Aclaratoria: Esta historia está ambientada en un mundo shifters y tal vez otras criaturas sobrenaturales. Cada capítulo estará narrado por un personaje distinto y que tendrá igual protagonismo.

Advertencia: Lenguaje y escenas subidas de tono, violencia y lemmon


Capítulo 1

Algo empezaba a despertar en mí, mi sangre hervía mientras veía como él tomaba a Nell violentamente de su largo cabello y la hacía verlo al rostro mientras tenía esa maldita sonrisa enferma. No llevaba ni veinticuatro horas de haber regresado a la manada y ya quería sacarle la mierda al bastardo.

Uryu me sostenía un hombro pero la fuerza que aplicaba parecía ser, no tanto para detenerme a mí sino así mismo, ninguno de los dos podía desafiar a aquel tipo, hablábamos de nuestro alfa. Pero el maldito cada vez me estaba orillando más a hacerlo.

No llevaba ni más de cinco años siendo el alfa de nuestra manada y ya en ese lapso había causado todo el daño posible, la había diezmado. Había asesinado y exiliado a todo aquel que podía significar un rival para él, solo quedaban algunas mujeres, niños y ancianos. Jóvenes luchadores solo éramos ocho sin contar a los malditos centinelas y al beta que solo eran la misma basura que el alfa.

—¿Por qué te resiste, Nelliel? —comentó el maldito dándole esa sonrisa cínica que lo caracterizaba.

Nell lo vio desafiante, había que darle crédito, la mayoría había estado tan asustada que habían cedido o había ya empezado a rogar que no lo hiciera, él había abusado tanto de las mujeres de ese lugar que muchas ya habían optado hasta por el suicidio. Nell había logrado mantenerse fuera de su radar hasta esta noche, un logro inmenso. La chica era atractiva como el infierno, con ese rostro inocente pero con una personalidad tan vibrante, había hecho un gran trabajo al mantenerse bajo perfil y entendía las razones, debía proteger a alguien.

La conocía desde prácticamente haber nacido, habíamos crecido juntos como la mayoría de los jóvenes que quedamos. Sabía que ella no cedería aunque eso significaba la muerte, podía ver en sus ojos que ya se estaba preparando, Nell no iba a darle el gusto.

—Créeme maldito, primero muerta que pertenecerte —El primer golpe llegó, enviándola unos metros lejos, el maldito ni se contenía.

Ella no era una guerrera pero tampoco era alguien indefenso, podría no tener el título pero la fuerza la tenía, había entrenado con ella y recibido unos cuantos de sus golpes, no eran débiles. Aunque era imposible que le ganara a el alfa, el bastardo tenía muchos años de entrenamiento, por algo seguía siendo el alfa, además de su ansias de poder, dominio y sangre.

—Tendrás que matarme, Yhwach. No tendrás mi cuerpo —Le dijo llena de ira mientras se ponía de pie. Di un paso adelante pero Uryu me siguió impidiendo el paso, si intercedía significaba mi muerte y la de ella, pero mis manos picaban por golpear al maldito.

—Seré una perdida, preciosa —El alfa se acercó con intenciones de acariciar el rostro de ella pero esta solo sacó sus garras y rasguñó su rostro.

Soltó un alarido por el dolor pero su ira pareció acrecentarse, tomó el cabello de ella arrastrándola por toda la zona de entrenamiento. Estaba tan enfermo que nos hacía ver estos grotescos espectáculos para demostrar que él tenía el poder. Nell luchaba contra él pero no la soltaba. Cuando por fin se dignó hacerlo, ella con sus últimas fuerzas, cambió.

Una hermosa loba de pelaje cenizo apareció, apenas podía estar en pie pero aquel hecho solo era su sentencia su muerte. Cambiar frente al líder y mantenerte de pie sin mostrar respeto era un desafío. Un gruñido ensordecedor salió de lo profundo del pecho del alfa haciendo que la mayoría se encogiera, cambió sin previo aviso y saltó sobre Nell. A ella no le dio tiempo esquivar y un sonido horrible se escuchó.

