Antes de todo, una pequeña aclaración XD, iré, o al menos lo intentaré, ir subiendo un capi cada día, en teoría, el primero lo tendría que haber subido ayer, pero tuve un par de problemas con la página y me fue imposible, osea que hoy habrá dos capítulos, uno ahora y el siguiente...¿Esta tarde o por ahí?, cuando tenga tiempo, ya se verá.
HOLAAA! Sí, sí ya sé que tengo que continuar mis otros fics pero no me he podido resistir, Me estaba preguntando yo que si iba a hacer algún fic o algo para San Valentín y se me ocurrió esto. En total son siete one-shots uno por día, hasta San Valentín. Aunque no sé si el viernes podré subir capítulo porque voy al campeonato de españa y a ver si tengo tiempo de acabar el capitulo antes de salir para Murcia.
Este fic se lo dedico, principalmente a mi marida. Nuestro regalo de Bodas (?), Que te cheru mucho y este es tu regalito :D Y también a Ali y Sara y Clara y Neus y a mi papi fantasma Alvaro y a Lechu que estaba en este momento haciendo su primera escena M como yo.
Basado en el 5x14, con algunos cambios.
AH el Fic es M, aviso.
Allá vamos...
Los siete corazones de San Valentín
Capítulo 1
La detective miró a la nada durante unos segundos y sonrió involuntariamente al recordar como hacía unos meses ella se había plantado frente a la puerta del escritor, empapada de arriba a abajo con un único propósito, las ideas claras y sin discurso preparado para dar el paso.
El paso. Sí, porque hacía ya tiempo que la detective había admitido sus sentimientos por el escritor, exactamente, cuando él la invitó a su casa de los Hamptoms y ella cometió el error de rechazarle por Demming.
Demming, el detective con el que intentó arropar lo que el escritor provocaba en ella. Las veces que se había perdido en sus ojos, embobada en su sonrisa si quererlo. Y eso no era lo correcto, o al menos eso era lo que creía por aquel entonces.
Y cuando Gina apareció frente a ella, marcando su territorio, sintió como si mil puñales la atravesasen de lleno, se sintió estúpida, estúpida por no haberle aceptado en un primer momento, estúpida por hacerse ilusiones.
Pero, le alegra saber que todo, absolutamente todo ha valido la pena.
Se levanta de la cama y termina de abrocharse los últimos botones de la camisa mientras camina hacia la cocina. Da un escueto sorbo al café que descansa sobre la encimera y se gira hacia el escritor que está terminando de secarse el pelo al mismo tiempo que lucha con los pantalones, tratando de no acabar de bruces contra el suelo.
Beckett no puede evitar echarse a reír ante esa visión.
—¿Eres capaz de vestirte tú solo o tengo que ayudarte?—Bromea la detective, el escritor simplemente le dedica una mueca, meneando la cabeza de un lado a otro y, finalmente, obteniendo la victoria en la guerra de los pantalones.
—¿Ya estás listo?—Beckett le da un rápido beso en los labios, para acto seguido, irse directa a cojer su chaqueta, a medias, Castle la retiene, haciéndola girar mientras la aprieta contra él. La detective entrelaza sus brazos alrededor de su cuello, sonriendo enternecida.
—Feliz San Valentín, Beckett—Susurra antes de fundir sus labios con los suyos, haciendose paso por su boca, entablando una guerra entre sus lenguas.
Beckett suelta un leve gemido al sentir sus manos colarse por debajo de su camisa, dejandose llevar durante unos segundos, hasta recuperar el raciocinio y obtener la suficiente fuerza de voluntad como para separarse de él, pues si no lo hace, acabarán llegando tarde a la comisaría, algo que levantaría demasiadas dudas dado que ''no'' son pareja.
Finalmente, la noche cayó sobre la ciudad de Nueva York y con ella otro asesino más. La verdad es que no había sido un caso normal e incluso a la detective le había llegado a recordar a una de esas telenovelas que ponen después de comer en las que las cosas llegan a tergiversar de tal manera que llegas a preguntarte qué mierdas estás viendo.
