Harry Potter y el fin de una era
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Advertencia general (muy importante):
Quiero comentar que esta historia se basa totalmente en lo ocurrido en el quinto libro oficial, y en parte, en lo que escribí en el fic "Harry Potter y la antorcha de la llama verde" (mi versión del sexto curso), aunque eso si, si ven algo que no entienden, me lo pueden preguntar (si se puede responder, lo haré gustosamente)
Se que, a estas alturas, mucha gente conoce ya lo sucedido en el quinto libro, pero nunca viene mal advertirlo.
Saludos.
Fin advertencia.
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¡.¡.¡Muy buenas!.!.!
Ya estoy aquí de nuevo, y como ya ven, con el primer capitulo de esta prometida nueva historia: la continuación de mi fic sobre el 6º año, es decir, el 7 curso :D
Como siempre, espero que les guste (ya me dirán)
Y por adelantado, doy mis mas sinceros agradecimientos a todas y cada una de las personas que leyeron, leen, o van a leer cada una de mis historias (en especial la del 6 año y esta nueva, su continuación). No saben lo importantes que sois. Estaré toda mi vida en deuda con vosotros :D
En fin, ya demos comienzo a esta historia.
¡.¡Y disfruten!.!.!
Harry Potter y el fin de una era
Autora: Lady Lily
Todo lo que tiene un comienzo tiene un fin
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Capitulo 1: "Así empezó todo"
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La noche era tremendamente oscura. Un manto de negrura cubría al cielo. No se veía la blanca luna ni las estrellas, sólo ese color uniforme por doquier en el firmamento. No se escuchaba, tampoco, ni el más mínimo susurro. Todo estaba sumido en un inquietante y desconcertante silencio.
Silencio.
Como si la tierra entera supiera que iba a suceder esa noche: los animales se habían refugiado rápidamente en sus madrigueras y hogares al caer el día, al desaparecer el sol y llegar la oscuridad; los árboles temblaban, mas no era causa del viento, inexistente a esas horas.
Los animales lo sabían.
La Naturaleza lo sabía.
Presentían lo que iba a suceder.
El desastre, lo que iba a ocurrir esa noche…
Pero ellos… no.
Y pronto, muy pronto, iban a averiguar, desgraciadamente, que era lo que iba a pasar esa noche, en la que el silencio seria el protagonista final.
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31 de Octubre de 1981…
En una casa, en medio de una urbanización, una pareja jugaba con su primer hijo. Ambos totalmente alegres y contentos al ver los primeros pasos de su pequeño. La felicidad se respiraba por la atmósfera en el hogar de esa joven pareja.
No sabían lo poco que tardaría la alegría en transformarse en tragedia…
.-. Ven, ven aquí – un hombre de unos veintiún años se encontraba de cuquillas en el suelo. Frente a él, un pequeño bebé de poco más de un año se tambaleaba mientras intentaba mantener el equilibrio de pie.
Al final, tras un par de caídas (amortiguadas por el pañal) el niño, de pelo negro azabache como su padre y ojos de un color verde intenso como su madre, alcanzó los brazos que le tendía su progenitor.
.-. Muy bien Harry – James alzó al pequeño en sus brazos, y juntos, dieron varias vueltas en la habitación.
En el sofá, sentada y apoyada sobre varios cojines, Lily reía al ver la efusividad de su marido y la expresión de alegría de su hijo. Reía y reía porque la vida era maravillosa al lado de sus "dos hombres", como le gustaba llamarles. Juntos, los tres, formaban una gran familia.
.-. Ahora, ve con mamá. Ahora vengo – James depositó a Harry en el suelo, para que recorriese los escasos dos metros que le separaban de ella, a la vez que lanzaba un sonoro beso a la pelirroja desde el marco de la puerta. Ella le devolvió el gesto riendo, para observar a continuación los intentos de su hijo por ponerse de pie, después de una leve caída sin consecuencias. Tras un instante de vacilación e inestabilidad, el niño logró ponerse erguido y andar, con paso tembloroso, hasta donde se encontraba su madre, que le recibió con los brazos abiertos, y le estrechó contra su pecho fuertemente.
