Disclaimer: Los personajes de Hellsing no me pertenecen.

Aclaraciones: [AU, Lemon y One-shot] En este fic, Seras es una vampiresa pero que no trabaja para la Organización Hellsing, puede que aparezca Pip Bernadotte pero transformado en vampiro y aparecerá un nuevo mayordomo… AluSeras/ y un leve PipSeras, puede que cambie un poco las personalidades de Seras Victoria

Summary: [AU] La vio en la reunión del palacio de la reina, no sabía que la reina tenía otra mascota que la protegiera, solo la vio una vez, en la batalla la vio luchar defendiendo a su ama pero no se esperaba verla nuevamente debajo de la lluvia.

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Looking for she


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Después de ser recibido a balazos por parte de su ama, el nosferatu solo se reía por la bienvenida un tanto ruidosa, no se esperaba esto y menos al ver a un francés vampiro que se quedó cuidando a su ama. Integra se había asomado para cortarse su dedo y ofrecerle nuevamente su sangre ya que suponía que seguía hambriento. Pip desviaba la mirada por esa bienvenida algo reconfortante para su ama y entendiendo el cierto cariño que supone como si se tratara de algo paternal. En ese momento, el capitán lo estaba apuntando con un arma, manteniendo una sonrisa de oreja a oreja. Treinta años, fue mucho para su regreso incluyendo viendo la edad actual de Integra; para el conde, su ama sigue siendo hermosa sin importar la edad que tuviera. Ella se preocupaba un poco porque en su ausencia dejaba un terrible hueco pero estaba tranquila al tener a Pip Bernadotte como su protector, el nuevo vampiro de la mansión.

Hellsing observaba con atención las miradas severas de ambos vampiros que se enfrentaban cara a cara, aunque por sorpresa de su espectadora vio como Bernadotte le extendía su mano para estrecharla por respeto a lo que Alucard miró de forma dubitativo hasta que lo saludo cordialmente.

—Bienvenido, maestro —le dijo, sonriendo de lado.

Pip —murmuró, por sus modales. Entendiendo que ambos tenían sus diferencias en pleno combate y por su manera de protegerla — ¿Podrían retirarse? Necesito dormir

—Como usted ordene, mi ama —ambos dijeron al unísono, inclinando para hacer una reverencia.

—Buenas noches, Integra —se despidió, el capitán cerrando la puerta detrás de sí, el otro vampiro solamente traspasó la puerta sin decir nada pero mirando un poco a su ama.

El capitán avanzaba con sus pasos, sabía que el nosferatu lo estaría siguiendo para interrogarlo un poco, con su objetivo de encontrar algunas respuestas después de su larga ausencia. La luna rojiza iluminaba a ambos hombres que caminaban por los pasillos de la mansión, los grandes ventanales que estaban un poco abiertos para que entre la brisa fresca otoñal otorgando un agradable ambiente nocturno, a veces las cortinas de color bordo bailaban con la ayuda del viento, al igual que las vestimentas de los vampiros presentes que se quedaron observando la agradable noche.

—Me parece que, la cuidaste bien a mi ama. —habló él, en seco.

Ni siquiera se miraban, solo contemplaba la noche, tan hermosa superando otras ocasiones.

—Sí, aunque esto es nuevo para mí, tú ya sabes, debo controlar mi sed—decía el francés al sacar de su bolsillo una caja de cigarrillos y se colocaba uno en su boca para después encenderlo —.Trate no morder a tu ama. Se me hacía muy tentador.

—Entiendo, sé que es tentador beber su sangre pero no deberías hacerlo —comentó el nosferatu mirándolo de reojo. Cuando sus ojos carmesí se dirigieron nuevamente a su paisaje nocturno, se dio cuenta que se aproximaban algunas nubes para ocultar a la hermosa luna llena —.Te mataría si haces eso, debes controlarte.

Pip se queda boquiabierto hasta que le da un pequeño golpe en su hombro y con una sonrisa ruidosa, algo forzada donde mostraba sus colmillos como de tiburón.

—No te preocupes, sé controlarme pero me gusta mi mignonette, es solo eso —confesó, sin importar la competencia que tendría por su regreso —. Aunque cada vez que la veo por su edad me resulta más hermosa.

—Así la veo pero… —Alucard tomo una pausa y avanza sus pasos — .Habrá que ver quien la muerde primero cuando de su orden.

—Deberías respetar ciertas decisiones por más que sea contra su voluntad.

Alucard se detiene en seco para escuchar las palabras del francés, que al parecer se acaba de enterar por su gusto e interés amoroso hacia su ama. Este hizo una mueca de disgusto, había recordado algo que debía hacer pero el clima quería jugarle en contra y ni siquiera sabe si sigue viva después de semejante batalla por la que se unió con ellos. Entonces, prefirió continuar con su caminata sin dar muchas explicaciones ya que va regresar.

— ¡Hey! ¿A dónde vas? —preguntó, al verlo que se alejaba.

—A caminar —contestó sin ni siquiera mirarlo.

—Va llover, maestro —le avisó.

—No me interesa.

—Faltaría que alguien haya llegado a tu corazón, pero ni siquiera tenemos uno —musitó Bernadotte. — ¿Te acuerdas de esa mujer que vimos la última vez?

