Peligro
Kyouko se encontraba cuadrando unos asuntos en su tablet, cuando llamaron a su puerta. Extrañada, pues no se suponía que recibirían ninguna visita ese día, salió a abrir, llevándose uno de las imágenes más raras que había visto, pues en el umbral se encontraban dos hombres, un joven vestido completamente de negro y un señor ya mayor con un traje color gris con detalles dorados que le resultaban muy familiares, como si los hubiera visto por televisión o en algún medio. Ambos hombres la saludaron y solicitaron hablar con su esposo. Ya estaba acostumbrada a que distintas personas buscaran hablar con su marido, un importante hombre de negocios, y así también estaba acostumbrada a rechazar con cortesía a aquellos que lo hacían, pues se necesitaba cita previa para poder tener acceso al señor Yuuki.
Los dos hombres se mostraron impasibles, y el de más edad sacó un documento oficial que le recordó a Kyouko exactamente donde había visto esos trajes antes. Sorprendida, no tuvo más remedio que dejarlos pasar e ir a llamar a su esposo, quien en ese momento se encontraba en una conferencia por videollamada. A pesar de que se le veía sumamente irritado de ser interrumpido, una vez su esposa le comentó la identidad de ambos hombres, no pudo sino disculparse ante los demás miembros de la junta, cortar la llamada e ir al encuentro de ambos hombres. Mientras caminaban por el pasillo en dirección a la sala, ambos tenían el mismo pensamiento en mente.
"¿Qué demonios hace un general y un comandante de la Federación en nuestra casa?"
—Shouzou, viejo amigo, tiempo de no verte. —Exclamó con vos profunda el general al ver al señor Yuuki.
Shouzou tuvo que ahogar una exclamación de felicidad al reconocer al general vestido de gris, a quien saludó de una manera que podría considerarse informal, para luego hacer una inclinación de la cabeza ante el comandante que lo acompañaba. El joven de negro devolvió el saludo, más no pronunció ninguna palabra más. Kyouko sin saber que más hacer, se fue a la cocina e hizo rápidamente té y sirvió unas galletas en un plato para ofrecerle a los invitados, pues la criada se había ido hacía un rato ya.
Cuando ya había regresado, el ambiente del salón se encontraba bastante tenso. Bastó una fugaz mirada a su esposo para saber que algo iba mal. Pudo vislumbrar el pánico en los ojos normalmente serenos de su esposo. La señora Yuuki dejó lo que llevaba en la pequeña mesa del centro, mientras un sentimiento de angustia empezaba a atenazar su garganta. Buscó alguna respuesta en el rostro de su esposo, más lo único que veía en él era cansancio.
—Siéntate querida, estos hombres tienen algo importante que decirnos. —Le dijo, en un tono neutro.
Kyouko asintió y después de servirles rápidamente té, se sentó a la par de su marido.
—Muy buenas noches, señora Yuuki. —Comenzó el hombre de más edad mientras tomaba su taza de té. —Mi nombre es Johan Payne, general de las fuerzas aéreas de la federación. Mi compañero es Kazuto Kirigaya, comandante de la fuerza de élite Alpha, especializada en encubrimiento y contraespionaje. Tenemos un asunto muy importante que tratar con ustedes.
Kyouko no pudo menos que mostrarse asombrada. Tenía que ser algo muy serio si el mismísimo general de la fuerza más importante de la Federación venía a verlos. Durante un breve momento el miedo atenazó su garganta, pues su hijo era teniente en ésa organización, sin embargo, servía en la marina de esta, por lo que, de haber sido una noticia de él, tendría que haberse presentado algún superior inmediato de él.
—Escuchen, esta información aún no es pública, y queremos evitar que los medios se enteren en la medida de lo posible. —El general tomó aire antes de continuar. — Hace dos días se escaparon doce criminales del MS-1, nuestra prisión de máxima seguridad.
Era una noticia terrible, aun así, Kyouko no entendía como eso los implicaba a ellos. Se sintió momentáneamente aliviada de que no tuviera que ver con su hijo, sin embargo, la mirada del general no auguraba nada bueno.
—Éstos criminales pertenecían al grupo extremista "Ataúd Risueño" —Prosiguió el general, cómo para aclarar las dudas que se reflejaban en los ojos de Kyouko.
La señora Yuuki no se había dado cuenta que estaba apretando la mano de su esposo hasta que empezó a dolerle la mano. Ambos conocían demasiado bien ése nombre. Su influencia había sido tanta, que había marcado un antes y un después en la historia de la humanidad.
—Entre los que se escaparon, se encontraban los dos líderes principales de esa mafia, ambos criminales de categoría 1. Tememos que puedan volver a unir el grupo.