.-. Como seguramente va a ser un gran jugador de quidditch… le he traído esto de regalo – en ese instante volvía a entrar su padre a la habitación, portando entre sus manos una diminuta escoba, pero adecuada para la edad que tenia el niño en esos momentos.
.-. Dijimos que nada de volar hasta que cumpliese los dos años – le regañó Lily al verlo. En sus brazos se encontraba Harry jugando con varios mechones de su rojo pelo.
.-. Lo se, pero la vi en el escaparate y no me resistí a comprarla… Además, Canuto también piensa que…
.-. Lo sabía. Cuando os juntáis Sirius y tú sois lo peor. No hay ninguna otra persona más irresponsable que él…Bueno, si¡tú! No sabes que tenemos que estar ocultos y…– le interrumpió ella con una expresión que intentaba parecer de enfado, pero James la conocía bastante bien, y sabía que, en el fondo, sólo estaba un poco molesta por haber salido de la casa.
.-. Cariño, nadie me ha visto, estuve todo el rato con la capa de invisibilidad puesta. No te preocupes. Además, no siempre tendremos que estar escondidos, algún día esto acabará y podremos vivir nuestra vida sin tener que preocuparnos por las amenazas y el futuro. Algún día Voldemort será destruido… - se sentó al lado de su esposa y rodeó con una de sus manos su hombro, atrayéndola hacia él. Harry se dio cuenta de las lágrimas de su padre, y dándose la vuelta, se levantó para darle un abrazo. James, en un gesto tantas veces repetido antes, le alborotó el desordenado pelo (idéntico al suyo) agradeciendo su apoyo – Ves, incluso Harry sabe que todo esto acabará algún día. Si, algún día podremos vivir sin tener que ocultarnos de los demás…
.-. Pero ¿cuando? Estoy cansada de no poder hacer nada. Llevamos más de seis meses escondidos… – en los ojos verdes y almendrados de la pelirroja se notaba la preocupación por no poder ayudar a sus amigos en la guerra que trascurría en el mundo mágico, al cual pertenecían…
.-. Ya lo se, cariño, ya lo se… - le respondió James bastante triste y abatido… - Algún día la guerra terminará… y viviremos felices los tres…
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Pues si, esta pareja y su pequeño niño no era lo que se podía decir personas normales. No. Eran magos, y los dos adultos muy buenos en la utilización de la magia (en sus respectivos campos: ella encantamientos; y él transfiguraciones) El niño… pues todavía era demasiado pequeño para saber el nivel que tenia, pero sabiendo quienes y cómo eran sus padres, se esperaba grandes cosas de él.
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Desde tiempos inmemoriales, los magos y los muggles (es decir, las personas que no pueden utilizar la magia) se encontraban separados, en sus respectivos mundos (mundo mágico y mundo muggle), sin que ni unos ni otros se diesen cuenta, o quisieran darse cuenta, de lo que ocurría en el otro. A veces, eso si, nacía una persona con capacidad de utilizar la magia de padres muggles, y se les permitía conocer ese extraño y escondido mundo, pero apartando esos raros casos, cada mundo vivía inmenso en sus propios problemas.
En esos instantes, y desde hacia varios años, el mundo mágico se encontraba sumido en medio de una gran y despiadada guerra, donde casi toda la gente luchaba por sobrevivir y no sucumbir bajo los seguidores de Lord Voldemort, un gran mago oscuro, que sólo pensaba en el poder y en la destrucción de aquellos que se interponían en su camino.
Y, en medio de todo eso, se encontraban ellos: James, Lily y Harry Potter. Un matrimonio joven y su pequeño hijo de apenas más de un año de vida.
James y Lily se habían conocido en el colegio, llevándose bastante mal desde el primer día, pero poco a poco, ese sentimiento había cambiado, transformándose el odio en amor, y en el último año en Hogwarts (la escuela a la que iban), se convirtieron en una pareja inseparable y envidiable por todas las personas que les conocían.
Llevaban casados unos dos años, seguían enamorados como el primer día y fruto de su amor, era su querido hijo, Harry, idéntico a su padre excepto los ojos, que eran tan verdes como los de su madre.
