NOTA: Por favor, no dejen de leer la magnífica historia El Gavilán Pollero, de nuestra oxybry, y que inspiró este loco one-shot. Y si ya la han leído, vuelvan a hacerlo XD

Descargo de responsabilidad: Nakamura, dueña y señora, dadora de quebraderos de cabeza…


EL CONEJITO Y EL LEÓN

Los platós de televisión y sets de rodaje son el medio natural del león o panthera leo. El rey de los grandes felinos se mueve sigiloso entre técnicos, atrezzistas y demás criaturas que pululan entre focos y decorados.

Sus hábitos predatorios son siempre los mismos: se acerca describiendo un amplio círculo, sin apartar la mirada de su objetivo, que, inocente e ignorante del peligro que la acecha, departe animadamente con sus colegas, los ojos brillantes y una sonrisa suave en el rostro.

Es este león un macho solitario, que por elección propia rehúye de las demás hembras de su especie (aunque ellas gustosas se le ofrecerían), y sin hembras que cacen para él y lo provean de comida, se sustenta prácticamente del aire. Es decir, si no come, es tan solo porque no quiere…

De resultas de tales hábitos y elecciones, este joven ejemplar vive eternamente celoso, perdón, en celo. Y además, es vegetariano… Sí, sí, por pura necesidad, porque resulta que su presa elegida —la única que su boca anhela devorar—, un dulce ejemplar de conejito común o cunnus vulgaris, llamado Kyoko-chan, es definitivamente cualquier cosa menos vulgar.

Independientemente de las inusitadas modificaciones de su conducta (que atienden más al corazón que a su propia naturaleza), Hizuri Leo es el mayor depredador del ecosistema actoral de la geografía japonesa, incluida alguna habitación de hotel bajo nombres falsos, pero generalmente en el coche o en el apartamento del felino, es decir, en su guarida. Y es de suponer que aquí, en su propio terreno, donde el cazador es más fuerte, la pobre víctima no tendría defensa ni escape alguno, pero sin embargo, ocurre justamente lo contrario: el león se deja mimar, cual gatito doméstico, y acepta con gusto la comida que su hembra prepara para él.

Si aguzas bien el oído, podrías escucharle ronronear…

Ocurre también que cuando la hembra está en celo el pobre león ruge, ahuyentando a los otros machos, que en tales casos se limitan más bien a miradas aviesas, tenebrosas, y a palabras cortantes como cuchillos. El león hace tiempo que oculta sus garras y quizás ni recuerda que las tiene… Pero tal proceder atávico, siguiendo el impulso de sus instintos primarios, tan solo espantaría al pobre conejito, así que el león procura ser menos león que de costumbre… Más…, más gatito, por así decirlo… Pero ella, dotada de la alta capacidad sensorial de supervivencia propia de las de su especie, advertirá el peligro, y advertirá las negras nubes de su oscurecido ánimo y tratará de hacerse pequeña, insignificante, como una ardillita temblorosa, hasta que el peligro pase y su respetado león vuelva a ser su lindo gatito…

Pero no solo sufre el macho… La hembra, en celo y muuuy celosa, también compite por la atención del macho. Existe documentación extensa sobre el famoso caso en que el tierno conejito catapultó por el aire a una insolente hámster, incapaz de respetar el extraño ritual de cortejo de los dos ejemplares que nos ocupan.

Con tal subversión del orden natural de las cosas, tan solo es cuestión de tiempo que el lindo conejito cene todas las noches carne de león, de preferencia cruda.

Y el león, feliz y satisfecho, bieeen saciado, jamás se atreverá a protestar…