Ambos esposos se voltearon a ver, con la misma expresión. Recordaban demasiado bien la época oscura, donde el largo y poderoso brazo de esa entidad había aterrorizado a toda la población, hasta que la Federación había logrado dispersarlos y apresar a sus dos máximos líderes.
—Entonces ¿estamos en peligro? —Preguntó Shouzou con cara de preocupación.
—Si ataúd risueño se vuelve a formar, me temo que todos lo estamos. —Declaró el general con preocupación. —Sin embargo, ése no es el motivo principal por el que estamos aquí. —Sus ojos de color azul profundo se clavaron en Shouzou. —Te necesitamos de vuelta.
El señor Yuuki cerró los ojos.
"Así que eso es"
—
Sabía que algo raro pasaba.
Lo supo al ver la extraña suburban negra parqueada justo enfrente de su casa, y el hecho de que todas las luces de la casa excepto la de la sala se encontraran apagadas.
Una vez entró, dejó su chaqueta en el perchero, junto a unas extrañas gabardinas de color negro y gris. Dejó sus llaves en el tazón que se encontraba a la par de la puerta y después de quitarse los zapatos, se calzó las sandalias obligatorias para andar por la casa.
—¿Mamá? ¿Papá? ¡Ya estoy en casa! —Dijo a media voz, mientras se dirigía a la única luz encendida de todo el lugar.
Vio a sus padres en la sala, junto a dos invitados a los que no pudo identificar. Eran un apuesto joven de aproximadamente su edad y un señor ligeramente mayor que su padre. Si sintió alguna extrañeza, no tuvo tiempo de expresarlas pues inmediatamente su madre le presentó a los invitados, junto a su familiar cara de "no te olvides de saludar con educación".
Eso fue exactamente lo que hizo. Realizó una cortés reverencia ante los dos invitados, sin poder evitar mirar de reojo al joven, quien le devolvió la pequeña reverencia mientras mostraba una media sonrisa.
—Mi nombre es Asuna Yuuki. —Exclamó con amabilidad. —Encantada de conocerlos.
—Mucho gusto, jovencita. —Le contestó el mayor de los dos. —Mi nombre es Johan Payne, y éste es Kazuto Kirigaya. —Presentó al chico de pelo azabache.
—Asuna, tu padre tiene que hablar en privado con estos hombres. ¿Me acompañarías a la cocina? —Exclamó su madre con el tono meloso que reservaba para cuando había visitas importantes. Ella no pudo más que asentir y seguir a Kyouko hacia la cocina, mientras sentía los ojos grises de su invitado clavados en su nuca.
—
—¿Qué está pasando Johan? ¿Por qué acudes a mí después de tanto tiempo?
Si Kazuto sintió alguna sorpresa en que el señor Yuuki tuteara al general, no lo demostró en absoluto.
Johan Payne suspiró con cansancio mientras se peinaba el pelo gris hacia atrás.
—Fuiste nuestro mejor director de inteligencia Shouzou, recuerda que fuiste tú quien se encargó del encarcelamiento de esos dos… El punto es, que has sido el mejor estratega que ha tenido la Federación. —Se permitió una sonrisa antes de continuar. —Tu hijo está siguiendo tus pasos de manera brillante, por cierto. Si sigue así ascenderá a teniente coronel en poco tiempo.
Shouzou sonrió ligeramente con orgullo.
—Aun así, Johan, ¿no tienes a gente mucho más capaz que yo en el departamento de inteligencia?
—Tengo a jóvenes muy prometedores, sí, pero ninguno cuenta con tu experiencia. Tú conoces a Ataúd Sonriente. Trabajaste contra ellos durante mucho tiempo. Además… hay otro motivo. Verás, te pongo en contexto. MS-1 es la prisión más segura con la que cuenta la Federación. ¿Has oído de Alcatraz? ¿La prisión impenetrable que se encontraba en una isla?
El señor Yuuki asintió, poniendo toda su atención en el general.
—Si bien Alcatraz era completamente inaccesible, MS-1 lo es aún más. Mientras Alcatraz se encontraba en una isla rodeada completamente de agua, la MS-1 se encuentra en medio de… la nada. —Johan prosiguió a aclarar al ver la cara de incredulidad de Shouzou. — MS-1 es una estación espacial diseñada para albergar a los criminales más peligrosos de la tierra. La única forma que habría de salir de allí es con ayuda exterior, y la única entidad que tiene acceso a la prisión, es la Federación.
En la cara del señor Yuuki se veía que ya iba comprendiendo a donde iba el general.