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Como ya se ha dicho, los dos eran poderosos en la magia, defensores del bien, y por ello eran miembros de la denominada "Orden del Fénix" un grupo nacido para enfrentarse a las fuerzas lideradas por Voldemort. Había sido su antiguo director de escuela, Albus Dumbledore (el más grande, respetable y poderoso mago de esa época), quien volviera a fundar el grupo para combatir el mal que se apoderaba del mundo mágico. Junto a ellos se encontraban bastantes más magos que defendían esa idea, muchos de los cuales habían crecido y estudiado juntos en Hogwarts.
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Pero, a pesar de todo el poder que tenían, y de haberse enfrentado varias veces con éxito a los seguidores de Voldemort (y a este, personalmente, en tres ocasiones, saliendo vivos como poca gente había hecho) desde hacia seis meses se encontraban recluidos y sin poder salir de la casa que poseían en Valle de Godric. La causa de eso, sorprendentemente, era su pequeño hijo.
Si, era él, Harry Potter, el causante de que sus padres y él mismo no pudiesen hacer nada más que estar escondidos. Una profecía, que se podría referir al niño, hecha seis meses antes, tenia la culpa de que Lord Voldemort le buscase para matarlo: esa profecía auguraba que, quizás, el niño podía tener el poder de acabar con el Señor Oscuro…
Por eso estaban escondidos, bajo un encantamiento llamado Fidelius, que posibilitaba la ocultación de su paradero a cualquier persona, en especial de aquel del que se querían esconder. En contra de cualquier lógica no había sido el mejor amigo de James Potter, Sirius Black (también el padrino del niño), el elegido para ocultar el secreto, si no que había sido otro de los amigos de éste, Peter Pettigrew, quien fuera nombrado Guardián de los Potter y depositario del paradero exacto de su casa…
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Seis meses habían pasado desde que se escondiesen, y cada día que pasaba, a James la casa le parecía cada vez más pequeña, más agobiante, y por eso, cuando podía, se escapaba junto a su mejor amigo, y recorría las calles de Londres, destrozadas a causa de la guerra. No estaba en su personalidad el estar de brazos cruzados, mientras otros sufrían y morían. Pero, eso si, tomaba precauciones al salir de la casa, como era el permanecer bajo una capa especial que poseía, que le hacia invisible a los ojos de los demás. Y, siempre, regresaba abatido y entristecido a su hogar, con su familia, aunque intentaba que no se le notase demasiado… cosa que a veces no podía esconderlo tanto como quisiera.
Y, esa noche, como todas las anteriores, pasarían el tiempo jugando con su pequeño hijo, Harry, y viendo sus esfuerzos por andar, por aprender, y observar con mucha atención todo lo que hacían sus padres. Quizás, fuera por estar tan abstraídos viendo como el niño jugaba con la varita de su madre, que no oyeron el súbito silencio que se hizo en el exterior, ni se dieron cuenta de que el viento se había detenido de repente, ni de la atmósfera inquietante que existía alrededor de la casa, ni de la oscuridad en el cielo…
No sabían que esa noche…
… Todo cambiaría.
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.-. Dámela a mi, tíramela – James estaba a unos metros del sillón, y hacia señas para que su hijo Harry le lanzase lo que tenia en la mano. Este se encontraba en medio de sus padres, de pie, con la varita de su madre en la mano. Lily, en cambio, sonreía ante la cara de suplica que ponía James para que su hijo le hiciese caso.
Harry dudó unos instantes, y para desconcierto del hombre, tiró la varita hacia su madre, y después se dejó caer al suelo, sentándose tranquilamente en él, como todo niño pequeño suele hacer una vez cansado del juego que hasta entonces le había entretenido.
.-. No creo que tenga mucho futuro de cazador – dijo Lily inclinándose para coger su varita del suelo. Sabia que a James le gustaría que su hijo siguiese sus pasos en cuanto a posición de quidditch (el juego por excelencia de los magos, que se practicaba encima de escobas voladoras), pero interiormente pensaba que, de jugar, Harry seria bastante buen buscador por la forma en que tenia de fijarse en lo que sucedía a su alrededor…
.-. Ya me encargaré yo de enseñarle a lanzar. Mañana empezamos Harry – rió James mientras se agachaba y alborotaba el pelo de su hijo, que se había acercado hasta él gateando.
