Hola!
Esta es una historia que estoy escribiendo para ustedes, lindos lectores...
Espero que sea de su agrado... Es mi primera historia de Soul Eater...
Claro, los personajes son obra de Atsushi Ohkubo...
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...IN VENERE VERITAS...
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I. PRELUDE: NIGHT AFTER NIGHT
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Una y otra vez… Me pierdo otra vez
Noche tras noche… Me despierto temblando porque mi mundo se está rompiendo
Soy tan tonto como para caer de nuevo
Noche tras noche… me despierto llorando porque me siento morir
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En mi joven vida, hay ciertas cosas que aún no comprendo, cosas que no digiero todavía. Pretendo que todo está bien, pero algo me dice que no es así.
Soy un adolescente, cómo cualquier otro. Todos llegamos a tener problemas existenciales en algún momento, creo yo. Pero lo que me ocurre a mí, creo que es diferente…
Ojalá y todo fuera un capricho de mi disparatada mente, que me hace sentir tan fuera de lugar, tan retraído, y de cierta forma, propicia algo de locura en mis pensamientos.
Es como una coraza que impide que algo fuera de mi control, me llegue a afectar. Eso es muy reconfortante.
Sin embargo…
Hay una sensación inexplicable, tan indescifrable, que me hacer recordar lo frágil que puedo llegar a ser y en ciertos momentos, en especial por las noches, es cuando me siento de lo más extraño.
En ocasiones, me he puesto a pensar porqué soy tan frío y estoico...
¿Me hago el tonto?
Quizás si lo sepa después de todo.
Eso no es tan cool.
Me pregunto a veces si de verdad estoy vivo.
Mi hermano insiste en que es una ridiculez indagar con algo así.
-¡Claro que estás con vida, imbesil!-
Me diría.
Por otra parte, mi vida ha sido "fácil", por así decirlo. Soy de familia acomodada, nunca me ha faltado nada material, de apellido ilustre y antiguo, me considero afortunado respecto a eso…
Aunque ciertas veces lo veo como una maldición.
Mi padre es… ¿cómo decirlo? Sin sonar tan burdo, claro.
Es una persona muy ocupada. Él es abogado, quien dirige un buffet muy exitoso, creo yo.
En cambio, mi madre…
Ella… No lo sé… No hablo de ella con claridad.
Qué cobarde…
Creo que mi hermano mayor, es el único que se pasa mucho tiempo en la casa, es todo un chico universitario que toca apasionadamente el violín, aunque es muy reservado para mi gusto. Creo que se preocupa demasiado por mi futuro y esas cosas. Se ha tomado el papel de padre sustituto muy en serio, quizás ante la ausencia de ellos.
¿Sentimiento de culpa, acaso?
En cambio yo, casi siempre tengo una actitud cool -indiferente, diría mi psicóloga- ante las situaciones cotidianas y mi sarcasmo me "ayuda" a superar las cuestiones de ves en cuando problemáticas… Mi hermano dice que debería de tomarme más formalmente la vida, que esta no es color rosa todo el tiempo...
A mí nunca me ha parecido rosa… Más bien, gris.
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Una brisa gélida que calaba hasta los huesos, le hizo despabilarse. Al darse cuenta de dónde estaba, empezó a caminar sin un rumbo aparente. La neblina tan espesa y grisácea, cubría todo el panorama, sin dejar rastro de visibilidad; aunque eso no parecía ser obstáculo para él. De cierta forma, conocía el camino hacía su destino.
Fue cuando divisó una enorme casa, de apariencia antigua, carente de color y con una pinta de caerse en cualquier momento. Lucía lo suficientemente tenebrosa como para abandonar cualquier intento de acercarse a ella, sin embargo, él desistió de ese deseo, muy en contra de su buen juicio.
La reja pareció abrirse ante su presencia, dándole acceso total al sendero de piedra que conducía a la puerta de aquella casucha. Al llegar a esta, tan sólo con un simple empujón, se abrió de par en par, acompañado con un crujido infernal.
Fue fácil divisar unas enormes escaleras en el centro del vestíbulo, el cuál atravesó, y sin más, empezó a escalarlas con suma lentitud, demasiada para su gusto. Se sorprendió a sí mismo con la automaticidad de sus movimientos, como si fuera algo se todos los días hacer el mismo trayecto. Al llegar al piso superior, viró a su derecha, donde se distribuía un pasillo oscuro y continuó su desconocida ruta. De nuevo, al final de dicho pasadizo, había escaleras, de un tramo más corto que las anteriores. Y con la misma cautela, las subió.
