Algo cambia

Disclaimer: InuYasha y sus personajes no me perteneces, son de la entera propiedad de Rumiko Takahashi. La historia a continuación no persigue ningún fin lucrativo.

Título: Algo cambia

Pareja principal: [Sesshoumaru / Kagome Higurashi]

Pareja Secundaria: [Miroku / Sango]; [InuYasha / Kykyou]

Aclaraciones:

Narrador

— Diálogo de los personajes —

"Pensamiento de los personajes"

[...] Aclaraciones de la autora

Recuerdos

Género: Humor/Romance/Drama/Acción

Ranting: T+

Summary Completo: Algo habia cambiado en ellos, tal vez por la experiencia y el tiempo juntos, o simplemente era que nada podía permanecer igual que siempre. InuYasha aun seguía detrás de Kykyou mientras sus compañeros recriminaban el dejar a la joven miko dolida esperando a su encuentro. Pero en algún instante, no pudieron volver a ver la tristeza reflejada en los ojos de Kagome, no pudieron ver la tristeza al ver al Hanyou irse detrás de su predecesora. Solo pudieron verla sonreír, como si esperara, antes de irse al bosque en busca de alguien que desconocían.

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Prologo: A ojos de todos

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Porque algo no andaba bien y todos podían notarlo. Porque sus ojos cambiaron, sus sonrisas se transformaron y su espíritu se veía rebosante de una felicidad nunca antes vista. Sus risas, sus gestos y el brillo en sus ojos eran propios de los estragos que el amor producía en una persona. Sin importa quien o como, cuando el amor alcanzaba el corazón, todo se derrumbaba y se reconstruye para entregarle una perspectiva totalmente diferente. Porque cuando sientes el amor, cuando este te es correspondido, cuando aquel calor se instalaba en el cuerpo ante el recuerdo de aquel todo perdía sentido y, al mismo tiempo, lo cobraba. Porque, sin importar lo que pasara, ahora todo era motivo para reír y disfrutar la vida como nunca antes.

Y todo esto junto, en solo una joven que los acompañaba en su viaje, era suficiente para saber lo que sucedía.

La pequeña miko estaba enamorada.

Pero no os confundáis, aquello no fue algo que sucedió en sólo unos instantes, no se dieron cuenta en el instante que sucedió, no previeron como no porque aquel cambio en la joven. Es sabido por todos que el amor no nace de la noche en la mañana, no era algo que solo aparecía sin más. Es algo que se alimenta, que crece día a día con cada gesto, mirada o tacto. Era algo que crecía y se alimentaba con devoción y, al mismo tiempo, sin forzarlo. Algo sublime como confuso, algo que no se ve hasta que ya está férreamente sujeto en el corazón.

Han sido tres años desde que aquel viaje inició, desde que buscan los fragmentos de la Shikon no Tama y ansiaban la destrucción de aquel hanyou; Naraku. Cada integrante ha madurado a su propio ritmo, se han fortalecido con cada batalla y supieron continuar adelante sin rendirse. Dejaron de ser menor combatientes individuales a ser un verdadero equipo, conociendo los ataques entre sí para usarlos a su favor. Y, en conjunto con la madurez, se obtiene experiencia.

Ninguno fue capaz de percibir el cambio en la miko hasta que ya fue muy tarde, cuando los suspiros y los ojos hacia el horizonte ya eran una costumbre, muchos lo atribuyeron al amor hacia el hanyou del grupo; Inuyasha. Todos lo habían catalogado como la esperanza de obtener un futuro con el platinado en cuanto todo hubiera terminado, desechando la posibilidad de que la dejara por su antecesora, pero en aquellos instantes, cuando la morena estaba tan tranquila sirviendo la comida —aun con la ausencia del medio demonio— la duda los embargo. La incertidumbre y sorpresa llegaba a ellos como una dura realidad.

Fue cuando la pregunta finalmente llegó a su mente ¿Por quien suspiraba la miko?

Aunque, tan testarudo como siempre, Inuyasha se negó a ver la posibilidad de ya no contar con el amor de la joven. Miroku observó a la señorita con interés, creyendo solo una mala pasada de su mente, o tal vez la forma de la miko de aliviar el dolor de ver a su gran amor en brazos de otra mujer. Sango suspiraba aliviada por su amiga, aceptando como ninguno que la muchacha hubiera entregado su corazón a alguien que si le correspondiera, secretamente feliz de ya no ver la mueca de tristeza ante los escapes fortuitos del medio demonio. Shippo solo sonrió, feliz de la alegría que embargaba a quien consideraba su madre, ignorando la persona detrás de aquel estado.

¿Y la sacerdotisa?

Kagome solo podía sonreír, disfrutar de la compañía de sus amigos, anhelando que aquella presencia se hiciera perceptible, avisando al fin que podrían encontrarse. Sonrió aun mas al ver a sus amigos, no tomando importancia a que Inuyasha se hubiera escapado con la excusa de ir por leña —cuando era obvio que tenían más que suficiente para pasar la noche—. Atenta a las energías de su alrededor, habilidad desarrollada a lo largo de los años, buscándolo para poder refugiarse en sus brazos, envolverse en su calor y embriagarse de su olor; poder observar los ojos que la cautivaron y que la hacían añorar aún más.

Y como si le hubiera invocado, la presencia de él llegó hasta ella, quien se levantó con la excusa de dar un paseo, adentrándose en los bosque hasta llegar a sus brazos.

Hasta llegar finalmente a los brazos de quien le roba el aliento y hace galopar su corazón; Sesshoumaru.

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¡Buenas a todo el mundo! —O para quienes lean esto—

Bien, esta es el primer fic publicado que hago, ciertamente tome cariño a esta pareja pero nunca me atreví a escribir nada de ellos. En realidad si lo hice pero no me atreví a dejar que alguien lo vea —por lo que todo permanece oculto en un baúl bajo mi cama(?)

Pero con una historia rondando mi cabeza, no me resistí.

Es lo primero que escribo aqui, y lo publico, así que no se como resultara. Espero os guste. Es un pequeño prologo, lo interesante aparecerá después jajaja

¡Reginae fuera!