—Los doce criminales recibieron ayuda desde la Federación para poder escapar. En este momento estamos en una crisis en la que sospechamos hasta de nuestra propia sombra. Necesito gente en la que confiar. —Sentenció Johan con seriedad. —Y no hay nadie en quien confíe más que en ti.
—
Asuna agarró una cuchara y empezó a comerse el cereal que se había servido, mientras veía con preocupación el rostro de su madre. Si bien era un alivio que no empezara a hablar acerca de su futuro, de sus notas, o del posible nuevo compromiso que había conseguido para ella con un joven de buena familia, el tenso silencio en el que se encontraban no era mucho mejor.
Se sentía bastante inquieta ante la incertidumbre de esos dos hombres importantes en su casa. Sabía que su padre había ocupado un puesto importante en la federación, pero de eso hacía ya quince años, pues se había retirado dos años después de que ella había nacido. Durante un momento creyó que se trataba de su hermano, quien acababa de salir de la academia y ocupaba ya un puesto bastante bueno, sin embargo, de lo poco que le dijo su madre, le aseguró que su hermano estaba bien y que era un tema completamente distinto el que los había llevado hasta la casa.
Si bien se moría de curiosidad, sabía que su madre la reprendería si preguntaba de más, por lo que optó por comer en silencio. Todavía la intrigaba la presencia del misterioso Kazuto. Por un momento había creído que era otro de los posibles pretendientes de su madre, cosa que ya se estaba volviendo frecuente.
Suspiró, supuso que tarde o temprano se enteraría de que estaba sucediendo.
—
Shouzou se masajeó la sien.
—Me gustaría ayudarte Johan, pero tú sabes que mi familia es mi máxima prioridad, temo ponerla en peligro si acepto el trabajo.
Johan asintió comprensivamente.
—Debes entender Shouzou que la mejor forma que tienes de proteger a tu familia es colaborando. Si Ataúd Risueño vuelve a formarse, todos aquellos que combatieron contra ellos en el pasado, estarán en peligro mortal. Recuerda que ellos no son de los que olvidan —Los ojos grises del general se clavaron en los del señor Yuuki. —Y no hay nadie que le haya hecho más daño a Ataúd Risueño que tú.
—Tal vez Johan, pero si acepto, volveré a ser un activo en contra de ellos, en cambio si me quedara en el anonimato, puede ser que pudiera pasar desapercibido, desaparecer junto a mi familia, hasta que la crisis pase, al menos, estaría con ellos para protegerlos…
Payne se acomodó en su asiento, cómo si ya esperara esa respuesta de Shouzou.
—Tranquilo, en el caso de que aceptaras, yo mismo me encargaría de la seguridad de tu familia. Es por eso por lo que he traído al comandante Kazuto conmigo. Él es el líder de un equipo de élite formado específicamente para brindar protección a los miembros de la federación y a sus familiares. Si quieres un punto de comparación, los miembros de este cuerpo están tan bien entrenados como la guardia suiza.
—Entonces, si aceptara el trabajo ¿trasladarían a mi familia a un lugar seguro? —Al garantizar la seguridad de su familia, Shouzou empezó a mostrarse más receptivo.
—Bueno, es un poco más complicado que eso. Pero Kazuto sabe más del tema que yo, así que dejaré que él te lo explique.
El comandante hizo una pequeña reverencia hacia el general y se volvió hacia el señor Yuuki, manteniendo una expresión profesional en todo momento.
—Debido a que se sospecha de traidores dentro de la Federación, hemos decidido usar un sistema de compartimentación de información para esconder a su familia. Claro, en el caso de que usted aceptara.
Shouzou asintió. Conocía el sistema de compartimentación. Consistía exactamente en eso, dividir la información de tal manera en que un informante no podría conseguirla toda de un solo individuo.
—Para hacer efectivo este método, el único que podría saber la localización exacta del individuo es aquél que se le asignó como guardaespaldas. Es decir, el lugar sería escogido de manera arbitraria por el mismo y no formaría parte de la base de datos ni en conocimiento de algún otro miembro. Estrictamente sería una operación clandestina, pues no estaría formalmente autorizada por la Federación. En su caso, se le asignaría un guardaespaldas privado, que respondería solamente ante usted y ante mí. El guardia en cuestión sería un activo mío, totalmente entrenado para este tipo de tareas y de total confianza. Lo mismo sería para su hijo Kouichirou. Tanto a su esposa como a su hija, se le asignarían guardaespaldas que se encargarían de hacerlas desaparecer.
Shouzou asintió, digiriendo todo el plan que acababan de exponerle.
—Pensaron en todo ¿eh? —Comentó, tratando de relajar el ambiente. —Ok, Johan, lamento la falta de cortesía, pero… es de mi familia de la que estamos hablando. ¿Qué tanto confías en este muchacho?
