Bien, decidi iniciar con esta historia, ya que revisando mis viejos archivos, descubri que esta es la unica que se encuentra avanzada. Así que aprovechando esta circunstancia, estoy dispuesta a actualizar y reeditar esta historia completamente. Espero que la disfruten -

"Promesas"

Capítulo I

Revelando Sentimientos


Inuyasha y su grupo habían salido de la aldea, agradecidos de haber tenido un lugar donde reclinarse la noche anterior. Después de haber descansado lo suficiente, se encontraban listos para la búsqueda de los fragmentos de la Shikon no Tama nuevamente. Sango y Miroku caminaban atrás, conversando animadamente. Kagome los miro brevemente y sonrió internamente al recordar lo sucedido dos semanas atrás.

+´+´+Flash Back+´+´+

La joven taijiya se encontraba realmente sumida en sus pensamientos, alejándose del grupo y aproximándose a un río cercano para despejar su mente. Inuyasha se percato de ello, viéndola fija y discretamente. Una chica de cabellos negros se acerca al árbol en donde se encuentra, sonriendo extensamente.

-"Deberías dejarla sola"- murmura –"Algo me dice que ella estará bien"-

-"¿Y que te hace pensar que iba tras ella?"- gruñe el hanyou.

Antes de que su discusión pudiera continuar, el monje camino cerca de ellos, preguntando por el paradero de Sango. Kagome lo miro con un poco de sorpresa y confusión, mas sin embargo, le indico el camino que había tomado. Asintiendo, Miroku avanza por el camino indicado sin decir una palabra más. Debido a tal comportamiento, el mitad demonio bajo del árbol y comenzó a seguirlo, viniendo la joven de cabellos negros y Shippou con el.

Una vez que todos se encontraron en el río, Kagome jalo firmemente a Inuyasha por su haori, indicándole esconderse detrás de unos arbustos con ella. El pequeño zorro no podía comprender perfectamente la actitud de su amiga, pero sonrió al ver a Sango y Miroku hablando. La joven deseo poder oír lo más posible de su conversación, sintiéndose feliz por su mejor amiga. El hanyou solo pudo dar un gruñido bajo al caer en cuenta de la situación. No era precisamente lo que el esperaba.

Los hermosos ojos se Sango se abrieron a mas no poder. Podía contar con cualquier cosa de ese monje mano larga, pero simplemente esta ocasión la había atrapado con la guardia baja, era irreal lo que había escuchado, a su parecer.

-"¿Esta seguro, Houshi-sama?"- pregunta la exterminadora, incrédula.

-"Por supuesto. A pesar de cómo pueda yo fijarme en otras mujeres, siempre has sido especial, Sango. Es por eso que no puedo comportarme de la misma manera contigo"- responde con una sonrisa.

Sus palabras penetraron profundamente en ella. Para ser honestos, no creía que el pudiera ser así de sensible. Sango sonrió más extensamente al notar su cambio de actitud, al menos para una vez.

-"¿Te gustaría casarte conmigo, Sango?"- pregunta Miroku.

Después de escuchar eso, la joven dio un suspiro en sorpresa. Dirigió su mirada al monje, quien tenia un apacible mirar y una sonrisa dibujándose en su rostro. El conocía a la perfección que Sango también sentía algo por el; no por nada lo golpeaba al verlo con otras mujeres. Atontada aun por la noticia, la taijiya sentía como sus ojos comenzaban a despedir lágrimas de felicidad. Acto seguido, lo abrazo y asintió rápidamente. Miroku correspondió su abrazo de la misma manera.

Kagome y los demás, solo miraron incrédulos la escena. La chica solo podía pensar en la felicidad que su mejor amiga experimentaba en esos momentos. Por su parte, aunque era demasiado pequeño como para comprender con claridad las cosas, Shippou sabía lo que había sucedido y compartió su alegría con su amiga del futuro. Inuyasha solo los observaba con triste curiosidad, pues no comprendía a ciencia cierta lo que había pasado.

-"¿Por qué esas reacciones?"- pregunta confundido.

-"¡Uy, Inuyasha! A veces puedes ser demasiado infantil"- reclama la chica.

-"¿Infantil, yo? Estas a punto de llorar y ni siquiera sabes que fue lo que dijo"- gruñe el.

