La rosa de Versalles y sus personajes pertenecen a Ryoko Ikeda. Yo solo los uso para entretenerme
Los sueños que se cumplen
Una ligera brisa invernal se sentía en la penumbra del lugar.
Por un momento sintió una extraña inquietud…intentó moverse, pero una fuerza desconocida se lo impidió, …iba a decir algo, cuando sintió una mano tomarla por la muñeca… trató de enfocar en medio de la oscuridad…unos ojos verdes relampaguearon, mientras la miraban fijamente, como buscando algo en los suyos…
—Tranquila…no tengas miedo…— la suave voz hiso que se sintiera segura y tranquila… el aroma y el tacto de quien la sujetaba se sentía... tan familiar
Sintió sus dedos deslizarse con suavidad por los contornos de su cuerpo… hasta detenerse en su nuca, deslizándose entre los rubios cabellos… provocando que cerrara los ojos y suspirara profundamente…. el sutil roce le producía emociones indescriptibles…
Unos fuertes brazos se cerraron en torno a ella… atrayéndola, … inmediatamente una fuerza similar al de la corriente eléctrica le recorrió la columna, mientras con movimientos nerviosos deslizaba sus brazos alrededor del cuello del hombre que la levantaba en brazos, como si no pesara nada… sonrió y se perdió en los verdes ojos… dejó de pensar… no era posible hacerlo sintiendo la calidez del varonil pecho y el sonido agitado de su corazón…
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Sus ojos se abrieron bruscamente, … su respiración estaba agitada y el corazón le latía apresuradamente.
—¡Otra vez ese sueño!
Intentó calmar sus nervios respirando profundamente y tratando de convencerse a sí misma de que solo se trataba de un sueño tonto.
—¡ESTO NO ES PROPIO DE TI, OSCAR! –se reclamó a sí misma
Se levantó incómoda, … ya no podía soportarlo más, cada noche, aquel sueño volvía una y otra vez, con insistencia.
Sentía como si alguien jugase con su mente en cuanto cerraba los ojos
La joven retiró las cobijas de su cuerpo, estaba transpirando y se sentía algo mareada. Se incorporó del lecho y sus pasos la llevaron hasta la ventana, aún no amanecía y las luces del alumbrado público dibujaban las siluetas de las pocas personas y vehículos que transitaban por la solitaria calle. Decidió ir a la cocina para relajarse y tomar una taza de chocolate caliente.
Ya en el lugar, distraídamente buscó un recipiente para calentar el agua, tan ensimismada estaba en esta tarea, que no notó una presencia a sus espaldas, hasta que las puntas de unos dedos le rozaron ligeramente el hombro.
— ¡ANTONIETA! ...—buscó apoyo en el mesón—… ¡Diablos mujer!, …tose, o has algo para hacer notar que estás aquí!... ¡qué susto me has dado!
— Lo siento, Oscar…no era mi intención asustarte.
—¡No me digas que acabas de llegar! — preguntó alterada —¡Antonieta! ...¡me dijiste que regresarías temprano!
—¡Y es temprano! ...—rio con ganas—…el sol aún no sale
—¡Antonieta!
—No te enojes, regresé hace horas…antes de que mis caballos se volvieran ratones
Oscar suspiró, por un tiempo había insistido en acompañarla en sus salidas nocturnas para cuidarla, pero como estas eran demasiado constantes, finalmente había levantado los brazos derrotada. Pero pese a ello, no podía dejar de sentirse preocupada cuando ella llegaba tarde
—¿qué haces despierta?
—Eso es lo que quería preguntarte— la miró inquisitivamente — Únicamente vine porque te oí pasar junto a mi cuarto
Le sonrió y tomó la tetera de manos de su amiga y la puso a calentar, la idea de una bebida caliente a esa hora era tentadora, además le haría bien a Oscar, ella no tenía buen color, y sus ojos mostraban una extraña inquietud
—¿Te sientes enferma?
—No…solo… — por un momento su voz titubeó, sentirse así era algo impropio para ella—…solo…no podía dormir.