Mi sangre llegó a un punto de ebullición, no había vuelta atrás, no podía seguir presenciando aquello. Uryu no pudo seguir reteniéndome, me solté y salté al campo de entrenamiento cambiando al mismo tiempo. Mi visión se tornó roja y mis sentidos se incrementaron, todo se volvió instintivo, solo deseaba golpearlo, desgarrarlo, probar su sangre y acabar con su existencia.

Él giró con rapidez y me enfrentó, era fuerte y me hería cada vez que tenía la oportunidad pero mi ira y deseos de matarlo eran más grande. Mi adrenalina estaba disparada y lo único que yo pensaba era matar, matar y matar. No sentía dolor ni cansancio, solo quería acabar con su maldita vida y enviarlo al mismísimo infierno.

No supe cuánto pasó hasta que él dejó de moverse.

Cuando entre en razón solo podía ver una masa sangrienta frente a mí, lo había dejado prácticamente irreconocible. En mi boca aún estaba su sangre y por primera vez en cinco años pude sentirme libre, no tenía que doblegarme nunca más frente al bastardo, los meses de entrenamiento fuera de este infierno me había ayudado a enfrentarlo.

El maldito me había enviado a una misión casi imposible de lograr por haberlo desafiado en una reunión un año atrás, lo que no sabía es que había firmado su sentencia de muerte. Aquella misión me había hecho más fuerte y a todos los que envió conmigo, nos había dado la fuerza necesaria para vencerlo.

Cambié, el viento frío azotó mi piel desnuda, aquello solo hizo darme cuenta de mis heridas, tenía demasiadas pero la adrenalina aún no había dejado mi cuerpo por lo que el dolor era poco. Todos los presentes salieron del shock, se tiraron al suelo y mostraron su cuello hacia mí en señal de sumisión. Algo que no había estado en mis planes era el convertirme en el alfa pero había valido la maldita pena si así éramos libre del bastardo.

—Saquen a esta mierda de aquí, lo quiero fuera de mi territorio —Busqué con mi mirada a su beta y centinelas. Eran tan cobardes que mientras le pateaba el culo a su líder huyeron—. Quiero un perímetro con los que puedan alrededor de la manada, esos malditos no se quedaran tranquilos.

—Sí, alfa —Todos respondieron al unísono, la mayoría de los jóvenes obedecieron mi orden.

Esto era nuevo para mí, me hacía sentir poder pero a la misma vez un gran peso, nunca me había visto a mí mismo como un líder. Volví mi vista a loba herida en una esquina del campo de entrenamiento, a pesar de estar en su forma shifter no parecía haber mejorado ni un poco sus heridas, nuestra sangre no parecía estar haciendo su trabajo. Algo estaba mal.

—Necesito que alguien vaya a la manada del oeste y solicite a su médico —Vi la sorpresa en sus rostros ante mi pedido.

No era normal que un alfa pida ayuda a otro, era mal visto pero yo iba acabar con esa mierda, necesitaba uno en este momento, Nell no iba a morir por esas estupideces.

—Pero alfa…—intentó hablar uno de los viejos lobos.

—No me interesan las malditas tradiciones, toda esa mierda ha sido la causa del declive de nuestra manada, así que vayan olvidado que seguiré esa porquerías. Esta manada será llevada al siglo veintiuno y si alguien está en contra pueden irse con los cobardes que abandonaron a su líder, y con ellos crear su propia manada —Ellos no se vieron felices por mis palabras pero asintieron.

—Sí, alfa

—Ichigo, yo iré

Una mujer se puso de pie, sabía que ella se ofrecería, Rangiku Matsumoto era muy cercana a Nell y siempre se había comportado como la hermana mayor de todos nosotros, a pesar de solo tener unos pocos años más.

