Una vida llena de magia.
Capítulo 1: Diferente.
El tren a Hogwarts hacía unos minutos que había abandonado la estación de de King Cross. Lily por fin había conseguido colocar el maletón en el portamaletas y respiró aliviada dejándose caer en el asiento. Hacía mucho calor, eso y que la noche anterior había dormido fatal le habían puesto de mal humor. Por primera vez echó de menos la piscina del hotel donde sus padres le hicieron quedarse casi medio verano. Los días se le habían hecho interminables aburrida como una ostra, cada noche contaba los que le faltaban para volver a casa, además de que Petunia estuvo insoportable por el mero hecho de que tuvieron que compartir habitación un mes entero. Así, pasó un mes aislada ya que en ese lugar era peligrosa la presencia de lechuzas por haber muchos muggles veraneando. Cuando finalmente pudo ver su habitación se encontró la cama llena de cartas. La mayoría eran de su amiga Mary. En las primeras le contaba su vida muy animada pero en las más recientes ponía a parir a Lily por no contestarle, lo más bonito que le llamó fue borde. No pudo evitar reírse en su momento, también era verdad que no le dijo que se iba de vacaciones, ella misma se había enterado al regresar de Hogwarts y se fue con su familia al día siguiente, por lo que no tuvo tiempo de avisar a Mary.
El resto eran de sus compañeras de cuarto, la carta de la escuela con la lista de material y una de Meter. No era amigo suyo pero se llevaban bien, y éste solía preguntarle por los deberes. En su carta contaba que había perdido la lista de deberes para el verano y se la pedía a ella porque no se atrevía con sus amigos ya que entonces tendrían otra excusa para llamarlo tonto.
Le llevó varios días contestar a todas las cartas puesto que sólo tenía a su lechuza Noa y debía hacer varios viajes para poder entregar las cartas a todos los destinatarios.
Unos pasos rápidos la sacaron de su ensoñamiento y la puerta del compartimento fue abierta con gran estrépito.
- ¡Le han hecho prefecto! – anunció Mary tirando de Lily para levantarla -. ¡Vamos a felicitarlo!
- ¿"Vamos"¿Y de quién me hablas? – murmuró Lily molesta.
- ¡De Remus! Digo "vamos" porque no quiero ir sola, venga, acompáñame, acompáñame – le rogó poniéndose de rodillas.
- Me caigo de sueño¿no te lo había dicho¿Sabes a qué hora he tenido que despertarme para llegar a la estación? – comunicó Lily soñolienta -. Y no me apetece ver a esos tan pronto.
- Otra razón por la que no quiero ir sola. ¡Venga, oh! Y de paso fardas de cuerpo por el pasillo.
Lily llevaba puesto el uniforme de verano porque no le apetecía ponerse a sudar con la túnica. Consistía en la típica falda y una camiseta blanca junto con una corbata roja, como los uniformes de institutos muggles.
- ¿Te crees que voy a decir "sí" con esas?
- ¡Lily! – insistió Mary.
- Vale vale, pero no pienso entrar, me quedaré en la puerta – dijo Lily desperezándose antes de ponerse en pie.
- ¡¡Gracias¡Qué mona es mi Lily! – chilló Mary abrazándola con fuerza.
Lily se desprendió de la que era su mejor amiga desde dos años atrás y rebuscó en su bolsa antes de ir tras ella. Había recordado en el último momento que Meter le había prestado un libro durante los exámenes finales de 4º a petición de la pelirroja son haber tenido ocasión de devolvérselo.
Salió con Mary del compartimento y la siguió por el pasillo del vagón mientras echaba distraídamente un vistazo al interior de los compartimentos frente a los que pasaban. Las caras y la gente de siempre, nada nuevo.
Supo que estaban acercándose a los merodeadores cuando escuchó una voz enfadada. Logró entender "¿Y ahora qué hacemos¡Robinson era el mejor cazador de Gryffindor! Es imposible encontrar al sustituto perfecto". Sin duda sería Potter, era buscador en el equipo de quidditch de Gryffindor. Lo que escuchó la hizo despertar un poco, picándole la curiosidad. Así que necesitaban un nuevo cazador, no era una mala noticia.
Mary llamó a la puerta del habitáculo y cesó la charla en el interior. Un segundo después alguien dijo "Pasa", y la joven abrió la puerta, penetrando en el interior. Lily hizo como había dicho y se quedó apoyada en el marco de la puerta dando a entender que no quería estar allí. Contempló a los cuatro merodeadores: James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew. Su relación con los dos últimos era lo que fácilmente se podría denominar amistad a pesar de no tratarse exactamente de eso. Con el segundo no tenía ningún problema, lo suyo no pasaba de pedirse alguna pluma en las clases. Pero el primero… era bastante complicado. Antes no le caía mal, cuando iban a 1º, pero con los años se había ido volviendo tan arrogante y engreído como un Slytherin, hecho acentuado al enterarse de que varias chicas le habían montado un club de fans por ser muy buen jugador de quidditch (entre otras cosas). Cuando Lily se enteró de ello no pudo evitar mofarse de ese grupito al oír algo tan absurdo que sólo pasaba en las series de instituto cutres.
