El mundo de esta historia es perfecto.
Allí, el cielo es de un azul clarito. Muy clarito.
Las nubes son blancas y grandes, parecen cercanas.
El Césped es verde, casi brilloso, hermoso.
Hyoga y Shun, disfrutan acostados en el césped.
Queriéndose.
Sonriendo.
La palma abierta de Shun se cierra un breve momento. Brilla un poco y de allí, sale una semilla. Él la coloca en el césped tan solo enterrándola un poquito. El césped, comienza a brillar y de allí sale una hermosa planta de colores violetas con azul. Única. Nunca antes vista.
Hyoga sonría agradado.
Shun toma a la flor del tallo, pero no la arranca.
Sus raíces comienzan a brillar y ella sola, se separa de sus raíces, siendo capaz de sobrevivir sin estar pegada al suelo.
Para ti. – Le dice el chico de cabellos verdes al rubio.
El rubio la recibe en silencio, pero con una inmensa sonrisa.
La ve por algunos instantes y en un impulso alegre, se pone de pie.
El estira de golpe su brazo, como si lanzase algo hacia el cielo.
Y muchas gotas de agua se quedan suspendidas en el aire. El sol brilla un poco mas y hace su trabajo, con aquellas gotitas regadas como arco.
Y a sus cercanías y alturas… Allí apareció el arcoíris.
Shun se alegró enormemente, y se acercó hasta ese único fenómeno. Un arcoíris mas pequeño que él. El cual pudo tocar y sentir…
Era muy agradable… tanto a la vista como al tacto.
¡Hey! – Le gritó Hyoga, haciéndole voltear hacia un nuevo lado.
Las gotitas, el sol e Hyoga. Habían hecho un trabajo de igual técnica pero diferente resultado.
Ahora, su nombre aparecía escrito n el aire, con el crayón del arcoíris.
¡Shun se alegró muchísimo más aún! Y solo pudo correr y lanzarse sobre Hyoga abrazándolo con felicidad.
Al final de todo, ésta es una historia sin problema.
Este es un mundo perfecto.