—¿Quieres sentarte y hablar de ello?
Oscar obedeció mecánicamente y se sentó en una silla junto a la barra
—¿algo te preocupa, Oscar?
—¿quieres la lista? ...veamos…primero están los exámenes, en los que tengo que sacar notas excelentes, si quiero conservar la beca…mi padre que sigue encajándome a Girodel cada vez que puede…hmmm…y también está el estúpido de mi jefe…
—¿Tu jefe? ...vamos Oscar, no sufras por tan poca cosa, solo mándalo al diablo y renuncia
—Con gusto lo haría…pero necesito el trabajo, Antonieta
—¡No!, no lo necesitas…tú sabes que yo puedo pedirle a mi madre que me aumente la asignación…
—¡NO! ...hace tiempo decidí no depender de nadie…se lo dije a mi padre cuando me opuse a seguir con el "negocio" de la familia y me lo prometí a mí misma
—No soy tu "comprensivo" padre Oscar…—remarcó con ironía—…además no te regalaría el dinero, … si es eso lo que te preocupa, señorita orgullosa. Solo sería un préstamo
—Ni así lo aceptaría…
—Di lo que quieras de tu padre, —la señaló acusatoriamente—… ¡pero eres igual de terca que él!
El silbato de la tetera sonó y Oscar se incorporó para servir las tazas. Antonieta bebió ávidamente la taza que le ofreció
Una vez reconfortada volvió al ataque, conocía a su amiga e intuía que su insomnio, se debía a algo que la inquietaba más que sus problemas cotidianos
—¿No será que no puedes dormir por…el chico del tren?
Oscar casi escupe el sorbo que estaba bebiendo
—¡AJÁ! ... ¡acerté! ...—palmeó las manos como una niña juguetona—…¡Otra vez volviste a soñar con él!...—Oscar evadió su mirada—…vamos no te avergüences…somos jóvenes y soñar no es delito…¿o lo fue?... ¡cuéntame! ...sobre todo los detalles sucios…
—¡NO HAY DETALLES SUCIOS!
—¡Lo sabía! …solo a ti se te ocurre soñar con un chico guapo… ¡y despertar antes de que suceda algo divertido!… — volvió a sentarse decepcionada—… ¡hasta al soñar te reprimes!
Oscar se retiró molesta, no le gustaba hablar de esas cosas con ella, se sentía extraña confiándole asuntos así y solo lo había hecho porque en una ocasión tuvo la mala suerte de quedarse dormida en el sofá y tuvo ese loco sueño delante de la inquisitiva mirada de su compañera de departamento
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El despertador sonó y Oscar se levantó presurosa, cada día tenía el mismo patrón, ducharse, preparar el desayuno, y salir disparada para abordar el tren de las siete.
Lo mismo había pasado aquella mañana, …cuando comenzó todo…
Flash back.-.-.-.-.-.-.-.-.
Aquella mañana abordó el mismo vagón de siempre, se sentó y distraídamente dirigió su mirada hacia la puerta por la cual ingresaban los demás pasajeros… repentinamente… lo vio entrar al mismo vagón…
Era alto, atractivo y con andar seguro. Vestía sencillamente, camisa blanca, jeans y una mochila al hombro.
Se sentó en el asiento que se encontraba justo frente a ella, colocó su mochila sobre las rodillas, sacó algunos papeles y clavó su mirada en ellos. Debía tratarse de algo importante, pues pareció abstraerse del mundo…ni siquiera reparó en que en ese momento era el objeto de estudio de unos inquietos ojos azules
Oscar lo miraba intensamente…algo en él, …le llamaba poderosamente la atención.
—Vamos, Oscar…ni que fuera el primer muchacho atractivo que vieras en tu vida – se reprendió a sí misma
Él estaba a solo unos metros, con su piel tostada, rostro de expresión madura, ojos verde esmeralda, cabello negro ondulado y cuerpo atlético.