Maru nada más entrar se lanzó sobre Remus para darle un abrazo y felicitarlo por su puesto de prefecto. Los otros merodeadores miraron para otro lado que evidenciaban lo que también pensaba Lily: "¡Que se líen de una vez!". Mary y Remus eran muy amigos desde hace tiempo, y lo único que no habían hecho era cogerse de la mano y besarse como las parejitas felices.
Lily miraba distraídamente el paisaje por la ventana notando el peso de los párpados, esperando a que terminasen de saludarse y hablar. Notó que los otros tres la observaban sin cortarse, algo que la molestaba mucho, pero no tenía fuerzas para decirles algo. Era inútil preguntarse por qué ya que tenía que admitir la respuesta. Durante el verano había vivido un agradable cambio: estaba bastante morena, se había hecho un nuevo corte de pelo con mechas negras, por fin le quitaron el aparato dental, y ahora usaba la falda del uniforme por primera vez.
En ellos no advirtió un gran cambio, dos meses tampoco daban para mucho. Lupin no estaba tan pálido como otras veces, y Peter había pegado un pequeño estirón. Los otros dos seguían como siempre, niñatos y atractivos al mismo tiempo, una combinación odiosa.
Dio un respingo al sentir la mano de Mary en su hombro, sacándola así de sus pensamientos y anunciándole que ya se iban. Lily sonrió aliviada deseando desplomarse en el asiento de su compartimento y se fue con ella, pero a los pocos pasos recordó una cosa y le dijo que se adelantara.
Regresó al compartimento que acababan de abandonar y llamó de nuevo a la puerta, giró el pomo y entró.
- ¿Y ahora qué pasa? – preguntó James molesto por la segunda interrupción.
- Perdón – dijo ella en el mismo tono borde -. Se me había olvidado – le tendió el libro a Peter, quien estaba sentada y la miraba sin comprender, no debía acordarse.
- Cógelo, Colagusano – ordenó Sirius a su amigo, éste obedeció. Lily salió y cerró la puerta. Peter continuaba sin entender nada hasta que abrió el libro y entonces hizo memoria.
- ¿Qué es? – le preguntó James.
- Se lo presté el curso pasado – aclaró él.
- ¿Visteis qué cambio? – preguntó Sirius.
- ¿De qué hablas? – preguntó James a su vez cruzando los brazos pro detrás de la cabeza y mirando al techo.
- No te hagas el tonto, que la miraste de arriba abajo varias veces – dijo Sirius -. Líate con ella si tanto te gusta.
- Pues le pides salir… y luego te lías con ella – respondió Sirius, James no pudo soltar una carcajada.
- Ojalá – musitó James dándole una palmada en el hombro -. Hablando de líos, Lunático, haznos el favor y avanza un poco con la amiga, no sé, aunque sea un beso en la mejilla, pero algo.
- Para ella soy un amigo – se limitó éste a decir para desesperarlos un poco más.
Lily se pasó el resto del viaje dormitando en el asiento, por lo que Mary se fue a dar vueltas por los vagones para saludar a la gente cuando empezaba a aburrirse. Se despertó a la hora que pasaba el carrito de la comida, y justo en ese momento regresaba su amiga.
- Me acaban de presentar a un tío que te va a encantar – le comunicó ella.
- No tengo ganas de que me presentes ahora gente. ¿Y en qué sentido "me va a encantar"?
- Bueno… no te veo con él en plan novios, pero para hacer manitas yo creo que estaría bien.
- No – anunció Lily rotundamente.
- Venga, un día de estos habláis y lo que surja.
- No tengo prisa y lo sabes.
- Pero ya tienes 15 años, va siendo hora, porque ocasiones no te han faltado.
- Pero a mí me pedían rollo y yo prefiero una relación seria.
- Lo mejor es un poco de todo – sonrió Mary mientras se comía un bocadillo.
El resto del viaje lo pasaron sin moverse de allí charlando sobre varias cosas sin importancia. Lily seguía sin muchas energías, cualquiera diría que realmente se alegraba por volver a Hogwarts, pero ese era un tema incuestionable. El verano había sido un asco.
El tren finalmente se detuvo en la estación de Hogsmeade. Unas horas después salían del Gran Comedor. La pelirroja por fin había salido de su atontamiento.
- ¡Yo estoy flipando¿Te lo puedes creer? – comentaba Lily mientras subían por las escaleras.
- Lo dices como si una instalación deportiva con piscina y actividades varias a partir de noviembre fuera algo malo.
