El Congreso.
Era una noche, con una neblina espesa, en un pequeño pueblo en Suecia. La noche estaba tranquila, hasta que un pequeño estallido sacudió a la calle Ringleteen. Del humo, provocado por el estallido, salió un hombre, alto, fuerte, con el pelo largo y rubio. Portaba unos guantes de hierro y su cinturón mágico. Este hombre se llamaba Thor, era un dios nórdico. El dios de la fuerza se dirigió hacia una pequeña cabaña que se encontraba a escasos metros de él. La cabaña era una casa de madera, la más chica de la calle, y salía humo por el techo. Thor entró y se dirigió al sótano. El sótano era una habitación circular, con una mesa rectangular donde se encontraban los demás dioses nórdicos. Thor bajó las escaleras ante la mirada de todos. Finalmente alguien habló:
-Hasta que llegas muchacho, no te podíamos esperar todo el día, ¿sabes?- dijo un hombre alto, con una cabellera larga y negra. Este hombre era Njord, el dios del mar, del viento y del fuego.
-Tranquilo Njord, viejo amigo, seguro Thor tiene una buena explicación para esto- dijo Odín, el padre de los dioses. Este era un hombre fornido, alto, y con una cabellera larga y blanca, como la nieve.
-Lo siento, padre, es que un asunto en Alemania me mantuvo ocupado durante un tiempo- dijo Thor, mientras se sentaba- pero ya estoy aquí.
-Muy bien-dijo Odín-los he reunido aquí, porque un viejo amigo nuestro ha venido a mí a pedir nuestra ayuda.
-¿Y se puede saber quién es?- dijo Hodr, el dios ciego. Hodr era alto, y con una cabellera larga y pelirroja.
-Claro, mi buen amigo, Hodr, el hombre de quién les habló es el gran hechicero, Albus Dumbledore.- dijo Odín.
-¿Y si es el gran hechicero que dices, porque no se las arregla el solo?- dijo un enfurecido Njord.
-Calma, Njord, lo que pasa es que el hechicero que se hace llamar Lord Voldemort, ha regresado y Dumbledore no sabe como detenerlo- dijo Odín.
-¿Es el mismo hechicero con el que tuvimos que lidiar hace 10 años?- dijo el hijo de Njord, Frey, dios de la lluvia y del sol.
-Si, Frey, el mismo- dijo Odín- es por eso que lo he citado aquí hoy, para solucionar este problema.
-Yo propongo que nosotros mismos acabemos con el- dijo Tyr, dios del combate- creo que nosotros podemos solucionar el problema.
-Recuerda, hijo mío, que nosotros somos incapaces de aparecer ante cualquier humano, sea hechicero o no- dijo Odín.
-Entonces mandemos a alguien para acabar con el- dijo Heimdall, guardián de los dioses.
-Heimdall, amigo, ¿no crees que eso nos haría quedar mal delante de los humanos?- dijo Baldur, dios de la belleza y la gentileza.
Hubo murmullos de aprobación entre los presentes. Todos tenían diferentes propuestas y perspectivas sobre Lord Voldemort.
-Silencio, silencio- dijo Odín- tranquilos por favor, lo que necesitamos es tener calma y pensar en como deshacernos de este individuo.
-Pero, padre, Voldemort es un hechicero muy poderoso- dijo Ull, dios del combate cuerpo a cuerpo.
-Lo sé, y es por eso que los reuní aquí, para poder tratar de llegar a una solución- dijo Odín.
-Escuchen, lo único que tenemos que hacer es encargarnos de que se muera y así tratar con el aquí, cuando este junto a nosotros- dijo Njord.
-No, no, no- dijo Valí, el dios de los arqueros- solo necesitamos detenerlo, más no matarlo.
-No muchacho, tenemos que acabar con el, esa es la solución- dijo Njord.