—Oscar deja de mirarlo así… ¡se dará cuenta!…
Quiso desviar la vista, pero aquello era superior a sus fuerzas, y a los pocos minutos volvió a espiarlo
Notó un adorno tallado en madera que pendía de la mochila, tenía grabado un nombre
—¡André! ...se llama André…
En ese momento como si hubiese escuchado sus pensamientos, él levantó la mirada y sus ojos se encontraron fugazmente…para la sorpresa de Oscar, por unos instantes que parecieron eternos él retuvo su mirada, mientras en sus labios se formaba una suave sonrisa.
Avergonzada Oscar miró para otro lado, el orgullo le ganó y cambió la dirección de su mirada, nerviosa por haber sido descubierta
Él suspiró y volvió los ojos hacia los papeles
Un pitido y la voz del conductor indicaron que se acercan a la próxima estación, Oscar se puso de pie, lo mismo que su ocasional compañero de vagón
—¿Él también baja aquí? ...o es que se dio cuenta de la forma en que lo miraba y ahora piensa seguirme...—las conjeturas se arremolinaban en su mente
Bajó del tren y caminó lentamente por los pasillos de la estación, hasta salir de ella, tenía la mirada fija hacia adelante, obligándose a no volverla, mientras leves estremecimientos cruzaban su cuerpo.
No podía oír el ruidoso ajetreo de la muchedumbre que pasaba por su lado, yendo y viniendo en el movimiento característico de las grandes ciudades… solamente escuchaba el latido de su propio corazón repicando dentro de sus oídos. Tenía la certeza de que él la seguía, …algo dentro suyo le daba la seguridad de que así era, … ¡de que así debía ser!
Solo al llegar a la puerta de la Universidad se atrevió a mirar hacia atrás, lo buscó, pero no lo encontró…nadie la había seguido…
—¡Idiota!... ¡soy una idiota!... ¿por qué estaba tan segura de que él iba a seguirme?¡¿por qué lo haría? ...—buscó apoyo en una de las paredes—… ¡vivir con Antonieta me está haciendo mal!…
Fin del Flash back-.-.-.-.-.-.-. -..-.-
Aunque en un principio se lo negara a sí misma, desde aquel día, cada vez que subía al tren esperaba volver a verlo, pero el encuentro no volvió a repetirse
Lo peor para su salud mental fue cuando comenzaron los sueños…
—No debería afectarte tanto, Oscar… ¡solo lo viste una vez! …– se repetía con frecuencia—… ¡no te siguió!... ¡no habló contigo!... ¡YA OLVÍDALO!
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Era viernes por la noche, y la mayoría de quienes trabajaban ahí, ya se habían retirado. La cafetería estaba casi vacía. Había sido un día sumamente largo, Rosalie recogía las últimas cosas antes de abandonar el establecimiento.
—Uff…estoy muerta…— prácticamente se dejó caer en una de las sillas—…no aguanto los pies…
Oscar llegó al lugar, y sin mediar más comentarios se sentó en la barra, ninguna palabra más que el saludo salió de sus labios, pero esto no impidió que Rosalie se diera cuenta inmediatamente del estado de ánimo de su amiga
—¿Tan mal van las cosas?
—¡ehh!
Oscar se incorporó violentamente, como si despertara de un trance
—¡¿Qué dices?
—No…nada… ¿quieres que prepare un poco de té?
—¿No tienes algo más fuerte?…
—…que tal un poco de vino….
—¿Vino?
—¡SÍ! …hay una buena provisión en la bodega…es del jefe, …pero no notará la falta de una botella – le guiñó un ojo y fue en pos de la bebida
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Rosalie tiró del corcho de la botella y sirvió dos vasos llenos. Ambas ofrecieron un brindis silencioso y bebieron de sus vasos.
Oscar sintió que una calidez casi instantánea le llenaba el cuerpo, y sonrió para si misma, el vino no era de los mejores, pero en ese momento era lo que necesitaba
—Y bien…vas a contarme o tengo que embriagarte para que lo hagas
—Contarte…¿contarte qué?