Otra vez, se detuvo que esta vez en el marco de la puerta que guiaba hacia las escaleras que eso indicaban directamente la entrada- hasta salida de la mansión Hellsing.

— La recuerdo… Se llamaba Seras ¿no? —Contestó, al mirarlo de reojo — ¿Seras Victoria?

—Sí, esa misma condesa ¿Qué habrá sido de su no vida? —se preguntaba él mismo, distraído con sus pensamientos.

—Capaz nuestro destino sería diferente —le dijo el nosferatu frunciendo el ceño —. Te mordí, te he otorgado otra oportunidad, capitán Bernadotte.

—Bueno, me disparaste y luego me salvaste la vida al mismo tiempo —decía el mercenario, desviando su mirada hacia el vampiro mayor —Te lo agradezco, aunque fue vergonzoso decirte que era virgen.

—Y esa prostituta se dio cuenta que lo eras —le contradijo en tono burlón —.Aunque quizás, te vio atractivo para que seas un ghoul.

— ¡Cállate Alucard! —levanto su voz estando enfadado por el comentario de más que hizo, el conde desapareció del pasillo dejándolo abandonado al mercenario. Pip vio como una sombra oscura se dispersaba por el suelo hasta salir por la ventana "¿A dónde se irá este sujeto?" pensó al quedarse observando la lluvia, se quitaba su cigarrillo de la boca para así expulsar el humo.

Del otro lado del pasillo ingresaba tranquilamente un mayordomo de cabello castaño oscuro y unos ojos cafés claros, con una estatura a casi un metro ochenta. Se disponía a llevar una charola con una taza de té, este al mirarlo suponía que su ama no habrá podido cerrar sus ojos.

—Señor Bernadotte ¿Necesita algo? —preguntó, el mayordomo.

—No, por el momento no, Jerry pero gracias. —respondió con una sonrisa.

—Está bien, llevare este té a Sir Integra.

La lluvia se volvía más tensa, la noche estaba completamente cubierto por nubes que no dejaba ver a la hermosa luna llena, ella caminaba con pasos firmes y pesados: sus ojos rojizos resaltaba en la oscuridad del bosque, evitaba a los humanos que regresaban a sus casas. Controlaba su sed no era tan difícil. Seras Victoria patrullaba durante la noche llevando puesto un uniforme rojo con medias finas negras, el escudo tenía que ver con la realeza.

—Que aburrido —suspiro al hacer una cara.

Ella observo como un ladrón salió corriendo de un callejón llevándose consigo su arma, desapareció haciendo una simple sombra para terminar apareciendo frente a frente contra al sujeto, quien se desquito contra ella apuntándole con su revolver que lo llevaba escondido en su bolsillo. Una sonrisa siniestra apareció en su rostro al ver ese hermoso voluptuoso cuerpo que tenía en frente, haciendo que disimuladamente este se tocara su miembro por encima de su pantalón.

—Hola preciosura —decía, con una cara picara y enfermiza.

—Hola, señor—saludo con su sonrisa simpática.

— ¿Buscas acción? —preguntó, mientras se acercaba hacia ella.

—Claro que sí —dijo Seras al sonreír de lado.

Cuando la joven condesa estaba a punto de clavarle los colmillos, alguien más se adelantó mordiéndole en el cuello del ladrón, quitándole algunas extremidades de su cuerpo, como los brazos; el charco de sangre llego a tocar las botas de cierta de la vampiresa, hizo un puño para contener su enojo pero el sonido de sus dientes que chocaban se escuchaba.

— ¿Vienes a quitarme mi cena? —interrogó, al ponerse de brazos cruzados por debajo de su pecho.

— ¿Era tu cena? Deberías compartir—Respondió el nosferatu mientras lamia el charco de sangre —. ¿Así recibes a tu invitado?

— ¿Invitado?

Alucard se levantó del suelo, quedando frente a frente hacia la joven vampiresa: —Ha pasado mucho ¿no? Y no has cambiado nada—dijo en tono burlón —.Seras Victoria.

La rubia observo con detalle y algo descuidada por aquella voz masculina que escuchaba desde las sombras; la gabardina rojiza que danzaba con la brisa del viento, notando ese amplio sombrero y un pañuelo siendo utilizado como corbata y siendo del mismo color. Esta vez no había registrado esas gafas anaranjadas que acostumbraba verlo en cada misión. Estaba mirando esos hermosos orbes carmesí que brillaban tan intensos mostrando una mezcla entre el rojo y el naranja, como si estuviera viendo simplemente la lava. Camisa blanca y chaleco negro que ahora estaba manchado con la espesa sangre de su víctima, pero por alguna extraña razón, para ella se le hacía atractivo.

— ¿Alucard? —Lo nombró algo desconcertada — ¿Qué haces aquí?

—El mismo y saludando a una vieja compañera, solo paseo por Londres —Respondió al mirarla con una sonrisa de lado —.Mi ama debe estar agradecida con usted, condesa Seras.

—Veo que ahora me respeta un poco más —Habló cortante.

Pasó unos quince minutos de silencio, en donde sus miradas decían muchas cosas pero de ella no salían las palabras para establecer esa conversación, se sentía algo incomoda por como él la miraba de pies a cabeza como si se estuviera deleitando con su belleza.