Los dos hombres se levantaron de sus asientos, y empezaron a discutir. Los otros dioses comenzaron a tomar partido, y empezaron a discutir, sobre que era lo mejor. Odín, los observaba y meditaba sobre las actitudes tomadas por los dioses. Su esposa, Frigg, se acercó a el y le preguntó:
-Odín, ¿Por qué dejas que discutan?.
-Tranquila, querida, en algún momento sentaran cabeza y se callaran.
Poco a poco cada uno de los presentes, comenzaron a callarse, y a tratar de pensar la forma de detener a Voldemort. Frigg, se dio cuenta de que Odín los miraba de forma extraña, estaba enojado.
-Escuchen, no se dan cuenta de que Lord Voldemort, está cumpliendo su meta,- dijo Odín- nos está descontrolando y haciendo que discutamos por algo insignificante.
-Tengo una idea- dijo Bragui, dios de la sabiduría- cuando Voldemort fue derrotando por primera vez, fue por un niño, por lo que se el niño se llama Harry Potter, y ya se ha enfrentado a el en varias ocasiones. Lo que propongo es que le demos todos los objetos que tenemos de los herederos y enseñarlo ha usar sus poderes contra Lord Voldemort.
-Muy bien Bragui- dijo Odín- pero creo que necesitara ayuda. Y necesitamos encontrar a alguien que lo ayude en la lucha.
-Si, si, si, brillante plan- dijo Njord- pero no se han puesto a pensar que el muchacho estudia y no tendríamos tiempo para ayudarlo.
-Tranquilos, tengo el plan perfecto- dijo Vidar, el dios taciturno- miren, podríamos decirle a Dumbledore, que le diga al muchacho que tiene que hacer un viaje por el mundo, para encontrar la piedra mágica, que es el objeto que nos falta de los herederos. Cuando encuentre la piedra, regresará a Hogwarts y el tendrá que encontrar a los demás herederos y a sus protectores.
-Si, muy bien, pero donde los enseñaremos a controlar sus poderes- dijo Loki, dios de la suerte.
-Muy fácil- dijo Vidar- le diremos a Dumbledore, que haga el Torneo de las Cuatro Escuelas, y por medio del cáliz de fuego, haremos que el nombre de los herederos y protectores salga.
-Y, con todo esto ¿a que llegamos?- dijo Forseti, dios de la amistad.
-Hasta donde tengo entendido, en el Torneo de las Cuatro Escuelas, los ocho competidores, por escuela, tienen tiempo para estudiar las siguientes pruebas. Pues utilizaremos ese tiempo, para ayudar a los muchachos a controlar sus poderes- dijo Vidar.
-¿Y se puede saber quiénes ayudarán al tal Potter en esto?- preguntó Hodr.
-Thor, Baldur, Frey, necesito que ustedes se encarguen de eso, necesito que investiguen quiénes son los herederos y los identifiquen. En cuanto lo sepan, síganlos, quiero saber todo de ellos- ordenó Odín.
-Antes de que se vayan- dijo Vidar- necesito decirles algo, para que esto funcione y Harry se vaya de viaje, necesitamos separar a Harry de sus amigos, de eso se tienen que encargar ustedes.
Los tres dioses asintieron y salieron a hacer la tarea que les había sido asignada.
-Alguien tiene que comunicarle esto a Dumbledore- dijo Njord.
-Cierto, Heimdall, Valí y Vidar, ustedes se encargaran de eso, tengan mucho cuidado- dijo Odín.
-Padre, antes de irnos, creo que tenemos un problema- dijo Valí.
-Si, hijo, dime- contestó Odín.
-Bueno, nosotros no nos podemos aparecer ante los humanos, ¿Cómo le vamos a hacer para que los herederos y los protectores controlen sus poderes sin nuestra enseñanza?
-Cierto, ese si es un problema- dijo Njord.
-Esperen- dijo Bragui- tengo la solución. Podemos revivir a algunos muchachos y enseñarles los poderes, que Potter y sus amigos tienen que controlar y hacer que se hagan amigos de Potter y entren a Hogwarts con el, y les daremos la tarea de que los enseñen a controlarlos.
