Las luces encendidas... El ruido ensordecedor... ¿Por qué su mirada estaba perdida y le costaba enfocar la visión? ¿Qué era eso? Ah... le costaba mucho... Y ese dolor de cabeza... ¡Sigue alguien gritando en la puerta! Por la Reina, ¿Qué nadie lo puede dejar dormir en paz?
— ¡Ya voy! — Se levantó con un poco de dificultad... Estaba tendido en el sillón como todo un caballero. Desnudo. Pero sobre el sillón.
Desnudo... ¡No podía abrir desnudo! Buscó con la mirada... ¿Calzoncillos con la bandera del Reino Unido? Ni idea de quien eran [O si eran los suyos], todo es mejor a estar desnudo.
— Lord Arthur, buenos días — Saludó la persona. Un policía cumpliendo con su deber.
— Buenos días... ¿A qué debo la oportuna visita? — Preguntó, mirándose el cuerpo, estaba casi desnudo, el policía notó el humor irónico, pero lo ignoró.
— Hemos recibido quejas toda la noche y toda la mañana de la música, señor — El rubio bostezó... Ay, qué dolor de cabeza.
— Por favor apague los aparatos electrónicos o tendremos que llevarlo a la comisaria.
— Claro, claro, entiendo... de inmediato — Lo que sea, pero que se vaya rápido y no entre a la casa.
— Tiene una multa — Le dejó el papel. ¿Una multa? ¡Quién se cree que es él! Bueno, bueno, todos deben seguir las normas, si no fuera así eso sería un caos.
Se despiden de forma usual y como la rutina lo ordena... El rubio cierra la puerta, se dirige al aparato de audio y lo apaga, desconecta todos los cables y decide ir a su cuarto. Camina por la casa, desorden por todas partes, gente inconsciente por todos lados, restos de comida en las paredes y botellas y latas en cada mueble de su casa. Nada importa, solo abrir la puerta de su habitación, tirarse en su cama y seguir durmien...
― ¡¿Qué pasó aquí?! ― Grita apenas ha abierto y entrado al cuarto.
Estados Unidos está desnudo, totalmente desnudo, como el mismo continente americano lo trajo al mundo, a su lado e igual de desnuda, una señorita de piel morena y cabello rizado, con ojos negros como canicas. Ambos despiertan de golpe, el angloamericano intenta levantarse, pero se enreda con la sabana y cae al suelo, mientras su talón sigue encima de la cama. La muchacha se tapa con las sabanas ¿Qué más queda por decir?
— Joder Inglaterra, que no despiertes a todos tan temprano por la maña...
— ¡España! — Cierra la puerta tras sus espaldas al ver al Ibérico levantarse del suelo.
— ¿Pero qué jolines tío?
— Tienes... Tienes la cara sucia ¿Cómo puedes estar de ese modo? Al menos deberías asearte ¿Qué clase de presentación es esa?
— Ala, que no eres el mejor para hablar de presentación ¡tío, si andas en calzones!
Escuchan el ruido de algo golpear la pared, el español pone atención, mucha atención. El rubio de ojos verdes acaba de ignorar olímpicamente todo, aquí, no ha sucedido algo de relevancia, es más, se hace el desentendido. Sigue mirando al español esperando que le diga algo.
—…Inglaterra ¿Escuchaste eso?
— ¿Qué cosa? ― Se hace el desentendido total, para que el español crea que anda escuchando cosas él solo.
— Lo sabía... Hazte a un lado o te saco a ostiazos. — El inglés no se mueve, pero tampoco opone resistencia.
Arthur Kirkland no se queda a ver el espectáculo, ya escucha que España está gritando y perdiendo la razón, cierra la puerta... Lo siento Estados Unidos ¿No querías libertad e independencia? Bueno, actúa como un chico grande y encárgate de papi España.
Así que Estados Unidos de América y el Sur de México... En su cama... Bien, hay que desinfectar el colchón y cambiar de sabanas. Haría una lista luego ¡Su casa estaba hecha un desorden!
No importa, no importa... Primero es lo primero, una ducha y ropa decente mientras nadie lo viera. En la lavandería tenía un atuendo más apropiado, fue por él y una toalla. Revisó varias veces el baño para asegurarse que no había problema, y en efecto, estaba limpio y ordenado. Tomó una ducha y se quitó todo lo que traía encima. El agua purificó su cuerpo de macho inglés. Se vistió.
— Buenos días mon amour ¿Cómo dormiste? — El británico miró al francés en delantal de cocina, por suerte traía ropa bajo eso.
— Me duele la cabeza, no quiero saber por qué sigues aquí y usas mi cocina tan temprano — Se sinceró.
Una taza de té frente a él, los complementos, y unas deliciosas galletas, eso fue lo que respondió el francés, quien parecía ocupado en hacer muchas cosas a la vez, preparar desayuno y lavar obsesivamente la vajilla utilizada y salvable de anoche.
Dinamarca había roto como 3 vasos en su descuido, por suerte Noruega lo detuvo de intentar beber la cerveza derramada de encima de la mesa llena de cristales, claramente estaba demasiado borracho como para notarlo.
Increíblemente, por ser su fiesta y su casa, se controló un poco para beber. Y probablemente, aunque no fue el último en terminar inconsciente, si fue uno de los últimos. Duró sobrio más que Dinamarca al menos.
— Ahí estás... — Alguien dijo con voz rasposa — Inglaterra.
— ¿Prusia?
— Ten... —Le tendió su ropa, bastante bien ordenada — Anoche, mientras terminabas en calzones, mi increíble persona la guardó por si la necesitabas...
— ¿Por qué... llevas a Alemania en tu espalda? — Francia miró sorprendido.
— ¿West? — Prusia se volteó a verlo y sonrió — Hace unas horas se desmayó por beber tanta cerveza e hidromiel. Mi asombrosa persona abandona el lugar y se lleva a West... — Se carga bien a Alemania y comienza a caminar como si nada, pero se detiene en seco y se gira otra vez — Díganle al señorito podrido, que Hungría no lo obligó a nada, fue consensuado.
Entonces vuelve a voltearse y sigue caminando con Alemania en sus hombros y espalda. Ahí va un gran hombre sobre otro gran hombre... A veces pareciera como si Prusia no alcanzara a comprender que Alemania había crecido más que él.
— ¿De qué estaba hablando? — Pregunta Francia con una sonrisa burlona.
— ¡Quién sabe! — El inglés sigue tomando su taza de té mientras endulza su dolor de cabeza con las galletas.