—Acerca de los últimos movimientos sociales en Sudamérica y sus repercusiones en la bolsa de valores de Nueva York
—¡¿Ehh? — la miró con extrañeza
—¡Pues qué va a ser, mujer! ...quiero que me cuentes lo que te preocupa
Oscar bebió nuevamente de su copa, para luego dejarse caer pesadamente sobre el respaldo de su silla
—No es nada…solo el cansancio…
—Bueno…si tú lo dices…—se levantó a terminar de asegurar el local, la conocía lo suficiente como para saber que en ese momento prefería no abrirse, y la respetaba lo suficiente para no insistir, al menos por el momento
—Es tarde… ¿Bernard viene a recogerte? – preguntó Oscar al terminar su copa y notar la hora
—Si… esta noche vamos a cenar y a pasear por la feria del parque…— explicó con entusiasmo. Repentinamente una idea cruzó su mente—… ¡¿por qué no nos acompañas, Oscar?
—No, gracias...es tarde…mañana tengo exámenes… ¡y no traje mi violín! …— dijo sonriendo, pensando en no ser un estorbo para su amiga —… ¡salúdalo de mi parte! ...—tomó su maletín y salió del lugar
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Caminó por las calles iluminadas por la luz artificial, el camino hacia su casa casualmente pasaba por el parque donde se realizaba la feria.
Por un momento se detuvo a recordar, que en alguna ocasión sus padres habían llevado a sus hermanas y a ella un lugar así.
—Era una feria con una enorme montaña rusa…—sonrió con nostalgia—…fue la primera vez que comí algodón de azúcar…
Ese era uno de los pocos recuerdos agradables que tenía de su padre, en el viaje, este se había permitido olvidar un poco sus negocios.
—¡señorita!
Oscar estaba demasiado abstraída en los recuerdos y no contestó
—¡SEÑORITA! – la mujer elevó la voz para llamar su atención
—¡¿Ehh?...
—¡Señorita! ...acérquese…—una anciana vestida de gitana la llamó desde su improvisada carpa—…Madame Languedoc le develará lo que el futuro le tiene deparado
—Disculpe…hoy no… — intentó seguir su camino, ella no creía en tales supercherías —…tengo prisa…
—¡La rueda del destino comenzó a girar! ...— exclamó con expresión mística—…debe escuchar su llamado
Oscar sonrió, la charlatana desempeñaba bien su papel
—No pierdo nada escuchándola…bueno…solo unas pocas monedas…
Entró en la carpa, la cual estaba decorada e iluminada a efecto.
La vieja mujer, era ni más ni menos lo que esperaba, …se dedicó a decir un motón de cosas que no tenían nada que ver con su vida
—Lo que pensé…esta mujer tiene de adivina, lo que Antonieta tiene de monjita de clausura
Repentinamente ella la miró con dureza, como si hubiese podido adivinar sus pensamientos, …levantó su arrugada y temblorosa mano señalándola
—¡TÚ!... ¡tú esperabas que él te siguiera! ...pero no lo hizo…
Oscar casi cae de su asiento al escucharla
—¿cómo pudo adivinar eso?
La anciana sonrió enigmáticamente
—…el destino lo empuja hacia ti…"bon hiver"…. —dijo mientras sus manos acariciaban su esfera de cristal—…volverás a verlo…dentro de muy poco…¡y el sueño se hará realidad!…—levantó los ojos y la escudriñó con la mirada—…pero las cosas no serán exactamente como lo deseas…
—"bon hiver"… ¿a qué se refiere con eso?
—¡Los espíritus han hablado!... ¡eso es todo!
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Caminaba por las calles, con paso veloz, tratando de olvidar las palabras emitidas por la adivina. Pronto llegó al edificio donde compartía el departamento con la inquieta Antonieta.
Ni bien entró al lugar, la administradora, una anciana bondadosa y de rostro afable, se le acercó
—¡Señorita Jarjayes!
Oscar se volvió para atenderla
—Buenas noches, madame Glacé
—Disculpe, …siento molestarla, pero sus vecinos…se están quejando por el ruido de la fiesta
—¡¿Fiesta?
