¡Hola! Aquí traigo el siguiente.
¡Nos leemos abajo!
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Semilla.
Todo el mundo sabe lo que pasa cuando se sopla un diente de león.
Miles de semillas se separan y van volando por todo el cielo hasta posarse en un trozo de tierra.
Y entonces, florecen.
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Bubbles es una semillita.
Una semilla pequeña y frágil, por eso hay que cuidarla. Hay que cuidarla con mucho cuidado y con mucho cariño, porque de lo contrario no florecerá.
Bubbles no es ''el tipo de chica que'' porque Bubbles es única.
Cuando patina sobre el hielo frágil de un lago y no se cae.
Cuando danza y parece que va a echar a volar.
Cuando cuenta un cuento y sus movimientos son dulces, delicados o bruscos y emotivos.
Y eso, a Boomer le encanta.
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Bubbles tiene solo cinco años, tiene que crecer, es una semilla de una hermosa persona.
Boomer tiene quince años, no le falta mucho para ser todo un hombre.
Boomer sabe que tiene que cuidar a Bubbles.
Bubbles sabe que Boomer siempre le cuidará.
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- ¿Cómo soy Boomer?
- Eres como una semillita de violetas.
- ¿Una semilla de violetas?
- Claro, eres pequeña, dulce y hermosa.
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Cuando Bubbles se pone mala, Boomer siempre está ahí para ella.
Le hace cosas ¡Deliciosas!
Chocolates.
Tartas.
Dulces.
Y ella se los come con sus siete años.
Y él la mira con sus diecisiete años.
Y él sonríe.
Y él la abraza.
Y le cuenta miles de cosas.
Todas mágicas.
Todas hermosas.
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- ¡Corre Boomer! ¡No llegaremos a tiempo!
- ¡Espera Bubbles! Te vas a caer.
- ¡No me puede pasar nada!
- ¡Claro que sí!
- ¡No! Tú estás conmigo.
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Estaban esas veces en las que Bubbles no podía dormir.
Entonces iba al cuarto de Boomer.
Tocaba la puerta.
(Toc-toc).
Y Boomer la abría.
Miraba para abajo.
Sonreía.
La cogía en brazos.
Y los dos dormían.
Ella con diez años.
Él con veinte.
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- No hay caso, no lo entiendo.
- Claro que lo entiendes, todo está en tu cabecita.
- Pues mi cabeza no sirve para nada.
- Claro que sirve, y todo lo que aprendas será una semillita.
- ¿Una semillita?
- Sí.
- ¿Para qué me servirá esa semilla?
- Para que nunca te vayas de mi lado.
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Los cumpleaños de Bubbles se celebraban de la manera en la que ella quisiera.
Unas veces la casa estaba llena de amigos.
Otras veces de familiares.
Otras veces de vecinos.
Otras veces, solo estaban ellos dos.
Y así estaba perfecto.
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- ¿De chocolate?
- ¿No hay de nata?
- ¿No te gustaba el chocolate?
- El chocolate engorda más.
- ¿Y?
- Entonces me pondré gorda y fea.
- Tonterías, tú siempre estás hermosa.
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Los cuentos por la noche eran la semilla del sueño.
La semilla que provocaba que los ojos de Bubbles se cerraran.
Poco a poco.
Sin prisas.
Y entonces, Boomer se acercaba a ellos.
Los besaba.
Y le deseaba a una Bubbles de quince años que durmiera bien.
Ahora él tenía veinticinco.
Pero las cosas seguían igual.
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- ¿Algún día me dejarás?
- Imposible, pequeña.
- ¿Y si te aburres de mí?
- Eso nunca pasará.
- ¿Por qué?
- Porque siempre te amaré.
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Lucero Gómez al teclado:
A mí personalmente me ha encantado escribir esto.
Atentamente:
Lucero Gómez.
