A pesar de que tengo varios fics, se me ocurrió escribir este en un momento en que tengo un bloqueo de inspiración. Sí, mi musa se ha ido y no sé cuándo volverá, ya que mis otros fics corren el riesgo de quedarse estancados un instante. Espero esta propuesta sea de su agrado y dejen comentarios. Si el capítulo es corto es porque quiero ver su acogida, para así saber si continuar o dejarlo aquí. Gracias a ti, que te tomaste la molestia de pasar a leer.


Lo único que se escuchaba era el carbón al deslizarse sobre el papel, plasmando suaves líneas curvas y rectas. Pronto, se transformaron en delicados trazos hasta dejar ver un cuerpo menudo recubierto de plumas. Dirigió su vista hasta la pequeña rama frente a sí, en donde el pajarillo trinaba suavemente.

Una suave brisa llegó hasta su rostro, desordenando los mechones de cabello rebelde que caían sobre su frente. Sus pies colgaban en el aire, mientras que su cuerpo se hallaba recargado en el tronco del fuerte árbol. Aspiró profundamente, relajándose con el hecho. Sus ojos oscuros volvieron a la pequeña libreta en sus manos, en cuyas hojas había hermosos dibujos a mano de las aves del sitio, acompañados de algunas anotaciones importantes.

El correr de los niños pronto le hizo voltear debajo de sí, hallando a sus compañeros de la Wammy's House en uno de sus juegos. No entendía el porqué armaban tanto escándalo, puesto que con ello sólo provocaban que los pájaros se asustaran y volaran lejos. Con resignación soltó un suspiro, tratando de terminar el dibujo con las imágenes que seguían en su mente. En esos momentos agradecía el tener memoria fotográfica, o de lo contrario jamás podría finalizar lo iniciado.

Cuando por fin su trabajo quedó concluido, dirigió sus pupilas al pie del árbol, contemplando el largo de la sombra. Haciendo mentalmente un cálculo de acuerdo a una simple regla de tres en base a la tangente de un triángulo imaginario, comprendió que la inclinación del sol indicaba la hora de la merienda, así que bajó sin que nadie se lo pidiera y entró en el edificio.

Con la libreta bajo el brazo atravesó corredores sin prestar atención especial a ninguno de los que pasaban a su lado; pronto llegó hasta su destino. Giró el picaporte para entrar a un espacioso cuarto con una cama individual; en la pared conjunta a su derecha, un escritorio donde se apilaban cuadernos de dibujo, pinceles, acuarelas y lienzos; colgando en las paredes, dibujos de aves a carbón, lápiz y algunas pinturas.

Dejó la pequeña libreta en su cama, cubierta por una colcha azul celeste y luego se dirigió hasta el cajón derecho del escritorio, sacando un cuaderno de dibujo nuevo, ya que las hojas se le habían acabado. Caminó hasta la ventana, abriéndola de par en par; recordaba que siempre la dejaba abierta, así que alguien más había entrado en su habitación. Y sabía quién era ese "alguien". Sacudió la cabeza de manera reprobatoria y luego simplemente salió.

Los pasillos que recorrió estaban ya acostumbrados a su ir y venir. Los demás infantes, al verle dirigirse al comedor comprendieron que la comida estaría servida en unos momentos, por lo que le imitaron. Sin prisa alguna se lavó las manos antes de sentarse a comer. A su derecha encontró sentado a un chico de cabello azabache, vestía un pantalón de mezclilla y camisa de manga larga blanca, extrañamente se sentaba con las rodillas al pecho, no pasaba de ocho años.

-Llegas con 7 segundos de retraso –dijo sin voltear a verle, con el pulgar en la boca.

-Tuve que abrir mi ventana –informó, como si fuera lo más natural.

-¿Has terminado de leer el libro? –preguntó mientras describía círculos con el dedo en el plato frente a él.

-Sí, anoche a las 10:58 pm; acabé dos minutos antes de lo que pensaba –explicó, con el cuaderno en el regazo.

-¿Quién era el asesino? –volteó a mirarle por primera vez.

-Si te lo dijera, la novela te aburriría. Pero es demasiado obvio, en la página 42 lo averiguarás. Las pistas le señalan de inmediato, no entiendo porqué Roger dijo que era una lectura complicada –se encogió de hombros, sosteniendo la mirada del otro.

-También yo terminé mi libro –le informó.

-¿Cuántas hojas usaste para resolver los ejercicios? –le preguntó.

-Sólo la mitad de una, para escribir las respuestas. Ya puedes tomar el libro –mencionó mientras le extendía uno de Cálculo Avanzado Nivel Universitario.

-La novela está en la biblioteca –respondió, comenzando a hojear el ejemplar.

-De acuerdo, entonces iremos apenas terminemos de comer. Además, Roger ya nos citó allí –finalizó, llevándose el pulgar de nuevo a su boca.

Los demás niños llegaron de inmediato, sentándose en sus respectivos lugares. La comida se sirvió unos instantes después. Durante ese tiempo se escuchaban algunos susurros, pero ellos dos comían en silencio, sin pronunciar palabra alguna. A decir verdad, gustaban de comer en sus cuartos, pues sus dietas eran… "diferentes" a las de los demás. De hecho, en ese instante las miradas estaban en sus platos, ya que uno contenía gran cantidad de dulces y el otro, de frutas.

Terminaron antes que el resto, parándose de inmediato, disculpándose y saliendo de allí. Caminaron lentamente hasta llegar a la biblioteca, sentándose frente a frente. El que parecía ser el mayor tomó un grueso ejemplar y lo abrió, comenzando a leerlo. Trascurridos unos minutos la puerta se abrió, penetrando por ella un hombre en un traje oscuro, quien les contempló un instante y suspiró.

-Me alegra ver que ya están aquí –comenzó.

-¿Por qué nos citó? –preguntó el mayor.

-Calma, no se apresuren. A decir verdad, no fui yo. El Señor Wammy quiere hablar con ustedes.

Las manos se detienen, dejando de dibujar el ejemplar de Phylloscopus coronatus que los ojos vieran en la mañana. Su cabeza se gira, volteando a ver a Roger por primera vez. En todo el tiempo que vivían en ese sitio, el Señor Wammy sólo iba cortos periodos de tiempo y en ningún caso se había dejado ver. Había rumores de que hace mucho se reunió con un chico, llevándoselo, pero hasta el momento sólo eran eso: "rumores".

-Y esa plática, supongo que es en persona –habló por primera vez.

-Algo así… –murmuró, sacando una laptop.

-Entonces, es la hora… –murmuró el mayor.

En la pantalla apareció una "L" gótica, al mismo tiempo que por la puerta penetraba un hombre usando un sombrero y ancha gabardina. Los dos pares de ojos se posaron en él al comprender de quién se trataba.

-Saludos, A, B. Soy L –inició una voz sintética.