Creer en algo

Cuando cayó al Abismo, sentí mi vida desvanecerse, que lo único que había tenido sentido para mí desaparecía a manos de esos despreciables. Me sentí morir. Lo último que recuerdo antes de caer inconsciente es su mirada esmeralda, llena de temor, confusión y dolor. Y sus palabras gritando que no me tocaran, que me dejaran en paz, empuñando la espada, dispuesto a agredir a sus atacantes. Yo me puse en medio para impedir aquello, pues no sabía a quién se enfrentaba. Me rajó con su filo al no ser capaz de reaccionar a tiempo ante mi movimiento. La sangre y su rostro marcado por el miedo fue lo último en inundar mi campo de visión, seguido de un grito desgarrador. Todo se volvió negro. Al despertar me enteré que mi amo había caído a las fauces del Abismo. Él tenía tan solo quince años. Yo catorce.

Han pasado diez años de eso, en los cuales he luchado e, incluso, he traicionado a los Bezarius con tal de recuperarle, de volver a ver su sonrisa. Y, aunque me cueste admitirlo, también he llorado. Pero ahora ha terminado, está aquí, conmigo. Seguimos luchando con Cadenas, pero lo hacemos juntos. Porque no volveré a separarme de mi master, nunca más. Pase lo que pase no permitiré que me lo arrebaten.

Esto pensaba Gilbert mientras llamaba a la puerta de la habitación de Oz con los dedos temblorosos. Acababa de descubrir que su propio padre fue quién le lanzó al Abismo y había salido del comedor corriendo. Seguramente ahora mismo le odiaba por no haberle contado nada antes. Pero no sabía cómo decírselo. Al fin reunió valor y entró en la estancia. Estaba todo en penumbras, solo iluminado por la luz de la luna, la cual estaba siendo observada por Oz.

-Gil…- aunque no se había girado, sabía que era él.

Gilbert no contestó.

-¿Por qué, Gil?

¿Por qué se lo ocultó?

-¿Por qué mi padre hizo eso? Puedo llegar a entender que me odie pero… eso es demasiado.- su voz sonaba quebrada.

-Oz… yo…

-Lo intento, Gil. Créeme que lo intento. Intento seguir adelante, que no me importe en absoluto. Pero siento que… que estoy solo… Que cada vez tengo más carga que sobrellevar y me estoy saturando. No puedo… Cuando todavía no termino de asimilar una cosa, me ocurren otras que tampoco entiendo, y todo se me va acumulando y no soy capaz de soportarlo. Trato de estar siempre enérgico, alegre. Pero lo que pasa a mí alrededor me acaba superando y me siento agotado y perdido. Cuanto más intento comprender, menos lo hago. Es como un pozo sin salida. Me siento… perdido… y solo…- sus lágrimas comenzaron a aflorar.

-¡Idiota!- gritó Gil furioso.

Oz se giró sorprendido y le miró sin comprender.

-¿Cómo puedes decir que estas solo? Tienes a Alice, tienes a Sharon, a Oscar-sama, ¡tienes incluso a Break! Y… y me tienes a mi Oz…

-G…Gil…

-No te atrevas a decir que te sientes solo teniéndome a mí… Tú… tú no tienes ni idea de por lo que he tenido que pasar en tu ausencia. De todo el sufrimiento que me provocó tu partida. Y ahora que estás conmigo… ¿dices que estás solo? Si te has sentido así por mi parte lo siento, nunca fue mi intención… Yo…

-…Gil…

Oz se acercó a él y se apoyó en su pecho. Gil le abrazó con ternura y sonrió mientras le revolvía el pelo.

-Nunca te dejaré solo. Jamás.

-Gil, gracias por todo- sollozó.

-No sé si te acordarás pero… de pequeño te dije que siempre sería tu sirviente, que siempre te protegería y que te haría creer en algo absoluto.

-Sí, lo recuerdo- se secó los ojos.

-¿Sigues confiando en mis palabras?

Asintió.

-Yo quiero ser tu "absoluto", Oz. Quiero ser aquello absoluto que nunca vas a perder, que siempre va a estar a tu lado.

Oz le miró a los ojos. Gil sonrió.

-Gil… prométeme que nunca me abandonarás.

-Jamás, master, pase lo que pase.

Cogió su mentón suavemente y le besó. Oz le devolvió el beso.

"Cree en algo, cree en mí".