.-. Si te dejo – le contestó Lily haciendo un amago de amenaza con la varita en la mano.
.-. Eso. Si vuestra merced me deja enseñar a mi hijo cómo volar con la escoba – dijo él burlándose, y evitando el hechizo, inofensivo, que le lanzaba ella al oírle hablar y burlarse así.
Harry, como siempre que veía los rayos que se lanzaban sus padres entre si, reía y agitaba las manos alegre, dando palmas e intentando decir esas mismas palabras entre balbuceos.
Como todos los niños de su edad, era curioso y observador del mundo que le rodeaba.
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Así estaban, en medio de una pelea en broma (sus dos padres encima del sofá, al cual habían caído tras intentar James agarrar la varita de Lily, objeto que había caído al suelo y rodado un par de metros en él), cuando la puerta de la casa estalló en un millón de pedazos.
El momento menos esperado por ellos había llegado.
Sólo hizo falta una mirada para que los dos comprendieran entre si lo que iban a hacer, y un segundo después, sus ojos estaban posados en el frágil y delicado cuerpo de su hijo que, ajeno a todo, jugueteaba de nuevo con la varita de su madre sentado en el suelo, a escasos metros de la puerta del comedor, y por ende, de la entrada…
James se levantó, decidido: sabía lo que tenia que hacer.
.-. ¡Lily, coge a Harry y vete! – en su cara se reflejaba determinación, y también desesperación… y conocimiento de lo que le iba a ocurrir, tres veces escapando de la muerte ya eran demasiadas… - ¡Es él! – se volvió hacia su esposa, que inmediatamente después de verse libre del peso de su marido, se había levantado para coger entre sus brazos a su hijo - ¡Vete¡Corre! – por sus ojos se deslizaban lagrimas, no sabia si les volvería a ver a los dos - Yo lo detendré – dijo en voz alta, pero más bien para si mismo, intentando sacar fuerzas de donde podía, viéndoles desaparecer escaleras arriba.
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Todavía tenia la mirada en el lugar por donde habían desaparecido Lily y Harry, cuando sintió que algo le lanzaba hacia atrás, haciéndole impactar contra la pared, y rompiendo varios objetos que existían en la mesa, al caer al suelo. Muchas fotografías de los tres juntos, de la familia al completo, se esparcieron en el suelo en torno a él, como si fueran hojas de un árbol en pleno otoño.
Nunca más volverían a repetirse esas imágenes…
Cuando James levantó la cabeza, tras limpiarse la sangre de su boca, le vio. Allí, enfrente de él, se encontraba aquel mago que tanta destrucción y muerte había causado: Lord Voldemort en persona le observaba despiadadamente…
.-. ¿No reconoces a la muerte cuando la ves, Potter?
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"Él único con el poder de derrotar al señor de las tinieblas se acerca…"
.-. Shhh, no llores, Harry, no llores – en una habitación del primer piso, sentada en una esquina de la habitación, Lily se aferraba en calmar a su hijo, que gritaba y lloraba al oír los ruidos que provenían del piso de abajo: ruidos de destrucción, y ruidos de combate. Lo que ninguno de los dos escuchaba eran gritos, pues a pesar de estar sufriendo las más terribles y dolorosas maldiciones en su cuerpo, James no profecía ni una palabra, ni una queja, sólo intentaba que el otro mago no llegase a las escaleras y a su familia. Aunque se exigiera su vida como precio, él estaría orgulloso de ese sacrifico con tal de salvar a su querida familia.
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Después de subir, Lily había ido corriendo hacia una de las posibles salidas de la casa, pero en cuanto llegó a la chimenea para salir de allí, comprobó con amargura que estaba sellada.
Atrapados en su propia casa.
