Los personajes no me pertenecen, si fuera así Dianna/Quinn seguiría en Glee.

Fanfic AU (Universo Alterno)

LA HIPOCONDRIACA

CAPITULO I

Por fin había acabado el último paciente del día, fueron cuantos ¿10 o tal vez 15? La cuenta exacta no la tenía muy bien, ya que ella no era la encargada de cuantos pacientes atendía sino su secretaría, sin contar claro, el experimento que estaba llevando a cabo sobre las células madres, sabía que si podía conseguirlo, sería el tope más alto de su carrera como médica, además que ayudaría a muchísimas personas, la mayoría de ellas eran sus pacientes.

Doctora Fabray, que tenga una buena noche –La despidió su secretaria, una mujer ya casi anciana, le colocaba unos 60 años, la cual había estado trabajando con su padre desde que tenía memoria y por ello no era capaz de despedirla, ni siquiera aconsejarle que se diera un retiro. La mujer era feliz con lo que hacía y ella no sería la que la despidiera.

Ey Quinn ¿Qué tal el día? –Preguntó una morena que llegaba desde el pasillo izquierdo, dando un largo y sonoro bostezo.

Se puede decir que bien, pero ya sabes, ser reumatóloga nunca es fácil, sin contar los pacientes nuevos. –Respondió la rubia, acercándose a su amiga con sus manos metidas en los bolsillos de su bata.- ¿Qué tal ha sido el tuyo Santana? ¿Tienes turno más tarde?

Quinn Fabray, hija casi única de padres médicos, 24 años, rubia de unos hermosos ojos avellana, graduada con honores de la carrera de Medicina, especialista en la reumatología y futura inventora de una cura para todos los que sufrían problemas inmunológicos con ayuda de células madres y actualmente en una relación con el doctor más aclamado por las enfermeras. El doctor Evans.

Podría decirse que bien, un niño se me vomito encima, se me vomito! ¿Lo puedes creer? Estuve a punto de decir una palabrota frente a su madre, creo que jamás de los jamases tendré hijos –Respondió la latina soltando un gruñido por el recuerdo.- No, he acabado. Pase dos pacientes para verlos mañana y es que, carajos después de ese episodio, lo que menos quieren es recibir una doctora echando madres.

Entiendo –Murmuro Quinn- No hay muchos niños en la zona de neurología, así que se me hace extraño que…

Ya ya Fabray, no empieces. Sabes bien que no estaba en mi consultorio, sino el de Brittany –Respondió Santana sin ni siquiera dejar que la rubia terminara la frase- Y antes de que me reproches algo, te recuerdo que antes de que estuvieras enojada con labios gigantes Evans, hacías lo mismo

Quinn no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, con ganas de pedirle que no le dijera así, pero lo dejo pasar. Santana tenía razón en lo que decía así que no podía juzgarle nada y después de todo, el niño que la vomito le había dado su castigo.

¿Tienes algo que hacer o vas a casa? –Preguntó la reumatóloga, capaz no era ninguna de las dos cosas y se iría con su novia.

Santana había sido para Quinn, más que una amiga y sin malinterpretarlo. La morena y la rubia habían sido como hermanas casi toda la vida y digo casi, porque el principio de su relación fue desastrosa y hasta peligrosa, aun recordaba cómo se habían mechoneado en la secundaria a causa de… ¿De qué era? Ya ni siquiera se acordaba, solo sabía que las peleas no eran nada en comparación de lo unida que estaban ahora.

Se habían conocido en el colegio, cuando ella era capitana de las porristas y Santana había decidido entrar a quitarle el puesto. Después de un año de estar como perros y gatos, por cuestiones de la vida se volvieron casi inseparables, las reinas del colegio y nadie podían pasar por encima de ellas. Donde estaba Quinn estaba Santana y viceversa, por un momento llegaron a creer que eran novias, cuando la latina acepto su homosexualidad, pero nunca paso a algo mayores, las dos sabían bien que su relación eran como Batman y Robin, Watson y Holmes, Goku y Vegeta para los que les guste el anime, ósea como hermanos, así Vegeta (Santana) muchas veces no lo aceptara.

Me voy a casa, estoy realmente cansada, quiero pegarme un baño y a dormir. ¿Me podrías llevar? Brittany quedo que me recogía pero no la quiero despertar, ahora ya admiro su trabajo, ser pediatra no es nada fácil y menos con todos esos mocosos dando vueltas…

¿Estás consciente que si Britt eligió ser pediatra es porque le gustan los niños y algún día va querer formar una familia, no? –Le preguntó Quinn después de decirle que la llevaría, entrando al ascensor del Hospital y oprimir el primer piso.