—Sí, señorita Oscar…—le dijo nerviosamente—…la fiesta…en su departamento
—¡Antonieta!... …— salió disparada por las escaleras sin esperar el ascensor —…esta me las paga
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—¡ANTONIETA!
Abrió la puerta con furia
—¡Oscar! …no pensé que llegarías tan temprano – Antonieta fue a su encuentro mientras la música bajaba de volumen y todos se volvían a ver al torbellino que amenazaba con acabar con el lugar
—¡LA FIESTA TERMINÓ!... ¡TODO MUNDO FUERA! –abrió la puerta y los invitados de su amiga comenzaron a salir en medio de murmullos desaprobatorios
—Oscar…pero…no puedes hacernos esto… ¡no se vayan! …—Antonieta intentó detenerlos, pero el semblante de Oscar convenció a todos de que aquello había terminado
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Una vez los invitados terminaron de salir del lugar…
—¡Sabes que en este edificio están prohibidas las fiestas! … ¡mira como dejaron todo!... ¡¿EN QUÉ ESTABAS PENSANDO, ANTONIETA?...
—¡Por favor, no la regañes!... —de la cocina salió la aprensiva figura de Luis, el prometido de Antonieta –…solo iba a ser una pequeña reunión por el fin de curso…y… se nos fue de las manos…—explicó con nerviosismo
—¡Esa no es excusa, Luis!
—Lo sé…por eso…yo te ayudaré a ordenar las cosas…—dijo mirando el estado en el cual sus "amigos" habían dejado la sala—…y si algo se rompió…yo tendré el gusto de reponerlo…
—No, Luis…no te preocupes…— replicó Oscar más calmada—…no veo nada roto…y en cuanto al desorden…— miró hacia su compañera—… ¡las dos nos ocuparemos!…
Antonieta hizo un mohín de disgusto y les dio la espalda. Oscar carraspeó, …sentía pena por el prometido de su compañera, quien se desvivía por complacerla en todos sus caprichos
—…ya es tarde, Luis…debes irte…—indicó Oscar
— Sí…mi padre debe estar preocupado…te llamo mañana, Antonieta
Luis se despidió de Oscar, le dio un beso en la mejilla a su prometida y salió presurosamente del lugar.
Oscar lo acompañó a la puerta, donde una vez más él se deshizo en disculpas.
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—¿Sabes que eres una aguafiestas?— Antonieta se volvió hacia Oscar cuando nuevamente esta ingresó al departamento
—Y tú eres alguien que no tiene "sentido del peligro" al reclamarme eso – comentó mientras iba a traer los implementos de limpieza
—Lo de limpiar TODO esto… ¡¿era en serio? ...— preguntó Antonieta sin creérselo
—¡Si…vuestra majestad! – exclamó con un gesto que no daba a negativas
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La noche siguiente…
—¿Cómo estuvo el paseo por la feria, Rosalie? – preguntó Oscar
—¡Perfecta! ...debiste venir con nosotros…Bernard invitó a un amigo suyo y nos divertimos mucho...
—Sí, …me lo imagino…— dijo con algo de ironía
—Aunque no lo creas…nos divertimos…su amigo, es un muchacho muy gentil y educado...y la pasamos muy bien
—Si…claro…—comentó con escepticismo
—Pues no tienes que imaginártelo, porque hoy TÚ nos acompañarás a los tres a cenar
—Siento arruinar tu plan, Rosalie…—la miró crípticamente —… pero no pienso ayudarte a quitarte de encima al amiguito de Bernard
—¡Por favor! ...estoy segura de que te caerá bien, …
—Sí, …por supuesto…pero tendrá que ser en otra ocasión, …esta noche tengo turno en la redacción…— tomó su maletín y emprendió el camino a su trabajo
—Lástima…apuesto a que se llevarían bien…André también piensa que la vida es solo estudiar y trabajar
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A sentir de Alan el tic-tac del reloj era casi lo único que rompía el silencio dentro del cuarto, salvo quizá el débil rumor del pincel deslizándose sobre el lienzo.