¿Podemos hablar?

La rubia trataba de mostrarse indiferente ante el conde ya que ha pasado de luto durante estos treinta años, al igual que el resto de la Organización Hellsing y por lo general la realeza pero eso no dejaba de lado las obligaciones que se debían cumplir. Seras Victoria ya ha pasado por ciertas situaciones en su otra vida, por más que sea la condesa y reina de la no vida aún conserva su lado humano sin importar que los años pasen, sus sentimientos y emociones continúan en ella, incluyendo sus métodos de curación y su esperanza en los humanos: porque su antiguo maestro, la quería de esa manera. Sin embargo, en el caso de Alucard, era diferente podría mostrarse un ser sádico, algo agresivo y manteniendo posturas neutras e indiferentes a los sentimientos de los humanos, describiéndolo como un ser sin corazón o un monstruo. Ella le estaba dando la espalda, no por rechazar una conversación, sino porque preferiría otro momento.

—Debo volver con la reina.

— ¿Por qué tanta prisa? Chica policía —musitó en tono burlón —.Tienes suficiente tiempo para volver con tu ama.

— ¿Cómo me dijiste? —preguntó, al dirigirle una mirada amenazante.

—Chica policía.

La joven se acercó hacia él para enfrentarlo, porque su vestimenta básicamente tenía un diseño similar a los policías solo que en vez de pantalones, usaba una pollera ajustada a sus muslos y con unas medias finas que pasaban por arriba de las rodillas. Aunque después de la guerra su vestimenta opto por un color rojo escarlata y quizás algunos toques de bordo pero esos colores se siguieron mostrando hasta en su actualidad. El rojo les favorecía muchísimo a ambos vampiros que se miraban con tanta intensidad.

—Para que sepas, que tenga una vestimenta de policía no significa que puedas apodarme así.

Ella le contradecía por su apodo.

—Aun te noto algo novato para este trabajo —insinuó, sonriendo de lado.

Quería burlarse un poco de ella con su peculiar vestimenta y entretenerla buscando su historia.

—Casi tenemos la misma edad, nosferatu. —habló manteniendo una postura neutral, ignoró su comentario y siguió con su caminata nocturna, a ella no le importaba que caiga gotas por el cual anunciaba el inicio de la lluvia. Quería apartarse de aquel conde. "Me gustaría conocer tu historia, condesa Seras" le hablaban en su mente.

"Espero que sea eso nada más" le contestaba en la mente de Alucard.

Victoria mantenía su contacto visual con el conde, parecía estar desconcertada porque vio como le ofreció su brazo a lo que acepto tras suspirar de modo aburrida: — ¿Es necesario que te cuente todo?

—No, solo quiero saber ¿Quién es tu dueño?

Seras dudaba por dónde empezar porque su historia es compleja, tampoco quería aburrir a su espectador que la acompañaba en su caminata.

—Mis padres fueron asesinados delante de mis ojos, cuando tenía esta misma edad diecinueve años. ¿Quién podría pensar que la persona que amas te traicionaría? — Suspiró, algo desanimada por repetir su historia.

Alucard estaba interesado en la historia de la misteriosa mujer que ayudó a su ama y quien actualmente sigue protegiendo a la nueva reina, igualmente este podía clavarle sus colmillos en su delicado cuello para ver su historia. No obstante, ahí estaba él, mostrando su interés en la joven condesa que acompañaba en su vigilancia por algunas zonas del bosque de Londres; esta mujer le recuerda a una persona especial que fue arrancada de sus brazos, le llamaba un poco la atención después de todo, porque salió de la nada durante aquella batalla contra Millenium.

—Aceptar una rosa maldita de un extraño, no sabía que te traía esta clase de consecuencias —continuo hablando Seras.

Por alguna extraña razón, ella tuvo una visión una vez que levanto la mirada hacia el horizonte; sus recuerdos se mezclaban con la realidad al ver a un joven de aproximadamente veinticinco años, una altura que llegaba a un metro ochenta, de cabellos negros siendo largo casi llegando por la espalda y orbes color verde esmeralda. Que le sonreía amablemente y le ofreció su mano con tanta caballerosidad, con un traje bordo con una camisa blanca y un chaleco de color negro que estaba colocado por arriba de su camisa, esa vestimenta estaba siendo ambientada a la época victoriana.

Victor…—ella murmuró, sintiendo una pesada angustia por recordar a su antiguo amor que la transformo.

El nosferatu miro hacia delante pero no veía nada en su camino, estaba suponiendo que ella se encontraba en una etapa de trance solo por recordar los hechos de su pasado. Ambos pueden tener un pasado diferente o quizás algo parecido pero esas situaciones los cambian de por vida y los reflejan la clase de seres que son ahora.

—Si te duele todavía, es mejor que no me lo cuentes —comentó, siendo neutro con su comentario y respetando la memoria de un ser querido de ella.

Seras niega con la cabeza, a veces necesitaba hablar con alguien y quizás este sea una buena oportunidad. A parte hace mucho que no habla con otra persona que no sea solamente la reina.

—. Mi prometido mando a matar a mis padres e intento matarme también a mí —dijo, suspiró pesadamente.