-Buena solución, hijo, tú te encargaras de eso, junto con Tyr y Forseti- dijo Odín- busquen alguien que ellos no conozcan y hagan que Harry los encuentre en su viaje y lo ayuden. Recuerden denles el don de la magia, y tráiganlos para su enseñanza.
-Claro, padre, nosotros nos encargaremos- dijo Forseti.
Los dioses fueron saliendo de la sala uno a uno y cada quién iba a hacer lo que se les había asignado, dejando a Odín y a Njord solos.
-Odín, tengo una última pregunta hacia ti- dijo Njord- ¿Cómo es que no nos ven los humanos y Dumbledore si?
-Muy buena pregunta, Njord,- respondió Odín- Dumbledore puede vernos porque el fue el que nos salvó cuando estuvimos a punto de perderlo todo frente a Zeus y pues como recompensa le obsequié ese privilegio.
Dicho esto, los dos dioses supremos, salieron de la cabaña donde se encontraban, para ir a sus aposentos a descansar. Mientras tanto Heimdall, Valí y Vidar se preguntaban donde estaba Hogwarts.
Un hombre de edad avanzada, alto, con una barba larga y plateada, miraba por la ventana de su despacho. Implorándole al cielo que nada de lo que había ocurrido el verano anterior fuera verdad. Se sentía nervioso, sentía que algo pasaría pero se preguntaba que. En la habitación circular, todo estaba ordenado, menos el escritorio. En el escritorio había muchos pergaminos y unos cuantos libros abiertos. Mientras el reloj de péndulo, iba de un lado a otro, Albus Dumbledore regresaba a su escritorio para examinar las hojas de los libros que tenía enfrente. De pronto una luz cegadora iluminó el cuarto, dejando a Dumbledore completamente ciego durante unos instantes. Cuando recuperó la visibilidad, había tres hombres en el centro del despacho, todos con una pequeña luz que iluminaba el cuarto en la oscuridad de la noche.
-¿Albus Dumbledore?- preguntó un hombre delgado, con una barba rojiza.
-Si, ¿Quién me busca?- contestó Dumbledore.
-Somos los dioses nórdicos- mientras decía sus nombres, los señalaba- el es Heimdall- señalo a un hombre corpulento- el es Valí, y yo soy Vidar.
-Supongo que los envió Odín.
-Si, claro- respondió Valí.
-¿Y cuál es su respuesta?- preguntó Dumbledore.
-Lo ayudaremos- dijo Heimdall- pero usted tendrá que hacer algunas cosas por nosotros.
-Si, díganme.
Inmediatamente Vidar le empezó a contar el plan, Dumbledore los veía y en el fondo supo que había actuado sabiamente. La presencia de los dioses hacía que Dumbledore se pusiera tenso. La presencia de estos hombres era muy fuerte y ponían nervioso a cualquiera. Vidar le dio las instrucciones a Dumbledore y le aclaró que tenía que hacerlas tal como el lo había dicho.
-Entiendo, díganle a Odín que agradezco su ayuda y que en cuanto a los mortífagos no se preocupe, la Orden ya está en ese asunto- dijo Dumbledore.
-Bueno, entonces creo que nosotros nos retiramos- dijo Valí.
-Antes de que se vayan, quiero recordarles que esto solo será el año que viene y trataré de no pedir su ayuda nunca más- afirmó Dumbledore.
-Si, lo sabemos señor- dijo Heimdall- bueno vámonos.
Una luz cegadora, volvió a inundar el despacho, y los tres dioses desaparecieron. Dejando a Dumbledore, pensando en la forma en que había actuado. El sabía que no había otra opción, pero darle un año a Harry, no sabía si eso era lo correcto. Caminó hasta su perchero, tomó su sombrero y su túnica para viajar y salió del despacho.
