Pareja: Sasuke Uchiha x Itachi Uchiha.
Desclaimer: Ningún personaje me pertenece, todo es de Masashi Kishimoto.
Campanillas titilantes
La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene.
Alphonse de Lamartine
El sol entró por los pliegues de mi ventana, haciendo que de esa forma mis ojos se entreabrieran, con fastidio. Las frazadas se alzaron y cubrieron mi rostro para denegar la entrada del radiante reflejo solar, que molestaba mi sueño tras el cansancio póstumo a mi desvelo.
Un momento, - apuesto que corto, - pude estar entre esa capa de cálidas frazadas, ya que al poco tiempo estas mismas se me fueron arrebatadas, quedando solo con mi pijama. Mi ceño se frunció, al ver al causante de tal acto; quien traía dos tazas de café en manos.
— ¿Qué te pasa idiota?, – interrogué mientras me sentaba con los brazos cruzados, y mi única respuesta fue una sonrisa vaga e indescifrable de sus labios, siendo de esa forma el interruptor para que empezase a bufar.
Mi hermano solo me vio, con esa expresión tan apacible en su rostro. Esa misma que varias veces me ofendía, y devastaba mis nervios. Su forma de ser entre callada, melancólica, fría, y ciertamente atractiva a mi persona; solía crear en mí un montón de sentimientos reconocidos, negados y malentendidos. Siendo al final su simple presencia una bomba que hacía que reaccione, y una droga para tranquilizarme, todo a la vez, y en sí nada.
Al final solo quedé en silencio, y recién la taza humeante de la amarga bebida se me fue entregada. En silencio se sentó, en un sofá cercano a mi cama. Me escrutaba con un desinterés bien demostrado, y mi mirada también paseaba en su persona con una inercia que ni yo mismo me explicaba. Esto ocurría todas las mañanas, cuando él venía a darme el desayuno en cama, siendo el primer contacto que teníamos en el día, - uno pésimo contacto, pero al fin de cuentas uno, - y esto, era una de las insignias de esta relación que teníamos.
Cuando Itachi solía acabar lo que merendaba, retiraba su mirada de mi persona, y se llevaba la taza consigo, y al poco tiempo volvía a ver si yo también había terminado. Siempre callado, a no ser que alguien le hablase y quiera este responder; y a pesar de ser su hermano, yo también tenía que pasar por lo mismo que esas tantas otras personas. Muriéndome de hastió, y queriendo desquebrajar esta barrera impenetrable que habíamos creado entre nosotros, esa que yo no me dignaba a romper lo suficiente, y esa misma que él no tocaría.
Ni bien terminé de desayunar él tomo la bandeja, y se lo llevó mientras otra vez esa mirada cálida me era dirigida. En esos ojos de oscuro negro, que brillaban con un sutil color carmesí que me dejaban anonadado. Muchas veces pensé que ese era un gesto que solo se daba cuando me miraba, una de las pocas afirmaciones a mi persona, que acabaron siendo verídicas.
Boté un bostezo mientras que me desperezaba. Y al final con un paso digno de un zombi, me dirigí a darme un baño. Mis pies pisaban la fría superficie del suelo, mientras que con el contacto de este mismo, podía sentir como me despertaba por el escalofrío que corría por mi cuerpo.
Al llegar al baño vi mi reflejo en el espejo, tal y como lo pensé me encontré con cara adormilada, y no muy buena pinta. Todo por culpa de Itachi quien gustaba de sacarme temprano de cama, a pesar de que mi horario laboral era como dos horas más tarde, y al final solo me quedaba como pendejo viendo a mi hermano trabajar todo ese tiempo, y yo esperaba, - como ya venía siendo costumbre. Este hecho era mi culpa, claro que era mi culpa ya que tras mi mala racha en secundaria se quedó tan pendiente de mí, que hasta tenía que llevarme a su trabajo para asegurarse que yo vaya a estudiar. Ahora solo es una manía que no me atrevo a parar.
Tendría que ser un poco más brusco en esos aspectos, pero al final me doy cuenta que no deseo serlo, ya que podría significar una ruptura de este siclo que me agrada. No deseo volver a casa de mis padres, no quiero encontrar un departamento que sea para mí, solo deseo tenerlo cerca, como muy pocas personas desearían tener a su hermano. Esto era
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Incesto
Maldito apelativo que se me hace tan coqueto a la vista.
Desde que entré en la época de la adolescencia, perseguí a Itachi como un niño encaprichado. Haciendo de esa forma una ruptura en el yugo familiar, al ver cómo tras una pelea entre mis padres y hermano, acabé por hacer lo posible e imposible por vivir con él. Ahora mírenme, he ganado la partida, pero jamás me puse en el verdadero campo de batalla.
