SPOILERS DE TODA LA PRIMERA GENERACIÓN.

Disclaimer: No es mío –si lo fuese Chris nunca habría muerto, Maxxie y Tony habrían mantenido una relación mínimamente larga para que, al terminarla, Michelle y Tony volviesen, y no habría dejado ese final de m***da-, pertenece a la cadena y guionistas de Skins. O eso supongo (?)

Sinopsis: Tony escuchando una canción, Michelle cada vez que mira la hora, Sid cuando se quita su estúpido gorro… Seis años después, aún todo podía recordarles aquellas calles sucias y marginadas y aquellos días en los que nada ni nadie les separarían. Jamás.

NA: Pues aquí estoy, como había prometido (: Este proyecto extraño va a tratarse de unas (Yellow calcula hábilmente un segundo) siete viñetas, o por ahí, sobre lo que pasó seis años después de que el grupo dejase atrás Bristol. Puede que en algún que otro capítulo se convierta en algo más largo que una viñeta, ¿quién sabe? Podéis preguntar a mi inspiración, a ver si os dice algo, porque a mí a veces se pasa días sin dirigirme palabra. Por otra parte, es la primera vez en mucho tiempo que hago un bicho de estos que no se basa en un solo capítulo; así que espero que seáis buenos. Total, espero que os guste tanto como a mí me gusta escribirlo (bueno… no tanto (?)) y que dejéis algún review, os lo agradecería muchísisisisisisimo ^^

Esto va esencialmente para Alikum la geme que no sabe hacer corazones xD. Gracias por ponerme un par de pistolas en la cabeza (??) ha valido la pena.


Todos.

El tiempo es una de las cosas más relativas en este mundo. Seis años pueden significar muchas cosas. Recuerdos, anhelos, sueños por cumplir, y sueños ya cumplidos. La gente se mueve, cambia, crece, pero no olvida.

El pequeño y envenenado pueblo de Bristol parecía no cambiar nunca. Los gatos callejeros maullaban al son de la luna llena por las noches, mientras que bellas criaturas de los bajos fondos salían a la oscuridad y jugaban a ser princesas en garitos de mala fama, portando su mejor maquillaje y su falda más corta. Al día siguiente daba igual lo que hubiese ocurrido. La gente corría con prisa, hablaban entre ellos, reían sin motivo, lloraban por cualquier cosa o enloquecían.

Pero nada cambiaba.

Ellos lo notaron apenas puesto un pie en aquel pueblo que rebosaba de sus recuerdos. Cada uno de ellos pudo percibir, desde dentro, como si la prueba misma fuese el oxígeno que aspiraba del aire de esos barrios, que todo seguía como antes. Seis años no habían supuesto un algo en el rastro de humo y lágrimas que dejaron al marchar. Tampoco parecía que las paredes de los callejones, la tierra que pisaban, el cielo que yacía siempre sobre sus cabezas o los tejados de las hileras de casas hubiesen echado realmente de menos a ninguno de ellos. Mientras que ellos, cada uno de ellos, habían echado de menos alguna de esas cosas en cualquier momento de esos años.

Y volver, con todo aquello que conllevaba, se hacía pesado y doloroso. Como al abrir una vieja herida que siempre preferiste vendar bien para que no sangrase, escocía oler de nuevo el olor a pasado. Ardía en el pecho pasear por el parque, por tu antigua calle, mirar la casa donde te criaste y que se te encogiese el corazón con un nudo en la garganta. Pensar en todo lo que hiciste y en todo lo que no resolviste, recordar apenado cada cabo que dejaste sin atar, casi vislumbrarte a ti, hace seis años, con todos, cuando todo parecía un poco más inolvidable.

Sin embargo, también se dieron cuenta de que, estando o no en Bristol, todo eso estaba ahí. Todo eso existía, y podía salir a flote en cualquier momento, en cualquier segundo mareado de sus vidas. Tony escuchando una canción, Michelle cada vez que mira la hora, Jal cuando toca el clarinete, Maxxie al encender un cigarro en su boca, Sid cuando se quita su estúpido gorro… Seis años después, aún todo podía recordarles aquellas calles sucias y marginadas, las noches, mañanas y tardes enteras jugando a serlo todo y poder con todo, y aquellos días en los que no podrían caer nunca. Porque ellos eran uno, eran un equipo, y si cualquiera de ellos caía, todos caían. Aquellos días en los que nada ni nadie les separarían. Jamás.

Por eso, hoy por hoy, caían de vez en cuando. Caían, y, a veces, sentían que no había nadie a su lado para sujetarles o caer con ellos. Y se sentían solos, sentían que ya no eran nada ni podrían con nada. Porque creyeron que no permitirían que les separasen jamás.

Mas lo hicieron.

Y ahora, aún estando todos de vuelta en Bristol, sin que ninguno de ellos sea consciente de quién está acompañándoles ahora mismo en la ciudad, todavía duele saberlo.