— ¿Cómo se llamaba su prometido? —preguntó un tanto desinteresado por el desgraciado.

Hace una mueca mostrando lo disgustada que estaba con imaginar aquella imagen mental de su ex prometido, un galán que las otras mujeres desearían estar con él. Por desgracia era muy ambicioso, infiel por los rumores que existía entre las mujeres y orgulloso: siendo que la realidad era otra cosa, era un pobre desgraciado que arruinó la herencia de su familia por sus propios pecados y buscaba a una jovencita que poseía cierta riqueza. Se acordaba muy bien de Gabriel, de una altura un metro setenta y nueve; cabello castaño claro un poco largo pero por arriba de los hombros, ojos cafés oscuros, con un traje verde oscuro y chaleco negro al igual que el mismo color de sus zapatos.

—Gabriel Smith—respondió con serenidad. Manteniendo su compostura al mencionar a su ex prometido y quien intentó asesinarla.

—Y ¿Quién te transformo en una draculina? —preguntó, por curiosidad.

Ella tragó saliva en seco, se aclaraba la garganta para mencionar su nombre: —Se llamaba Víctor de Moldavia, era un conde que vivía en la zona oeste de Rumania y al norte de Ucrania.

— ¿Víctor? Me suena su nombre, lo habré conocido siendo mi soldado —decía el nosferatu de manera arrogante—. Entonces, eres una hija de la oscuridad.

—Así es —afirmó.

Ella lo observo de reojo de alguna forma Alucard se parecía un poco a Víctor, solo que lo recuerda de otra manera: quizás en lo tranquilo que era su amado, algo pasivo pero no era agresivo porque a veces respetaba a los humanos y le otorgaba segundas oportunidades a aquellas personas que si se lo merecen. Mostraba una sonrisa torcida, porque la joven ha investigado respecto al pasado del nosferatu y es más, hasta puede que conozca algún sufrimiento aunque no sabe con muchos detalles.

—Vlad III Terpes.

El ni siquiera la miró al haber escuchado su nombre.

—Vaya ¿Acaso tengo una admiradora secreta? —Musitó en tono irónico, la miro de reojo — .Era de suponer que había alguien que me vigilaba, ¿fue por interés propio o misión?

—…No te interesa—contradijo nerviosa.

Alucard empezó a reír por lo bajo, disimulando de que su risa no sea tan ruidosa para esta ocasión: —No creí que la chica policía estuviera interesada en otra persona y más si es un vampiro.

Seras se distancio del conde, expresando su enojo hacia él. Sus pupilas escarlata tenían un brillo intenso, este notaba la energía que poseía aquella mujer, siendo una vez estudiada completamente de pies a cabeza supuso que aún tenía sentimientos, cosa que él ya no los tenía…Hasta ahora. No sabía explicarlo con seguridad pero encontró una nueva compañera dentro de este mundo hipócrita…Como lo mencionaría.

—Ven atácame si puedes, chica policía —la llamaba de esa manera para provocarla, encontró a alguien más con quien pueda divertirse eternamente.

— ¡Cállate! —gritó, la condesa estaba harta de su apodo. Avanzo hacia Alucard con la intensión de golpearlo, apretó fuerte su puño del brazo derecho y lo ataco pero este esquivó tranquilamente hacia un lado, riéndose a carcajadas —.Maldita sea —murmuró por lo bajo.

—Ruda por fuera y tierna por dentro —habló él, aparecía repentinamente en frente de ella para que su cuerpo chocara contra un árbol — ¿Qué te sucede chica policía? ¿Acaso viste algo en mí? —interrogaba con esa mirada intimidante pero seductora a la vez.

—C-Cállate… —dijo estando sonrojada. "¿Crees que me parezco a Víctor?" escuchaba en su mente aquella voz masculina.

—Por cierto, nunca me dijiste ¿cómo murió tu conde? —decía, otra vez mostraba interés en el tema.

La diferencia de esto es que ella estaba atrapada y siendo retenida por el vampiro mayor. Sus ropas se estaban mojando. Este miraba disimuladamente como el uniforme policial estaba pegado al cuerpo húmedo de su acompañante nocturno, haciendo que despierte a un más su deseo de poseerla.

Trataba de no sonrojarse porque lo tenía muy cerca pero sus mejillas no tardaron en mostrar ese tono colorado.

—E-El murió por un cazador, sacrifico su vida por la mía…—comentó, inclinando su cabeza—. Y aquel hombre era Abraham Van Helsing. No tengo nada en contra de tu ama, Alucard.

El vampiro apoyaba su mano en la barbilla de la joven para mirarla otra vez a los ojos, no quería perder el contacto visual con aquella dama. Le importaba.

— ¿Por qué no me sorprende? Él fue mi enemigo —insinuó de manera severa—. Chica policía, usted me recuerda a una mujer tan virtuosa y simpática.

¡Te dije que no me…!

El conde aprovecho el momento para robarle un beso, la joven condesa se resistía pero este no dejaba de abrazarla fuertemente para continuar con el beso; buscaba la manera de separarse de Alucard aunque luego se rindió rodeándole con sus brazos por todo el cuello. Lentamente desaparecían del lugar, dejando que la lluvia limpiara la sangre de aquel ladrón que fue brutalmente asesinado.

