La primera cita siempre debe ser recordada como una experiencia más que hermosa. En el caso de Ochako Uraraka no lo fue, para empezar lo que aparentaba ser un hermoso día soleado terminó siendo arruinado por una tormenta imprevista. Haciendo que el cabello que Momo tardó hora y media arreglar para que se viera aún más hermosa de lo que hubiese estado si iba al salón de belleza quedara empapado, Todoroki pensó que lo mejor era que fueran a otro lugar, así que partieron hacía la parada de buses.

Mala idea.

Un camión pasó cerca de ellos empapándolos a ambos. Ochako sentía sus ojos arder y cómo le dolía la garganta a causa del llanto que estaba reteniendo. Se veía espantosa, empapada, con la mitad de su vestido lleno de lodo y un peinado que ni forma tenía ya.

Quizá ese no era su día y lo mejor que se le apetecía en esos momentos era retirarse para volver a los dormitorios de la Yūei y hundirse en la acolchonada cama que poseía para dejar fluir sus lágrimas.

—Todoroki-kun mejor volvamos a la escuela —dijo en un hilo de voz, las palabras dolían cuando salían de su boca.

—¿Ya no quieres continuar con la cita? —preguntó sin verla, pudo escuchar como sorbió antes de contestarle.

—No —le respondió, su garganta parecía querer evaporarse— No podemos continuar esta cita, sólo mirame Todoroki-kun, estoy horrible. Mejor, olvidemos esto y regresemos a los dormitorios.

Sin darse cuenta las enormes lágrimas comenzaron a salir de aquellos hermosos ojos chocolatosos que tanto llamaban la atención del mitad y mitad.

—¿Es por eso? —inquirió hilarante provocando que Ochako le volteara a ver confundida y, un poco, ofendida— Uraraka, no importa cómo luces, a mí me interesa que estemos bien con esto de salir, si sólo salieramos para vernos bien ¿qué sentido tienen las citas? Sé que no soy un genio en estas cosas de las citas pero estoy seguro que verse bien es lo de menos si tienes con quien compartir sin importar como luzcas.

Los ojos de Uraraka brillaron un poco y su labio tembló queriendo estallar en llanto por lo afortunada que era de salir con alguien como Shoto.

—Así que nunca te sientas mal por cómo luces, la persona que esté contigo, independientemente de que sea yo ó alguien más, te querrá con todo y tus desastres —añadió para luego posar su mano en los desordenados cabellos de la chica y luego tomar su mano para volver a la Yūei para que ambos pudiesen secarse.

Sí, en verdad era afortunada.