André estaba demasiado concentrado en la difícil tarea de conseguir el tono perfecto para las luces reflejadas en las olas del mar y se mantenía ajeno a Alan, quien estaba situado a su espalda, comiendo un sándwich y espiándolo por el rabillo del ojo de vez en cuando.
Su compañero siempre se mostraba más serio y concentrado cuando estaba realmente inspirado. La postura ladeada, la curva de su nuca y la expresión de profunda atención usualmente le parecían muy graciosas. Pero esta vez no.
Alan bufó por lo bajo, su "inspiración" le estaba costando el tipo de cena al que ya estaba acostumbrado.
—Lo siento…
Alan se volvió, André debía de haber oído su resoplido.
— se me fue el tiempo— Se medio disculpó, soltando una risita después al mirar la cara de disgusto de su compañero
— ¿No pudiste preparar algo mejor? —tomó un cigarro que reposaba encendido en el cenicero y le dio una calada larga, echando el humo. Dejando después el pitillo de nuevo en su sitio.
—…estuve muy distraído…— ensimismado, tomó un pincel de cerda fina y se dispuso a rematar los detalles de las olas.
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Era de madrugada y negros nubarrones cubrían el cielo
—…parece que va a nevar…
Oscar se enfundó más en su abrigo antes de salir del edificio del periódico. Al instante empezaron a caer gruesos copos de nieve. La primera nieve del año.
—¿Sabía que los canadienses dicen "Bon hiver" cuando caen los primeros copos? – comentó el portero al verla— ¡bon hiver, señorita Oscar!
Pese a todo su escepticismo, el comentario del portero la inquietó
—¿será posible?
Elevó la mirada al cielo y sonrío al sentir los copos sobre su rostro; mientras su mente divagaba, su corazón latía exaltadamente.
En un gesto que ella misma desconoció se paró frente al cristal de un aparador y trató de ordenar los cabellos rizados y alisarse un poco el abrigo
Sonrió tristemente, después de pasar la noche en vela no se veía tan bien como hubiera deseado.
Nuevamente la voz de la razón resonó en sus oídos
—No pienses tonterías, lo del "bon hiver" solo es una coincidencia
Con un suspiro, Oscar abordó el tren que la llevaría de retorno a su hogar, …nuevamente el mismo vagón y el mismo asiento…las mismas estaciones intermedias…la misma esperanza cada vez que las puertas se abrían y nuevos pasajeros subían…la misma desazón cuando las puertas se cerraban y él no subía
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André observo observó los primeros copos caer, cerró los ojos y suspiró, haría frío ese día, comenzó a abrir su paraguas, se disponía a salir cuando de repente sintió que este le era arrebatado.
—¡HEY!
—Me lo debes…por lo de anoche —le gritó Alan con su inconfundible amplia sonrisa. —… ¡así aprenderás a no ser un irresponsable, aprendiz de Manet!
El joven suspiró, soltó una débil risa y comenzó a correr tras él
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Solo faltaba una estación para llegar a destino…personas habían subido y bajado del tren y el esperado encuentro no había ocurrido
—Te mereces esto por estúpida, Oscar…eres una idiota y madame Languedoc es una vieja charlatana…—se recriminó a sí misma cuando los pasajeros de la última estación intermedia terminaron de abordar
—¿Y si se encuentra en la estación en la que debo bajar? …—Los minutos seguían pasando y por más que trataba, la joven no podía terminar con esas ilusiones tan básicas e infantiles.
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—¡MI PARAGUAS!
Gritó André mientras veía su paraguas salir volando de las manos de Alan
—¡No te preocupes, lo alcanzaré! —salió corriendo tras el dichoso paraguas.
Metros después, pudo divisar el objeto, estaba al otro lado de la calle, atrapado entre unos arbustos.
—¡No se me escapa! — Dijo Alan mientras cruzaba la calle
André sonreía viéndolo correr, pero una repentina opresión en el pecho, casi lo dejó sin aliento, cerró los ojos con fuerza deseando que nada grave estuviera pasando.