Me decepciono yo mismo al darme cuenta de ello, y siempre digo "hoy" y con el pasar del tiempo lo postergo a un eterno "mañana". El mañana es interminable, este nunca llegará.
-o-
Cuando ya estaba listo, tal y como todos los días lo vi esperándome cerca de la puerta de salida. Su par de ojos encima de mi persona, mis labios inhalaron un poco de aire, y me acerqué a Itachi. Ahí fue que tuvimos el primer contacto físico del día, ya que él me acarició de forma juguetona los cabellos; y al final esa sonrisa que me era dirigida desde la infancia se me entregó como cada día.
— ¿Ya no estás de mal humor?, — fue la pregunta que salió de su garganta al tenerme cerca.
Tal vez el que le responda era algo que Itachi deseaba, pero como siempre, si él no se comunicaba era yo quien se quedaba mudo. Siendo de esa forma que la única respuesta dada de mi parte, haya sido un "hmp" confundido con un gruñido. Y el hecho de poder oír su voz por un momento más largo, se fue al olvido al ver como él volteaba para abrir la puerta.
Tras salir de casa, esperé hasta que él asegurase la casa. Mis ojos como siempre se fijaron en su persona. Sus largos dedos agarraron las llaves, y el brillo resplandeciente del metal de estas mismas. Solía sonreír al darme cuenta que disfrutaba de actos tan simples, por el simple hecho de que fuesen hechos por mi hermano, mi éxtasis diario.
La ensoñación se detuvo cuando vi que las llaves se habían caído, y estas al caer al suelo daban un sonido que no me era precisamente agradable. Itachi las levantó, y vi como una mueca se formaba en su rostro al tener las llaves en mano, para después guardar estas mismas en sus bolsillos.
Tras ver que ya podíamos irnos, me voltee y me fui por delante; mientras escuchaba como él venía por mi detrás. Sus pasos iban al son de los míos, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo con el pie y ritmo al caminar. Al llegar al automóvil, esperé a que él abriera la puerta, y tras ver que lo hace, yo me subo en el auto.
El silencio, conocido compañero entre nosotros es el que pone a relucir su presencia. Yo en ese momento tras ver la ventana y no hacer otra cosa más que asquearme del paisaje, puse mi vista en mi común blanco; mi hermano. Lo hacía sin disimulo, en fin el espiar a alguien era algo hasta más descortés, e Itachi estaba demasiado acostumbrado a que no despegue mi vista de su persona.
Como siempre el rito de observación se convirtió en una charla, tras que él me vea de costado, y se muestre divertido ante mi mirada. Sin despegar su vista del camino, me preguntó:
— ¿Qué miras?, — siempre descarado, esperando encontrar una forma de hacerme rabiar.
— No tengo nada más que mirar, – opté por responder, con un desinterés fingido y mal-mente actuado.
Su mirada se me fue dirigida de soslayo, y volvió su vista al camino. A ese ritmo me empecé a sentir incómodo, era algo extraño, como un nudo en la garganta, no, como una incapacidad de respirar, que no era tan fuerte, pero se sentía, decidí hablar para olvidarme del malestar, que no era tan malo.
— ¿Sigues teniendo la misma secretaria?
La respuesta no se me fue dada, habíamos llegado. Él bajo de su auto, y yo le seguí unos cuantos pasos detrás. Algunas personas le saludaban, y como yo también ya me hice conocer por tantas veces que iba, también un saludo me era regalado.
Y la vi, como pensé esa tipa no había sido reemplazada. No es que no me agradara, la cosa iba más en el hecho de que ella era demasiado rubia, demasiado atenta, – con él, – muy simpática, demasiado… en pocas palabras no la quería a su lado. Como lo supuse, ella le dio un saludo con esa voz cantarina, a mi hermano, e Itachi correspondió al acto con un "buenos días" parco. A pesar del poco interés de parte de Itachi, debo admitir que todo esto me molestaba, yo era un posesivo nato, y un iracundo sin motivos lo suficientemente aceptables. Pero lo vi, con el ceño fruncido y haciendo un mohín, que al parecer era divertido ya que la mirada de Itachi eso me decía.
— ¿Ahora qué te molesta?
Ante tal pregunta, yo me enoje más. No es que estuviera molesto, solo no estaba exactamente feliz. Así de simple. Pero el hecho de que solo me quedara en silencio, hizo que su mirada se varé en mi ser con intensidad. Pude sentir como un escalofrío recorría mi espalda. Maldito, el muy maldito a pesar de no decírmelo francamente se me hace que ya intuía estas circunstancias ya no muy normales, ya no tan de acuerdo con los papeles que se supone debíamos interpretar.