Y, a pesar de saber que no tenían escapatoria, aferraba a su hijito entre sus brazos, intentando que no llorase, aunque ella misma lo estaba haciendo al comprender que, quizás, nunca más serian una familia completa…
No sabía la razón que tenia
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Unos segundos después, el ruido de golpes y destrozos dejó de escucharse en el piso de abajo, dando paso a un silencio aterrador.
.-. James – pronunció con tristeza el nombre del que había sido, hasta entonces, su marido. Aferró con más fuerza a su hijo… tan pequeño y ya había perdido a uno de sus padres: ella era lo único que le quedaba ahora. Con cuidado, se refugió todavía más en la oscuridad que le proporcionaba esa esquina de la habitación, rezando desesperadamente porque no les encontrasen a los dos…
Harry todavía lloraba pero no se oía su voz, a última hora su madre se había acordado de aplicarle un hechizo de silencio, uno de los pocos que funcionaban: inexplicablemente la magia de más nivel no daba resultado.
Encerrados en su propia casa.
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Pasos.
Pasos en la escalera.
Silencio en la planta de abajo.
Lloros silenciosos en la de arriba.
Y, de repente, un gran destello de luz se vio por debajo de la puerta cerrada de la habitación.
Ruido de cristales al caer al suelo, cuadros, puertas, adornos… siendo destruidos.
Trozos de paredes que se desmoronaban a su paso.
La casa temblaba bajo el dominio del mal, de Lord Voldemort.
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"…nacido de aquellos que lo han desafiado tres veces…"
Voldemort sonrió triunfante mientras subía por las escaleras, rumbo al piso de arriba, tras su crimen. ¡Que insensato había sido ese joven al enfrentarse contra el mal mismo! Nadie duraba mucho contra él. Las tres veces que se habían enfrentado en persona, sólo la suerte y la fortuna había propiciado el haber escapado con vida, pero ahora…
Ya no habría más.
Sus pasos resonaban fuertemente mientras caminaba por el pasillo.
James Potter había caído finalmente, muerto bajo la maldición asesina.
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"…nacido cuando el séptimo mes muere…"
Le había costado encontrar a los niños magos nacidos en julio del año anterior que cumplieran con las condiciones de la profecía. Existían dos niños, insólitamente dos, que cumplían eso: uno era hijo de los Potter; y el otro de los Longbottom. Ambos matrimonios bastante poderosos en el uso de la magia.
Y, ahí estaba, en casa del primero… del otro se encargaría al día siguiente.
No sabía por qué había elegido al hijo de los Potter primero, no sabía explicar la razón, pero lo que si sabia era que estaba dispuesto a matarle… cuanto antes.
La primera dificultad que se le había presentado, el padre del niño, ya no era nada, sólo un cuerpo en la planta de abajo. Un cuerpo vacío y sin vida.
Nadie podía resistir al mal mucho tiempo.
Ni el mundo entero.
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"Él único con el poder de derrotar al señor de las tinieblas se acerca…"
No, nunca se haría realidad esa profecía.
Impediría eso matando a los posibles candidatos, aunque sólo fueran unos indefensos bebés.
No dejaría que creciesen, y menos aún, que se pudiesen enfrentar a él.
Estaba seguro de su poder… y el niño estaba en su mano, encerrado en su propia casa, debido a la traición de la persona en la que sus padres habían confiado tanto… Y, muy pronto, le mataría, dejaría de existir esa amenaza para él…
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"…nacido de aquellos que lo han desafiado tres veces…"
Después de mirar una por una todas las habitaciones de ese piso, Lord Voldemort llegó finalmente a la última: la habitación del bebé.
Por todas partes se veían colores chillones, juguetes esparcidos por el suelo, y una cuna… y…
Allí, en medio de la oscuridad que le proporcionaba una esquina, Lily Potter aferraba con fuerza a su pequeño hijo, Harry, que lloraba sin llegar a oírse su voz.
El Señor Oscuro sonrió, una mirada triunfante se instaló en sus ojos cuando les vio, todavía más satisfecho consigo mismo que unos minutos antes, tras el asesinato del padre del niño.
.-. Sólo le quiero a él – dijo fríamente, dirigiéndose a la pelirroja y señalando con la varita la figura semioculta del niño – Apártate.
