Eran días como hoy cuando se preguntaba así mismo si realmente había valido la pena.
Se hallaba al costado de un viejo y poco transitado camino tratando de arreglar su camioneta que había empezado a echar humo a medio camino regreso a "casa", la habían comprado con mucho sacrificio y en su momento fue su corcel blanco con el que huyeron de su antigua vida pero resulto ser una porquería de vehículo, era raro cuando duraba mas de una semana sin descomponerse y siendo sinceros no la había podido vender porque simplemente nadie se animaba a comprar ese trozo de chatarra andante.
El joven castaño tenia medio cuerpo metido en el capo de la vieja camioneta tratando de encontrar el nuevo problema, se trataba de un chico de no mas de 21, alto, delgado y con el pelo algo largo además que se le notaba que no se había rasurado en un par de días. Iba vestido con un par de botas de trabajo, un viejo y roto pantalón de mezclilla y una chaqueta de leñador que lo protegía del leve frio que se sentía.
Maldición…-dijo fastidiado al no encontrar el nuevo fallo en su mal querida camioneta-¿Qué carajo te paso ahora?
Se rasco la cabeza quitándose su gorra de camionero tratando de comprender que es lo que debería hacer. Bufo fastidiado lisando su pelo hacia atrás dejando ver la marca de nacimiento tan particular que tenia en su frente.
Desde niño se avergonzaba de ella siempre tratando de ocultarla, gracias a ella los apodos y burlas a su persona eran cosa de todos los días. Incluso ahora en el taller donde trabajaba al menos una vez al día alguno de sus compañeros de faena lo señalaba burlón.
De hecho, hablando del trabajo, había sido un día muy pesado. Como el era el mas joven y nuevo en el taller le tocaba hacer los trabajos mas sucios y aburridos teniendo además que soportar las ordenes y burlas de los demás por ser el nuevo pero siendo lo peor de todo tener que lidiar con su jefe, el tipo era un pesado y al parecer tenia al chico como un mocoso citadino inútil teniéndolo de su mandadero además de que era el peor pagado del taller.
La verdad, para el, todos eran unos idiotas. El estaba muy seguro que era mas listo que cualquiera de ese pequeño y olvidado pueblo, el había tenido un gran potencial pudiendo hacer cualquier cosa que hubiera deseado, como su sueño de la infancia, ser un detective, pero… cuando tomo aquella decisión sabia muy bien que tendría que sacrificar muchas cosas, incluyendo sus sueños infantiles y conformarse con una vida común, si es que podría llamarse común a lo que vivía y con un trabajo estúpido como era ser ayudante de mecánico.
Ya fastidiado y cansado de perder el tiempo en algo que parecía imposible le dio una patada a la vieja camioneta en un intento de desahogarse.
¡Carajo!-grito al sentir la punzada de dolor por el golpe y empezando a cojear-¡Eres una maldita!
Se volvió a poner su gorra gruñendo molesto y se recargo en la camioneta tratando de recuperarse del golpe y a esperar a que alguien pasara para pedir ayuda.
Saco de su bolsillo una cajetilla de cigarros ya casi vacía, tomo uno de sus últimos cigarrillos y lo encendió con el encendedor que ella le regalo.
Y así paso un rato, entretenido en terminar su vicio mientras miraba el paisaje.
Se encontraba en un camino rodeado de extensos campos con diferentes tipos de cultivos. Era un camino poco transitado y el sol estaba a un par de horas de ponerse.
Habían encontrado ese lugar al azar, tenían que huir a un lugar olvidado por el mundo, donde nadie los conociera y pudieran pasar desapercibidos. Vagaron por diferentes lugares durante un buen rato pero hace no mas de seis meses encontraron este pueblo, era uno de esos lugares rurales perdidos en el tiempo donde todo mundo se conocía.
Encontraron un pequeño lugar que se ajustaba a sus posibilidades y corrieron con mucha suerte al poder ambos encontrar trabajo. A el le sirvieron los talleres de mecánica que tuvo en sus años de escuela, además de que era muy listo y mientras a ella ser tan sociable y bonita le ayudo bastante.