-"No es necesario"- exclama, levantándose –"Ya era hora de que Miroku-sama lo admitiera"-

Kagome se alejo del lugar junto con Shippou y Kirara, dejándolo solo. El no podía hacer más que fruncir el ceño. Asegurándose de que ella se había alejado lo suficiente, suspiro tristemente y volvió su atención a sus amigos. Claro que sabia que era lo que había pasado, no por nada tiene esas orejas, las cuales le proporcionan un buen sentido de la audición. Además tampoco era ningún imbécil. Solo tenia que aparentar frente a la miko. Un gruñido bajo salio de la parte de atrás de su garganta, refrenándose de ser audible a ellos. Por alguna razón, Inuyasha no podía evitar el sentirse algo molesto con la situación. Eliminando cualquier otro pensamiento de su mente, se levanto y camino nuevamente hacia la aldea, intentando olvidar el rostro de felicidad de Sango.

+´+´+Fin del Flash Back+´+´+

La chica volvió a sonreír y avanzo hasta estar al lado de Inuyasha. El se encontraba perdido en su mente. Desde ese día, había permanecido demasiado callado. Incluso las discusiones con Kagome habían disminuido de manera considerable. Ella se encontraba demasiado preocupada, pero sabia que seria inútil el intentar hablar con el. Sobre todo, porque llego a la conclusión de que era Kikyou la que probablemente estaba involucrada con su actitud.

-'No puedo creer que aun siga pensando en ello'- se dice a si mismo –'Lo que hagan no tiene porque importarme de ninguna manera'-

-"¿Inuyasha?"-

Kagome le detuvo brevemente, pidiendo un descanso y se dirigió al grupo, comprobando así la fatiga general. El hanyou sacudió su cabeza levemente y la miro un poco molesto. Al ver su reacción, la chica frunce el ceño y esta ocasión le exige el detenerse.

-"¡Keh! No vamos a parar aun. Es demasiado temprano todavía"- exclama.

-"Nos merecemos un descanso, Inuyasha"- se opone la joven –"Además, fue tanta tu insistencia el salir de la aldea. No hemos descansado bien desde la mañana"-

-"¡He dicho que no nos detendremos y fin de la discusión!"- gruñe finalmente, caminando al frente del grupo una vez mas.

-"Inuyasha ¡Osuwari!"- grita Kagome.

-"¡Gahhh!"-

El encanto del rosario surte efecto rápidamente, llevándolo a la tierra inmediatamente al tiempo que menciona incoherencias. Higurashi lo mantiene en su lugar hasta que el acepte el detenerse, cosa que eventualmente sucede. Encienden una fogata, con la intención de asar algunos pescados en el. Sango e Inuyasha fueron enviados a buscar algún alimento, teniendo así la esperanza de que volvieran con los mejores peces.

Ambos guerreros caminan en silencio, como si jamás se hubieran tratado. El hanyou solo la mira detenidamente, intentando iniciar una conversación con ella. Sango parecía mirar el oscuro cielo como si fuera el reflejo de sus pensamientos, y un pequeño suspiro indeseado escapa de sus labios, lo que atrae su atención.

-"¿Ocurre algo, Sango?"- pregunta de manera distante.

La joven sigue contemplando el firmamento, hasta que finalmente se detiene para observarlo mejor, sin darse cuenta de que pequeñas lágrimas comenzaban a salir de sus ojos. A este punto, Inuyasha no sabía como reaccionar. Se sentía realmente incómodo y desamparado al hecho de que una mujer se sintiera de tal manera.

-"Perdona… Inuyasha…"- murmura sollozando.

-"¿Qué es lo que te sucede?"- pregunta nuevamente.

-"Solo estaba pensando en cosas, es todo"-

Inuyasha esconde sus brazos en su haori rojo, levantando una ceja en cuestión. Era obvio que no creía en las palabras de la taijiya.

-"Sango, sabes perfectamente que a mi no me puedes ocultar nada. Y de ser necesario, no te moverás de ahí hasta que me digas cual es tu problema"- bufa mirándola severamente.

-"No es nada de tu incumbencia"- responde ella con molestia.

-"Keh. Lo único que te pido es que confíes en mi"-

-"¡Claro que confío en ti!"-

-"¿Entonces porque no me dices nada?"-

Ella sabia perfectamente que el intentar hablar con el sobre asuntos del corazón, no era precisamente algo correcto. Siempre esquivaba dicho tema, era por esa misma razón que jamás se atrevía a decir algo sobre Kagome o Kikyou. Suspirando profundamente, se sienta sobre la hierba fresca, intentando controlar sus emociones. Inuyasha aun no se encontraba convencido, pero camino hacia donde su nariz indicaba que había agua e inmediatamente se perdió en el bosque, para conseguir los pescados que habían pedido.