.-. No – con un gesto rápido, puso a su hijo tras de sí, fuera del alcance del otro mago – Nunca dejaré que te acerques a Harry.
.-. ¿Harry?– Voldemort rió con fuerzas al escuchar por primera vez el nombre – No será Harry Potter por mucho tiempo – e inmediatamente lanzó un hechizo hacia la mujer, hechizo que esta evitó con rápido gesto, en sus manos aferraba fuertemente su varita, y en su rostro se veía la determinación por proteger a su hijo – Apártate.
.-. Jamás. Nunca te dejare acercarte a Harry. No.
.-. Apártate
Mientras hablaban, los hechizos volaban en torno a ellos, destruyendo, rompiendo todo a su paso, pero sin rozar siquiera la pequeña figura de un niño que se encontraba agazapado y llorando en silencio en una esquina
.-. Apártate, estúpida… apártate…
En ese instante, un rayo más oscuro que los demás se dirigía inexorablemente hacia ese lugar, Lily, exhausta, no pudo lanzar ningún hechizo, pero si que impulso su cuerpo para recibir el impacto… cayendo su varita a los pies de Voldemort, que sonrió al ver la desesperación de la mujer.
.-. A Harry no. A Harry no – murmuró a la vez que abrazaba fuertemente otra vez al niño entre sus brazos - A Harry no, por favor – los cabellos rojos se adherían a su rostro, su cansancio era patente, su desesperación latente - A Harry no. Te lo ruego, no. Cógeme a mí...
Voldemort estalló en carcajadas al oír la propuesta de la mujer¿Qué se creía que era él? No tenía piedad. Nunca perdonaba a sus victimas. Y su objetivo ahora estaba al alcance de su mano. Ni la figura temblorosa de su madre, ni las suplicas, ni sus lágrimas conseguirían nada contra él.
.-. Ten piedad, te lo ruego, ten piedad...- Lily suplicaba desesperada, veía como su mundo se había derrumbado a su alrededor, su futuro era incierto, y no permitiría que le arrebatasen la vida a la persona que más quería en ese mundo, a su querido hijo Harry - Mátame a mí en su lugar…
La risa despiadada de Voldemort aumentó todavía más: un paso más y mataría al niño… y a su madre, claro, por pensar que se podría negociar con él. Uno de sus pies apartó la varita caída en el suelo, lanzándola lejos de su legítima dueña…
.-. A un lado... hazte a un lado, muchacha... – dijo al llegar a su altura, dos palabras, y su reinado de terror nunca tendría fin. Pondría punto y final a la profecía.
.-. ¡A Harry no!. ¡A Harry no! Por favor...
Finalmente, Lily abrazó a su hijo, le miró dulcemente y le depositó en la cuna de la habitación, tras darle un beso en la frente. Después alzó la mirada, y clavó sus ojos verdes en los del hombre, había una última cosa que podía hacer para salvarle la vida a Harry, un último intento desesperado… Con determinación en su voz dijo:
.-. Haré cualquier cosa...
Una de las cejas de Voldemort se alzó con sorpresa: nunca se habría esperado esa reacción.
Pensándolo fríamente, esa mujer podría servir bien en su bando, era poderosa, tenia mucho poder… pero de lo que carecía Voldemort era de piedad con sus victimas: si quería matar a alguien le mataba, aunque por ello perdiese a una buena súbdita… o… quizás… si, podría hacer otra cosa con ella…
Transcurrieron algunos segundos inciertos, la mujer frente al asesino, sintiendo a sus espaldas los barrotes de la cuna donde había depositado a su hijo, como lloraba éste desesperadamente, a pesar de que sus gritos no se oían… quizás nunca más le volvería a ver. Pero como había dicho: haría cualquier cosa por salvarle la vida.
.-. Bien – dijo finalmente Voldemort, con sus ojos clavados en ella - Cualquier cosa ¿verdad?
.-. Si – contestó, aferrando con más fuerza la parte de arriba de los barrotes y mirándole a la cara de frente.
Voldemort asintió ante su contestación: eso es lo que había esperado.
