Capítulo 1
Me sentía perseguida, estaba aterrada. De vez en cuando imagino cosas, cosas que me parecen reales a pero todos las encontraban absurdas.
Yo nunca me sentí como las demás, aunque siempre intento tener una sonrisa, a menudo cuando estaba sola caía en una profunda desesperación. Esta era causada por el amor de mi vida, o por lo menos eso creo yo. Desde siempre ame a Inuyasha Taisho, él es un año mayor que yo y lo conocí por medio de mi hermano Miroku, de diecisiete años al igual que Inuyasha y por mi prima Kikyo, de dieciséis años como yo.
En ese entonces, dos años atrás, Miroku e Inuyasha eran enemigos, ambos era unos donjuanes y competían por ver quien tenía más mujeres atrás.
Pero, luego, mi hermano conoció a Sango, de la que se enamoró perdidamente y aunque no dejo de ser un casanova del todo, ahora es mejor persona. Al amar a Sango, Miroku dejo de competir con Inuyasha y con el tiempo se hicieron amigos.
Luego Inuyasha también cambio y, para mi tristeza, fue por conocer a mi prima Kikyo, su novia. Eso me afecta muchísimo porque Inuyasha siempre me gusto y por qué yo consideraba a Kikyo mi mejor amiga. Me sentí traicionada, estaba muy deprimida; no comía, no dormía, no salía, no nada. Así era mi vida, los únicos que me apoyaban eran Sango, mi actual mejor amiga, Miroku, Souta, mi hermanito menor, y Kouga, mi mejor amigo.
Igualmente no fue por ellos que salí de mi depresión, fue por unos sueños rarísimos.
Soñaba con dos chicos, para ser precisa.
Uno era parecido a Inuyasha y al principio los confundí pero con el tiempo los empecé a diferenciar. Este chico es alto, atlético pero delgado, de cabello largo, lacio y plateado, tiene flequillo que le queda muy bien; tiene los ojos color dorado, un dorado intenso igual que el oro o la miel pura.
El otro es un muchacho de pelo negro azabache al igual que el mío, este también es largo y ondulado, tiene flequillo que no llega a taparle sus ojos que son los más hermosos y extraños que había visto en mi vida hasta ese momento, son de un color escarlata, como la sangre. Este también es alto, delgado pero atlético.
Ambos chicos son hermosos. Nunca soñaba con los dos juntos pero a la vez siempre estaban conmigo.
Gracias a su apoyo, conseguí superar mi depresión aunque nunca deje de "querer" a Inuyasha y tampoco deje de odiar a mi ex adorada prima Kikyo.
Ella es muy parecida a mí, tiene el pelo negro azabache pero el de ella es lacio y el mío ondulado; sus ojos son negros como la noche y los míos son color de un color chocolate. Kikyo es alta, delgada y de buen cuerpo, siempre llamaba la atención con su actitud de "chica difícil e indiferente". Mi prima es una buena persona pero lo oculta ante los demás, quien sabe por qué. Con sus verdaderos amigos es generosa, amable y bondadosa pero en el colegio su actitud es fría y confiada. La verdad es que no me traiciono, yo nunca mostré mis sentimientos y ella no tiene la culpa de que Inuyasha la ame a ella pero no puedo evitar odiarla, o mejor dicho, envidiarla.
Inuyasha es un joven muy apuesto, su cabello es largo y platinado, tiene un flequillo que casi consigue taparle sus ojos color miel y tiene muy buen cuerpo. Inuyasha tiene una actitud arrogante, no es malo pero es insoportable. A pesar de eso, él es irresistible, todas las chicas lo desearon en algún momento pero solo mi prima paró su estilo de vida mujeriego y consiguió entablar una relación duradera con él.
Ya había pasado una semana desde que recuperé mi vida normal. Retomé el colegio aunque me estaba costando bastante ponerme al día, mis amigos me ayudaban incondicionalmente pero ese día estaba muy apurada por lo que salí a comer sola. Estaba volviendo al colegio cuando comencé a sentir pisadas detrás de mí. Me estaban siguiéndome desde que salí de mi casa prácticamente. Yo, un poco más y estaba corriendo. Me sentía desesperada y no sabía qué hacer. En una total estupidez me alejé de la gente y, no sé cómo, terminé en una calle desierta; no podía volver mis pasos atrás ya que eso sería entregarme a quien sea que me estaba persiguiendo, lo único que podía hacer era seguir apresurando el paso. Doblé a la derecha y descubrí que estaba en un callejón sin salida, no había escapatoria, estaba atrapada. Cuando me decidí voltearme para defenderme descubrí la cosa más impactante de mi vida.