—No puedes ir sola. Chad e Hisagi te acompañarán —Los dos chicos se levantaron, era dos de los mejores hombres que en este momento teníamos, sabía que era una buena protección para la chica, aunque era probable que no la necesitara, podía defenderse muy bien—. Una vez en la manada, pidan ver al beta Kyoraku y díganle que yo le estoy pidiendo ese favor que me debía.

Los tres inclinaron su cabeza y se lanzaron al bosque, era mejor que corrieran en su forma lobo que ir en un vehículo, necesitaban rapidez. La manada del oeste no estaba tan cercana a la nuestra y si iban en vehículo tendrían que atravesar la ciudad, estaba atardeciendo pero la ciudad de Karakura parecía nunca dormir, siempre había tráfico. Sería más rápido como lobos, aun si por esa razón tuviera que rodear la ciudad.

—¿Dónde esta Orihime?

Frente a mí solo habían quedado unos cuantos ancianos, y unas pocas mujeres, nuestra manada era extremadamente pequeña en este momento, eso era un gran problema. Sentía la mirada fija de los ancianos, parecían tener aún la intención de convencerme pero eso no pasaría.

—Está en La Casa —respondió uno de ellos.

Levanté a Nell, mi cuerpo se quejó por el peso adicional, ya empezaba a sentir mi cansancio y dolor pero debía llevar a Nell dentro.

La Casa, era un gran complejo de casas construida en madera que servía como guarida de la manada, era inmenso y todo estaba conectado. Contenía un gran salón, una inmensa cocina, una gran variedad de habitaciones, una biblioteca, la oficina del alfa y algunas habitaciones de esparcimiento. Estaba oculta en lo profundo del bosque, nuestra manada siempre había estado en esta zona, por lo que pasaba desapercibido de los humanos.

Entré con la loba en brazos a la habitación que le pertenecía, Orihime había estado viendo por la ventana. Cuando se giró supe que ella nos había estado esperando, probablemente había observado todo desde ese lugar. La pelirroja no era como nosotros por lo que muchas veces era excluida de los rituales, aquello en los últimos cinco años había sido un beneficio y la había mantenido segura.

Orihime es humana, había sido encontrada cuando ella tenía seis años en los límites de nuestro territorio. Desorientada, sucia, golpeada y sin ser capaz de articular alguna palabra. El alfa de aquel momento había decidido que podía permanecer en la manada y mi madre se comprometió a cuidarla.

La primera vez que vi esos grandes ojos inocentes y grises, me prometí cuidarla y todo aquel que estuvo en contacto con ella y conoció su dulce personalidad pareció tomar la misma decisión. Orihime era el pequeño tesoro de nuestra manada.

Dejé a Nell en la cama y ella se apresuró a examinar sus heridas. No contábamos con un médico desde la muerte de mi madre y el exilio del padre de Uryu, pero ellos le habían enseñado a Orihime algunas cosas. Parecía haber algo mal porque el rostro de la pelirroja se tornó aún más tenso.

—Ichigo, esto no se ve bien. No hay muestra de comienzo cicatrización —comentó, ya yo lo sabía pero quería que ella que estaba acostumbrada a ver nuestras heridas de forma regular, lo confirmara.

—He enviado por el médico de la manada del oeste

—¿Unohana? —Su preocupación fue un momento remplazada por la emoción.

La mujer que era el medico reconocido entre nosotros, en el pasado ella había pertenecido a la nuestra manada. Unos cuantos años atrás encontró a su pareja y abandonó este lugar cuando no quisieron aceptarlo, otra vez por las malditas tradiciones. "Ningún lobo de nuestra manada debe emparejarse con alguien fuera de esta". Como si decidiéramos nuestros destinos. Malditos viejos obtusos.

—Sí

—Entonces ella se pondrá bien —Orihime sonrió con dulzura mientras vendaba con delicadeza la herida de Nell. Al acabar, giró a verme—. Debes cambiar, estas lastimado, yo me quedo con ella

Asentí y salí de la habitación, sonreí, ella se había vuelto una mujer muy hermosa y un poco más madura, no la había podido ver desde que había regresado. Definitivamente había crecido, los humanos eran más rápidos en ese aspecto, había podido verla crecer sin yo tener muchos cambios desde que la conocí.