— ¿No tienes que trabajas?, – le dije mientras señalaba el computador. Y vi como su cabeza se movía de forma sutil de un lado a otro. Una negación se me había dado.
— No tengo mucho trabajo hoy hermanito, – me respondió con esa mirada oscura en mi persona. Esa mirada que me ridiculizaba, ya que me sentía un idiota al quedarme ido al verla cuando yo tenía unos similares
— Ahora, dime, ¿hice algo malo?
No respondí, y tampoco él siguió preguntando, cuando entró por la puerta su secretaria con una corta minifalda, viniendo a ver si Itachi "necesitaba" algo. Mi entrecejo ya estaba demasiado fruncido, tanto que parecía que solo tenía una maldita ceja.
— Podrías retirarte, — aunque parezca no pregunté, le dije que se fuera, simple y llanamente.
Ella me vio ofendida, y estaba a punto de darme un sermón que no obtuve cuando Itachi le sonrió y le pidió que "por favor" salga del lugar. Orden rápidamente acatada, y aceptada con una sonrisa de colegiala. Cuanto la odiaba.
— ¿Qué te pasa?, – ese fue un regaño incluido en una pregunta, cortesía de mi amado hermano.
— No me agrada, – y como siempre respondí con un tono pinchante, ese tono que sabía que le molestaba.
— Eres un idiota – murmuró más para sí que para mí; pero no evito que fuese escuchado.
Apreté los puños y le vi rabioso.
— ¡Esa tipa no me agrada! – bramé furioso , e Itachi revolvió los ojos, para botar un suspiro de resignación, cosa que hizo que aumentara más mi tono de voz – ¡parece una regalada, Itachi este no es un cabaret es una oficina!
— Pareces… — frunció el ceño antes de acabar la frase, y al final la frase se quedó perdida en sus cuerdas bucales, pero ya era muy tarde chispa encendida, y oportunidad agarrada. Hoy se lo dirá.
— ¡¿Celoso?! — completé con voz antipática — ¡¿Eso era lo que querías decir, verdad?!
Los gritos cesaron, y nuestras miradas no se despegaron; la pelea ya había cesado. Ahora venía lo más difícil de todo. Boté un suspiro, y entrelace mis dedos, intentando encontrar un poco de tranquilidad, y no la encontré. Me mordí el labio, y tras rehuir de su mirada, fijé mis ojos en el escritorio.
— Tienes razón, sí estoy celoso, — su mirada me escrutó con más atención, estuvo por decir algo, pero yo hable más antes, – y no me gusta ella.
No hubo respuesta, y ante la desesperación salí enojado, - avergonzado, - del lugar. La rubia me miró atónita, y gente que pasaba por ahí también. Culpa de las malditas paredes que son como papel, y el maldito de Itachi que siempre me hacía enfadar, y cuando lo hacía lograba que grite como imbécil. Tal vez… también era mi culpa.
-o-
En la noche antes de que él llegue hice las maletas, y esperé a que llegase para irme en su enfrente, y ver si había reacción alguna. La luz solar se perdió, y después quedé en penumbras, sin ganas de prender siquiera un foco, sentado en la oscuridad encima de una maleta, con el corazón martilleándome de forma creo que hasta el punto de ser doloroso.
No llegaba, pensé que al final había decidido escapar, y como siempre con lo considerado que es, no me daría un "no", pero se alejaría. Un nudo se formó en mi garganta. Mientras miraba a la puerta, con el tictac del reloj como único sonido de fondo. Un tictac que me estresaba, y al final me servía de elixir para engendrarme sueño.
….
….
Abrí mis ojos, y me encontré recostado en su cama bien tapado, y en el sillón a Itachi cabeceando.
— Itachi, — lo llamé, este abrió los ojos y me vio con alivio, — acuéstate vas a pescar un resfriado, — hable simulando estar enojado, pero el sentimiento no podía salir totalmente. Al menos no con él, no hoy, tampoco mañana.
Hoy me había declarado, tal vez lo volví el nuevo chisme de su trabajo, mostré claramente que quería dejarle, aun así parecía estar como si nada conmigo. Lo peor es que… lo que hoy hice es poco, ya que lo até con mi presencia desde que empezó a trabajar, y él gastó una gran parte de sus primeros pagos en mí, él es quien ejerció el papel de padre y madre, en la horrible etapa de la adolescencia, soporto mis bajas calificaciones, el hecho de que boté a mas de una de sus novias de casa, y un sinfín de cosas más. Itachi era muy amable, una persona con demasiada paciencia hacia mi persona. Creo que esa es una razón por la que no desisto de tenerlo a mi lado, y también aquella a la que se vincula mi fijación hacia él, él en todo su esplendor.
— ¿Quieres algo de cenar?, — me preguntó ya levantado del lugar antes ocupado.