Ya iba a encender su segundo cigarrillo cuando vio que a los lejos un auto se acercaba, suspiro aliviado, ya empezaba a anochecer y seguro ella empezaba a preocuparse.
Pero su alivio duro poco al notar que se trataba de la camioneta de su jefe.
El hombre al ver la camioneta anticuada del chico y a este haciéndole señas para que se detuviera a un costado del camino hizo que gruñera malhumorado.
Freno deteniéndose justo al lado donde el castaño le hacia señas.
¿Qué paso?-pregunto directo y con cara de pocos amigos sin apagar su vehículo.
El chico se empezó a rascar la cabeza algo incomodo, sabia que en el taller su vieja camioneta era la burla de todo el mundo además que su jefe no lo veía con los mejores ojos.
Bueno… no lo se la verdad-contesto avergonzado-llevo un rato intentando que al menos vuelva a encender pero no encuentro el problema.
El hombre que tenia pinta de tipo rudo, tatuajes en los brazos, con espeso bigote y con algo de sobrepeso bufo molesto. La vedad el chico había mostrado ser útil y servicial desde el primer día pero aun le faltaba mucho que aprender. Frunció el seño por idear una solución rápida.
Mañana lo vemos-dijo en tono molesto-le diré a uno de los chicos que venga con la grúa por tu carcacha-el chico se sonrojo apenado-sube a la parte de atrás que te llevo al pueblo.
El chico agacho la mirada algo avergonzado, no esperaba ese gesto de su jefe.
Si… gracias-la verdad, por alguna razón sentía su orgullo herido.
Fue a su vehículo por algunas de sus cosas empezando por su mochila donde tenia su cambio de ropa, tomo un par de fotos de ella que tenia guardadas en el cubre sol del lado del conductor, se aseguro de cerrar bien la puertas aunque dudaba mucho que alguien se interesara en algo tan feo como lo era su camioneta y finalmente se subió a la camioneta de su jefe.
Se acomodo y dándole unos golpecitos al vidrio que daba a la cabina le indico a su patrón que ya podían irse.
La verdad disfruto el aventón, tanto que aprovecha para fumarse otro cigarro. El lugar tenia un toque muy de película, con amplios campos de cultivos y al fondo se veían las casas y graneros donde vivían los dueños y encargados de esas tierras. Para el que nació y se crio en la ciudad ver un escenario así tenia su toque mágico.
Pero nada se comparaba a Gravity Falls…
Los veranos que paso en ese extraño pueblo fueron los momentos más felices de su infancia. Pasar las vacaciones en la cabaña de sus extraños tíos y convivir con los muy peculiares habitantes de aquel pueblo realmente fue increíble pero sobre todo apreciaba aquel lugar por que fue ahí donde todo comenzó… para bien o para mal. Al inicio tuvieron la idea de huir a aquel encantador lugar pero no era conveniente, seguro sus tíos estarían enterados de lo que hicieron y era mejor evitar los problemas…. Soltó un suspiro cansado con la idea de que tal vez nunca volverían a aquel mágico pueblo.
Al llegar al pueblo, que la verdad no tenia nada de especial siendo uno de los miles de puebluchos rurales perdidos en medio del país, su "piadoso" jefe lo dejo en la plaza principal, el chico en el fondo le caía bien pero tampoco era como para servirle de taxi aunque el chico tampoco quería que lo llevara y viera donde vivía.
Gracias-dijo el chico una vez que bajo de la camioneta-perdón por la molestia.
El hombro bufo fastidiado y se le quedo viendo con cara de enojado.
No importa-dijo notándosele molesto-mañana temprano te recojo aquí mismo y luego vemos que tiene tu basura.
El chico volvió a sentir vergüenza por ser el dueño de algo tan feo.
Y cualquier reparación que necesite te lo rebajo de tu paga-continuo el hombre.
El chico soltó el aire guardado algo fastidiado, de por si no ganaba mucho…
Si, entiendo… gracias-dijo tratando que no se le notara lo molesto por la idea.
