Scorpius & Lily.
Disclaimer: Casi todos los personajes le pertenecen a JK Rowling, así como el argumento inicial.
Recomendación: Haber leído previamente 'Truly, Madly, Deeply'
TRULY, MADLY, DEEPLY II
I.
La verdad es que a Lily no le podía ir mejor. El séptimo y último curso acababa de empezar y estaba preparada para afrontarlo con entereza. Ese verano, Albus le había pedido matrimonio a Mary ante la sorpresa de todos, por lo que su amiga estaba más estresada que de costumbre. A Lily le hizo tanta ilusión que decidió encargarse de todos los preparativos, por lo que imaginaos el dúo dinámico en el colegio.
Además había sido elegida capitana del equipo de Quidditch y prefecta de Gryffindor. En resumen, todo era maravillas en la vida de la chica.
-Me despedí de Albus ayer y ya me ha enviado una carta suya en el correo esta mañana. ¿Lo ves normal? – le preguntó Mary camino a clase de Encantamientos. Lily sonrió con cierta tristeza y Mary se percató de ello. - ¡Dios, lo siento! Lo siento, lo siento, lo siento. Perdóname, Lily, soy una torpe y una bocazas… - Lily negó con la cabeza restándole importancia al asunto.
-Albus es un trozo de pan, no hay duda alguna.
Pero Mary no se sintió tranquila hasta que pasaron unas cuantas clases y pudo comprobar que Lily estaba bien. Os preguntaréis el porqué de todo esto. Supongo que muchos de vosotros recordaréis todo lo que ocurrió hace dos años. El último año de Scorpius Malfoy en el colegio había sido crucial para ambos. Fue un año de confesiones, de peleas que no cesaban y una lucha no verbal para que aquello saliera bien. Scorpius intentó conquistar a Lily durante todo el año y no le hizo falta conseguirlo, pues ella ya estaba enamorada de él hacía bastante tiempo. El único problema era que Lily no se atrevió a dar el paso y decirle que ella también lo quería hasta finales de curso, específicamente la última semana de curso, cuando se llevó a cabo la tercera y última prueba del Torneo de los Tres Magos celebrado aquel año, en el que Scorpius había participado y ganado con éxito.
El verano que siguió supuso dos meses del noviazgo más cursi y romántico para los dos tórtolos. Los padres de Lily aceptaron aquello con respeto, Rose estaba casi más contenta que ellos, a Albus se le seguía haciendo raro verlos tontear aquí y allá en sus narices, y James… Bueno, James lo encajó como pudo pero también con respeto. Teddy fue el que más disfrutó de la situación, picando a cada momento a Lily y sacando a relucir el tema de la notita de las vacaciones de Pascua pasadas mientras que Scorpius intentaba cambiar de tema y la chica se ponía roja de la cabeza a los pies.
Sin embargo, eso fue todo. Dos meses que acabaron en un abrir y cerrar de ojos. Scorpius se debía mudar a Francia durante al menos un año para continuar sus estudios allí y, aunque ambos sabían que sería complicado, decidieron intentarlo y seguir con aquella relación fantasma aunque fuese a distancia. El chico le prometió que le escribiría cada semana, pero ya sabéis lo que ocurre con las promesas, que la mayoría no se cumplen. Scorpius desapareció, como si se lo hubiera tragado la tierra. Dejó de enviarle cartas a Lily después de estar fuera un mes y todo quedó en el olvido. La chica, como era de esperar, pasó la peor época de su vida. Odió a Scorpius por creer en él y a sí misma por haberlo permitido. Entonces se obligó a dejar de creer en el amor y sobretodo en los hombres.
Lily lo recordaba de vez en cuando. Se preguntaba dónde estaría, qué haría y si estaría bien. En momentos de debilidad sacaba del baúl el álbum que le había regalado y que habían rellenado rápidamente con fotografías de todo tipo: divertidas, tristes, emotivas, cariñosas y apasionadas. También leía el "te quiero" que había escrito en la última carta que le había mandado. Luego se culpaba por todo eso, insultándose a sí misma y dándose cabezazos contra la pared.
Había pasado mucho tiempo desde aquello y ella necesitaba comenzar de nuevo. ¿Y qué mejor que preparar la boda de su hermano y su mejor amiga? Aunque a decir verdad, por mucho que eso la entretuviera, no podía evitar sentirse mal de vez en cuando al ver tanto amor empalagoso y acordarse de sus momentos con Scorpius, como la primera vez que la besó o como cuando la seguía por cada pasillo del castillo, cosa que tampoco la ayudaba mucho.
-¿Estás bien, Lils? – le preguntó Mary mientras se sentaban para cenar. La chica asintió con la cabeza. – Arriba ese ánimo, ¡enseguida empezarán los partidos de Quidditch y tenemos que vencer a Ravenclaw en el primero!
-¿He oído bien, Mary? – preguntó Lysander, apareciendo de pronto con las cejas alzadas.
-Sí, muy bien, Lysander. ¿O qué te crees? ¿Qué tu equipo va a ganar a los leones? – le preguntó mientras el chico se sentaba entre ellas y cogía la rosquilla que Lily tenía en la mano y estaba a punto de comer.
-¡Ilusa! – exclamó masticando. – Lily no es tan buena cazadora – le susurró haciéndose escuchar. Lily lo miró por el rabillo del ojo.
-Cuida tus palabras si no quieres morir atragantado con la rosquilla que me acabas de robar.