- Malo no es, todo lo contrario, pero esas cosas las veo más en un instituto muggle, no en Hogwarts – mientras tanto, habían llegado ante el retrato de la señora Gorda -. ¿Cuándo suelen hacer las pruebas de acceso a los equipos de Quidditch? – le preguntó a Mary cambiando de tema.
- ¿Cómo quieres que yo lo sepa? Supongo que a finales de mes… ¿por qué lo preguntas? – inquirió su amiga.
- Lo voy a intentar – se limitó a decir Lily.
- Ah, vale… ¡¡¿¿CÓMO??!!
- ¡No grites! – los que estaba allí se las quedaron mirando un instante con curiosidad.
- Lo siento… ¿pero te das cuenta de lo que significaría si te seleccionan? Gryffindor no ha tenido una chica en su equipo desde hace 10 años por lo menos.
- En parte por eso me interesa, será divertido ver sus caras – se refería a los del equipo.
- Si entras en el equipo, entonces estarías con Potter, y lo vuestro no es amor precisamente.
- Es verdad, pero creo que podré sobrevivir… si te fijas, lo nuestro es raro, yo me llevo mal con Potter y tú con Black.
- Sí, nuestra relación se basa en recordarnos lo mucho que nos queremos – ironizó Mary.
- Ahora que lo pienso¿por qué nos llevamos así con ellos?
- ¿Por qué son unos chulos con el ego demasiado alto? La verdad, no sé decirte, quizá sea una pregunta de esas sin respuesta.
- Por fin – exclamaron unas cuantas voces al aproximarse Remus.
- Luz escarlata – pronunció la contraseña y se abrió el retrato.
Un par de horas después Lily descubría a su pesar que no podía dormir. Dio mil vueltas en la cama probando diferentes posturas hasta que al final se rindió. Se puso una bata y bajó a la sala común. Tumbándose en un sofá, contempló las brasas de la chimenea. Era increíble que estando todavía en verano hubiesen encendido un fuego en el castillo. Sobre una mesa cercana estaban amontonadas un montón de revistas y cogió una al azar. Era un número de la Corazón de Bruja, la edición correspondiente a febrero de ese año. La ojeó sin especial interés hasta llegar al apartado de hechizos de belleza. Arrancó la hoja y se la guardó en el bolsillo de la bata, un par de ellos le serían útiles.
Escuchó unos pasos y se levantó sorprendida. Alguien bajaba por las escaleras del dormitorio masculino. Había cinco posibilidades y en esas ocasiones siempre era quien se imaginaba. La idea fue confirmada al cruzarse sus ojos con los de James Potter. Éste dio un respingo al percatarse de que había alguien más en la sala, no se esperaba encontrar a nadie. Se saludaron con un seco "hola". Lily volvió a sentarse, cotilleando las cajas de juegos que había sobre la mesa. James se desplomó en el sofá de enfrente silenciosamente contemplando las brasas con aire abstraído.
- ¿No puedes dormir? – preguntó la pelirroja unos minutos después mientras sacaba de su caja el tablero de un juego.
- Arriba están de fiesta – contestó éste.
- ¿Juegas? Es para dos – le invitó ella y James fijó su atención en el tablero. Un simple cuatro en raya, a saber quién había abandonado allí todos esos juegos muggles.
- Vale – accedió él cogiendo el montón de fichas rojas. Dejó empezar a Lily.
Así dejaron pasar el tiempo. Las fichas al caer apenas producían sonido alguno, y jugaron en silencio. Cuando uno ganaba, el otro sacaba las fichas y comenzaban de nuevo, sin decir nada. Debieron de pasar así una hora y media cuando la pelirroja finalmente se durmió sin darse cuenta, con la espalda apoyada en el respaldo del mullido sofá. Al notarlo, James recogió el juego y lo guardó en su caja. Se levantó dispuesto a volver a su cuarto pero se detuvo a medio camino, dudando.
Cogió una manta y la echó sobre Lily. No era necesario puesto que la temperatura era agradable, fue más bien un gesto mecánico. Observó el rostro de Lily completamente relajado. Estaba tan cerca que escuchaba su respiración lenta y regular, indicio de que ya dormía profundamente. Pensaba en aprovecharse de la situación.
Tampoco iba a meterle mano porque eso seguramente la despertaría.
Le apartó un mechón de pelo del rostro y se acercó. Un breve y suave beso en los labios. Se separó lentamente y subió por las escaleras. Para su pesar, sabía que esa noche era lo más cerca que estaría de ella en bastante tiempo.
Abriendo la puerta de su habitación descubría a sus compañeros todavía despiertos pero ya no tan animados como cuando los había dejado. Charlaban los tres sentidas sobre la cama de Sirius mientras Jason leía un libro en la quinta cama del cuarto. Se sentó junto a ellos, uniéndose a la conversación. Comenzada un nuevo curso en Hogwarts.