El general sonrió.
—Amigo mío, a Kazuto le confiaría mi vida y la de mi familia. Y no estoy jugando, mi esposa y mis hijos se encuentran en éste momento protegidos por el mismo sistema—Contestó con gran seguridad y un deje de leve tristeza.
Shouzou se quedó un momento callado, evaluando toda la información que le habían dado. Era una decisión difícil, muy difícil. Tendría que renunciar, al menos durante un tiempo a su familia y a la vida que había construido. Pero era por su amigo, y por la seguridad de sus seres amados.
Vio a Johan, luego vio al joven Kazuto que lo acompañaba y tomó una decisión.
—Bien Johan, lo haré, te ayudaré. —Contestó al fin. —Pero tengo una condición.
El general de las fuerzas aéreas asintió.
—Lo que tú necesites.
Asuna estaba terminando sus cereales cuando su padre, acompañado de los dos hombres de la federación entraron al comedor. Rápidamente su madre levantó la vista de su tablet, ansiosa por tener algún tipo de información. La pelirroja la vio con extrañeza, ese comportamiento no era típico de su siempre serena y fría mamá.
—Necesito tener algunas palabras con ustedes. —Dijo el cabeza de la familia mientras se sentaba en la mesa, acompañado de los dos hombres. Ambas mujeres asintieron.
En unos cuantos minutos, Shouzou les resumió todo lo que había hablado con el general. Cuando llegó al tema de la seguridad, le cedió la palabra a Kazuto para que explicara esa parte.
—Les daremos un plazo de tres días para discutir cualquier detalle que consideren pertinente en familia. —En ese momento Kazuto sacó un pequeño estuche de su bolsa y lo puso sobre la mesa. —También les entregaré los expedientes completos de aquellos que se encargarán de cuidarlos. En caso tengan alguna duda o preocupación acerca de ellos.
Sacó un fólder del estuche y se lo entregó a la señora Yuuki.
—El nombre del encargado de su seguridad es Ryoutarou Tsuboi, aka. Klein. veinticuatro años. Experto en operaciones especiales y camuflaje. Ha servido bajo mi mando durante dos años, y otros cuatro como teniente coronel de las fuerzas terrestres de la federación. —Sacó un segundo folder, el cuál entregó a Shouzou. —A usted le asignamos a Andrew Gilbert Miles, aka. Agil. 29 años. Excomandante de las fuerzas de élite de encubrimiento y contraespionaje, puesto del que se retiró después de ocho años ejerciéndolo. Experto en combate cuerpo a cuerpo y en operaciones especiales.
Kazuto buscó entre los distintos folders hasta dar con el que le interesaba, el cuál entregó a Asuna. A pesar de que no lo demostró, la chica pudo ver cierto deje de incomodidad en la mirada del joven.
—Finalmente, a cargo de la seguridad de la señorita Asuna por pedido expreso de su padre. —El chico tomó aíre antes de continuar. —Kazuto Kirigaya, aka. Kirito. 19 años. Comandante actual de las fuerzas de encubrimiento y contraespionaje de la federación. Graduado de la academia a los 14 años, sirvió como mayor durante dos años y teniente coronel durante uno. —El chico se veía visiblemente incómodo de tener que estar citando su propia biografía y logros. —Ascendido a comandante hace dos años. Experto en combate cuerpo a cuerpo, operaciones encubiertas y espionaje. —Cerró el maletín. —Cualquier disconformidad o duda acerca de la información que les acabo de dar, pueden contactarme a través de la línea segura escrita al inicio de los expedientes y deben hacerlo antes del plazo de dos días. Cualquier otra información que deban saber se les proveerá a través de una línea segura
A pesar de que la señora Yuuki parecía estar a punto de protestar acerca de todo lo que acababan de decirle, tan sólo bastó una serena mirada de su esposo para advertirle que no era el momento, ya lo discutirían entre familia más tarde.
Ambos hombres se levantaron. La familia Yuuki hizo lo mismo.
—Te agradecemos por todo, amigo. —Le dijo Johan a Shouzou de manera fraternal mientras le daba la mano. Luego, se despidió formalmente del resto de la familia y encaminó sus pasos hacia la salida
Kazuto hizo también una ligera inclinación hacia el señor Yuuki y luego hacia el resto de su familia antes de enfilar sus pasos en la misma dirección que el general.
Asuna abrió el expediente del que sería su nuevo guardaespaldas. Al principio, colocado con un clip se encontraba una fotografía, desde la cuál un rostro serio y unos ojos de acero le devolvían la mirada.