Lo sé, pero no será ahora. Ni siquiera nos hemos casado por Dios, menos aún vamos a estar pensando en tener hijos… -Respondió Santana cruzándose de brazos.- Y no vale la inseminación artificial sin antes de casarse Fabray

Otra carcajada se le escapó a la rubia, lo que generó una mirada de odio de parte de la latina mientras salían del ascensor camino a su carro. La casa de Santana quedaba a un par de cuadras de su casa así que no le costaba nada en llevarla. Quedaron unos minutos en silencio, sin decir nada mientras veía una las luces de la ciudad y la otra la carretera por donde conducía.

¿Cómo siguió lo de la demanda? –Preguntó la morena de repente, lo que hizo que Quinn diera un pequeño brinco de la impresión, no había esperado que le hablara.

Supongo que mejor, en esta semana Joseph irá hablar en el tribunal… -Respondió la rubia mientras daba un giro al volante en una curva.

Que maldita injusticia, el solo estaba haciendo su trabajo! Los médicos no somos perfectos y nos podemos equivocar, solo fue un error mal, a la mierda! –Se quejó la morena, dándole una patada de frustración al carro, aunque no demasiado dura para que la rubia no se molestara con ella por dañar su vehículo.

Lo sé, pero hay pacientes que no entienden eso… No podemos perder la clínica Santana, es lo único que tenemos, es lo que nos ha dejado papá.

No más errores en los resultados, lo sé –Soltó sin querer más hablar del tema.

Después de terminar la secundaria, la familia de Quinn decidió mudarse a New York, sobre todo para que ella estudiara en una excelente universidad y Santana, que era ya como parte de la familia, la invitaron que si quería podía irse con ellos. Allí tendría mayores oportunidades para estudiar lo que quisieran y luego para trabar así que la latina sin dudarlo se encamino con los Fabray, dejando su familia en Lima.

Las dos habían estudiado medicina, en universidades diferentes a causa del nivel económico de ambas, si embargos las dos obtuvieron notas superiores en todas las materias en su respectiva universidad. Cuando terminaron y se especializaron, el padre de Quinn decidió dejarlas a cargo de su hospital privado, siendo Co-dueñas. Había pasado un mes desde que su padre se había retirado y ahora ellas eran las responsables de que la demanda que le habían puesto al hospital por un diagnostico incorrecto, que el paciente supo aprovechar para ganarse plata fácilmente y dejando mal al hospital.

Aquí estamos ¿Nos vemos mañana? –Pregunto Quinn al estacionar su carro al frente de la puerta de la casa de la que era como su hermana y su otra mejor amiga. Brittany Pierce.

Claro rubia, trabajamos en el mismo hospital ¿Lo recuerdas? Y si llegas hablar con Evans… Nah, olvídalo –La morena le hizo un guiño y se encamino a la casa. Sabía que diría algo para fastidiarlo o fastidiarla a ella, así era Santana y le gustaba molestar, la conocía bien y por ello ya ni se enojaba.

Arranco de nuevo el carro, en dirección esta vez a su casa "Baño y a la cama" recordó las palabras de Santana, eso era precisamente lo que iba hacer apenas llegara, no tenía ganas para nada más. Sam podía enojarse todo lo que quisiera, hoy no le contestaría, no quería dañar su noche por una pelea con él.

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Kurt, por favor dime ¿No me ves ronchas? ¿La cara más roja? ¿Nada? –Una morocha se veía al espejo una y otra vez, pasando su mano por su frente con inquietud para volverse donde su mejor amigo, se sentía mareada… Sí, mareada y tal vez con algo de vomito.

Estas bien Rachel, te lo he repetido por centésima vez –Respondió el chico con cara de aburrimientos, sin ni siquiera ver a su amiga, estaba demasiado concentrado en leer su revista de modas y lo último que había salido.

¿Cómo puedes decir eso sin ni siquiera me miras Kurt Hummel? –El nombrado levanto sus ojos con pereza, para volver a decir un "Estás bien" y volver sus ojos a su interesante revista- Por suerte hoy tengo cita médica

No sé por qué te preocupas tanto Rachel, siempre repites que estás enferma y en realidad nunca lo estás –Comentó el castaño, cogiendo una de las bolitas de chocolate que se encontraban a su derecha para cuando tenían invitados, metiéndosela a la boca.

¿Se te olvido la muerte de mi madre? Todos le decían lo mismo y se murió, apenas y la pude conocer Kurt! ¿Qué tal que yo tenga aquella enfermedad? Estoy segura que tengo los síntomas –Rachel se mordió su labio superior, recogiendo las últimas cosas que le faltaban para dirigirse al hospital.

Como digas entonces, cuando llame alguno de tus padres le digo que ya te has ido, te deseo suerte amiga –Por primera vez en aquella conversación, Kurt se levantó de su silla para besar la mejilla de la castaña, y volverse luego a sentar y seguir con su lectura.