Se topó con una enorme puerta, muy peculiar…
Y de extraña familiaridad. Era de un color carmesí, tanto vieja como corroída. A diferencia de la anterior, esta no cedió a su toque. Parecía que tenía que abrirla con sus propias manos.
Pero algo lo hizo dudar a hacerlo. Titubeante, sujetó la perilla y antes de poder girarla, un motón de sensaciones le apretó las entrañas.
Desesperación, dolor, miedo, coraje, eran algunas de las cosas que sentía y lo peor, es que también imágenes bizarras y distorsionadas que no lograba comprender, pasaban muy rápido por su mente. Una fuerza le impedía soltar la perilla, que parecía provocar todo aquello. Y tras un enorme esfuerzo, hizo girarla, empujando dicha puerta con suma torpeza, lo que provocó la desaparición de aquellas alucinaciones perturbadoras. Al mirar con atención, y con la respiración agitada, observó que la habitación era un simple ático, con las típicas cajas polvorientas y contaba con una ventana circular, donde podía ver a una luna tan blanca, como la nieve.
De repente, se posó una silueta esbelta en frente de él. No le podía ver la cara, pero no le resultó difícil en pensar que se trataba de una mujer, ya que su pronunciada cintura y su largo cabello, la delataban.
Ella dio un paso hacía adelante, luego dio otro. Estaba peligrosamente muy cerca de él. Pero fue más extraño aún que aquel ente lo abrazara…
Él, casi de formo robótica, correspondió el gesto, que de alguna manera desbordaba una calidez insólitamente añeja. A pesar de la agradable sensación que le provocaba, había algo que no encajaba. Comenzó a dudar de aquel agarre y tratándose de zafar, se escuchó el rechinar de la puerta carmesí. Era un sonido tan horripilante, que lo hizo presa del pánico. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano al intentar liberarse de esos brazos. Su miedo aumentó y otra vez, lo asaltaron las emociones e imágenes de hace rato.
Llegó a un punto donde no resistiría más, era tan abrumador, doloroso que cerró sus ojos en un intento de aminorar el daño.
Mientras tanto, la mujer le susurraba cosas al oído, las cuales no lograba comprender. Todo daba vueltas, mareándolo y haciendo más limitado su control emocional. Gritó con todas sus fuerzas, no obstante, él ni siquiera logró escuchar su propio lamento.
Finalmente, las palabras tomaron sentido.
Encuéntrate conmigo…
Encuéntrate conmigo…
-Encuéntrate conmigo…
En la muerte…-
-¡No!-
Se sobresaltó de repente, temblando y con una respiración de furiosa velocidad. Tenía la nuca y la frente tan húmedas de sudor, como si hubiera corrido mil kilómetros. Frotó con ambas manos sus ojos, tratando así de alejar los recuerdos de aquel sueño tormentoso.
Sin embargo, sintió algo húmedo en algunas partes de sus dedos, y fue cuando notó el rastro salado por sus mejillas que se coló hasta la barbilla.
-¿Lágrimas?-
Tonterías…
De cierta forma, fue tranquilizador el encontrarse en su dormitorio. Se incorporó un poco y miró su reloj: faltaban sólo 10 minutos para las 6 de la mañana.
-Mierda…Y es lunes-
Ya no valía la pena dormir. Pronto sonaría la odiosa alarma, que le indicaba otro día más. Tendría que salir de su acogedora cama para dirigirse a su escuela.
No obstante, tendría que darse un baño primero. Y claro, desayunar algún bocado.
Ya hecho lo primero, salió de su habitación. Bajó a la cocina, y se encontró con su hermano quien desayunaba algo de cereal con leche, en una mesa en el centro de dicha habitación.
A un lado, había otra ración de cereal, acompañado de un vaso de leche. Últimamente ese tipo de atenciones, se habían tornado un poco molestas.
-Supongo que eso es para mí- Dijo con algo de duda.
-Obvio…-
Tomó asiento y se dispuso a devorar su comida. Él no acostumbraba a disfrutar su comida, así que la masticaba salvajemente e iba directo a su garganta y de ahí…
Nah. No lo sé.
Observó que su hermano leía el periódico. Tenía el semblante serio, como casi siempre.
Al igual que él, su hermano tenía el cabello platinado, también la misma piel apiñonada. ¡Ah! Y cómo olvidar ese tono de color en las pupilas, de color rojo, tan vivo como sangre recién salida de una herida.
