazó sus dedos en su pelo pegándole contra su pecho, desvaneciéndose la separación entre ambos cuerpos. Daryl la besó lleno de furia, rabia y esperanza porque todo eso no fuera un juego. La mujer ladeó el rostro profundizando el beso, disfrutando del nuevo pacto sellado.
Se separaron con el aliento entrecortado, y la mirada de uno fija en el otro. Ella se relamió los labios mordiéndoselos ligeramente sonriente antes de hablar de nuevo.
- Vuelve a la funeraria. Te espera allí.
Nada más terminar de hablar, la mujer desapareció en el aire sin dejar rastro. Daryl parpadeó confuso mirando a su alrededor queriendo dar con ella.
- Disfruta de tus diez años de vida, desearás no haberlo hecho.- Dijo Dean con un deje de tristeza y hastío en la voz bajando su arma.
- Puede que muera antes.- Le miró y recuperó la ballesta del suelo.- Puede que un caminante me mate mientras duermo, puede que...- Tragó grueso y ajustó la tira de la ballesta en su hombro.
Echó a andar hacia la funeraria siguiendo las indicaciones de esa mujer. Había sido su culpa lo que le había ocurrido a Beth. ¿Qué importaba saber con certeza que iba a ir directo al Infierno? ¡Joder, si no sabía si quiera si iba a sobrevivir un día más! El tiempo no importaba. ¿A caso era mejor seguir otros diez años vivo sin saber si ella estaba bien, sin caminar ese mundo con Beth a su lado? Aunque hubiera sido sólo un año, merecía la pena el riesgo.
- Has firmado tu sentencia de muerte.- Daryl ignoró sus palabras y siguió caminando.- Capullo…-Masculló entre dientes.
- Deja que te llevemos.- Daryl miró por encima de su hombro a Sam quien miraba a su hermano con una súplica clara en sus ojos. Dean resopló y hecho a andar hacia el coche indicándole con un gesto de la mano que se metiera en él.
Daryl se escurrió en el asiento trasero con la ballesta en el regazo. Su mirada no se alejaba del camino que iban recorriendo, milla a milla acercándose a Beth. Sus dedos acariciaban de forma errática el arma entre sus manos intentando tranquilizarse, asegurándose a sí mismo que la iba a encontrar allí, que iba a estar bien.
A pesar de ello no podía evitar sentir un nudo en la boca de su estómago, una sensación cercana al ahogo en torno a su cuello a medida que la distancia iba menguando.
Dean observaba al cazador sentado en el asiento trasero con curiosidad.
- ¿Quién es ella?- Preguntó intentando comprender las razones que le habían llevado a aceptar el trato. Daryl ladeó su rostro hacia la ventanilla observando los árboles pasar a su lado a gran velocidad.
- Beth.- Dijo con tono monocorde sin mirarle.
- ¿Es tu novia?- Preguntó Sam volviéndose en el asiento hacia él. Daryl le miró en silencio. Sin contestar a la pregunta y miró de nuevo por la ventanilla.
Siguieron conduciendo en silencio durante una hora más cuando de forma repentina Dean clavó el pie en el pedal del freno. El coche paró de forma brusca en mitad del camino. Daryl se asomó entre los dos asientos y en seguida miró a Sam.
- Déjame salir.- Le exigió con tono duro.
El chico salió del coche y nada más hacerlo Daryl fue tras él echando a correr.
Su cuerpo le pedía a gritos que se detuviera, que ya lo había forzado demasiado durante su carrera nocturna. Pero no podía hacerlo. No podía detenerse cuando estaba tan cerca.
Sus pasos se ralentizaron a medida que se acercaba al cuerpo inerte tumbado en la orilla de la carretera. Su melena rubia estaba esparcida sobre la tierra, su cuerpo ladeado le daba la espalda. Temeroso por lo que pudiera encontrarse, temiendo que aquella mujer le había engañado todo ese tiempo, Daryl sacó el cuchillo de su funda y se acercó con sigilo hacia el cuerpo.
Se acuclilló a su lado, extendió su mano izquierda y rozó el hombro menudo de la chica obligándola a tumbarse sobre su espalda. Daryl bajó el cuchillo con calma y entonces volvió a verlo. Ese azul intenso brillante como el maldito océano, mirándole sin parpadear.
Los ojos de Beth se llenaron de lágrimas con rapidez y con gesto cansado y dolorido se incorporó, abalanzándose sobre Daryl. Ambos volvieron de nuevo al suelo.
La chica se aferraba con fuerza a las solapas de su chaleco, empapándole la camisa con sus lágrimas. Su cuerpo menudo se agitaba por el llanto contra el pecho de él. Como acto reflejo, Daryl cerró sus brazos entorno a la espalda de Beth, pegándola más contra él, sintiendo el latir acelerado de su corazón contra el suyo. Podía sentir la calidez de su cuerpo, la suavidad de su piel bajo las palmas de su mano ahí donde la camiseta había sido rasgada. Podía escuchar su respiración entrecortada y su voz.
- Sabía que me encontrarías.
Daryl cerró los ojos dejándose llevar por sus palabras, aferrándose a ellas con uñas y dientes.
Sonrió enterrando su rostro en el cuello de la chica enganchada a él. Sonrió sintiendo como el nudo de su estómago se disolvía como las lágrimas ocultas tras sus párpados cerrados. Sonrió sintiendo cómo la pesadez en sus piernas se apoderaba de él por completo impidiéndole moverse. Realmente no pensaba hacerlo, no al menos durante un buen rato. Le importaba un carajo que una maldita piedra estuviera abriéndose paso entre las costillas en su espalda. Le importaba una mierda que esos dos lunáticos les estuvieran observando en silencio desde la orilla del coche. Daba igual que los ojos de aquella mujer fueran rojos, no le importaba saber cómo había logrado recuperar a Beth o si ella había tenido algo que ver en su secuestro. Joder, una maldita horda de caminantes podía hacerse oír si por él fuera en ese instante.
Nada iba a arruinarle ese momento. Beth estaba viva. Estaba viva, respiraba entre sus brazos, lloraba contra su pecho. Cálida, frágil, temblorosa, fuerte.
La había recuperado.
Puede que al fin y al cabo, Dios si estuviera de su parte.
Y aún le quedaban diez años por delante.
Cuando vi el episodio "Alone" y vi la escena en la que Daryl llega a ese cruce y cae al suelo sin saber por dónde seguir sin fuerzas, recordé el significado que estos cruces tenían en Sobrenatural. Si habéis visto la serie sabréis que la mujer de vestido negro y ojos rojos era un demonio de la encrucijada, "profesionales" en hacer tratos con humanos a cambio de su alma. Generalmente "el cliente" convocaba al demonio pero... en este caso varié eso para poder acomodarlo mejor ^^'
Así que al ver la escena, al recordar las palabras de Beth "Me vas a echar de menos cuando me vaya Daryl Dixon", y ese complejo de héroe que lleva el menor de los Dixon como bandera; no pude resistirme a usarlo.
He estado tentada en escribir dos partes más, algo breves, sobre esos diez años futuros hasta que la hora le llegue al cazador pero al final… Ahí me quedé.
Estos dos fandoms juntos pueden dar luz a cosas grandes, estoy convencida jajaja
Gracias a quienes hayáis invertido parte de vuestro tiempo en leer esto. Cualquier comentario, sugerencia, petición o tomatazo será bien recibido ;)
