— Cola de algodón —Espetó al ver como la coneja pasaba alrededor de la oficina buscando unos papeles que había extraviado.
Judy se dio vuelta ante esas palabras y lo observó, él sonrió ladinamente.
— ¿Que miras, Zanahorias? —Cuestionó mientras en la silla, se hamacaba. La coneja se extrañó por esa pregunta, al oír claramente lo anterior dicho. Sin embargo, al final, decidió ignorarlo.
— Podrías ayudarme a buscar.
— Yo ya hice mi parte del trabajo, pelusa— Dijo, la aludida se cruzó de brazos y zapateo con el pie por su respuesta— Además me gusta verte trabajar.
Ella hizo un mohín.
— Te vas a caer —Repuso antes de darse la vuelta y seguir buscando, sola, esos papeles. El siguió hamacándose con las manos puestas detrás de su cabeza, en una pose despreocupada. Entretanto sus ojos verdes se dirijan a su rabo blanco como la nieve.
Después de unos minutos los pudo encontrar, pero antes de que pueda volver a su asiento, sientió como su cola es apretujada, lo que ocasionó que por la impresión, suelte los papeles que recién habían encontrado y caigan en el suelo, en eso, giró bruscamente su cuello y vio al zorro con su pata sobre su rabo.
— ¿Que estás haciendo? —Y la voz le sale aguda como un chillido como estar incrédula por lo sucedido.
— Tocando tu cola —Concluyó como si fuera lo más normal del mundo— Y es suave como el algodón.
A Judy se le erizó el pelaje y enrojeció por las palabras y sobre todo por el atrevimiento de Nick.
— ¡No la vuelvas a tocar!
Exclamó a la defensiva.
— Como quieras, cola de algodón.
Ella se sonroja más fuerte al oír ese apodo. No obstante cuando se da vuelta y se agacha para recoger los papeles que por la impresión había soltado. Otra vez siente que su cola es apretujada, pero no con la pata, ya que esta vez siente como algo se clava en esa parte sensible.
Y cuando gira, ve los colmillos de Nick sobresaliendo de su boca y su lengua pasando por ellos.
— ¿Me mordiste? —Preguntó colorada, con mucho más escepticismo que la anterior vez— ¡Te dije que no me tocaras! —Roja como una remolacha, zarandeando su pata demostrando queja.
— Y no lo hice, te mordí —Espetó— Aunque... si cuentas "tocar" lo hecho por lo dientes, déjame decirte que yo no lo considere "tocar" a esa manera.
— ¿Por qué hiciste una cosa así? —Su voz denotaba claro desconcierto e indignación.
— ¿Por qué? —Nick se siguió hamacando sobre la silla— ¿Por qué me preguntas? —Judy posaba sus ojos violetas impacientes a los ojos verdes tranquilos del zorro— Porque quería saciar mi curiosidad sobre un asunto.
— ¿Sobre mi cola?
— Así es... —Afirmó— Quería saber si tu rabo era suave. Y lo es—Sonrió— Y si su sabor era como el algodón de azúcar...
— Y en lo último, te diste cuenta que no —Masculló Judy con los dientes apretados por lo que había hecho Nick.
— Aja —Articuló, sonriendo torcidamente y las palabras que dijo a continuación tiñeron las mejillas de la coneja.
"Tu cola sabe mejor"
Y más o menos, casi el mismo tiempo el zorro se cayó de la silla, al haber sido empujado por una avergonzada Judy.