.-. Apártate – le ordenó. Su voz no admitía replica. Al ver que la mujer no le hacia caso, añadió – No le haré daño… - pero en el mismo momento en que vio que ella, confiada, se movió, dejando al descubierto a su niño, empezó a pronunciar la maldición asesina – Avada…
.-. Noooo… - pero sus suplicas murieron con ella mientras se desplomaba en el suelo, inerte, sin vida, protegiendo con su cuerpo a su hijito.
El mayor sacrificio que se puede hacer
.-. Estúpida muchacha – dijo al ver lo sucedido – Haré cualquier cosa... – repitió burlonamente las palabras de la mujer, dichas unos segundos antes – No sabes que nunca me detengo ante nada. Pero eso ya no importa – con un gesto del pie, apartó el cadáver de su camino – Ya nada me impide matarte…
Estaban frente a frente: el mago más poderoso y oscuro de todos los tiempos, y un pequeño niño, de apenas más de un año de vida, que le miraba curioso, sentado en su cuna.
Hacia sólo unos instantes, justo cuando su madre le dejase en la cuna, que Harry había dejado de llorar, y ahora permanecía mirando, con esos ojos vivarachos, curiosos y verdes, al mago que se inclinaba hacia su cuna, empuñando una varita, y murmurando unas palabras. Ese mago tenía unos ojos llenos de sed de sangre, de muerte, al contrario de los del niño, que estaban llenos de vida, de curiosidad…
Se miraron.
Un rayo verde cruzó el breve espacio que les separaba uno del otro
…La maldición asesina.
Una explosión…
Silencio…
Silencio…
… Y el llanto de un niño.
La lluvia empezó a caer sobre la casa destruida, llorando por las vidas destrozadas de esa joven pareja, por el futuro roto de ese niño, lejos de sus padres, lejos de un hogar…
Enfrente de él, un montón de telas se agolpaba en el suelo, allí donde había estado el mago más tenebroso de todos los tiempos… ya no quedaba nada, sólo su túnica vacía, no su cuerpo, su alma había volado lejos… Destruido, derrotado… La profecía se había cumplido en parte.
El niño seguía llorando, por lo ocurrido, por las muertes de sus padres… y por el dolor que estaba teniendo allí, en la frente, en el mismo lugar donde la maldición asesina había hecho impacto… sin matarle… gracias al sacrificio de su madre… y de su padre. Un relámpago en ella seria el único recuerdo que tendría de esa noche durante mucho, mucho tiempo…
"…y el señor de las tinieblas lo marcará como a su igual…"
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Muchas horas más tarde, se escuchó acercarse a las ruinas de esa casa el sonido de una moto, no proveniente del suelo, sino del cielo. Se paró y de ella bajó un hombre de pelo negro y ojos grises, que se contrajeron en una expresión de asombro, tristeza y abatimiento. Cayó, de rodillas, al suelo, llorando, mezclándose sus lágrimas con la lluvia que caía. Sirius Black acababa de llegar y comprobaba, desesperado, que había perdido parte de su alma, a sus amigos, a su querido ahijado… a personas que creían en él firmemente…
Cuando horas antes había intentado hablar con su amigo, y no había recibido respuesta, se había imaginado que algo grave había ocurrido, por eso había volado raudo y velos hasta la casa… pero eso… Eso nunca jamás se lo había imaginado. ¡Estaban muertos!
En un gesto lleno de rabia, arañó el césped y tiró hacia un lado un trozo de hierba: había llegado tarde, y ahora estaba solo… solo como nunca lo había estado antes, solo y apartado de todos: de sus amigos, de su única familia. Ya nada quedaba, nada excepto él… ¿para y por que vivir ahora que todo lo había perdido?
La lluvia seguía cayendo débilmente a su alrededor, y el silencio era dueño de todo, por eso pudo escuchar los pasos y el ruido que hacia alguien al llegar corriendo y detenerse junto a él.
Sirius levantó la vista y le vio: una persona del tamaño de tres hombres adultos, grande, imponente… pero con la expresión ensombrecida y entristecida. Llevaba la cara enrojecida por el esfuerzo de haberse esforzado duramente para llegar a la casa. Se notaba los esfuerzos que hacia por permanecer sin llorar, con la barbilla temblándole, pero las lagrimas en sus mejillas le traicionaban.