Sin decir nada más el hombre piso el acelerador dejando al chico solo y con la idea de que el día realmente fue malo.
Miro a su alrededor, ya era de noche y los faros de luz del lugar ya estaban encendidos, había varias personas caminando por la plaza siendo las jóvenes parejas las que le llamaban la atención… no pudo evitar sonreír con la idea que en su próximo día libre la invitaría a pasar el día en el centro del pueblo como una pareja normal.
Empezó a caminar rumbo a su "casa", estaba algo lejos pero ahí no había taxis y el bus tardaba tanto en pesar que era mejor gastar ese tiempo yendo a pie.
La gente de aquel lugar parecía ignorarlo, para ellos el chico era muy raro aunque la chica, igualmente rara, era más agradable. Era gente muy pueblerina y para el era como viajar a otra dimensión… las mujeres acostumbraban a usar falda, siendo raros los casos las que usaban pantalón y parecía que todas compraban en la misma tienda de ropa, además, aquella chica que a los 25 no se hubiera casado era considerada una solterona. Los hombre vestían siempre con botas, pantalones de mezclilla y camisas a cuadros, casi todos llevaban bigote y barba y aquel hombre que no tuviera las manos callosas no era hombre.
Ellos terminaron encajando bien el lugar siendo aceptados sin mucho problema, sobre todo porque ella tenía un talento natural para ganarse a la gente y que nadie les preguntara como y porque terminaron ahí les facilito aun mas las cosas.
Al llegar donde el parque de trailers donde vivían no puedo evitar sentirse culpable apretando los puños por la sensación de odio así mismo que sentía.
El lugar era un basurero, las imitaciones de casas estaban lejos de ser de lo más agradable y vistoso del pueblo, los habitantes de esa zona estaban lejos de ser los vecinos más agradables y a cada rato tenían fallas con el agua y la luz.
Cada vez que veía ese lugar no podía evitar preguntarse si realmente valía la pena tantas penurias.
¡Oye chico!-oyó una ronca y molesta voz.
Al reconocer la desagradable voz solo cerro los ojos culpándose por ser tan idiota, se le había olvidado un pequeño detalle.
¡Te estoy hablando mocoso!-volvió a llamarlo.
Se trataba del encargado del lugar, un hombre obeso y calvo. Al ver llegar al chico salió hecho una furia de su remolque dispuesto a encarar al castaño, tanto así que no le dio vergüenza salir en ropa interior dándole un aspecto asqueroso.
Si…-dijo el chico girándose donde el feo sujeto, al verlo no pudo evitar poner una cara de asco.
¿Cuándo piensan pagarme?-pregunto sin pena el obeso.
El chico se mordió el labio, jamás en su vida pensó que tendría que darle cuentas a un tipo como ese.
Pronto-mintió-me pagan la próxima semana… y de ahí le pago.
El obeso se le quedo viendo no muy convencido.
Ya deben un mes-dijo todavía en tono molesto.
No se preocupe-dijo en tono conciliador-le tendré su dinero, se lo prometo.
El sujeto seguía sin fiarse.
Si se adeudan con otro tendré que echarlos de aquí ¿entiendes?-dijo apuntándolo con uno de sus grasientos dedos.
Si, entiendo-dijo agachando la mirada.
Bien-dijo bufando molesto y volviendo a su tráiler-y dile a tu novia que no ponga su ruido a todo volumen, ya varios se quejaron-dijo azotando la puerta al entrar.
El castaño bufo fastidiado, sentía que habían caído muy bajo.
Volvió a tomar rumbo a su "hogar" pensando que en como diablos terminaron así, si realmente valía sufrir todas estas penurias por algo que era mas que prohibido y si había forma de corregir todo aquello.
Pero al llegar a la puerta de su remolque, que era de hecho el mas iluminado por estar cubierto de luces de navidad que ella puso, con varias figuras infantiles pintadas a los costados, también obra de ella y con una música a todo volumen saliendo del viejo remolque recordó lo ultimo que le dijo el hombre obeso y que de hecho era la razón por la que estaban ahí.
En ese lugar ella era su novia y no su…