Rachel estaba nerviosa, muy nerviosa a decir verdad. Había llegado hace un par de años a New York con la idea de brillar en la ciudad de los sueños con su mejor amigo y para conocer a su madre. Se había criado con una pareja de gays y los amaba profundamente pero sin embargo, quería conocer a la mujer que le había dado vida. Fueron cuestión de meses en los que su madre le detectaron una enfermedad sin cura y se la llevo, enfermedad de hereditaria y por ello, ella había ido en aquella ocasión al hospital.

Buenas tardes, Anna ¿Cómo estás? –Preguntó la castaña al llegar al tercer piso del hospital, frente a la secretaría que la recibía. Había ido tantas veces que la señora ya la conocía de memoria y hasta podía decirse que eran amigas.

Rachel, querida… ¿Qué te trae esta vez por acá? –Preguntó con una sonrisa maternal la mujer, levantándose del puesto para abrazar a la chica- ¿Tienes consulta?

Sí, es un día importante para mi ¿Sabes? –Le dijo con una pequeña sonrisa por el abrazo de la señora.- Por cierto, ¿No me ve ronchas en la cara? ¿O algo roja? Kurt dice que no tengo nada pero estoy segura que me vi algo, esta mañana desperté con fiebre…

¡Te vez perfecta! –Respondió la nombrada Anna, dándole una rápida mirada al monitor para volver con ella.- Llegaste justo a tiempo, como siempre. Puedes pasar, la doctora Fabray te está esperando.

Gracias… -Le dio la última sonrisa a la mujer antes de empezar a caminar hacía el consultorio ¿Había escuchado bien y había dicho doctora? Capaz se había equivocado o capaz no…

Oh, disculpe… Creo que me confundí de consultorio, este solía ser el consultorio del doctor Fabray –Se iba a devolver pero antes de que pudiera dar un paso más, la doctora que estaba frente al escritorio hablo.

Es aquí, el doctor Fabray se ha jubilado y yo he tomado su puesto –Respondió rápido antes de que aquella chica se alejara. Se levantó de su silla, estirando su mano con cortesía.- Quinn Fabray, yo la trataré hoy, mi padre me ha pasado todos los informes de sus pacientes, no se preocupe.

Rachel dudo si seguir o no y luego de unos segundos, cerró la puerta para ingresar a la habitación, acercando su mano a la de la doctora y entrelazarla por unos segundos.- No sabía que el doctor Fabray se había jubilado… Por cierto, Rachel Berry.

Lo ha decidido de repente, a mí también me tomo por sorpresa –Respondió la rubia formando una pequeña sonrisa ante su paciencia, buscando el folder con su historia médica- Dime señorita Berry ¿Por qué cosa en especial has venido?

Mire doctora Fabray, no quiero alargar mucho la consulta, solo quiero saber los resultados de mis exámenes, si tengo la misma enfermedad que mi madre…

¿De qué trataba la enfermedad de su madre? –Preguntó Quinn solo por curiosidad, mientras buscaba entre sus papeles y sacaba dos sobres del mismo color y del mismo tamaña, uno era de aquella chica y el otro de otra paciente que tendría que atender cuando pidiera cita, mientras que Rachel le explicaba.

Quinn… Oh perdón, no sabía que estabas en consulta –Dijo un chico que abrió de repente la puerta, con demasiado gel en el cabello al decir verdad- Solo vengo a decir que apenas termines, reunión para tratar el tema de la demanda

Gracias por avisar Blaine –Respondió la rubia antes que él saliera y dejara la puerta cerrara nuevamente.

Creo que ese doctor debería pagarle al paciente, imagínese, nosotros venimos aquí con total confianza esperando que nos ayude y que al contrario termine perjudicándonos, casi lo mata! –Dijo la morena al saber muy bien lo que pasaba en el hospital, era reconocido y el chisme había salido por todos lados, prensa, televisión, en la radio.

Sinceramente señorita Berry, prefiero evitar hablar con usted de eso –Contestó Quinn con sequedad, ya tenía suficiente con todo lo que estaba viviendo para que también una paciente le replicara la situación, sin ponerse en los zapatos del doctor.- Veamos… -Solo unos segundos pasaron para que el rostro de Quinn pasara entre concentración, preocupación y por último, aceptación, otra mala noticia debía dar, esta era la parte mala de ser doctora.

¿Y? ¿Qué dice? Doctora Fabray por favor, no me guarde nada que quiero saber completamente que tengo.

Un trago de saliva y tomó aire antes de poder hablar.- Bueno señorita Berry, se supone que esto da en una edad más avanzada, más o menos entre los 40 y 50 años, no a los 24 como es su caso… Tiene el síndrome de Helga.