No tardo mucho en regresar a su lado, dispuesto a descubrir la verdad. Realmente sentía curiosidad por su actitud tan repentina, ya que había comenzado a ser así desde hace algunos días atrás. Y, siendo el hanyou que es, seria inútil esconder este tipo de sentimientos. El era muy susceptible. Si hay algo que ella aprendió como exterminadora de youkai, era que ellos podían detectar fácilmente los estados de ánimo.

-"Es hora de regresar"- exclama mientras se levanta.

-"Te dije que no te moverías de ahí hasta que hablaras conmigo o que, ¿no puedes contar conmigo acaso?"- responde tomando firmemente su mano, impidiendo que se fuera.

-"Todo esta bien, Inuyasha. No hay nada de lo que debas preocuparte"-

-"¿Preocuparme? Claro que no lo hago. Si tengo la intención de ayudarte, es porque no quiero que pelees contra Naraku en un estado como ese. Solo afectaría en tu batalla"-

La taijiya enangosto sus ojos, claramente ofendida. Sin dar la mínima oportunidad, ella se libro fácilmente de su apretón y comenzó a caminar con los pescados que el había traído, dejándolo completamente sorprendido, confundido y molesto. Eran tantas las emociones que se habían acumulado en Inuyasha, que no sabia cual demostrar. Aunque sin dudarlo mucho, eligió la ira.

-"¿Qué demonios sucede contigo?"- gruñe.

-"¡Cuantas veces debo decirte que no es nada que te importe! ¡Así que déjame sola!"-

Sin dar crédito a responder, Sango se aleja rápidamente del lugar, refugiándose en el campamento. Inuyasha suspiro tristemente al verla partir. El se sentía repentinamente frustrado y molesto, pero con todo, una sensación de tristeza embargo su ser.

A la mañana siguiente, el grupo continuó con su búsqueda sobre los fragmentos de la Shikon. Ocasionalmente, el hanyou miraría a Sango de manera discreta, aun confundido sobre lo sucedido la noche anterior. No podía apartar a Sango de sus pensamientos. Por petición del grupo, se reclinaron por algunos minutos ya que habían avanzado por varias horas y eran merecedores de un descanso. El monje se acerco lentamente a Sango, tomando asiento a su lado. Al verlo, la taijiya se alejo lo mas rápidamente posible de el, frunciendo el ceño en la sensación de su mirada fija en ella.

-"Iré por algunas bayas silvestres"- menciona molesta.

Kirara no dudo en seguirla, dando un gruñido leve en Miroku antes de alcanzarla y perderse entre la maleza.

-"¿Qué sucede con esos dos?"- pregunta Shippou.

-"Seguramente, Miroku-sama hizo algo indebido"- se encoge de hombros la chica.

-"Pero ella lo evita desde hace algunos días ¿crees que todo este bien?"-

Las palabras del zorrito atrajeron la atención discreta de Inuyasha.

-"Bueno, eso es extraño. Sango-chan termina por perdonarle después de golpearlo"-

-"Keh. No es asunto nuestro. Así que dejen de hablar tonterías y continuemos con la búsqueda de la Shikon"-

-"Debemos esperar a que regresen"- defiende Kagome.

-"Ya nos alcanzaran"- bufa –"Oye, Miroku. Luego piensas en Sango. Es hora de continuar"-

Inuyasha se levanta y comienza a avanzar sin mirar a sus compañeros, no tomando en cuenta la mirada de advertencia de Kagome. El houshi se levanta, fija su mirada en el camino que la taijiya tomo, y suspiro. Poco después, se encamina hacia donde el hanyou. Kagome y Shippou solo miran atónitos la escena. Ambos se alejan rápidamente y sin mas opción, la chica toma al pequeño youkai en brazos, corriendo para alcanzar a sus amigos.

De entre las sombras, la exterminadora podía verlos partir, y no pudo más que cerrar los ojos. Sabía que tarde o temprano ellos se cansarían de esperar y se marcharían. Sango no tenía deseos de estar cerca de ellos por un buen tiempo. Ordeno a Kirara el transformarse y partir hacia la dirección contraria.

-"Arigatou… Inuyasha"-

A lo lejos, los oídos de Inuyasha crisparon lentamente. No pudo hacer más que sonreír internamente. Solo esperaba que la decisión que hubiera tomado su camarada fuera la correcta.