¡Hola!

Disclaimer: Avatar: La Leyenda de Korra es propiedad de Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko. La imagen de portada tampoco me pertenece.

Fic inspirado (un poquito) en la canción "Goodbye Horses" de Q Lazzarus.

Este fic participa en la 'Semana P'Leer' del Foro ¡El Cometa de Sozin!


¡Boom! Su cabeza había explotado. Durante un instante, le pareció que el mundo había interrumpido su rotación. Le faltó el aire; y aquel incesante sonido, producto de las batallas que se estaban llevando a cabo, fue sustituido por un silencio sepulcral. Claro que todo eso no duró ni cinco segundos. Fue cuestión de un parpadeo. En menos de medio minuto, Zaheer tuvo que asimilarlo: P'Li, su querida P'Li, estaba muerta. No estaba sorprendido, siempre lo supo. No es como si trabajaran en una oficina o en una tienda de comida. Su estilo de vida no era fácil, era peligroso, lleno de adrenalina, y muy en el fondo, aunque le doliera, Zaheer sabía que alguno moriría, tarde o temprano. Pudo ser Ming-Hua o Ghazan, pero no. El Universo había decidido llevarse a la chica de enorme estatura que le robó el corazón. Y eso podía ser tomado como un golpe de suerte, o una patada en el estómago por parte de la vida.

Porque sin P'Li viva, ¿qué sentido tenía el mundo? Ella era una hermosa cadena que lo mantenía atado al plano emocional. Su alma estaba ligada a ella. Compartía espíritu con aquella mujer. Y ahora la había perdido.

Ahogó un grito de frustración y trató de disimular su mueca de dolor. "Adiós, amada mía", se despidió en su interior. Después, de sus labios salieron versos que siempre había soñado pronunciar, mas jamás imaginó que le supieran tan amargos.

Y se dejó caer, con la Avatar en brazos, con la certeza de que volaría.

El viento golpeando su rostro, la libertad del alma, y ese vacío en su corazón, le provocaron una sensación a la cual no pudo darle nombre. Ni placentera ni incómoda.

Sí, sus pies no tocaban el suelo. Gran cosa. ¿Realmente había valido la pena? Tuvo que pagar con muerte (y no cualquier muerte), para poder levitar después. Dejó el amor atrás para poder entrar al vacío. No, definitivamente ya no quería eso. Al diablo con la ingravidez, que los gurús solitarios se pusieran a levitar si quisiesen, pero que a él le devolvieran a P'Li. La deseaba a ella. Anhelaba una razón por la cual vivir, anhelaba volver a ver su rostro. Que Laghima lo oyera en donde sea que estuviese, le gritaría si lo tuviese enfrente, porque nunca nadie le advirtió que dos personas no podían volar juntas, que volar era actividad para almas desamparadas. O quizá fue él quien se negó a verlo desde el principio.

¿Lo escuchaste, Laghima? Zaheer no quiere tu filosofía barata. Se esconde avergonzado porque fantaseó con poder caminar sobre las nubes tanto tiempo, y ahora simplemente quiere devolver aquel "don", como el niño que descubre decepcionado que el juguete por el cual estuvo esperando meses, no es la gran cosa.

Pobre tonto e ingrato enamorado, diría el sabio de Laghima. Después de todo, no deja de ser como el resto, hipnotizado por el dulce sabor de la pasión, dejándose seducir por las promesas de una mujer ya muerta.

—Comprendo tu sentir —Le dijo el Gurú. O tal vez fue Zaheer quien alucinó que le llamaba—. Conozco ese sentimiento que te invade al ver lo que más amaste enterrado. Pero tienes que dejarlo ir. Déjalo ir, Zaheer.

—¡No puedo! —Le respondió a la voz en su cabeza—. Me es imposible olvidar a P'Li —reconoció desilusionado.