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El tren ingresó al último túnel, en quince minutos llegaría a la estación en la cual debería bajar…repentinamente los vagones comenzaron a vibrar…y unos angustiosos gritos se escucharon…
— ¡ESTA DESCARRILANDO!... ¡EL TREN ESTÁ DESCARRILANDO!
Los pasajeros gritaban, mientras el movimiento se volvía más violento y los cuerpos comenzaban a golpear contra las paredes y ventanas
Un grito de espanto escapó de sus labios…mientras todo se sumía en la más profunda de las oscuridades…
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Alan no toma el paraguas, por el simple hecho de que no cree tener tiempo para ello. Cruza la calle a toda prisa, encontrándose con la mirada verde de André, que parece tan preocupado como él mismo. Los teléfonos de ambos suenan en un pitido característico
—Es la alarma
Alan sabe que está puntuando lo obvio, pero por alguna razón es lo único que sale de entre sus labios.
— Nos necesitan en el cuartel
André asiente y ambos salen corriendo
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Los ojos de Oscar se abrieron, …no sabía cuánto tiempo había pasado…
Una ligera brisa invernal recorrió su cuerpo haciéndola estremecer, sentía todo su cuerpo dolorido…
Intentó moverse y pedir ayuda, … pero su cuerpo estaba atrapado entre los asientos
—No quiero morir…no así…no…no quiero morir sola….
Intentó nuevamente pedir ayuda
—… ¡ayúdenme!…
En aquel momento desesperado, nuevamente una imagen se enseñoreó de su mente
—… ¡ANDRÉ!
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—¡Alguien me llama!
— ¿Qué dices, André?... ¿estás bromeando? — preguntó Alan mientras lo ayudaba a poner en una camilla, a uno de los numerosos heridos—… ¡yo no he oído nada!
—¡Sí!, ¡alguien me ha llamado!, … —dijo con convicción el miembro más nuevo del grupo de rescatistas voluntarios de la ciudad—…escuché su voz con claridad…
— ¡¿Estás loco? es imposible que en medio de todo esto alguien…
Para cuando Alan se volvió, ya su amigo había echado a correr nuevamente dentro del túnel, tan rápido como se lo permitían sus piernas
—Escuché a alguien llamándome… ¡estoy seguro!…
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Todo giraba a su alrededor, …instintivamente cerró los ojos…preparándose para su inminente fin….
Repentinamente sintió que la opresión que le impedía moverse, desaparecía…y después una mano la tomó por la muñeca…
Trató de enfocar en medio de la oscuridad del túnel…y se topó con unos brillantes ojos verdes
—¡POR AQUÍ!... ¡HAY MÁS HERIDOS EN ESTE LUGAR! – André dio las voces de alarma — Tranquila…no tengas miedo…—le susurró con voz suave
Oscar no podía creerlo, el joven a quien tanto había deseado volver a ver estaba ahí…junto a ella, tomándole el pulso
—¿puedes enfocar bien? — preguntó con la mirada fija en sus ojos— … ¿sabes dónde te encuentras?
Oscar asintió débilmente
—No te preocupes, te ayudaremos…todo saldrá bien…—le dijo con cálida voz
Sintió sus dedos deslizarse con suavidad y precisión por los contornos de su cuerpo
—¿Sientes dolor?
Negó débilmente, André estaba valorando su estado general
Sus manos se detuvieron en su nuca, deslizándose por entre los rubios cabellos
—Parece no haber trauma cervical…creo que no habrá peligro si te muevo
Sus fuertes brazos se cerraron en torno a ella, y la levantó en vilo,… para llevarla hasta la ambulancia más cercana…
Oscar suspiró, y con dificultad pasó los brazos alrededor de su cuello, para facilitarle la tarea…
Todo aquel romántico sueño, se había convertido en solo una rutina de primeros auxilios, cumplida eficientemente por un rescatista voluntario
—Esto no es como lo soñé…no lo es…— no pudo evitar que una furtiva lágrima corriera libremente por su sucio rostro
—Es tan linda…
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Notas.—
Hola
Reeditando, corrigiendo detalles y errores, añadiendo escenas para que valga la pena volver a leer ;)
