Los nombres de los personajes de éste Fic no me pertenecen son propiedad intelectual de Kioko Mizuki. (Algunos si son de mi invención, pero ustedes saben cuáles no). Ésta historia es escrita sin fines de lucro, sólo por el gusto de escribir y compartir. También el algún momento habrá escenas subidas de tono, para que las personas que no gusten de este tipo de lectura se abstengan de leer.

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EL BESO.-

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Recuerdo el sonido de mis zapatillas recorriendo los pulcros pasillos de piso de mármol, trataba sin éxito de no hacer mucho ruido, no deseaba encontrarme a nadie, sentía mi cabello agitarse sobre mis hombros, mi corazón latía desbocado y mi vientre producía un cosquilleo cuando mi mente evocaba los instantes más preciosos que acababa de vivir tan sólo unos minutos atrás...

-Niña Candy, ¿está usted bien?

-Todo está bien Dorothy...

-¿Desea que le sirvan sus alimentos?

-No Dorothy, gracias, no tengo apetito... ¿mi madre?

-La señora salió con la madrina de usted, la señora Cornwell a hacer unas diligencias.

-Bien, estaré en mi habitación, por si más tarde pregunta por mí...

Casi al final del largo corredor se encontraba mi habitación, entré, me encerré bajo llave y recargándome en mi puerta de madera suspiré con alivio... al fin sola, no quería interrupciones, caminé hacia el tocador, me miré en el espejo y toqué mis labios... mis suaves labios lo habían besado.

Saqué mi diario de un compartimento algo oculto en mi guardarropa; sólo escribo cuando se trata de un acontecimiento importante, bueno o malo. No escribo las trivialidades, la vida está llena de ellas y nunca acabaría. Traté de dejar en cada palabra, en cada letra, todo el sentimiento que llevaba conmigo. Miraba mis trazos y quería grabar en ellos un instante del mismo día que todo había ocurrido, por fin había podido saborear sus labios... Sonreí de tan sólo recordarlo.

Mi caligrafía no era la mejor en ese momento, la emoción se adueñó de mis manos y tuve que arrancar y arrugar un par de hojas antes de escribir decentemente.

No escribí su nombre, lo sabe mi corazón, lo sabe mi boca que sabe a su boca. Lo saben mis sueños que desde tiempo atrás lo sueñan, lo saben mis brazos que todo el tiempo lo añoran y hoy pudieron acariciar la gloria al envolver su cuello y su espalda.

Todavía tiemblo de alegría, aún creo sentir el calor de su mano firme en mi cintura acercándome a él. Cierro mis ojos y agradezco al cielo que no ha sido uno mas de mis muchos sueños, esta vez fue real. Sus hermosos ojos perdiéndose en los míos, nunca los vi tan cerca, sus dedos cálidos recorriendo con suavidad mis cejas, mi boca, mis mejillas, mi nariz... y entonces dijo algo en un murmullo con esa voz que acelera mi corazón:

-Eres adorable, me fascinan tus pecas, tus ojos, tu sonrisa... si tan sólo...

¿Si tan sólo qué amor?... quise preguntar pero no me atreví, solo miré sus labios y sus ojos tristes, en el fondo conozco la respuesta a ese si tan solo... no puedo engañarme yo misma, sé por qué lo dijo.

Aún así cerré mis ojos esperando que el milagro ocurriera, pensé que sería glorioso si él me besara...

Y entonces sentí su dulce aliento y el cosquilleo de su cálida respiración sobre mis mejillas, sobre mis labios, no podía creerlo, estaba sucediendo... sentí el suave contacto de sus labios en los míos... fue como algo eléctrico, mágico... primero fue sólo un roce, después sentí sus labios haciendo presión en los míos, comenzó a moverlos y su humedad encontró la mía. Fue lo mas hermoso que hasta entonces me había pasado, su boca se mezclaba con mi boca y me inundó de su sabor, la sensación de su beso, su sabor dulce y salado me llevó a conocer otro mundo, otra realidad distinta a la mía, a mi realidad de todos los días. Su beso me transformó en una mujer que a partir de ese momento sólo quería saber de él.