Pero…
Había algo diferente en ellos. Dejando a un lado la aparente diferencia de edad y la incongruencia de sus personalidades, existía una enorme discrepancia: Esa mirada… Seca, profunda y triste…
Era… Era…
Cómo la de papá…
-¡Hey! ¿¡Soul!-
-¿Qué pasa?- contestó sacándolo de sus pensamientos.
-¿Qué tanto me miras?- preguntó con cierta curiosidad.
Soul, presa de la pena, giró su rostro, evitando así que su hermano viera el sonrojo en sus mejillas.
-N-nada…-
-Está bien…- respondió no muy convencido –Creo que ya es un poco tarde. Nos vemos en la noche- se retiró de la cocina.
-Adiós, Wes- fue un susurro apenas audible.
Pasos un poco apresurados y el abrir y cerrar de la puerta de la entrada principal, fue el aviso de despedida de Wes.
El menor escuchó cómo el deportivo del mayor arrancaba, el crujir de las llantas con el pavimento fue haciendo cada vez más lejano.
Miró su reloj de mano y supo que también era momento de marcharse. El metro era confiable, al menos la mayoría de las veces. Tomó su mochila de color gris, sus llaves y así salió de su "dulce" hogar.
Qué sarcástico soy.
La entrada al metro se encontraba a unas cuantas cuadras, gracias a la ubicación céntrica de su casa.
Ya en el andén, encendió su MP3 con auriculares. Depositó cada uno en la correspondiente oreja y seleccionó una de las tantas listas de reproducción que tenía. La canción comenzó a retumbar en sus tímpanos.
Time to Burn – The Rasmus
Fear of the dark tears me apart.
Won't leave me alone
And time keeps running out.
Just one more life, I'm so sick and tired
Of singing the blues, I should turn my life around.
Tell me why I do feel this way.
All my life I've been standing on the borderline.
Too many bridges burned.
Too many lies I've heard.
I had a life but I can't go back.
I can't do that; it will never be the same again.
And I know I don't
Have any time to burn.
They follow me home, disturbing my sleep.
But I'll find a place, place where they cannot find me.
Maybe I'm lost, and maybe I'm scared.
But too many times I've closed the doors behind me… ~
Comenzó divagar de nuevo, pensando en aquel sueño que tenía casi todas las noches. Al final de cuentas, sería nuevo material para Marie.
El micrófono anunció la pronta llegada del metro de la ruta trece. La que va al Shibusen.
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-¡Hola Soul!- saludó una voz muy animada de repente.
-Hola…- respondió mientras se pausaba la música que escuchaba.
-¿Listo para la escuela?- preguntó aún más animada e su tono –Yo sí…-
Qué emoción.
-No del todo…- su voz definitivamente apoyaba las palabras recién dichas –No tuve una buena noche y…-
-¡No me digas! Tuviste alguna pesadilla- fue interrumpido.
-Una horrible…- susurró más para sí.
-¿Y de qué se trataba?- inquirió.
La conversación se había convertido, casi, en un interrogatorio. Tenía que cortar ese ciclo de pregunta respuesta a la de ya.
-¿Sabes? – Trataba de elegir las palabras adecuadas –Prefiero no hablar de eso, Tsubaki…-
Hubo silencio.
No supo si fue demasiado cortante en su frase.
-L-lo siento, no era mi intención…- dijo la chica agachando la mirada –No quise ofenderte de esa manera Soul-
-¡Valla! No te lo tomes así- dijo pasando una mano sobre su blanquecino cabello –Es sólo que no quiero hablar de eso.
Demonios, eres demasiado…Considerada.
-¡Oh! Menos mal- volvió a verlo a los ojos -¿P-puedo darte un abrazo?-
Esa pregunta cayó como un balde de agua fría.
Esta vez, el peliblanco, ni pudo negarse.
Tsubaki lo estrechó con fuerza, haciéndole tronar los huesos de la espalda. Soul apenas le rozó el cuerpo. No era alguien muy afectivo que digamos. Mucho menos si se trataba de mujeres.
Habían olvidado un pequeño detalle: Al abrirse las puertas en la antepenúltima estación antes de llegar a su destino, cierto chico entró y vio la escena con mucha intriga. Prefirió no interrumpir.
El de cabellos blancos decidió acabar con ese agarre. De cierta manera, eso le hizo recordar…
Aunque definitivamente su amiga no inspiraba esa sensación. Ella era alguien muy dulce y complaciente con todo aquel que fuera digno de su confianza. Era una chica alta, de tez blanca, largo cabello negro con bonitos ojos azules.
Y qué decir de esa delantera…
Pervertido.
-Oye, Tsubaki…- murmuró el de ojos rubíes, mirando el paisaje urbano.
