Nota de autor: Todos los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi. La canción,el título de este fic y las características en las que me baso (Frollo y Esmeralda) para Diamante y Serena respectivamente, pertenecen a El Jorobado de Notre Dame de Walt Disney y son usados sin fines de lucro. Se recomienda discreción y mente abierta para los temas religiosos y sexuales aquí mencionados. Si eres sensible a estos temas, no sigas leyendo.

I.

El Universo estaba convulsionado por una revolución; reyes y emperadores de planetas enteros se encontraban en un dilema de dogmas, enfrentando sus antiguas creencias con las nuevas, proclamadas por el Papa y la Iglesia, aceptadas por unos y rechazadas por otros, poniendo un nuevo orden cósmico.

El planeta gobernado por Galaxia desde hacía mucho tiempo se había convertido a la Verdadera Fe, y ella había nacido con las creencias monoteístas, bautizada y proclamada Emperatriz por la Gracia de Dios. Sin embargo, aún había unos cuantos que aún se empeñaban en mantener su fe pagana, adorando a Dioses y Diosas que eran considerados aliados de la oscuridad, manchando el nombre del Único Todopoderoso y era algo que la reina rubia no podía permitir.

Por eso empezó una cruzada, convirtiendo a aquellas almas perdidas y aniquilando a las rebeldes que aún se aferraban a la herejía, persiguiéndolos por todo el planeta y cazando a Los Nueve Dioses que aún se mantenían en pie.

Pero el planeta era muy extenso, y la mujer necesitaba de hombres temerosos de Dios que la ayudaran en aquella ardua tarea.

A su corta edad, Diamante había decidido seguir la nueva doctrina, bautizarse y serle fiel e incondicional a Galaxia, convirtiéndose en el más leal de sus súbditos,

Ahora, en la plenitud de sus 25 años, el joven prelado había sido consagrado como Juez al servicio de la Fe, en otras palabras, Galaxia lo había vuelto un militar religioso que tenía el poder de impartir justicia, condenar, matar, exonerar, perdonar o convertir a todos aquellos que aún tuvieran creencias paganas.

De rasgos bien definidos y varoniles, el platinado era un hombre cruel, vanidoso y arrogante que justificaba sus acciones en nombre de Dios. Sus ojos, de color púrpura, siempre se mostraban fríos y su boca era una línea recta inexpresiva que lo hacían inquietantemente atractivo para todas las mujeres, nobles y plebeyas, pero él, solo tenía ojos para su iglesia y la Dama de Hierro que, además, le había otorgado un título nobiliario.

Así, el Príncipe Diamante era un hombre recto y puro que jamás había caído en la tentación y pecado… hasta ahora.

~o~

El platinado caminó con paso seguro por los pasillos de Palacio, en dirección a la Sala del Trono. Recién regresaba de una incursión, la cual había dejado un saldo considerable de muertos, unos cuantos convertidos y la captura de las sacerdotisas de Urano y Neptuno, las más odiadas por la Emperatriz. Llegó ante la puerta de doble hoja y la abrió, sin ningún protocolo.

El heraldo hizo una reverencia y tras un leve anuncio, el hombre hizo a un lado su capa, postrándose a los pies de la mujer que lo observaba con impaciencia desde el trono.

- Bienvenido, Príncipe – dijo la mujer, dándole la orden que se incorporara - ¿Y Bien? – los ojos ambarinos de la mujer destellaron impacientes.

- Majestad, los templos de Urano y Neptuno han sido destruidos, y los paganos fueron quemados vivos dentro de ellos. Los demás aceptaron dejar sus herejías y fueron bautizados, levantando una nueva ciudad. Las sacerdotisas han sido capturadas y ya se encuentran en el calabozo.

- Bien Diamante, no sabes lo satisfecha que me siento al enterarme que ese par de…- Galaxia aspiró tanto como pudo – impías pecadoras estén capturadas.

El joven asintió

- ¡Cómo es posible que esas mujeres hayan pecado de esa manera! Sabes lo que dicen las Escrituras – la emperatriz estaba alterada

- "Y Dios los creo, mujer y hombre fueron creados a su imagen y semejanza…*" - recitó solemne el platinado - Lo sé, Majestad, conozco la cita bíblica.

- Mujer y hombre – la voz de la emperatriz era un siseo letal – y ellas vivían en pecado carnal y mortal, como amantes, fornicando como bestias al amparo de sus Dioses protectores, igual de herejes que ellas. ¡Mátalas! No merecen ser perdonadas en vida, sino juzgadas por el Padre desde la muerte.