-Vaya, vaya. ¿Qué pasa que estás tan susceptible, pelirroja?
Lily dejó caer el tenedor sobre el plato. Se sentía mareada. Se levantó rápidamente de la mesa y se dirigió hacia la salida del Gran Comedor. Lysander miró a Mary con el ceño fruncido.
-¿He dicho algo malo? – preguntó.
-¡Qué va! – intentó excusarla Mary. – Es que el fin de las vacaciones la estresa un poco, ya la conoces.
Lysander se levantó y la siguió hasta que la alcanzó mientras subía las escaleras del vestíbulo.
-Hey, Lils, ¿estás bien?
-Sí, perdona. Es que no me encuentro muy bien – dijo.
-¡Entonces yo te subiré los ánimos! Vamos, ¿qué te apetece? ¿Alguna broma pesada a Filch? ¿O mejor damos una vuelta en escoba? No hace mucho frío.
-Te lo agradezco, Lysander, pero…
-Pero nada, ¡vamos!
Lysander la cogió de la manga de la túnica y se la llevó fuera del castillo. En quince minutos, los dos estaban sentados en uno de los tejados más altos. La verdad es que no había estado tan mal, y a Lily le había servido para despejar sus ideas un poco. Además, era muy fácil estar con Lysander, ya que aunque hubieran largos silencios entre su conversación, no parecía importarle. Lily tomó aire mientras el viento le alborotaba el pelo.
-Oye, el sábado vamos a salir unos amigos y yo y vamos a ir a Hogsmeade, ¿te apetece venir? Mary también está invitada, claro.
-Sí, supongo.
-Vamos a ir a un bar en el que han puesto un billar. ¿Sabes lo que es? Es un artefacto muggle. Si te soy sincero, soy todo un as jugando.
Lily lo miró y se dio cuenta de que a veces la forma en la que hablaba le recordaba un poco a Scorpius. Sobre todo cuando se jactaba de sus capacidades, por ejemplo.
-No sé lo que es un billar – dijo.
-Ya lo verás cuando vayamos. Y además te puedo enseñar a jugar. Siempre que me dejes poner las manos sobre ti. Creo que es esencial si quieres que te enseñe.
Lysander la miró con picardía y Lily se rascó la nuca. A esas alturas ese tipo de comentarios no le afectaban lo más mínimo después de todos los disparates que Scorpius había soltado cuando estaba con ella.
-Dile a tus hormonas que se relajen, anda.
El chico soltó una carcajada limpia y sana. Libre de preocupaciones. Algo que ella anhelaba con todas sus fuerzas. Lysander se removió sobre las tejas y resbaló un poco. Lily le cogió de la camiseta instintivamente para evitar que se cayera.
-¿Quieres tener cuidado, por favor?
-Diría que estás demasiado preocupada por mí, Lily. Tranquila, solo ha sido un resbalón.
-¿No has pensado en tu familia o en tus amigos? ¿O simplemente en el riesgo del torneo?
-Diría que una chica está preocupada por mí. – contestó él ignorando sus preguntas, y dando un paso adelante para acortar la distancia entre ambos. Lily notó cómo sus piernas dejaban de ser estables y comenzaba a temblar.
-No estoy hablando de mí, idiota. Hablo de tus padres, de Albus y Rose, ¡incluso de mi familia que te ha cogido cariño!
-¿Y tú no entras en esa categoría, Potter?
Lily sacudió la cabeza intentando que aquellos recuerdos se borraran de su memoria.
-Se ha hecho un poco tarde. Y además está empezando a hacer frío. Aunque si prefieres quedarte… yo puedo darte un poco de calor.
Lily puso los ojos en blanco, soltó aire enfadada y se puso de pie con cuidado.
-Bájame, anda.
El chico cogió la escoba y subió, esperó a que Lily se colocara tras él.
-Agárrate fuerte.
Lysander dirigió la escoba hacia abajo. Lily notó cómo el viento le azotaba en la cara hasta que el chico aterrizó en el suelo frente a la puerta del castillo. Estaba acostumbrada a la velocidad y volar era una de las cosas que mejor le hacían sentir.
-Gracias.
-Ha sido un placer.
-Bueno… Buenas noches, Lysander.
-Buenas noches, Lily.
La chica cruzó la puerta del castillo mientras Lysander la observaba con confusión. No sabía qué le pasaba a Lily pero pensaba averiguarlo. No era normal que su amiga estuviera tan cabizbaja durante tanto tiempo. Habían comenzado a ser más cercanos el día en el que ambos chocaron en uno de los partidos de Quidditch del año pasado, así que ya iba siendo hora de que confiara más en él y le contara lo que le perturbaba de esa manera. Se echó la escoba al hombro justo cuando empezaron a caer las primeras gotas de lluvia.
-Perdona.
Lysander giró y se encaró con un chico no mucho mayor que él que ocultaba el rostro con la capucha de su capa. Llevaba un maletín en la mano y cojeaba un poco.
-¿Eres alumno? – preguntó un poco aturdido. Lysander asintió con la cabeza y con el ceño fruncido. - ¿Podrías ayudarme a entrar? Soy el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
-¡Perdone! Enseguida lo ayudo, profesor.
Lysander dejó que el chico se apoyara sobre él y cargó con su maletín. Cuando dejó caer la capucha hacia atrás una vez que los iluminó la luz del vestíbulo, pudo reconocerlo de inmediato.