Ambos aparecieron en una de las tantas habitaciones de la planta alta de dicha mansión, básicamente siendo una de los cuartos para los huéspedes. Victoria se quedó sentada en la cama, cerro sus ojos y respiro profundo. Sintió un leve pinchazo en su cuello, el nosferatu le succionaba su sangre, no solo por lo tentador que le apetecía, sino para ver los recuerdos de esta misteriosa mujer.

—Tu sangre es muy dulce—habló, al separarse mostraba su sonrisa de oreja a oreja por el cual podía ver sus colmillos y labios manchados con sangre.

—Gracias —agradeció con una sonrisa torcida, dejando ver los huecos en su cuello que estaba manchado.

"Alucard, Integra- sama te necesita" le hablo Pip interrumpiendo.

"Ahora iré, pero ten cuidado con mi invitada" le decía el conde avisándole sobre la llegada de la condesa.

"¿Es la otra mignonette?"

"Si, pero no me gustaría te encontrarte con ella o con Sir Integra"

"Tú no sabes nada entre mi ama y yo" le contradecía, en un tono molesto.

El conde desapareció de la habitación pero antes se había disculpado por la urgencia que tenía su ama, ella se levantó de la cama y se abrochaba nuevamente su vestimenta, apenas abrió la puerta para ver de ambos lados del pasillo de la mansión, no estaba nadie. Se dirigió hacia la ventana del mismo cuarto y la abrió. Cuando estaba por dar un gran salto, fue agarrada de la cintura y fue abrazada por cierto mercenario, a quien lo reconoció fácilmente.

Gracias —le agradecía el mercenario, mientras que poco a poco hacia que la cabeza de ella se enterrara en su pecho.

— ¿Por qué gracias?

—Por haberme ayudado un poco contra esa Zorin y contra ese hombre lobo —le respondió al verla a los ojos, sentía que las manos de su invitada lo apartaban del abrazo que le estuvo dando —.Me hubiese gustado ser tu esclavo. Seras Victoria.

Ella ríe entre dientes, se sentía un poco avergonzada por ese tipo de halagos y por eso también se notaba sus mejillas coloradas.

—Que gracioso, me gustaría quedarme pero debo irme, no le digas nada a tu maestro —comentó, manteniendo sus pies en el marco de la ventana. Estaba lista para lanzarse.

— ¿Maestro? Bueno, quizás se quién me mordió pero…No siempre le hago caso —habló, él estaba de brazos cruzados.

Nuevamente, la tomó por la cintura para entrarla en la habitación no quería dejar que se le escape esta gran oportunidad de devolverle las gracias a su otra guía. Pip la empujo bruscamente, tirándola otra vez a la cama. Seras se resistió hasta forcejeaba por como el mercenario la retenía con tanta fuerza, eso se debía a que tocaba la tela para suponer lo húmedo que estaba ese uniforme policial y que también podía oler ese dulce néctar de la espesa sangre que apenas salía del cuello de su invitada. Sus ojos verde esmeralda habían tomado un color distinto, a un color carmesí, su húmeda lengua generaba un ligero cosquilleo en la piel de la condesa; por más que se negaba a aceptarlo, su cuerpo reaccionaba a cada toqueteo grácil que le hacia el sujeto, siendo que también estaba aprovechando su sed de sangre en contra de la voluntad de la reina de la no vida.

"Detenerte, capitán Bernadotte"

"No lo haré"

Pip se detuvo por unos segundos para examinar el cuerpo femenino que tenía en frente suyo, una hermosa condesa sin dueño alguno. Sin embargo, sobre los huecos que había encontrado en su delicado cuello ya suponía que su maestro tuvo algo que ver. El tampoco dejaría algo así de fácil, porque tenían demasiado tiempo para conocerse mejor y el conde seria su propia competencia.

Maldita sea, Alucard—murmuro por lo bajo.

Con el dedo índice, le tocaba las marcas que estaban ahí en su cuello para después pasarle su lengua hasta que directamente le clavarle sus colmillos, escuchaba sus pequeños gruñidos de dolor pero no le importo y continuo succionándole la sangre, apenas separa sus boca con algunas gotas que lo rosaban por sus labios hasta los dientes de tiburón —.Tienes una sangre muy dulce.

— ¡Aléjate! —le gritó, tras empujarlo bruscamente para que sacárselo de encima.

El castaño trato de detenerla pero Seras le golpeo una bofetada, haciendo que chocara contra un mueble de la habitación y rompiéndolo en el momento.

N-No le digas nada a Alucard —fue lo último, amenazándolo con una mirada intensa de sus orbes escarlata y sin olvidar su expresión seria que reflejaba: estaba furiosa por ser descortés al guiarse por sus instintos. Sin verlo al alumno acosador del conde se retiró tan rápido como pudo de la habitación.

Mientras que Alucard estaba en la habitación de su ama, quien le ordenaba que vaya a terminar con una plaga de ghouls en una casa abandonada, este solo asintió. Por lo bajo hizo una cara larga porque ya no sentía la presencia de su invitada, solo sentía a su alumno que recién se incorporaba de una abrupta caída; él no es un ingenuo, durante el tiempo que estuvo con Integra en su habitación para escuchar la misión que le estaba otorgando en ese momento, tuvo que fingir que nada estaba sucediendo pero cree que el mayordomo también pudo haber oído el ruido de muebles que se rompían de golpe.