- Así lo haré, Mi Señora – respondió Diamante – sus almas corrompidas serán limpiadas con el fuego eterno.

- Estoy tan orgullosa de ti, mi querido Diamante – la mujer se recargó sobre un brazo, mirándolo con cierto brillo de sadismo en su mirada – me recuerdas tanto a mí, cuando destruí los templos de Saturno y Plutón y condené a la horca a sus respectivas sacerdotisas por no arrepentirse.

El platinado sonrió satisfecho; Galaxia era un modelo a seguir para él.

- Y esa gran hazaña, Majestad, de la Liberación de la Fe en las Tierras gobernadas por el Silencio y el Tiempo fue lo que me hizo decidirme para convertirme y servirle a usted – el joven hizo una reverencia en un evidente estado de excitación.

- No, muchacho, a mí no me sirves. Recuerda que le sirves a él – la mujer señaló un gran crucifijo.

- Un honor y un placer hacerlo, Señora.

- Ahora ve y termina de una vez con tu misión, que aún quedan cinco Dioses más.

Diamante hizo una reverencia, agitó su larga capa y salió del lugar.

~o~

- ¡Hermano! Haz vuelto – el muchacho abrazó al Príncipe Diamante

- Si hermano, sano y salvo gracias a Dios.

Ambos hombres comenzaron a caminar a través del patio, el cual estaba cubierto de verde follaje y hermosas rosas rojas que le daban vida a las columnatas grises de piedra que sostenían el palacio de Galaxia.

- Te fuiste por tanto tiempo, que no supe si volvería a verte – dijo Zafiro, con un gesto de preocupación.

- Pero aquí estoy, contigo – el platinado sonrió levemente ante la sincera zozobra de su menor hermano.

Si había alguien que podía dulcificar el alma de hierro del Príncipe, era aquel mozalbete pelinegro de ojos color azul y escasos 18 años, quien, a su edad, comenzaba a ser tan cruel y sanguinario como el platinado juez.

- Tuviste audiencia con la emperatriz, ¿qué ocurrió?

- Vine a darle el parte de guerra – el hombre se llevó las manos a la espalda – Urano y Neptuno fueron derrocados y sus sacerdotisas capturadas. Ahora están en el calabozo esperando la sentencia. Su Majestad ha ordenado su ejecución.

- Las sacerdotisas – Zafiro se quedó pensativo – se dice que ellas…

- ¡No hermano! – Diamante lo tomó por ambos brazos – no ensucies tu mente con pensamientos pecaminosos. Si, así es, ellas vivían en pecado, por lo que han sido condenadas sin derecho a juicio o exoneración.

- Es lo menos que pueden merecerse – Zafiro desvió los ojos, pensativo - ¿y ahora? ¿Qué sigue?

- Aún quedan cinco Dioses que debemos destruir

- Algunos hombres me han informado que las sacerdotisas de Mercurio, Venus, Marte y Júpiter se encuentran aquí, al parecer, porque planean ocultar y proteger a la sacerdotisa de Selene.

- Con que están aquí – Diamante se acarició la barbilla – Selene… la sacerdotisa más codiciada. Dicen que su cabello fue hecho con los rayos del sol y su piel es del color de la Luna.

- Dicen que realmente ella es la verdadera Diosa, y que todos los Dioses la protegían a ella.

- El único verdadero es nuestro Dios, y no hay otro – aclaró Diamante, comenzando a enfurecerse – ordena a un pequeño grupo de hombres. Si esas mujeres realmente se encuentran aquí, será pan comido capturarlas.

- Si – el pelinegro hizo una reverencia

- Infórmame cualquier noticia que tengas. Debemos terminar con esto de una buena vez.

Diamante se cruzó de brazos, observando como su hermano se alejaba. Zafiro era un gran estratagema y sabía que movería cielo, mar y tierra hasta encontrar a esas arpías, por lo que podía estar tranquilo.

Tomó el rosario de cristal obscuro que llevaba alrededor de una de sus muñecas y empezó a tocar las cuentas, al tiempo que pronunciaba una oración. Sería cuestión de tiempo para que aquella cruzada religiosa terminara y entonces, el planeta estaría libre de las tinieblas.

~o~

La catedral estaba llena de nobles y plebeyos, quienes, fervorosos, habían asistido a escuchar misa. El cardenal Rubeus daba la celebración en latín mientras el incienso inundaba las naves principales del recinto.