-¿Qué pasa Soul?-
-Ya pasamos la Estación Koromón, ¿No?- preguntó con cierto aire misterioso.
-Si, ¿Por?- dijo ella si aún entender.
-No subió el tarado de ya sabes quién-
No es que importe demasiado, ¿verdad?
La pelinegra se dio cuenta a qué se refería.
-Seguramente se le habrá hecho tarde- contestó restándole importancia, mientras se acomodaba su coleta –Ojalá y no se le haga tarde.-
Soul no respondió. La chica tomó su silencio como un "si".
-Siguiente parada: Shibusen- recordó la voz cantora proveniente de la bocina.
-¡Al fin llegamos!- Dijo feliz la chica.
-Apasionante…-
Tsubaki, divertida ante la negativa de su compañero, lo empujó para poder salir a tiempo del metro.
En cambio Soul, sintió un poco de alegría. Su compañera pudo ver un intento de sonrisa en el rostro del peliblanco.
Sin embargo, la escena se interrumpió por un carraspeo, en un intento de llamar la atención.
Ella fue la primera en voltear.
-¡Black Star!- señaló la chica.
Corrió a abrazarlo, como todas las mañanas. Pero el mencionado, no correspondió el abrazo.
Por otra parte, los dos chicos se miraron de una forma extraña. Era como una especie de duelo. Haber quien de los dos se decodificaría primero.
La pelinegra no entendió la frialdad de su recién llegado amigo. Él no era así. ¿Acaso había hecho algo malo?
-Vamos, Tsubaki, es hora de clases- acabó por decir el ofendido.
Ella le siguió, a unos cuantos pasos detrás de él.
-Hablaremos después…- le susurró a Soul, cuando pasó junto a él, casi rozándole el hombro.
El albino les siguió con la mirada, hasta perderse en los en uno de los edificios de la Escuela.
Simplemente, no lo comprendo.
El timbre sonó, avisando que las clases habían empezado.
-Si, ya es hora…-
Decidió terminar con la pausa musical que había provocado su amiga.
Caminó hasta lo que sería su primera clase: la de Anatomía.
-Cómo detesto a ese profesor…- murmuró.
-¿A quién detestas?- le susurró una voz muy cantarina. Le puso la piel de gallina -¿Eh, Soul? ¿A quién?-
Viró su cabeza hasta el origen del aquel siniestro saludo y se sintió avergonzado al saber quién era.
-Patty…- pronunció su nombre son desilusión.
-Mi hermana ya está en el aula, ¡Hay que apurarnos!- Infantilmente, jaló de la camiseta al peliblanco -¡Vamos!-
Mierda, me estoy rodeando de entusiastas empedernidos…
Llegaron al salón y Patty se situó al lado de su hermana. Por su parte, Soul, buscó un asiento vacío. Había dos terribles posibilidades, puesto que los asientos de hasta atrás ya estaban ocupados: A un lado de Patty, lo cuál sería insoportable para él o, estaba un asiento desocupado hasta adelante, lo cuál sería un suplicio para sus nervios.
Optó por la última opción. Pero el tan sólo pensar en Stein…
Maldito obsesionado con las disecciones.
No obstante, algo había de diferente aquella mañana. Todo fue cuestión de que el profesor no entrara sentado en su típica silla de rueditas, impulsándose con los pies.
Entró caminando. Dejó su lista en el escritorio y miró hacía la puerta, haciéndole señas a alguien.
Los murmullos del salón cesaron ante la entrada de una desconocida. La mirada de Soul, la acosaba, como un tiburón que mira a su presa.
-Alumnos: Sé que esto es algo inusual, especialmente a mitad del curso, pero hicimos una excepción con esta destacad jovencita- la miró, y continuó- Quiero que le hagan sentirse cómoda y es hora de que te presentes…-le cedió la palabra.
El de los ojos rojizos, simplemente no podía apartar la mirada. Esto era muy obvio para la chica parada enfrente de la clase, cosa que no la tranquilizó.
-Y-yo me llamo Maka, Maka Albarn…- pronunció un poco ruborizada.
Soul, inconscientemente, apretó los puños. Desvió la vista y se le tensó la mandíbula.
Esos ojos…
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Mmm, esto se pone interesante, no creen?
No sé cómo definir este fic, me refiero a que si será una historia complicada y masoquista o, no tanto... jajaja xD
No sé, haber qué pasa...
Tomates? Escupitajos? Rosas?
Jajaja lo que sea será de mi agrado.
La canción de un principio, es de The Rasmus... :D