El móvil, uno de los más comunes, celos. Quién lo diría, San Valentín. La historia de dos amantes cuyo amor era de alguna forma prohibido.
Y el otro punto del día, había sido la equivocación de Castle con su regalo, que había acabado en el bolsillo de la chaqueta de Gates.
El regalo. La verdad es que a ella le da un poco igual tener regalo o no. Lo que sí le importa es lo que piense Castle sobre el suyo. No es un regalo muy típico, y no tiene mucha relación con el amor, depende desde donde se mire, también. No quiere ser demasiado precipitada, ni tampoco quedarse corta porque, ¿Un cajón? Está segura de que eso no es nada de lo que al escritor se le ha pasado por la cabeza en cada una de la veces que se habrá preguntado mentalmente qué es lo que ella le va a regalar por San Valentín.
Castle cierra la puerta tras de si, le sonríe nerviosamente mientras la sigue hasta la habitación, está segura de que los nervios le están comiendo por dentro y eso no hace que ella se revuelva más de lo que está.
Toma aire y entrelaza sus dedos con los suyos.
—Vaya día —Comenta él, tratando de aliviar el incómodo silencio que se ha instaurado entre ellos y que, a la vez, eso haga que su regalo no tarde tanto en aparecer.
—Sí...—Sonríe ella, perdiéndose en el azul de sus ojos durante unos segundos, estableciendo una duradera conexión visual con el escritor, permitiéndose el lujo de viajar involuntariamente a otra dimensión. A su lado.
Su corazón bate agitado contra su pecho, se siente como una adolescente en su primera vez y a la vez un poco estúpida por sentirse así.
—Ya te compraré algo mejor...Y la próxima vez intentaré no dárselo a otra mujer...—Dijo, mientras la abrazaba delicadamente, como si fuese a romperse en cualquier momento, por detrás.
—Sí, eso estaría bien —Sonrío ella, ampliamente, dejando escapar una suave carcajada. Su corazón cada vez latía más rápido. Era increíble el efecto que Castle era capaz de provocar en ella. Desde descolocarla a derretirla con el más mísero roce.
—¿Y mi regalo?—Susurró en su oído con voz pueril. Beckett rió divertida mientras se deshacía del abrazo y lo guiaba hasta la cómoda situada frente a la cama.
—Ábrelo—Le animó señalando el primer cajón con la cabeza, tratando de ocultar el nerviosismo de su voz y mostrarse los más serena posible.
Castle la miró durante unos segundos y obedeció, encontrándose con un espacio completamente vacío. Aquello lo descolocó. Tanteó con la mano, esperando encontrar alguna que otra cosa, aunque fuese invisible.
—Tal vez esté en otro cajón— Dice, frunciendo el entrecejo.
—No—Niega, con nerviosismo, tal vez no ha sido tan buena idea y debería haberle comprado otra cosa más de su estilo. —Es eso, el cajón.—Le aclara ante su persistente desconcierto.
La expresión del escritor pasa a ser ilegible para la detective, quien ha empezado a arrepentirse de su decisión. —Puedo...Puedo comprarte otra cosa...
—No—La silencia él con la mirada. Una sonrisa se extiende en el rostro de Richard. —Es perfecto— Sus labios colapsan sobre los suyos, Castle la apega a él, meciéndola dulcemente.
Sus lenguas danzan hasta que la necesidad de aire llega a ellos, separándose con los labios inchados y algo rojizos. —¿Sabes?, tengo otro regalo para ti, a parte del cajón— Susurra sensualmente sobre su oído.
—Espérame aquí—La detective se deshace de su abrazo y desaparece en el baño. Cuando cierra la puerta se queda apoyada en ella, frente al espejo y sonríe, acariciando sus labios con parsimonia. Abre un pequeño neceser y saca un conjunto de lencería que compró hace unos días.
