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Este fanfic fue publicado anteriormente en Amor Yaoi, bajo otro seudónimo. Ahora solo está publicado en Wattpad y aquí en FF

RCP

By V. Bokthersa

Sanji era, sin dudarlo, el mejor nadador de los Mugiwara, pero para poder nadar debía primero estar consciente. Por ello fue que al verlo caer al mar, inconsciente gracias a la feroz batalla a la que habían sobrevivido apenas, Zoro no lo dudó ni un segundo y saltó tras él antes de que se le ocurriera hacerlo a algún usuario de akuma no mi.

Nadó por algunos segundos hasta encontrarlo, lo sujetó firmemente entre sus brazos y salió a flote con él. Estando allí, miró a todos lados y se dirigió al primer trozo de tierra que vio en la lejanía, su plan era volver junto a sus amigos y dejar que Chopper se encargara del cocinero.

Está de más decir que con el flamante sentido de la orientación del Marimo, terminaron llegando al otro lado de la isla. Tiró a Sanji con poco cuidado sobre la arena de aquella playa desierta y comenzó a buscar a sus nakama.

—¡Mierda! ¡Volvieron a perderse! —masculló tras buscarlos unos minutos.

Volvió junto a Sanji y notó que el estúpido cejas de sushi no estaba respirando como se debía. Comenzó a aplicarle primeros auxilios y tras presionar su pecho varias veces seguidas sin obtener resultados favorables, optó por una medida desesperada: Respiración boca a boca.

Realmente era la última opción, porque no sabía que más hacer y el sabor del arroz blanco que preparaba ese maldito cocinero le hacía tocar el cielo. Tapó su nariz y se le fue acercando con desagrado hasta hacer chocar sus labios. Comenzó a soplar en la boca del otro, hasta que sintió una potente patada en sus partes íntimas.

Se separó de Sanji al instante, adolorido y mirándole como si quisiera matarlo. El cocinero se levantó, indignadísimo, con una mano en la boca, limpiándose los labios.

—¿Pero qué mierda tratabas de hacer, Marimo marica? ¡Yo no soy ese tipo de hombre! ¡Maldito invertido! —gritoneó, escandalizado.

Zoro se levantó de inmediato, habiendo desenvainado sus espadas y dispuesto a atacar al cocinero.

—¡No soy ningún invertido, Ero-cook! ¡Tú eres el enfermo, mal pensado! —Le atacó a gritos también, frenando una patada que venía directo a él con dos de sus espadas—. ¡Estaba salvándote la vida! —le reprochó, empujando su pie con ambas katana.

No le cortó en ese instante porque Sanji trastrabilló y cayó de espaldas al piso, sujetándose a la altura de las costillas. Pasado el subidón de adrenalina, su cuerpo recordó todas las heridas que tenía: golpes, cortes y quemaduras por igual.

—Maldito aprovechado... —masculló de nuevo y no, no es que dudara de las palabras o la heterosexualidad de Zoro, pero dos años siendo acosado por hombres le hacían dudar hasta de su propia y masculina sombra.

El espadachín le dio un golpe con la funda de una de sus katana y mandó a dormir a Sanji. Suspiró pesadamente y se sentó sobre la arena a su lado, él también estaba molido, al igual que todos los demás. ¿Cómo mierda se le podía ocurrir a Sanji que él iba a aprovecharse de otro hombre? ¡No lo haría ni de una mujer, ya que vamos!, no era ese tipo de persona.

Vio venir al resto de la tripulación y se levantó para indicarles superficialmente los hechos. Dejó a su nakama en manos del doctor y él se fue a recostar bajo una palmera. Tocó sus labios, observando la forma en que atendían al cocinero.

—Sabes igual a como hueles, estúpido Ero-cook... —murmuró para sí mismo, antes de cerrar los ojos.

Dormir siempre le ayudaba a sanar rápido las heridas. Todas las heridas.

Fin

Notas finales:

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