La noche caía en la calle de Privet Drive. Todo estaba oscuro, había diferentes automóviles aparcados en las aceras y una ráfaga de viento se sintió. Por la calle un hombre de barba plateada, alto, y refinado veía como había cambiado la calle, que hace casi 15 años había pasado por primera vez. Se recargó enfrente de la casa número 4. Dumbledore observa la ventana del segundo piso de la casa, tenía la luz encendida, y un chico se asomaba. Este chico era Harry Potter, Dumbledore lo conocía muy bien, recordaba a sus padres, y recordaba todos los momentos que el y sus amigos vivieron en Hogwarts. Recordó todo lo ocurrido al verano pasado el verano anterior. Y cuando tuvo que acudir a los dioses nórdicos. No sabía como tomaría la noticia Harry. Sabía que para poder hacer que Harry se fuera, tenía que decirle lo que estaba pasando entre Ron y Hermione, tenía que contarle que Ron y Hermione tenían una relación. No sabía como pero tenía que hacerlo, por su bien, tenía que hacerlo. Dumbledore se decidió a entrar, se acercó a la puerta y tocó. La puerta se abrió y apareció un señor regordete, parecía que no tenía cuello, tenía un bigote prominente, y se veía que los años ya habían pasado por el, este hombre era, Vernon Dursley. Al ver a Dumbledore en la puerta su expresión cambió por completo.
-¡¡Que demonios hace usted aquí!!- gritó el Tío Vernon.
-Gracias por la bienvenida- dijo Dumbledore- he venido a hablar con Harry.
-¡¡NO!!- volvió a decir el Tío Vernon- usted no le meterá ideas locas al chico.
-Primero, creo que sería correcto invitarme a pasar- dijo Dumbledore- y lo que le tengo que decir a Harry, le interesará saberlo.
Dicho esto Dumbledore apartó al tío Vernon de la entrada y entró en la casa. Al verlo, Dudley, corrió hacia la cocina por su madre. Petunia Dursley, salió de la cocina con Dudley a sus espaldas.
-¿Qué está pasando aquí?- fue lo único que pudo decir al ver a Dumbledore.
-Hola Petunia- dijo Dumbledore- le estaba preguntando a tu esposo si puedo ver a Harry.
-S…si si adelante.
Dumbledore miró a los tres Dursley, y subió las escaleras. Sabía cual era el cuarto de Harry, por que lo había visto en la ventana. Llegó hasta su puerta y tocó, nadie contestó y Dumbledore tomó la decisión de entrar y abrió la puerta. Lo siguiente que vio no le gustó nada: Harry se encontraba tirado en su cama, había ediciones del Profeta regadas por el suelo, tenía su baúl abierto y había plumas de lechuza por todas partes.
-Hola Harry- dijo Dumbledore, se sorprendía del estado en el cual se encontraba el muchacho.
Al escuchar la voz de Dumbledore, Harry se paró y volteó a verlo. El aspecto del muchacho era terrible, estaba pálido y se veía un poco más delgado. Tenía los ojos rojos del llanto, y unas ojeras que mostraban que no había dormido bien los últimos días. Su único momento de felicidad era cuando llegaba a su mente, Hermione Granger, su mejor amiga y su amor imposible.
-Hola profesor- dijo Harry, no sabía como reaccionar ante tan inesperada visita.
-¿Cómo te encuentras, Harry?- preguntó Dumbledore.
-Bien, profesor- dijo Harry fingiendo una sonrisa.
-Bueno, Harry, vengo a darte un par de noticias- dijo Dumbledore, mirando a Harry con tristeza.
Dumbledore no sabía como tomaría la noticia el muchacho. El decirle que tenía que salir de viaje, durante un año y dejar atrás a sus amigos. Y también se encontraba con ese problema, como hacer para que Harry dejara de tener contacto son sus amigos. Ellos, los cuáles habían ayudado a Harry en todos sus problemas, eran el mayor apoyo de Harry Potter y separarlo de ellos iba a ser muy difícil.