.-. Se ha acabado, Hagrid. Les ha matado – dijo Sirius levantándose y abrazándose desconsolado al semi-gigante, gran amigo suyo y de la pareja. Y uno de los miembros de la Orden del Fénix que más cerca estaba de la casa en esa fatídica hora, y había acudido a ver lo sucedido al presentirlo.
.-. N-no… No puede ser. No. James. Lily. No pueden estar muertos. Ellos… no – Hagrid todavía tenía la mirada perdida entre las ruinas de la casa. No, no podía ser, ellos dos eran grandes magos, de los más poderosos que conocía él, no podían estar muertos. No, no podían…
.-.
La lluvia seguía cayendo, y el silencio sólo se veía roto por los sollozos de esos dos adultos, que lloraban a sus amigos.
.-. ¿Y el pequeño?. ¿Harry?. ¿También él? – preguntó entristecido Hagrid, aunque ya intuía la respuesta: nadie podría haber sobrevivido a ese desastre.
Sirius no le respondió, pero en sus ojos se notaba crecer una rabia y una ira nunca antes vista en ese joven, a la vez que clavaba los ojos en las ventanas derruidas, en las puertas hechas pedazos, en las paredes rotas y en la familia muerta.
La lluvia seguía cayendo.
Y, de repente, como si algo se activase en su interior, echó a correr hacia la entrada de la casa, como alma desesperada, en pos de algo que sólo él había oído, nadie más… Ojalá fuera verdad lo que había escuchado, ojalá. Algo le decía que si, y deseaba creer que así fuera.
.-. ¡Sirius! – gritó Hagrid al verle entrar en las ruinas, pero no hizo intento de seguirle: la sombra del Innombrable, de Voldemort, todavía seguía en la casa, aunque cada vez más, la oscuridad se iba disipando.
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Varios segundos después, instantes que se le hicieron eternos a Hagrid afuera, esperando, Sirius salió de la casa. En sus brazos llevaba un pequeño bulto, una forma pequeña, del tamaño de un bebé…
El sonido era leve, pero se oía entre sus brazos el llanto cansado de un niño, como si llevara horas y horas llorando sin cesar.
En cuanto Sirius traspasó la puerta de la casa, dejando atrás las ruinas, ese llanto dejo de ser de miedo, de inseguridad, y se convirtió, poco a poco, en uno de cansancio, de tristeza, como si supiera que había pasado, y supiera quien le llevara y se sintiera seguro en sus brazos.
.-. ¡No puede ser! – exclamó Hagrid al comprender - ¡Es él!. ¡Es Harry!
.-. Si – dijo Sirius mientras tapaba con cuidado la cabecita de pelo negro azabache y desordenado (como el de su mejor amigo, como el de James, pensó), protegiéndole de la lluvia – Esta vivo… pero ellos no – añadió mientras dirigía una sombría mirada hacia la casa. Después, asombrando al semi-gigante, murmuró una palabra y depositó al pequeño en sus grandes brazos. – Toma. Ponle a salvo en un sitio seguro. Coge mi moto. Yo… necesito hablar con alguien antes de volver a verle – Y dicho esto, desapareció corriendo de su vista, murmurando entre dientes esa misma palabra extraña una y otra vez: "Colagusano"
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Hagrid se quedó con el niño, que empezaba poco a poco a adormilarse entre sus grandes y robustos brazos. Se encaminó hacia la motocicleta, algo pequeña para su gran tamaño, pero lo suficientemente fuerte para que pudiera pilotarla con destreza. Llevaría al niño junto a la persona donde estaría más seguro: Albus Dumbledore, quien ya había contactado con él para indicarle su posición…
El sonido de una moto fue lo último que se escuchó en el lugar.
Después…
Sólo silencio.
La lluvia también había dejado de caer.
…Ese día marcaba el comienzo de una era…
Silencio.
Silencio.
Silencio
…Así empezó todo…
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Nota: Espero que les haya gustado.
Nos vemos :D
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