Hasta el frente, acompañada de su séquito, la emperatriz Galaxia estaba hincada, devotamente entregándose a sus oraciones mientras, tres bancas atrás, Diamante ponía toda su atención en la homilía, sin dejar de pasar entre sus dedos las cuentas de su rosario de cristal oscuro.

Escuchó unos pasos acercándose discretamente, pero no volteó. Siguió concentrado en sus oraciones.

- Hermano – Zafiro se inclinó hacia su oído, susurrándole – las sacerdotisas han sido capturadas.

Diamante abrió los ojos, entornando la mirada.

- ¿Dónde se encuentran? – preguntó discretamente

- En el Palacio de Justicia.

Sin decir más, el platinado se persignó y salió de la iglesia, seguido de Zafiro.

~o~

Diamante no podía ocultar la satisfacción que le embargaba el tener a las cuatro mujeres frente a él, encadenadas de pies y manos y flanqueadas por sus soldados en aquella lúgubre sala del Palacio de Justicia.

Sus pasos retumbaban en el lugar, produciendo un seco sonido que se confundía con el crepitar de las antorchas.

Zafiro se encontraba en una de las esquinas, observando la escena, con un aire tan inexpresivo e intimidante como el del mismo juez.

Las sacerdotisas lo miraban llenas de odio y repugnancia.

- Dios debe de verme con ojos misericordiosos al ponerme en bandeja de plata cuatro ratones de una sola vez – dijo, burlón.

- ¿Qué es lo que pretendes? – Marte se removió, haciendo sonar sus cadenas

- Acabar con las creencias paganas que por supuesto ustedes promueven, alimentando con pecado el alma de los buenos hombres, seduciéndolos y envolviéndolos en sus mentiras, en sus aberraciones…

- ¡La única aberración que veo aquí es la manera en la que cazas y das muerte a gente inocente! – Venus le desafió – matas en nombre de un crucificado, pregonando el amor, ¿quién es pues ese Dios del que tanto hablas que permite que se cometan atrocidades en su nombre?

- Venus – Mercurio trató de calmarla, pero la rubia no hizo caso

- ¿Acaso nosotras matamos más personas de las que tú y tu Fe lo hacen?

Diamante montó en cólera inmediatamente, soltando una fuerte bofetada contra la rubia, rompiéndole el labio.

- Bruja, hechicera, pecadora – el hombre la tomó fuertemente de los desnudos brazos, no pudiendo evitar que su cuerpo reaccionara al contacto de la suave piel – ramera…conozco a la perfección el culto de tu Diosa.

Venus lo miraba llena de odio

- Seduces e invitas a los hombres a tener deseos carnales, despertando sus bajas pasiones con esa indumentaria que usas – el hombre la acercó hacia él, observando plenamente la turgencia de sus senos – no vas a poder conmigo.

El juez se deleitó acariciando la mejilla de la rubia, para después soltarla con violencia.

- ¡Eres un animal! – le gritó ella.

- ¡No tienes ni idea de lo animal que puedo llegar a ser! – le gritó, mitad enojado, mitad excitado, pero pronto trato de calmarse – pero que idiota soy, no voy a caer en tu embrujo ni en tu tentación.

Las mujeres lo miraban llenas de rabia.

- Ahora, díganme. Falta una de ustedes… ¿dónde está Selene? – Diamante las miraba con impaciencia.

- Ella está fuera de tu alcance – respondió Júpiter – jamás la vas a encontrar.

- Les recuerdo – interrumpió Zafiro – que si se arrepienten de sus pecados, podrán tener un lugar en el Reino de los cielos. Resístanse, y tendrán una condena eterna en el Infierno. ¿¡Dónde está Selene!?

Las sacerdotisas guardaron silencio.

- Llévenselas al calabozo – ordenó Diamante – y tortúrenlas hasta que hablen.

A empujones, los soldados sacaron a las sacerdotisas mientras Zafiro ponía una mano sobre el hombro de su hermano, preocupado.

- ¿Estás bien?

- Si, tranquilo, no pasa nada. Ella no pudo seducirme.

- Temí por ti, cuando la tomaste por los brazos – el pelinegro abrazó a su hermano – y luego yo… - su rostro se enrojeció – ella es hermosa.

El platinado tomó entre sus manos el rostro de su hermano, un tanto preocupado. Sabía que el chico había estado expuesto al embrujo de la sacerdotisa y al ser joven, fácilmente podía caer en la perdición.

- Vayamos a la capilla a rezar. No permitiré que tu alma sea corrompida.

