Sesshomaru notaba como Rin lo miraba y como sus ojos se quedaban vagando en la superficie de su cara. Perdida en sus pensamientos y cautivada en el ámbar de su mirada.
—Rin—llamó, ella salió de la ensoñación que le provocaba observar a su señor—¿Qué piensas cuando me miras?
— ¿Eh?— Musitó confundida aun deambulando en sus fantasías.
— ¿Qué piensas de mí?— preguntó de nuevo en tono tranquilo—¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando me observas?
—Lindo —musitó en voz baja que el demonio escuchó a la perfección. Rin se sonrojó por lo que dijo, Sesshomaru comenzó a sentir algo tibió en sus mejillas—Eres tierno.
Lo que añadió lo descolo.
—¿Tierno?—repitió incrédulo. "Lindo" era una cosa, él sabía y no dudaba de su atractivo. "Tierno" Era otra historia. Él no se consideraba merecedor de ese adjetivo.
— Eres silencioso y pareces frío e insensible hacia los demás —inició la niña— Pero, te preocupas por mí, me proteges, me das alimentos, me arropas, me acaricias mi mejilla y mi cabeza. Por esas cosas no puedo evitar pensar que eres tierno.
Luego de eso, ambos se quedaron en silencio, al notar que su señor no decía nada y solo permanecía quieto. Rin comenzó a ponerse nerviosa y ansiosa por no saber lo que pensaba.
— ¿Qué piensas de mí cuando me miras?— Preguntó con curiosidad, sus mejillas rosadas, aguardando una contestación.
—Tierna.
Los ojos marrones se expandieron ante su respuesta inmediata. Para el demonio, no había otro adjetivo mejor que ese, si ella pensaba que era tierno, era porque Rin le despertaba aquellos sentimientos.
