Había pasado poco más de un año desde que Musa y Riven terminaron, había sido la más madura decisión que habían tomado y quedaron como amigos. La chica de cabello azulado pensó que seguirían manteniendo contacto pero el ex-especialista parecía que había desaparecido de la dimensión mágica. Solo cuando fue el día del cumpleaños de Musa le mandó un texto corto y conciso:
Feliz cumpleaños, Musa. Se feliz
-R
Cuando Riven partió para poder reencontrarse a sí mismo, ella pasó días triste, pensando que jamás volvería a enamorarse de otro chico como lo estuvo con el joven de cabellos rosados. Y así fue; aunque tuvo un par de citas con chicos que Stella le escogía contra su voluntad, ninguno logró cambiar su mundo o tan siquiera llamar su atención un poco. Dicen que el tiempo cura las heridas y Musa lo estaba logrando. Había establecido una especie de tradición donde una vez al mes iba a la discoteca más famosa de Magix, algunas veces las demás Winx iban con ella cuando no estaban en citas con sus novios. Algunas veces extrañaba todo lo que había pasado con Riven: los buenos y malos momentos, pero eran en días como hoy, que se podía olvidar de esos recuerdos y de los problemas como maestra en Alfea.
La música resonaba en todo el lugar, haciendo que Musa bailara al ritmo de la música, balanceando las caderas y moviendo los brazos disfrutando del momento. Bailó unas canciones más hasta que su cuerpo le pidió tregua y fue a la barra para pedir algo de beber, pidió una botella de agua cuando una voz profunda llamó su atención
-Te vi bailar hace un rato- Era un hombre, rondaría su edad, con abundante cabellera castaña que casi cubría sus ojos, llevaba una camisa azul con unos pantalones negros. Se le quedó viendo por unos cuantos segundos hasta que el hombre que atendía la barra le dio su botella de agua. Tomó un largo trago y dirigió sus palabras al chico castaño.
-¿En serio? Pensé que estaba jugando pin-pong- El desconocido le dio una media sonrisa y se acercó peligrosamente cerca, invadiendo su espacio personal. –Soy Greg- El hada notó el aliento mentolado del hombre y se alejó como un resorte al tiempo que contestaba – Tengo que irme. Pasó corriendo hacia la salida, deseando que el tal Greg no la siguiera pero no todo podría salir bien
-¡Hey! ¿Planeas decirme tu nombre, hermosa?- Musa salió de la discoteca; afuera no se encontraban muchas personas, solo unas cuantas hablando o caminando distraídas. Con paso apresurado iba por algunas de las calles y justo cuando pensó que el sujeto no la seguía, sintió los pasos del tal Greg tras de ella- ¡No tan rápido bonita, aún falta divertirnos!- Ella caminó casi corriendo, volteó hacia atrás para asegurarse que tan lejos iba el castaño, pero al momento de pasar por una esquina colisionó con un pecho enorme y firme que casi la derriba por lo rápido que caminaba.
- ¡Oh!- Exclamó el hada
-¿Musa?- La mencionada quedó helada al escuchar esa áspera y profunda voz que reconocería donde fuera. Lentamente alzó la mirada hasta toparse con dos orbes profundamente violetas.
-Riven- jadeó.
