La Decisión de un Hyūga.
1. Último momento.
Los personajes de esta historia no son de mi propiedad. Son de Masashi Kishimoto.
Este fic esta hecho sólo para el entretenimiento de su creadora y de quien lo quiera leer.
Es mi primer fic. Espero que lo disfruten.
Un pequeño camina, sólo como de costumbre, por las calles de Konoha.
Al mismo tiempo, Hizashi Hyūga, con la frente en alto, va en camino a su destino. En su mente tiene una sola imagen que le causa gran pesar dejar atrás.
En un momento de desconcierto ante el rumor de que el Hokage se encontraba por el área, el pequeño niño se alejó del alcance y vista de cualquiera, al ver un viejo estanque con escasa agua de la última vez que había llovido. Un lugar viejo y olvidado que había visto mejores días, pero que ahora era pasado de largo por la gente de la aldea... por todos menos por él. Aquel espacio se encontraba en el centro de un pequeño círculo de pasto, tierra, polvo y piedras.
¿Por qué iba a hacer eso? Claro, respuesta simple y obvia: destino. Extraño y maldito destino que marcaba a las personas, a algunas literalmente como a él. ¿Es que acaso no podía decidir acerca de su vida como la gente normal? Decían que ser un Hyūga era un privilegio, que esos ojos eran una bendición y un gran poder, pero para los miembros de la Rama Secundaria no era todo como se pintaba –reflexionó mirando cómo un niño corría extendiendo una enorme sonrisa en su rostro, dirigiéndose al pequeño estanque el cual era cubierto por la sombra de un gran árbol de cerezos que opacaba y hacía ver aún más viejo y desgastado el pequeño conjunto de piedras. La criatura se sentó en la orilla para contemplar su rostro en el agua.
—Los niños al final siempre serán igual— pensó en voz alta, molesto. Pensó que el hecho de que un pequeño lleno de vida y juventud hallara algo de bello o interesante en tal triste vejestorio tendría un significado poético, pero se equivocaba: la vanidad y superficialidad parecían siempre estar por encima de todo. Él iba a morir, y parecía que al mundo le daba igual, no había duda. Estaba furioso.
Él lo volteó a ver y, justificando su acción pasada comentó entre risas infantiles:
—Pensaba en cómo era papá, es que… no recuerdo su rostro, ni sé su nombre; no tengo padres—. Eso causó una mueca de ¿tristeza? en el rostro del Hyūga. Tal vez no todos los niños eran tan inmaduros, inconscientes e indiferentes a las realidades de la vida.
¿Pero por qué decía él eso en una forma tan fluida y alegre? ¿Acaso a esa edad no se tenía el suficiente conocimiento acerca del dolor de la pérdida de un ser querido? Al parecer no.
¿Así hablaría su hijo de él años después? ¿Cómo si no importase, alegremente y- de hecho- muy feliz? ¿En qué clase de persona se convertiría?
—También imaginaba cómo se sentiría tener un hermano…— continuó, mirando el estanque, el pequeño—. Un gemelo —aclaró. Eso era el por qué observaba su reflejo de esa forma. Ahora podía notar en sus ojos alegres el dolor y la soledad que escondió por momentos.
El adulto se sentía como un tonto. Pensar en sus problemas, maldiciendo a la Rama Principal y en el estúpido destino cuando humanos, niños, sufrían la perdida que pronto viviría en carne propia su único hijo, le causaba un profundo sentimiento de ¿comprensión?, ¿compasión? Claro, su padre siempre había preferido a Hiashi por ser el heredero del Sōke, aún y cuando ambos eran igual de buenos en habilidades ninja, excluyendo –obviamente- las técnicas prohibidas de aprender por personas ajenas a la familia principal, pero aun así; Hizashi se esforzaba mucho para quedar al nivel de su hermano. Un hermano. Su hermano. Algo que muchos niños, hijos primogénitos y/o únicos anhelaban a esa tierna e inocente edad. Algo que esa rubia imagen de inocencia deseaba, algo que él tenía y no apreciaba. Un gemelo. Un compañero de juegos, de risas, de aprendizaje y experiencias, entre otros, esos otros que jamás llegaría a comprender porque su familia no era común. No era normal.