Demasiado considerado para alguien con mi forma tan fea forma de ser. Él era, simplemente la única persona que calaba tan profundo en mí. Y es por eso que lo seguiría, que mi historia siempre estaría entrelazada con la suya, porque así lo había decidido, y así sería.
Sin importar que yo le contestara se dio la vuelta, lo más seguro que pronto volvería con comida. Mimándome a pesar de ya no ser un crío, a pesar de que hoy había sido un idiota.
— Itachi, — mi voz sonó débil, — hoy… lo que te dije… — tomé un poco de aire, — mañana me iré de casa, no te preocupes. Yo…
Sus pasos cesaron, y se dio vuelta mostrándose molesto. Pero después sus facciones se suavizaron, y pareció querer botar una carcajada.
¿Se burlaba? El muy pendejo se estaba mofando en mi cara, de algo que de verdad me era muy importante.
Me levanté molesto de la cama y empecé a buscar las maletas como loco; cosa que era algo idiota porque con la naturaleza de Itachi era obvio que todo ya estaba de nueva cuenta en mi armario. Al final humillado decidí ir a mi habitación, pero su mano derecha que tomó la mía como rehén hizo que me quedase estático. Estaba como una piedra ante el contacto caliente de su piel sobre la mía. Y el aire salía de mis pulmones, y no volvía, no volvía.
Entrelazó nuestros dedos, e hizo de esa forma me voltee a verlo. ¿Qué significaba esto?
— Eres un tonto, — me reprochó, — si no aceptaría lo que sientes, siquiera hubieras pisado este suelo. Nunca te habría dejado vivir conmigo, — él me sonrió tras esto, y mi gesto de sorpresa se amplió, – no soy un idiota, y tú eres muy legible para mí.
Su mano tomó mi barbilla, me acercó a sus labios y me dio el primer beso fuera de las barreras fraternales. No creí lo que pasaba, pero absorto deje que continuara con ese dulce contacto, al final entrelacé mis brazos tras su cuello, hice que se acercará, quise que él estuviera más cerca, romper todas las malditas barreras, que este momento perdure y jamás se acabase. Mordió mi labio inferior, y yo abrí rápidamente mi boca, y fue en ese momento en que la mojada amiga jugó con la mía. Fue el maldito oxígeno quien hizo que nos separáramos.
Me revolvió los cabellos, y volví a entrar a la cama, ahora recién con ganas de cerrar los ojos, y dejarme caer en la inconsciencia del sueño. Porque al fin ya todo se había dado, todo estaba tranquilo, y estaba seguro que a partir de ese momento todo iría bien.
Pero fue un magno error pensar en ello, ya que al otro día a la par que escuchaba el irritante sonido de las campanillas del despertador de mi hermano; pude también oír como algo se caía en la cocina. Me levanté, y fui a ver qué era lo que pasaba, para encontrarme un vaso tirado en el suelo, y a Itachi viendo perturbado el objeto.
Me reí ante la expresión de él, y lo vi con un deje de burla.
— Eres muy descuidado Itachi, — me atreví a corregir, dándome el lujo de ser la primera vez que yo era quien decía esa frase, pero su rostro que demostraba hasta pánico hizo que las burlas cesaran, — era solo una vaso
Itachi me vio, y pude notar algo anormal en él. Estaba asustado, esa fue una de las pocas veces que lo vi de esa forma, y era menos creíble que fuera por algo tan banal, como una taza echa trocitos.
— Sasuke, no puedo mover mis dedos
Y fue tras esa frase, que yo también sentí pánico.
Esto ha sido demasiado cursi. ¿Ven que nunca puedo ser muy mala con este par? Solo el final fue lo malo, y claro las cosas van a ir en picada poco a poco, pero no sean malos. No siempre las historias deben ser muy felices, jajaja.
Como dije sé algo del tema, no totalmente – por ello pido ayuda a interesados – y sip esto es un tipo de cáncer, algunos he de suponer que ya han imaginado de qué. Aunque ahora que lo estaba pensando, hasta me va a dolor hacerle esto a Itachi, porque en primer lugar lo quiero mucho – más que a Sasuke – pero se me hace más creíble un Itachi enfermo, que un Sasuke en ese estado.
Esto es un SasuIta, pero he de admitir que no será uno plagado con escenas de lemon, lime, y demás, es más ya no habrá mi tan típica mezcla de sentimientos odio/amor. Si habrá una relación de amor este será más que carnal, lo que yo pienso que es amor incondicional, porque una cosa es estar con alguien en la salud, pero la enfermedad de verdad que es muy distinto, y peor con esta enfermedad que se come a la gente de forma demasiado rápido.
Así que por favor dejen reviews, juro hacer mi mejor intento con este fic. Sin más que decir adiós.
