Título: I promise
Summary: Un viaje como ningún otro … una promesa por cumplir … Rinoa te alcanzaré …
Disclaimer: Los personajes pertenecen a squaresoft …
Autores: Hobbes y Yukina
Título del capítulo:
Punto de vista de Selphie:
Era espeluznante… No había otra palabra para definirlo. Estaba allí delante de todos pero a la vez no estaba… Tenía aspecto humano, de rasgos finos y angulosos, piel como el mármol y cabello platino, boca fría y marchita, ojos vacíos y horribles, en su mente una misión y en sus manos…
…nuestras vidas.
Un gemido me sacó de mi ridícula estupefacción, a mi lado se encontraba Quistis, la bella y genuina ex instructora. Un escalofrío me recorrió por la espalda al ver en que estado se encontraba, nunca le había visto en aquel estado… tan frágil, tan vacía, tan sola…
Una lágrima recorrió mis mejillas desoladas, no pude aguantar la visión ante mí…aunque tampoco la podía apartar. Quise correr, correr lejos… huir. Pero los cuerpos casi sin vida de mis compañeros me lo impedían. Logré contactar con la mirada del enérgico Zell, era una mirada desoladora…sin vida.
Otra lágrima calló por mi mejilla.
Squall, estaba ahí de pie, con su plateada arma en una mano y su melena castaña al viento emulando a los antiguos caballeros que solían salir en los cuentos que nos leían de pequeños. Arrodillado, exhausto, y tambaleándose apoyado con fuerza sobre su sable espada, parecía haber sido el único que había aguantado las embestidas del adversario, si bien su aguante no parecía más que decisión del propio demonio, que ahora se acercaba lentamente para finalizar su trabajo dignamente. Es decir, pretendía acabar finalmente con el líder del grupo en un duelo solitario mientras los demás yacían en el suelo. El único que, por deseo del demonio había aguantado allí, como el caballero que era.
Alargué mi mano en el en dirección a Squall, estaba cubierta de una mareante sangre roja y a pesar de mi esfuerzo, sabía que inútil querer calmar su dolor con ese inútil gesto.
Cuando el demonio alcanzó la posición de Squall comenzó a elevarse por los aires, parecía que se volvía cada vez más y más grande aumentando así nuestra ineptitud y poca valía. Los efectos desmesurados que causaron en Squall una pequeña maldición del demonio me hicieron comprender que todos estábamos muertos.
Hacía falta un milagro. Nos hacía falta un héroe.
Squall, el héroe de mi corazón flaqueó, perdiendo así su arma que se clavó en el suelo con un sonido metálico como si no fuese más que un mullido algodón
En ese momento Squall miraba a su formidable arma con devoción, cariño y deleite. Podía ver lo que pensaba a través de sus ojos color miel; admiración por su valeroso sable-pistola que tantas batallas le había hecho ganar en nombre de su amada, y desprecio hacia a si mismo por haber fallado a su arma, a sus ideales y a su Rinoa.
La estridente risa del demonio inundó todo el paraje. Yo estaba paralizada, no era capaz de pensar en nada excepto en las últimas cosas que podía haber hecho y que estaban en mis manos hacerlas.
Lo vi todo como si el tiempo se hubiese detenido.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, oía su rítmico compás en mis oídos a coro con la risa de demonio.
El castaño comenzó a caer con lentitud hacia su filosa arma. La impotencia de saber que el demonio no se mancharía ni las manos para matar al jefe del grupo fue suficiente como para no parar de llorar de rabia y dolor por la pérdida de mi amigo que se veía próxima. Squall iba a morir con su propia arma de combate.
Irvine, Zell, Quistis… estamos muertos ¿Lo sabíais?
Un silencio vacío cayó sobre todos los presentes, de esos que siempre tienen un tinte de trágico encanto, de esos después de los cuales lloran los niños en la penumbra de la guerra.
Squall que había cerrado los ojos sin siquiera advertirlo los abrió para ver la masacre que se iba a cernir sobre él mismo, el miedo fue lo único que se reflejó en ellos.
Cerré los ojos no queriendo ver el drama que todos estábamos viendo… una cruel maldición que había hecho el demonio al hacernos caer uno a uno hasta llegar a Squall.
Tenía el alma y el cuerpo aterrados.
Y de pronto se escuchó una voz diferente a las que allí se encontraban.
-Yo soy el único con derecho a matarte, Squall. -se escuchó con voz burlona.
Abrí de nuevo los ojos y ante mi se encontraba Seifer que aguantaba a Squall por la cintura mientras que con su propio sable-pistola creaba una perfecta defensa para los dos.
Squall levantó del suelo su heroica arma ayudado por Seifer y el atisbo de esperanza que vislumbró en el horizonte le ayudó a sacar fuerzas para colocarse a la par de su preciado compañero de lucha y se dispusieron a atacar el demonio.
-Su alteza no deseaba que luchara con el caballero de la bruja…-murmuró con rabia al ver el nuevo del grupo.
Tras un momento de confusión en el que el demonio demostró finalmente parte de la humanidad que su aspecto delataba, se dirigió rápidamente hacia la posición donde yacía inconsciente Rinoa y, sin apenas esfuerzo, la levantó para colocársela en sus enormes hombros.
-Devuélveme a Rinoa-se oyó de los labios de Squall.