Ambos hombres salieron del lugar, dispuestos a limpiar sus mentes de oscuros pensamientos, sin embargo, en la mente de Diamante una idea estaba fija: pediría con todo el fervor que fuera posible poder encontrar muy pronto a la sacerdotisa de Selene y acabar con todas de una vez.

~o~

La joven sacerdotisa se encontraba en una pequeña capilla, flaqueada por columnatas. En medio, había un precioso cristal que brillaba con la luz de la luna llena que caía sobre él gracias a la abertura del techo abovedado.

La muchacha estaba hincada, rezando, sintiendo como el corazón se le estrujaba, lleno de dolor al sentir la agonía que sus cuatro compañeras sufrían al ser sometidas a las torturas impuestas por el juez Diamante.

Alzó el rostro, bañado en lágrimas. Sus ojos azul cielo ahora parecían dos bellos luceros y el largo cabello rubio lo llevaba trenzado, dándole un aspecto románico.

- Esto debe parar – dijo en un suave murmullo – gente inocente está muriendo. Este no es el nuevo orden que el Maestro quería y que los Dioses habían aceptado. Debo hacer algo.

Decidida, la sacerdotisa lunar se levantó. Todas la habían protegido para que Galaxia y sus huestes llegaran a ella y ahora le tocaba a ella hacer su parte.

Abandonó con cautela el Panteón, cambiando su larga túnica por una un poco más corta y ajustada, dándole la movilidad que necesitaba y se encaminó hacia la ciudad principal. No más muertes y más justicia era lo que pediría.

~o~

El día había amanecido especialmente gris. Diamante y un pequeño ejército se dirigían a las localidades donde se encontraban asentados los templos de Marte, Mercurio, Júpiter. Venus había sido el primer templo en caer, para satisfacción del platinado.

No le dio oportunidad a nadie de redimirse y masacró a su antojo a los paganos, sin siquiera escuchar sus plegarias. Ahora, Marte era el objetivo.

Encendió el templo mientras capturaba herejes, unos cuantos pidiendo piedad y misericordia, aceptando convertirse mientras otros tanto reusándose a abandonar sus creencias.

El hombre, Biblia en mano, leía algunos pasajes mientras la caza y muerte estaban en pleno apogeo. Pronto, como un ángel, apareció una joven rubia entre aquella multitud enloquecida.

- ¡Basta! – la chica llamó la atención del hombre - ¿cómo es posible que vayas pregonando justicia si castigas y maltratas a este pueblo? ¿Es que acaso esto es lo que tu Dios desea? ¡No justifiques en su nombre lo que tu obscura alma corrompida desea! – la muchacha lo señaló con índice de fuego, sin importarle las consecuencias que pudiera traerle esto

- ¡Insolente! ¿Quién eres tú para venir a blasfemar?

- Creo que sabes muy bien quien soy, Juez y Príncipe Diamante. Me has estado buscando. Soy la sacerdotisa que faltaba, Selene.

El pecho del platinado de infló al tiempo que trémulo, miraba a la chica. Nunca en su vida había visto una mujer como aquella, ni siquiera las otras sacerdotisas le habían enfrentado como ella. Y sus ojos… había algo en esa mirada que lo descolocó por completo.

Zafiro se percató de todo aquello, no pudiendo evitar sentir odio contra la pagana que osaba desafiar a su hermano y que, evidentemente, con su brujería, lo había afectado.

- ¡Atrápenla! – ordenó el juez, mientras los hombres comenzaban a perseguir a la mujer.

- Hermano, ¿estás bien?

- Si Zafiro, no te preocupes. ¡No permitas que esa bruja escape!


* Génesis 27, Antiguo Testamento

Que tal Bombones! Trayendo para ustedes una nueva mini historia que espero les guste

Traigo una fascinación con Frollo, Esmeralda y Fuego de infierno que quise, obviamente, "adaptar" por así decirlo su historia. Espero no herir susceptibilidades con los temas aquí mencionados, los cuales estoy tocándolos de la forma más profesional posible. Aclaro que soy de fe católica pero me estoy tratando de basar en los inicios de la religión cuando bueno, todo esto era perseguido y condenado, ya que, es parte de la historia de la humanidad.

Aclaro que no es un songfic y que no me estoy centrando en una época específica, por lo que es un revoltijo histórico lo que estoy haciendo xD

Ya pronto subo capitulo de Moonlight Destiny, es que me está pasando lo mismo que con Dulce tentación :/ pero espero pronto la inspiración vuelva.

Me despido, que pasen linda noche y no se olviden de pasar por mi página en Facebook y por nuestro grupo, Constelación estelar! Besos estelares! :*