Busca y destruye, Alucard y no llegues tarde —ordenó, ella le apoyaba su mano en el hombro.

—Como ordene, mi ama — volteó, para solo sonreír de lado y sin olvidar inclinarse un poco como señal de respeto.

De a poco, su cuerpo fue esparciendo como murciélagos que al salir fueron traspasando las paredes. La Hellsing observaba por la ventana como el conde se alejaba de la mansión, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y sin dejar de mirar hacia el horizonte para también contemplar la lluvia que había tapado todo el cielo.

—…Alucard ha vuelto —murmuró al cerrar sus ojos, respirando y exhalando de forma calmada, como si sacara un gran peso de encima ".He regresado, condesa" escuchó en su mente.

[…]

Dile a Bernadotte que es su turno para la siguiente misión.

Este inclina un poco su cabeza para afirmar que comprendió el mensaje que debía trasmitir. Por esta noche, él tendría su descanso.

Siendo la noche del día siguiente, el nosferatu se quedó deambulando por los oscuros pasillos de la mansión, buscando a su aprendiz para darle una advertencia por no saber controlar su sed y por acosar a su invitada, con la intensión de beber su sangre para apropiarse en ser su nuevo acompañante; entiende que entre ellos puede surgir alguna especie de competencia pero tendrán que soportarse el uno con el otro así conviven haciendo como una tregua y para hacerle compañía a la solitaria reina de la no vida, uno de los dos serian su amor o su conde. El sería capaz de transformar a su ama en contra de su voluntad pero si, se ha negado a Bernadotte que en su ausencia le había propuesto el mismo destino de abrazar a la oscuridad; él creía que pudo haber cambiado de opinión en su regreso pero no, se mantenía firme con su respuesta, incluso como tomando una postura de que fuera una orden de no ser convertida en una vampiresa. El solo tenía que aceptarlo porque era su orden final y que no cambiara por nada.

Traspasó una puerta para encontrase al capitán acostado en la cama de la habitación de huéspedes que estaba en la planta alta, había notado la mirada perdida que tenía hacia la ventana que se encontraba abierta para dejar entrar el viento fresco de la temporada otoñal. Pip tenía un cigarrillo encendido en sus labios, aspiraba y expulsaba el humo una vez que se lo quitaba de su boca, ni siquiera le prestaba atención a la presencia de su maestro que todavía seguía enojado.

— ¿Vas a darme un sermón? —preguntó, apenas lo miraba de reojo.

—Creo que me habré apresurado en decir que ya estabas listo —respondió, con una voz neutra y manteniendo una expresión seria —.Ese descontrol pudo haber causado en morder en mi ausencia, a Integra.

El capitán gruñó molesto, ignorando el comentario de su maestro.

—Se contralarme, Alucard. En el caso de Seras fue diferente, quería hacerlo —replicó, sentándose en el medio de la cama para mirar fijamente al vampiro.

Este frunce el ceño por el comentario que hizo su aprendiz, entendía que quería hacerlo apropósito, sabía que buscaba aprovecharse de la condesa que le ayudo en la batalla.

— ¿Buscabas poder? ¿Querías liberarte? —preguntó algo desconcertado.

—No lo sé. Puede que me haya descontrolado por mis instintos, pero la poca sangre que bebí despertó ese deseo de poseerla —contestó, explicando cómo se sentía al tenerla acorralada.

El nosferatu se quedó perdido en sus pensamientos, recordando el mensaje que debía informarle al capitán: — Integra no quiere que te distraigas. Quiere que te presentes para una misión.

— ¿Distraerme? —repitió confundido —. Bueno vamos, maestro.

—Lo lamento, me dieron la noche libre, como ya te sientes preparado no creo que tengas problemas. Ella me ordenó transmitirte el mensaje.

Bernadotte frunció entre cejas estando irritado por saber que su maestro tendrá una noche libre y sin misiones para cumplir. Últimamente la amenaza de ghouls ha reducido un poco por el tema que en el país ya existen tres vampiros que cumplen con un mismo trabajo. Dejando por un lado el tema de los Iscariote. No protesto, solo caminó en silencio para dirigirse a la oficina de su ama para escuchar la orden que tendría en esta noche.

El conde se sumerge en la oscuridad para desaparecer del cuarto, había salido afuera en busca de la condesa, todavía tenía algo pendiente. Sentía su presencia muy cerca del bosque que se veía a cierta distancia de la mansión: esto se dividía del bosque por un campo abierto de césped cortado. El retoma la forma de un perro con un pelaje negro y de ojos carmesí, se fue corriendo para ir a buscarla. Desde una de las ventanas que tenía la oficina de la Hellsing, se encontraba ese par conversando mientras que, uno observaba disimuladamente como el nosferatu se alejaba del lugar; Integra no estaba enterada de lo que estaba haciendo Alucard en ese momento pero no le daba mucha importancia al respecto, aunque Pip estaba con sus ceños fruncidos y con cara larga porque ya suponía el objetivo de su maestro.

