Eric Delko sonreía. Se sentía bien. Quizás debería sentirse mal, pero se sentía bien. Era como un calor en el pecho que se extendía al resto de su cuerpo. Un cosquilleo en el estómago…
Aquello no había empezado de pronto. De hecho, cuando anunciaron el reemplazo de su fallecido amigo, al principio no le hizo ninguna gracia. No era nada personal, simplemente sabía que le iba a resultar extraño ver que alguien ocupaba su puesto en el trabajo. Le echaba mucho de menos. Pero el chico nuevo resultó ser Ryan Wolfe, un joven patrullero que aspiraba a más y que había conseguido ganarse el puesto. Al principio se mostraba muy serio con todo el mundo. Era obvio que sabía dónde estaba y quería ganarse el respeto de todos los demás. Con él en concreto, el chico se esforzaba en demostrar su valía al máximo.
Poco a poco, habían ido descubriendo en él no sólo a un C.S.I realmente competente, sino también a un chico bromista y de sonrisa fácil. Incluso Alexx, que al principio se había mostrado reacia, le había cogido cariño. Todos estaban contentos con él, aunque a veces cometiera los fallos típicos de un novato.
Pero para Eric era distinto.
Aquello que sentía en su presencia, aquello que sentía cada vez que le miraba, era un sentimiento que ya conocía y a la vez uno nuevo. Algo que no sabía decir exactamente lo que era, pero le revolvía las entrañas y no en el mal sentido. Había tardado tiempo en darse cuenta y ni siquiera estaba muy seguro, pero todo apuntaba a que le gustaba su compañero. Al principio se limitó a disfrutar de la sensación pensando que sería algo pasajero. Los químicos que aquella situación hacía liberar a su cerebro le mantenían al mismo tiempo atento y en las nubes. Era agradable. Se paró a pensarlo un par de veces y ni siquiera creía que se tratase de atracción sexual, lo cual era un alivio para él. Lo que sentía era "algo raro", sin más.
Procuraba no tratar a Wolfe de manera distinta al resto, pero a veces se sorprendía a sí mismo sonriendo como un idiota mientras hablaba con él o siendo excesivamente amable. Ciertos comportamientos del chico dejaban ver la poca experiencia que tenía en aquel campo, sobre todo a nivel psicológico, y aquello le enternecía un poco. Por ejemplo, Calleigh le había dicho que le sorprendió en la sala de autopsias un día, solo, mirando con rostro inexpresivo el cuerpo sin vida de una chica de 18 años. Ryan le dijo a su compañera que se le hacía raro y le impresionaba un poco, que no estaba acostumbrado ya que todo lo que había hecho hasta hacía poco consistía en dirigir el tráfico.
Eric recordaba haberse sentido igual al principio cuando ingresó en el CSI y le entendía. Por eso, poco después, durante un caso bastante raro, cuando Wolfe les buscó a Calleigh y a él para que fueran a la sala de autopsias, éstos compartieron una mirada de complicidad.
—Ve tú —dijo la chica.
No vio la cara del novato, pues estaba de espaldas a él, pero por su tono de voz pudo intuir que aquello no le hacía mucha gracia.
—¿A la autopsia? —balbuceó.
—Sí, a la autopsia —añadió el moreno girándose —. ¿Tienes miedo?
—No, en absoluto. Iré. Gracias, chicos.
Wolfe abandonó la habitación dejándoles solos. Delko se frotó la cabeza aguantando una risa tonta y algo maliciosa.
—Traumatismo craneal, ¿no?
—Ajá.
Lo que se hacía en aquellos casos era hervir la cabeza para retirar cualquier tejido excepto el óseo y así estudiar las hendiduras en el cráneo. Era fuerte de ver, pero Wolfe tenía que superar aquel tipo de cosas. Después de todo, ahora trabajaba ahí. Intentó decirse a sí mismo que no le hacía gracia, pero imaginó el rostro del pobre muchacho acojonado perdido y se le dibujó una sonrisa maliciosa en los labios. Sí que daba algo de pena, pero era necesario. En cuanto acabase la autopsia iría a verle, se dijo.
Cuando fue a su encuentro, Ryan Wolfe estaba escribiendo en su ordenador. A su alrededor yacían una serie de herramientas y cabezas de yeso con las que debía haber estado haciendo pruebas.
—¿Qué? ¿Qué tal ha ido la autopsia? —preguntó en tono algo socarrón. Wolfe levantó la vista del teclado con el ceño fruncido y le miró.
—Me las he apañado. ¿Quién te hizo a ti la novatada? —al decir esto último su expresión se relajó.
—Speedle. Una mujer sin cabeza. Yo también me asusté un poco.
Dijo esto sonriendo de medio lado y el chico le devolvió la sonrisa tímidamente. Volvió a clavar la vista en su ordenador, aún con aquella media sonrisa surcando su rostro.
—Y… ¿qué fue lo que mató a la víctima?
—Basándome en la pintura de sus brazos y en las mediciones que he tomado —clavó en él sus ojos verdes—, una llave para ruedas.
Eric asintió.
—Bueno, ya sabemos lo que buscamos. Bien hecho.
Dicho esto, se dio la vuelta y se fue dejando a Ryan solo en la habitación. Mientras salía sintió los ojos del menor clavados en su espalda. Llevaba una sonrisa en los labios y algo de nostalgia en el pecho por haberse acordado de Speed. Y sabía que deseaba haberse quedado más rato con Wolfe.
Efectivamente, el novato estaba en lo cierto. El crimen se resolvió sin más complicación que cualquier otro y volvió a felicitar a Wolfe por su buen trabajo.
Durante las siguientes semanas Horatio les puso juntos en la resolución de un par de casos y tuvo oportunidad de conocerle un poco más. Ryan era algo maniático y obsesivo del orden. Le decía cariñosamente que tenía una "mente retorcida". Se llevaban bien en el trabajo y estaba deseando conocerle fuera de aquel ambiente, así que le invitó a salir juntos una noche cando tuvieran tiempo. Con Calleigh, por supuesto. Estaba deseando que llegase ese momento.
