La mecánica del corazón.
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La verdad es que Howl no comprende el amor.
Cuando lleva a Sophie una mañana a Market Chipping para comprar la comida necesaria del castillo, se da cuenta mientras caminan, que el cabello de la peli-gris ondea y resplandece con los rayos del sol. Ondea con suavidad por la brisa y eso le remota a cuando era pequeño y soñaba con volar. Lo cierto es que Howl no ha tenido mayor amor que el propio y no sabe controlar su corazón. No sabe qué es esebang bang que lo hace saltar en su pecho y no sabe cómo controlar todo lo que siente cuando la ve.
No sabe, porque nunca lo tuvo, y cuando finalmente lo tuvo, las manos tibias de Sophie ya le habían acariciado con anterioridad, pero esas caricias le habían parecido más abrasadoras que las de Calcifer cuando fueron uno. Le gusta cuando Sophie sonríe, se ve hermosa aunque ella insiste en que es horrible; pero es justamente eso, no notar su belleza, lo que la hace hermosa a los ojos de Howl. Y justamente cuando la ve llevar las bolsas con pescado a la canasta, no sabe si debería reír o debería dejar que fuegos pirotécnicos llenaran la ciudad, porque ese bang bang no se va de su corazón y le impide continuar con su vida de manera regular.
Él, el gran mago Howl ¿Estaba perdiendo la cabeza?
Calamidad lo había dicho La respuesta está del lado izquierdo, casi al centro y Howl no lo comprendió en ese momento pero se esforzó por intentar comprenderlo durante toda la mañana. Luego, se siente abrumado, porque Sophie gira a mirarlo mientras él sostiene la canastilla de mimbre y todo dentro de sí sostiene una revolución, una guerra peor que la de Suliman. Él no puede controlar eso, no sabe por qué la ha dejado ordenar el castillo, o por qué la ha dejado preguntar por sus pociones.
Pero entonces Sophie sonríe y le dice que lo ama.
Y algo dentro de Howl se quiebra, puede escucharlo, supone que también Sophie lo ha escuchado pero no lo dice en alto. Sus ojos azules sólo se abren tanto, tanto que siente que se saldrán de la orbe y luego siente cosquillas en el estómago, y Howl intenta contar cuántas veces ha escuchado a Sophie decir eso, luego recuerda una, y luego otra y otra…
Y luego Howl le dice a Sophie que la ama y ella simplemente sigue caminando por los puestos con un sonrojo tibio en sus mejillas, y Howl le sigue, porque en su mente sigue contando las veces que le dijo a Sophie que la amaba y cuántas veces ella le había dicho lo mismo. Y ya van diez, y luego son veinte, y luego son treinta. Y luego las palabras de Calamidad se hacen presentes en su cabeza y se dice a sí mismo que contar la felicidad es tonto de todos modos.
Pero Howl es tonto de por sí, por no comprender el amor.
Es mi primera vez escribiendo de ésta maravillosa historia, espero que les guste tanto como a mi, escribirlo.