Unos minutos pasaron en los que Rachel capto la información y para sorpresa de Quinn, una pequeña sonrisa apareció, como si ya hubiese adivinado que ese sería su resultado, no estaba entendiendo muy bien porque reaccionaba así. ¿Estaba mal de la cabeza aquella muchacha?

Mi madre tenía esa enfermedad y sé que puede ser heredada, no me sorprende –Murmuró con tranquilidad- ¿Cuánto me queda de vida?

Unos… seis meses –Respondió Quinn después de mirar rápidamente los exámenes.- Lo siento, señorita Berry. Si quiere puede mirar sus exámenes, están sellados para que solo usted los pueda abrir y está en su derecho a pedir una segunda opinión –Comentó dando el protocolo cada vez que daba un resultado.

¿Para que los voy a ver? Si usted ya me dijo el resultado… Tengo 6 meses ¿O no? Creo que será mi oportunidad de hacer las cosas que jamás he hecho –Su sonrisa no se borraba y como un trampolín, en medio de un segundo estuvo levantada- Muchas gracias señorita Fabray, que tenga un feliz día

Sin más la morena salió del consultorio. Lo que había presentido era cierto, y Kurt había dicho que no. La fiebre, el dolor en el cuerpo, las hinchazones, el malestar en general, los dolores de cabeza, los mareos ¡todo! Hacía referente al síndrome de Helga y decían que se estaban inventando sus dolores, al final ella tenía toda la razón. Pensaba así como le había dicho a la doctora Fabray, tendría los mejores 6 meses de toda su vida. Se metería en un seguro de vida para que sus padres y Kurt tuvieran dinero para comprarse una casa en New York cuando ella muriera, pediría un préstamo al banco ya que al fin y al cabo moriría, y haría todo lo que no hubiera hecho si tuviese toda una vida por delante.

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10:00 p.m

Claro Sam, podemos quedarnos para el fin de semana… También te quiero, adiós. –Termino la llamada con su novio para meterse en la cama. Tenía un vaso de café para ayudarla a terminar la noche mientras revisaba los últimos papeles que su padre le había pasado de todos sus pacientes. Uno en sí la había llamado la atención "Rachel Barbra Berry" La chica de hoy que está de acuerdo en denunciar al hospital si un personal se equivocaba, la chica que le tuvo que dar tan mala noticia siendo tan joven, su imagen aun la tenía en su mente.

Abrió su historia médica, para examinar mejor el por qué había llegado hasta el consultorio de su padre anteriormente, todo o casi completamente todo, el 95% de las enfermedades que ella creía tener era causa de su hipocondría.

Quinn frunció su ceño completamente y una mala sensación le invadía el cuerpo, dejo su taza de café aun lado y busco rápidamente el examen que le había leído a Rachel en su consultorio. Su boca se abrió completamente y un sudor frío le invadió el cuerpo, fueron menos de cinco segundos el que su teléfono ya se encontraba en su oreja.

¿Quinn? ¿Sucede algo? –La voz de Santana se escuchó por el aparato.

San, he cometido el peor error de mi vida –Susurro la rubia, casi temblando.- Hoy atendí una paciente, la cual me dejo en claro que demandaría un hospital si a ella le pasaría lo mismo que le paso al paciente de Joseph

¿Qué pasa con eso? Sé más clara Fabray. –Le dijo la morena sin entender a qué quería llegar su amiga.

He confundido los exámenes y le he dado un diagnostico a ella que no era. –Unos segundos de silencio que Santana no hablo y Quinn siguió- Síndrome de Helga, le dije que se moriría en 6 meses Santana, la puta madre!

Dime por favor, que ya tienes pensando alguna solución para esto, rubia… -Comentó la latina a punto de salirse del celular para asesinarla.

No, me acercaré a ella y buscaré la forma… No sé cómo Santana, pero lo arreglaré, lo prometo.

Y colgó, sin duda necesitaba otras tazas de café esta noche porque no dormiría y si pudiera, una pistola, porque quería meterse un tiro en ese mismo instante. Ojala esa tal Rachel Berry no hiciera algo loco y estúpido mientras intentaba arreglar las cosas… Arreglar las cosas y evitara que demandara al hospital.

Wow, que largo! Me re inspiré en este capítulo. La idea fue tomada de una novela Colombiana con el mismo nombre. No me gusta ver novelas pero esta me ha encantado y por ella fue la idea del fic.

Como ya me sé por dónde irá la historia, será más fácil escribirla. ¿Les gusto? ¿Les dejo intriga? ¿Merece un review?

Ustedes deciden, solo digo que los reviews me hacen escribir más rápido (? Je, Saludes a todos!

Pd: El fic "Vacaciones inolvidables" estarépublicando el próximo cap lo más pronto posible.