El acto de la tragedia acabó cuando el demonio desapareció, tras una última mirada de desprecio antes de darse la vuelta, sin dejar rasto de él… y de Rinoa.
-¡Squall!-fue lo último que salió de los labios de la morena y lo último que mis oídos escucharon aquella noche.
La luna se ocultó y suaves copos de nieve comenzaron a caer.
Todos dirigieron sus miradas hacia el jefe del equipo buscando una explicación, una solución…algo. Squall lo debía saber, Squall siempre sabía.
No fueron sus palabras si no sus ojos…
Mi llanto fue lo único que se escuchó.
Rinoa había sido secuestrada por un ser anónimo, y no sabíamos como iba a acabar la trágica historia.
-Tenemos que ir a casa de Edea.-
Esa frase dicha por Quistis fue la que rompió el silencio que había reinado durante más de dos horas.
Selphie, con la cara blanca y las mejillas inundadas de lágrimas dio su afirmación, pues pese al dolor sabía que ese era el único lugar dónde podrían encontrar respuestas.
Zell saltó de golpe de su silla y comenzó a dar patadas y puñetazos en el aire.
-Si, tenemos que encontrar a ese demonio y pegarle de ostias…-dijo comenzando un monólogo interminable.
-Bien, entonces tracemos un plan de batalla…-dijo para luego quedarse completamente callada.
-Alguien debería ir a buscar a Squall...-murmuró Selphie sabiendo que era eso lo que estaba pensando la ex instructora.
-…le meteré en un bocadillo de patatas y me lo comeré a gusto y entonces…-seguía Zell
-Iré yo-dijo Seifer comenzando la marcha hacia la puerta.
Seifer encontró a Squall no muy lejos de ahí. Por lo que bien podría ser la primera vez en su vida, Seifer sintió algo que no era ni odio ni envidia por Squall, y mostró esta compasión y admiración colocándole una mano en el hombro de Squall, el símbolo de apoyo mas grande hecho por Seifer.
-Míralo por el lado positivo, Squall. Ahora que la han secuestrado seguro que Rinoa ya no te vuelve a molestar para pedirte una cita.
-…-
-Vamos a ir a casa de Edea…-murmuró y vio como Squall sin mediar palabra comenzaba a caminar de vuelta hacia el grupo.
Seifer lo siguió hasta donde estaban los otros, que se habían reunido, excepto Zell, alrededor de una mesa.
-…lo machacaré y se lo daré de comer a Ifrit y luego…-
Llegaron enseguida a casa de Edea y tuvieron suerte de encontrar a la bruja antes de que esta partiera en un importante viaje, pero desgraciadamente las noticias sorprendieron demasiado a la bruja, que no estaba enterada absolutamente de nada que pudiera guardar relación alguna con el secuestro de Rinoa. Lo único que pudo hacer por ellos antes de partir fue ofrecerles su casa para descansar.
Tras comer algo para reponer fuerzas, todos se echaron un rato para intentar sacarse de encima la resaca de la maldición, dándose cuenta de que Squall los había vuelto a dejar solos para proseguir con su meditación cerca de la playa.
¿Dónde te has metido, Rinoa? ¿Por qué será que siempre me toca salvarte? ¿Y por qué será que me gusta tanto? Tu cara de orgullo, el reencuentro, tus ojos mostrándome esa pasión a la que no me atrevo a entregarme. Rinoa ... ¡¿Dónde estás?
Mientras gritaba Squall clavó con furia su espada en la arena de la playa, dejando que el acero de esta recibiera el agua salada que constantemente traían consigo las olas del mar.
-Po' fi' te hemo' encontrao'-dijo una voz a sus espaldas
-Explicación-
-No te extrese' Viento, ahora se lo explico-
-¿Trueno, Viento?-dijo Squall girándose para encararles.
-Saludos-dijo la cortante Viento.
-¿Qué pasa tio, cómo estamo'?-dijo el mas amigable Trueno
-Mensaje-le instó la chica a la vez que pateaba la espinilla del hombre.
-Tenemo' un mensaje pa' ti, Squall-dijo adolorido.
-¿De quien?-contestó Squall.
Trueno y Viento se miraron.
-Confusa-dijo la chica.
-No lo sabemo'-aclaró Trueno.
-¿Cómo que no lo sabeis?-demandó Squall
-Verá' estabamo' en el Hotel galbadia tomándono' un buen trago de… ARGGH…-gritó cuando recibió otra patada de Viento en la espinilla.
-La cuestió' e' que se nos acercó un tio con pinta' mu' rara y no' dijo: Tenéi' que darle esto al Squall…-dijo mientras sacaba un papel todo arrugado.
-Trampa-
-Hemo' pensao' Viento y yo que podía se' una trampa-concluyó
-Seguramente…-dijo Squall abriendo el sobre.
"Tengo a Rinoa. Ven a mi para que te pueda matar."
-Squall, no vaya', e'una trampa-dijo Trueno al ver la nota.
-Sabe que iré a buscarla…-
-Identificación.-dijo Viento.
-Fue… Artemisa-
Ambos guerreros saltaron al oir el nombre y se miraron con miedo y sorpresa.
-Muerta-
-¿No la mataste' compañero?-
-Eso creia… pero ahora morirá…-dijo Squall
-…al quitarme lo que mas quiero-pensó.
Te prometo que te perseguiré hasta donde tu vayas, Rinoa.
Continuará