Victoria escuchaba unos ruidos que provenían de un arbusto, se acercó disimuladamente para encontrarse con un perro que la asusto saltando para salir de su escondite. Lo miraba con ternura, porque le gustaban los animales pero había notado algo raro en ese canino que se asomaba lentamente y con unos ojos de un color diferente, la observaba detenidamente.

—Qué lindo perro —dijo, tratando de asomar la palma de su mano para acariciarlo.

El perro gruñía como si estuviera enojado con ella, hasta que empezó ladrar. La joven trataba de calmarlo pero el canino avanzaba con sus pasos y seguía ladrando ruidosamente, sigue caminando y sin olvidar observar cada lado del bosque para después ignorar al animal que le mostraba sus dientes haciendo que ella quedara arrinconada contra un árbol.

"Te atrape" escuchó en su mente — ¿¡Que!?

Quedó perpleja al verlo, ese mismo canino comenzó a retomar una forma humana. Su cabello negro se hacía más largo como pasando sus amplios hombros, su gabardina rojiza caía al suelo al igual que su sombrero junto con sus gafas anaranjadas. El vampiro había quedado con su chaleco desabotonado, pantalones y zapatos de color negro, su camisa blanca quedo abierto para mostrar sus pectorales y su abdomen con esa pálida e fría piel.

Ambos hacían contacto visual, perdiéndose en el uno al otro. Ella obedecía inconscientemente por como sus brazos se levantaban hacia arriba, sus labios estaban siendo rosados por los suyos hasta ser besada suave y tiernamente, su mejilla ruborizada sentía el tacto grácil del pulgar y de los dedos que acariciaban su rostro. Luego, sus muñecas chocaban entre sí contra el tronco tardo en darse cuenta que una tela rojiza la estaba sujetando para quedar a merced del conde, que no dejaba de mirarla de manera picara.

— ¡Alucard! —exclamó, ella tenía sus mejillas coloradas por tenerlo tan cerca.

— ¿Qué?

— Déjame ir…—replicó molesta.

Te dejo ir, condesa. Total esa tela se puede romper fácilmente — él se acercó para susurrarle en su oido, manteniendo una sonrisa algo maliciosa pero también con sus orbes escarlata que la examinaban de pies a cabeza por deseo e intriga.

Victoria guardó silencio con el rubor en sus mejillas a la vez es por la sensación del momento y la otra es por vergüenza en admitir para darle la razón. Él tenía razón. A parte, ella estaba quedando a su merced.

Entonces, este prosiguió con besándola de nuevo, moviendo sus labios de forma pausada hasta arrastrarse hacia su cuello donde le clava sus blancos colmillos, abriendo otra vez los huecos que habían cicatrizado. Él quería continuar con el asunto que dejaron en la noche anterior, apartando su boca mostrando sus labios manchados de sangre para besarla y le acariciaba sus piernas, la rodilla estaba apoyada cerca de su entre pierna.

—Sabía que estabas atraída por mí—dijo de manera arrogante.

Call…—la interrumpió dándole otro beso. Al separar sus labios se reía por lo bajo, sin dejar de mirarla con ternura.

En aquellos momentos, continuó besándola mientras que disimuladamente sus manos se sumergían por dentro de su uniforme, quitándole también su brasier que sostenía esos pechos voluptuosos, con intención de manosearle esos grandes senos que llamaba la atención. Lentamente sus botones se abrían para más comodidad, su rostro se inclinaba para lamer el seno izquierdo, succionarlo suavemente: haciéndole un poco de cosquillas con su lengua húmeda, le mordisqueaba un poco el pezón y con su otra mano masajeaba el seno derecho, sin apretar fuerte. Ella contenía sus gemidos, sus manos y sin importar que estuvieran atadas, se movían a la par para acariciarle el cabello azabache de su conde.

Él toma un poco de distancia para examinar un poco a su condesa, noto que estaba algo nerviosa lo podía ver en sus ojos carmesí pero también esa mirada suavizada e brillosa mostraba una súplica interna pidiendo que continúe con lo que inició, sonrió de lado. Prosigue acariciando esas piernas frías y pálidas. Disfrutaba de sus contornos femeninos. Se arrodillaba en frente de su cuerpo para besar pausadamente sobre sus muslos, arrastrando su lengua húmeda sobre su piel de terciopelo, abrió su boca para marcarla con un ligero chupón pero después le mordió un poco para beber su sangre.

Ella gimió de dolor, aunque el placer y el dolor que sentía la confundían un poco porque de igual manera lo disfrutaba.

—Relájate, no te hare daño —habló y rio, con hilos de sangre que corrían por sus colmillos.

—L-Lo sé —decía sonrojada.

Sumergió sus manos por la zona íntima, sacando cuidadosamente la ropa interior que le prohibía continuar, introducía sus dedos dentro de su vagina para estimular a su amante. Ella no podía moverse mucho, su pierna derecha se levantaba por el hombro del vampiro que seguía excitándola, por más que se mordía el labio inferior se le escapa una ligera voz aguda al gemir por sentir algo húmedo tras ser introducido dentro de su zona intima. Alucard estaba lamiendo y le causaba un cosquilleo ahí por el cual su condesa no se podía aguantar, dando que cada vez en escucharla gemir le producía como una hermosa melodía.