Era la gran y respetable familia Hyūga. Admirada por muchos y envidiada por más. Técnicas ninja capaces de enseñar y aprender sólo por la línea de sangre correspondiente al clan, y muy efectivas. Visión de casi 360 grados a la redonda, capacidad de ver a una gran distancia y a través de objetos, jutsus, ninjutsus y genjutsus, además de poder observar el chakra (y sus puntos) de una persona, entre otros misterios desconocidos. Sin embargo… sin embargo Hizashi y su hijo tenían el byakugan limitado, esa era una de las "pocas"–sarcasmo- malas consecuencias que conllevaba el ser parte del Bōke. Siendo todo eso no se podían dar el tiempo para jugar si se quería ser el mejor. Una infancia normal no la podía "disfrutar" un Hyūga, no, claro que no. Si alguna vez hubo una época de felicidad total y paz de alma y cuerpo fue por la ignorancia. Desconocer el futuro al que sería guiado siempre, un futuro elegido para él, más no por él, en el cual el final sería la muerte propia para proteger al clan. El único destino que todo humano compartía.
Se alejo del niño sumido en sus pensamientos, dándose cuenta de lo que lo había hecho pensar.
Un futuro elegido.
Se encaminaba a la mansión Hyūga.
Un camino guiado.
Sabía lo que debía hacer.
Una vida marcada.
Pero… ¿era lo correcto?
Un sello equivocado.
Volvió la vista atrás.
—Lo es —susurró.
Una jaula imposible de abrir con el esfuerzo propio de un simple humano.
El niño sonrió. El hombre también. Si le quedara más tiempo de vida seguro un día de esos lo buscaría para darle las gracias.
Pero aún así, como se dieron las cosas.
El pequeño se acercaba confiadamente a él.
Todo es por una razón.
—Gracias —susurró con voz que reflejaba sus palabras. El pequeño entendió que le había ayudado en algo.
—Naruto… —contestó, y desapareció de su vista perdiéndose entre la multitud de gente.
Supo que no era él siempre la víctima, que no era su hermano siempre el culpable, que no era el destino siempre el causante de su sufrimiento. Era él. Los papeles se invertían. Ahora sabía lo que debía hacer. Su vida la había podido decidir desde el momento en el que poseyó uso de razón. Reparó en lo que siempre fue pero nunca observó. Líder de la Rama Secundaria no sonaba mal. No siempre se obtiene lo que se quiere, y si su hermano lo había logrado, debía ser feliz por él. De haber logrado llegar a formar parte del Sōke, no sería con ello su cabeza.
Su hermano siempre lo vio con admiración debido al esfuerzo que ponía en mejorar. Hiashi nunca le deseó el mal, pero estaba bajo mucha presión, cosa que si hizo él. ¿Por qué no veía su destino de otra manera?
Divisó la entrada a las tierras Hyūga. Miembros del Sōke se encontraban en la recepción.
—Hokage-sama y Hiashi-sama lo esperan —dijo impaciente uno de ellos.
—Tenemos órdenes de llevarlo a 'Unmei' al tiempo de su arribo —habló el otro.
Pero no lo entendían, nadie lo hacía.
Él guardaba un gran secreto que nunca revelaría como promesa a su difunto padre, pero que le carcomía el alma, pues podía ser su salvación, su vía a la vida que tanto anhelaba y que volvería todo este asunto solo la sombra de un mal recuerdo. Algo que lo liberaría de su sufrimiento, del tremendo dolor que aquello le produciría a su hijo, el cual estaba a punto de quedar huérfano si no hacía nada para detenerlo.
Y su decisión estaba tomada.
Sin decir una palabra, Hyūga Hizashi se encaminó a la gran puerta principal que después de cruzar se dirigió, esta vez guiando, no guiado, a su destino, literalmente.
Se detuvo en el umbral de la puerta corrediza que tenía frente suyo, para después deslizarla lenta pero firmemente con la decisión tomada, con el camino correcto.
Tal vez ese niño kitsune no era lo que los demás creían y aseguraban. Tal vez él tampoco…
Porque hasta el último momento, comprendió.
Con el sello equivocado
Ya no era más un pájaro enjaulado
Ahora, era ave volando.
Esa es la Decisión de un Hyūga.
Éste es mí aporte al Reto foro: El valor de los extras. Mejores son los demás capítulos, y en éste hay muchos aspectos que se añaden en otros. No es una corta historia, al menos eso pienso, pero agradeceré a cualquiera que lea y también a quien comente qué pensaron del fic. ¡Hasta un nuevo capítulo!