-Lo que sucede, Harry,- dijo Dumbledore- es lo siguiente: Voldemort se está volviendo cada vez más poderoso, y me vi obligado a pedir la ayuda de los dioses nórdicos y ellos llegaron a una conclusión.
Dumbledore no sabía como decirle que tenía que dejar todo para ir a un viaje donde tenía que encontrar la Piedra de la Soledad, y que tenía que dejar a sus amigos.
-¿Cuál fue la conclusión, Profesor?- preguntó Harry.
-Bueno, Harry, tendrás que hacer un viaje por Europa, dejando Hogwarts y a tus amigos por un año.
-Pero, ¿Por qué, profesor?- preguntó Harry, no sabía para que iba a hacer ese viaje y no le agradaba la idea de dejar a Hermione todo un año, sin saber que le pasaba en su ausencia.
-Verás, Harry, cuando Lord Voldemort era Tom Riddle, tenía una piedra que lo ayudaba a vivir con la soledad. La piedra es un objeto creado por el mismo Voldemort, y lo que hace es absorber todos tus momentos de soledad, provocando que en determinado momento te quedes solo y sin amor.- dijo Dumbledore.
-Pero, ¿para qué la necesitamos, profesor?- preguntó Harry.
-Verás, la piedra absorbió todos los momentos y recuerdos donde Voldemort se encontraba solo, faltándole amor. Necesitamos esa información, para saber exactamente que fue lo que le pasó a Voldemort a través del tiempo, que hizo que este se volviera un ser maligno. Lo necesitamos para poder pensar como el y así acabar con el.- dijo Dumbledore.
-Pero, ¿y mis amigos?, ¿Cómo los voy a dejar?- preguntó Harry.
Este era el punto donde Dumbledore tenía que actuar, era el punto al cuál el más temía. Tener que separar a Harry de sus amigos.
-Harry, piensa un poco, el asunto del Ministerio está muy reciente, no sabemos como reaccionarían si les dijeras que te acompañaran en este viaje.- dijo Dumbledore, no le gustaba la idea de separarlo de sus amigos pero sabía que solo así Harry iría solo al viaje.
Harry pensaba en las últimas palabras que había dicho su profesor, Dumbledore tenía razón. Después de lo de ministerio, la muerte de Sirius y la profecía, no podría soportar la muerte de alguien más y menos de sus amigos, en especial la de Hermione.
-Tiene razón, profesor, pero ¿Qué pasará con mis estudios?.
-De eso no te preocupes, Harry, si recuperas la Piedra, me encargaré de que el Ministerio te tomé en cuenta esta tarea como si fuera un año más en Hogwarts.
Dumbledore miró su reloj y se dio cuenta de que ya había pasado la medianoche. Se levantó de la cama y vio al muchacho. Harry tenía su vista clavada en el piso, no sabía si esto era lo mejor pero siempre había confiado en Dumbledore y este era el momento de hacer lo que el le aconsejara.
-Bueno, Harry, mañana te mandaré una carta diciéndote a donde tienes que ir y que hacer ahí.- dijo Dumbledore- ¿te quieres despedir de tus amigos?.
-No- dijo Harry, esto dejo impresionado a Dumbledore- prefiero que no se enteren, quiero que sientan que ya me olvidé de ellos, así no serán blanco de Voldemort.
-¿Estas seguro de esto Harry?- preguntó Dumbledore.
-Si, profesor, si me separó de ellos Voldemort creerá que ya no me interesan y no hará nada contra ellos en mi ausencia.
-Esta bien, Harry, se hará como tú digas- dijo Dumbledore- ten cuidado en tu viaje, muchacho, nos mantendremos en contacto.
Dicho esto, Dumbledore salió del cuarto para hablar con los Dursley, dejando a un Harry, tiste y lleno de preguntas sin respuesta.