Los shifters teníamos un lento crecimiento, vivíamos más. Yo podía tener la apariencia de un joven humano pero para nuestra manada apenas había dejado de ser un lobezno a pesar de tener veinticinco años de vida.

—Alfa…—Uno de los ancianos me sacó de mis pensamientos mientras bajaba las escaleras, venía detrás de mí junto a otros dos.

—Creo que deje en claro que no me interesaba una mierda lo…

—No creo que sea lo mejor para nuestra manada

—¿Y qué es lo mejor según tú? Permitir que Nell muera por no querer dejar entrar a nuestro territorio a una loba, que era de las nuestras, por estar emparejada con alguien de otra manada. ¿O tal vez lo mejor sea conspirar con un bastardo con ansias de poder por que el alfa tenga intenciones de hacer algún cambio en nuestro modo de pensar? Yo sé lo que hicieron, agradezcan que aún permanezcan vivos, así que manténganse en las sombras mientras puedan porque puedo cambiar muy fácil de decisión —Sus rostro se tornaron rojos ante mis palabras.

—Eres un…—Uno de ellos pareció no poder controlarse pero los otros dos lo callaron.

—Buena decisión

Salí de La Casa y me dirigí hacia el bosque, necesitaba liberar a mi lobo y curar mis heridas, quería arrancarles la cabeza a esos viejos pero ya estaba muy adolorido. Los malditos no habían aprendido la lección, no quería exiliar a nadie y mucho menos a personas que han vivido siglos en nuestra manada pero su ceguera me empujaban cada vez más a esa decisión. Debían cambiar su manera de pensar o se iría de esta manada, no iba a permitir que otra vez nos sumerjan en una era de oscuridad.

Cambié y mis patas cobraron velocidad, debía despejar mi mente, quería solo correr y sanar pero en lugar de sentir alivio el dolor solo se acrecentó y un aullido se me escapó de la garganta. ¿Qué era esto? ¿Por qué sentía que mi herida se había abierto más y ahora ardía? Me detuve y observé mi herida del costado.

Yhwach me había enterrado sus garras y desgarrado mi costado al sacarlas, la herida estaba en carne viva y sangrante. Maldición, se veía grotesca y dolía como la mierda, mi visión por momentos se nublaba. Jodida mierda, el maldito no me había matado pero al parecer las heridas lo harían.

Cuando estaba por caer en la inconsciencia escuché unas patas caer con rapidez y divisé a un lobo gris acercándose, lo reconocí. Era Uryu, se acercó y me ayudó a ponerme de pie en mis patas, era muy pesado para llevarme en su forma humana, por lo que se mantuvo como lobo y me recargo en su lomo mientras me empuja. Mis ojos se cerraron cuando logramos salir del bosque y me desplomé, ni siquiera tuve la oportunidad de declararlo mi maldito beta, Uryu era la persona en quien más confiaba.

*.*.*

Mis ojos se abrieron y un quejido de dolor se escapó de mi garganta, aquello dolía demasiado. Logré enfocar mi mirada a pesar del dolor y vi el rostro frente a mí. Tenía demasiados años sin verla pero no había cambiado ni un poco, sus ojos grises igual de serenos, su largo cabello negro y su rostro agraciado.

—Bienvenido de regreso, querido —Otro quejido se me escapó al sentir como ella deslizaba una de sus dedos sobre la herida

—¡Perra! —bufé.