Ella se decepciona al ver que su punto estaba por terminar, ahí fue cuando supuso que él se incorporaba casi a su altura para verla: aunque se estaba relamiendo los labios ante sus propios ojos. Viendo como retiraba el resto de su ropa a excepción de sus pantalones que quedó con el cierre abierto, sabiendo lo que se aproximaba a con anticipación.

El vampiro la agarro suavemente por las caderas para acercarse a su intimidad, introduciendo con lentitud su miembro viril y erecto en la vagina, uniéndose a ella para empezar a penetrarla a un ritmo lento y suave. Ambos lo disfrutaban, los brazos de su condesa se aferraban por su cuello mientras que él se movía, la besaba ferozmente para juguetear con su lengua por el cual le seguía el mismo juego.

Alucard…— separó sus labios de él, para recuperar el aliento y en pronunciar su nombre con una voz tierna y entre cortada.

Este sonrió por sus adentros y apoyaba su cabeza por el hombro derecho de su vampiresa que disfrutaba de su contacto. Todo lo que había realizado, el cuerpo de la fémina reaccionó a sus delicados toques y delatando esa atracción mutua. Su ritmo de caderas se iba tomando un poco de velocidad haciendo que la rubia hundiera sus uñas en la espalda de su amante, que ni siquiera sintió aquel diminuto dolor; aunque la joven podía oler la poca sangre que brotaba por la herida, causando que sus orbes carmín observen de manera severa el cuello pálido de su conde. Seras no podía resistirse a probar ese néctar que captaba su atención.

Con un ligero movimiento de cuello, Victoria logra clavarle sus colmillos a su amante para beber su sangre, lo que le sorprendió un poco a Alucard pero no quiso detener el proceso que llevaba ella succionando su sangre, hasta sentir la lengua que cicatrizaba la marca de los huecos de sus colmillos.

No te detengas, Seras Victoria —le susurró en su oído derecho.

Ella estiraba su cuello hacia atrás, con su vista perdida en el cielo nocturno, sus piernas se aferraban a la cintura de aquel hombre. Anhelando este bello encuentro placentero y lujurioso, también le agradaba sentir esa fragancia viril y masculina que tanto le gustaba pero no lo admitía.

Te…amo, Alucard—escuchó de esa voz femenina.

El conde sonrió de lado, gruñó por sentir que se aproximaba su punto. Haciendo que su condesa sintiera un profundo clímax para llegar a su orgasmo, sintiendo que algo llenara todo su ser; ambos gimieron al mismo tiempo, sus cuerpos unidos estaban exhaustos: sudor, lujuria y la sangre hacían una espléndida combinación para estos seres de la noche.

Tardaron un poco en incorporarse, hasta separarse así se podían vestir de nuevo.

—Al fin hice que dijeras esa palabra —decía este, subiendo el cierre de su pantalón, colocándose nuevamente su camisa blanca. Luego se dispuso a desatar el pañuelo rojizo que había utilizado para atar a la joven.

No había marcas en las muñecas pero igual se froto para masajear la costumbre que tuvo sus manos al estar unidas.

— ¿Solo lo hiciste para que diga esa palabra? —preguntó, al acomodar su uniforme.

—N-No —contestó, su verdadera intensión tenía que ver con otra cosa y que le pareció divertido.

Alucard se coloca su gabardina roja, le sacude por el polvo. Se acerca hacia su condesa agarrándola bruscamente por el brazo izquierdo, haciendo que al momento de atraerla choque contra su pecho; ellos se miraron de forma mutua, al mismo tiempo asomaron sus rostros para besarse una vez más, un beso tierno pero apasionante por el cual la joven lo rodeaba por el cuello y él apoyaba sus manos por la cintura hasta envolviéndola en un tierno abrazo.

Separando un poco sus labios: —Te amo, condesa. Seras Victoria.

"Te busque y te encontré…"se dijeron ambos en sus pensamientos, se miraron mutuamente y rieron inocentemente.

— ¿Hasta el próximo encuentro?

—Sí, posiblemente trabajaremos juntos, Alucard— respondió. La condesa sonríe de lado—.Te amo.

Ella desaparecer de ahí.

El observa la luna llena tan rojiza como el día anterior, esperaría ansioso para encontrarla de nuevo. Aunque no tendría problema en buscarla.

—Seras Victoria, mi reina de la no vida —dijo al hacer una reverencia y desapareció del bosque, hasta que vuelvan a encontrarse, solo esta vez será una cita.

"Vlad Terpes, mi gran amor…" se decía en su mente, mirando la luna llena en un tono rojizo y bello, Seras estaba en el reloj de Londres…Recordando y esperando para que él la vuelva a buscar, claro, si la reina le deja trabajar para la Organización Hellsing.


Fin~


N/A: Espero que les haya gustado este remake o fanfic de AluSeras recién pulido y salido del horno, puede que me haya extendido un poco pero es una idea que se me ocurrió al re escribirlo, o básicamente mejorarlo.


Espero que hayan disfrutado, próximamente continuaré puliendo algunos viejos fanfics.

Me despido por hoy, ¡Saludos y cuídense!

Atte. J.H ©