Se desviste con lentitud. Adora hacerse de rogar ante Castle.
Después de librar otra batalla con el puño de la camisa y quitarse toda la ropa se deja caer sobre la cama, su cuerpo lo agradece.
La puerta del baño se abre poco a poco. El escritor se siente estallar ante aquella visión mientras que los calzoncillos empiezan a ser demasiada ropa en esos momentos. La detective camina hacia él contoneando sus caderas, sensualmente, se sube a la gama y gatea hasta sentarse a horcajadas sobre él, soltando un leve gemido ante la fricción con su entrepierna.
Sus bocas se unen, mordisqueandose, batallando entre ellas con desesperación. Los labios de ella se pasean por su cuello mientras que coloca las manos en sus pectorales. El escritor lleva su mano derecha a su pecho y lo masajea por encima del encaje, haciendo que la detective suelte un gemido casi inaudible.
Rick aprovecha ese gesto de debilidad de ella para cambiar de posiciones, colocándose sobre ella, encarcelándola entre sus brazos. Castle recorre su cuello con sus labios, lamiendo, mordisqueando con ansia. Besa suavemente su clavícula haciendo que un escalofrío recorra a la detective de arriba a abajo, enreda los dedos en su pelo totalmente mareada.
Rick se deshace del sujetador de encaje con habilidad, lanzándolo a algún lugar remoto de la habitación. Toma uno de sus erectos pezones entre sus dedos, apretándolo suavemente. Beckett se arquea de placer mientras que el escritor decide que su boca es mejor herramienta para esa tarea.
Lo retuerce suavemente con su dientes mientras que aprieta el otro con la otra mano, ella gime sobre su oído. Definitivamente, va a estallar. Aquello le está matando.
Sus labios siguen su camino humedeciendo su vientre con suaves besos hasta la cinturilla de sus bragas. Las desliza por sus piernas, Beckett, sin capaz alguna de relacionar qué es lo que está sucediendo en estos momentos simplemente se deja llevar.
Desliza el dedo índice por sus pliegues. Beckett alza su cadera, pidiendo más. Ante aquel ruego, Castle introduce el dedo en su interior. Penetrándola lentamente haciendo que la detective se retuerza de placer en la cama y por poco no arranque las sábanas con el tirón que les acaba de pegar al sentir como Castle introduce otros dos dedos. Los mueve rápidamente. Beckett está a punto de estallar en un orgasmo devastador.
—No te corras aún—Le ordena. Haciendo que eso solo aumente sus ganas.
Castle vuelve a colocarse sobre ella, y justo cuando está a punto de bajarse los calzoncillos, La detective rueda sobre la cama, colocándose sobre él, a horcajadas. Soltando un gemido al sentir el erecto miembro del escritor bajo su expuesto sexo. Beckett mira a un extasiado Castle con una sonrisa traviesa, empezando a deslizar sus boxers, lentamente hasta liberar su miembro. Lo toma entre sus manos, frotándolo suavemente para luego empezar a hacerlo con rapidez. Siente que va a explotar en cualquier momento.
—No te corras aún—Le parafrasea y pasa la lengua por la punta y justo en ese momento Castle termina por perder la poca cordura que le quedaba.
Se deja caer sobre su pene suavemente, sintiéndose completa. Se queda unos segundos quieta, disfrutando de la sensación y a la vez tratando de acostumbrarse. Cuando se siente lista, comienza a moverse lentamente para ir aumentando el ritmo poco a poco.
Y finalmente, ambos se dejan ir.
La detective se deja caer sobre la revuelta cama, exhausta.
—Guau...—Jadea.
—Y esto es solo el principio, Detective.
—Estoy deseando ver eso, Señor Castle— Dice ella, divertida mientras Castle se coloca sobre ella.
—Te quiero —Susurra Beckett, involuntariamente, totalmente perdida en el placer y Castle sonríe como un niño en la mañana de navidad.