Después besó mis mejillas y sonriendo con esa sonrisa de lado que tanto amo enredó sus dedos en mi cabello y jugaba con él. Lo llevó a sus labios y también lo besó. Sus dedos temblaban mientras acercaban mi rostro al suyo y de nuevo otro beso... ¡Ohh por Dios! ¡Cruel amor que llegó a mí y debo mantenerle confinado en mi baúl de los secretos, impreso sólo en las páginas de éste inútil diario! No puedo contarle a nadie que lo amo, que al fin he encontrado el amor. Amar a ese hombre con este desespero y no poder mostrarlo a nadie, porque tiene todo de prohibido, porque si mi familia llegara a enterarse... porque si su familia lo supiera...

Voy a contentarme con el recuerdo de ese beso, voy a callarme por su bien y por el mío. Se acercó a mí y me besó... hoy eso es lo único que importa. Selló un hechizo y desde ahora puede llamarse mi dueño. Me tomó entre sus brazos y me hizo olvidarme del mundo. Cerró sus ojos también al besarme como si estuviera probando el mismo cielo... igual que yo.

Buscaré cualquier ocasión para verlo, no me importa si es impropio, si es mal visto, aunque tenga que verlo a escondidas.

Terminé de escribir y dejé pluma y tintero con esa firme promesa en mi mente y por escrito, recordé las palabras de mi papá:

-Cuando escribes algo, le das fuerza, las palabras se las lleva el viento por muy llenas de intención y verdad que se encuentren, cuando lo escribes lo haces palpable, lo haces real...

Observé mi diario, lo dejé secar antes de cerrar el encuadernado.

-¿Candice estás ahí?

-Ya voy... -abrí la puerta y mi madre ya me esperaba con las manos en la cintura como cuando estaba molesta por algo. -Estás enojada, puedo verlo...

-No puedo estar muy complacida si al llegar me entero que no has querido comer, ya es tarde, ¿se puede saber a qué se debe tu falta de apetito? ¿Estás bien?

Dijo mi mamá mientras tocaba con el dorso de sus dedos mi frente.

-Si madre, estoy bien. No debes preocuparte, es sólo que comí en casa de Aline. ¿Ya se fue mi madrina?

-Si... ya se retiró a su casa, pasamos por Caroline y Linneth al colegio, creí que te encontraría ahí también.

-Pues Aline y yo salimos antes y por eso fui a su casa, ya ves que queda de paso.

-Si, ya veo, hoy llegó tu tío...

-Lo sé, algo me habían contado mis primas.

Mi madre llegó hasta la mesita donde por descuido había dejado secando la tinta en mi diario. Con su dedo recorrió algunos renglones, pero al entender que era algo privado se detuvo.

-¡Oh perdón Candice!... creí que eran apuntes escolares.

-Ehhhh... Pierde cuidado mamá, sólo dejaba secar la tinta. Es mi... es mi diario.

Confesé con la cara hirviendo en estupor, ya me imaginaba que parecía un arándano viviente. No tuve tanto problema en decírselo, mi madre sería incapaz de leer algo tan privado, de cualquier forma y dado lo delicado e íntimo del escrito me acerqué a él para cerrarlo con su pequeño candado.

Ella se quedó en silencio mirándome con sus hermosos ojos verdes, después miró hacia la ventana y con su mano se aferró a la cortina, pensativa.

-Hoy llega también tu padre...

-Lo supuse, si llegó el tío Archie... también llegó mi papá.

-Sí, así es... me voy hija, cualquier cosa que necesites estaré en el despacho. -me dijo con una sonrisa triste, de esas que desde hace tiempo eran las únicas que se asomaban en su rostro- Te veo más tarde para cenar, ¿está bien?

-Mamá...

-¿Sí?

-¿Por qué no lo dejas?

Se giró de vuelta hacia mí, y me miró con extrañeza.

-Candice Scarlett... creo que no te entendí, ¿qué dijiste?

-Soy una adulta mamá, y si me entendiste... el Candice Scarlett me lo confirma, hay cosas que ya no pueden ocultarme aunque ustedes crean lo contrario.

-Hija, perdóname, nunca hubiera deseado que te enteraras... pero, ¿te das cuenta de lo que has dicho?

-Mami ven, siéntate a mi lado, hace mucho que no hablamos tú y yo. Últimamente también necesito que alguien me escuche ¿sabes? Quiero, no... debo contarte algo...

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GRACIAS POR LEER! CONTINUARÁ...