—Loba, querido. Ahora, se un buen alfa, permanece en silencio que aún falta mucho —sentí algo frio y sus dedos volvieron a ser deslizado por una de mis heridas, apreté mis labios para no soltar una maldición—. El antiguo alfa bañó sus uñas en plata, por eso tus heridas y las de Nell no sanaban, tuvieron suerte de que Uryu y Orihime lograran hacer que cambiaran, un poco más como lobos y ambos no la contaban —comentó mientras aún seguía aplicando aquella sustancia de aspecto raro y mohoso. Le debía otra a Uryu, definitivamente lo volvería mi beta así la idea no le gustara.

—¿Cómo esta Nell? —pregunté apretando los dientes, esa mierda ardía demasiado.

—La humana que tienen a su cuidado es muy ágil, solo tuve que darle una pequeña indicación y ella supo cómo aplicarle el resto. Tiene dotes

—Sí, lo sé —sonreí con la poca fuerza que aún tenía.

—¿Esa sonrisa podría significar…—Sus ojos estudiaron mi rostro, negué ante lo que estaba insinuando.

—Es como mi hermana menor

—Que lastima, la chica es muy dulce

—El destino no la eligió para mí

—Quien sea que tenga el destino preparada para ella, tendrá un gran trabajo —Unohana volvió a mis heridas y yo volví a apretar mis dientes.

—¿Por qué lo dices? —pregunté con intenciones de olvidar el dolor.

—Es muy inocente y su belleza muy atractiva, cualquiera puede querer corromperla

—Tienes razón —susurré.

Estos cinco años, Nell y Rangiku habían logrado mantener a Orihime protegida, estaba segura que la rubia era quien se había encargado de mantener a todos lejos de ella, pero el precio tal vez había sido muy alto. Había visto su mirada y estaba rota, no era la misma que había dejado un año atrás, hasta su radiante personalidad se había perdido. Yhwach había destrozado a la antigua Rangiku.

—Listo —dijo Unohana alejándose de mí, se sentó en la silla junto a mi cama—. Alguien necesita hablar contigo pero necesito que permanezca quieto, esto no es un milagro y todavía tienes que cicatrizar

Rodé los ojos y asentí, odiaba que me tratara como un niño, pero esa mujer tenía años de experiencia y ante sus ojos yo lo seguía siendo aunque me hubiera convertido en alfa.

—Permanece sin alterarte, sabes que buscar ayuda en otra manada tiene sus consecuencias, Kyoraku podrá ser el beta pero sabes muy bien como es el alfa Girei

—Lo sé, lo tuve en mente cuando envié por ti —comenté recostándome mejor en la cama.

—Bien, ella pasara —Unohana pareció complacida por mi respuesta pero yo ni un poco con su comentario.

—¿Ella?

—La nieta de Girei —aclaró para luego levantarse y salir de la habitación.

Sabía muy bien que Girei pediría algo a cambio, el viejo no era un bastardo pero tampoco era alguien filántropo, siempre buscaba el beneficio para su manada y no movía ni un dedo si no veía que tuviera uno. Algún trato iba a pedir.

—Alfa Kurosaki —Una voz suave se escuchó dando aviso antes de que la puerta se abriera.

A la habitación entró una chica menuda, de ojos grises y bonita figura, su cabello era negro como la noche y corto hasta los hombros, era muy atractiva pero su expresión era seria. Dio unos pasos hacia mí y su olor me asaltó: madera, menta y un toque dulce. La combinación me hizo desear correr y enterrar mi nariz en su cuello, inhalar ese olor hasta perderme en él. Mi lobo se alteró, quería levantarme, ir y marcarla con el mía. Maldición, aquello era demasiado primitivo y fuerte.

Mis ojos se abrieron al entender la razón y pude notar que no era el único luchado contra aquello, la chica me veía entre sorprendida, asustada y deseosa, una expresión que despertó todo en mí y no pude frenar mi siguiente palabra

¡Mia!


¡Gracias por leer!

He estado obsesionada con este tipo de historia por lo que me animé a escribir una, espero que lo disfruten. Disculpen lo largo e introductorio del capítulo pero debía sumergirlos un poco en el mundo de esta historia.

Primera pareja: Ichiruki

¡Gracias por leer!