No rompas mi mundo a trozos
El jazz melancólico de media noche
Estática ante aquel edificio ahora derrumbado, me quedé mirando como el único hombre al que yo realmente había amado moría entre mis brazos por culpa de otra mujer a la cual yo nunca lograría parecerme nunca por mucho que lo intentara.
Podría haberlo impedido. Le podría haber detenido si no hubiera sido tan cobarde. Pero aún así creo que él no hubiera sido nunca mío. Tras años sin verla no se lo pensó dos veces cuando tuvo que morir por ella. Le sigo odiando, y a ella también, a él por ser tan entupido y a ella por poder tenerle con tanta facilidad. También me odio a mí misma. Ahora mire hacia donde mire solo veo odio. Odio al que me abandonó, a la que lo conquistó, a la que lo dejó escapar…
Camino a altas horas de la madrugada por las calles solitarias de una ciudad fantasma de la cual ni tan solo recuerdo el nombre. Tras su muerte se que nada ya tenía sentido, me fui de la Bebop sin decir adiós a nadie, deseando volver a caer en un profundo estado letárgico. Sí, ahora que había conseguido recordar quien era yo, lo que dejé atrás, donde viví por un tiempo… ahora que por fin tenía un pasado que recordar, ahora que por fin tenía memorias en las que refugiarmeél se iba, haciendo que yo deseara volver a olvidarlo todo, incluso intentar olvidarlo a él.
Donde vivo ahora no hay estación fija. Solo densa niebla y lluvia un día tras otro, un tiempo acorde con mis sentimientos, y un frío glacial que me recluye todo el día en casa. Bien, si le puede llamar casa al lugar donde me alojo. Un pequeño loft de menos de treinta metros cuadrados que huele a muertos i solo tiene una ventana, una pequeña, insisto, muy pequeña, abertura al fondo de la habitación, la cual solo esta ornamentada por una cama y un espejo que decora tristemente la pared casi desnuda y devorada por la humedad. Es todo lo que me puedo permitir con el miserable sueldo que gano. Trabajo de ocho a seis de la madrugada sirviendo copas en un bar mugriento y dejando que los clientes babeen y me miren embobados a cada paso que doy, solo por poder ganarme una propina con la que poder comer.
Un suspiro tras de otro, cada uno más cargado de emociones que el anterior, es todo el vocabulario que articulo durante la noche, y el día lo paso durmiendo o pegada a la minúscula ventana, deseando que aparezca de nuevo, con su pelo alborotado y su irónica sonrisa, apagando el cigarro con la suela de su zapato y maldiciendo mi nombre porque yo lo he molestado. El espejismo mental que me creo de su recuerdo se evade, junto a mis esperanzas de que suceda algún milagro que le retorne la vida.
Vuelvo a cerrar los ojos y me tumbo en la cama, intentado conciliar el sueño, aunque sepa que es algo imposible porque cada vez que intento dejar la mente en blanco su imagen persistente no deja de pasearse por mi cabeza. Miro el reloj. Ya pasan de las doce del mediodía y se que no volveré a dormir, por más que mi cuerpo lo necesite. Llevó meses de insomnios, noches en las que solo cerrar los ojos me provoca pesadillas aterradoras sobre aquella distante época en la que fui feliz a bordo de la Bebop. Incontables veces son las que llevo tendiendo el mismo sueño. Camino lentamente en medio de una gran oscuridad y de repente aparece su figura tal y como siempre yo la recordaré. Él abre los brazos y yo corro hacia él, pero no puedo. Intento pasar más allá de la barrera invisible que marca la distancia entre los dos, pero algo me lo impide, mi cuerpo está paralizado. Entonces, ella es la que consigue refugiarse entre sus brazos, y en ese mismo instante que los dos expresan sus sentimientos con una sola mirada, mi cuerpo recupera la movilidad. Cuando quiero correr hacia él, se evaden como nada dejándome sola en medio de esa oscuridad. Dejándome tan sola… Siempre que despierto tras haber soñado esto un sudor frío recorre mi espalda, no puedo hacer otra cosa que ponerme a llorar. Llorar desconsoladamente, con el corazón quebrado y pensando en él de nuevo, y volviendo a preguntarme por milésima vez por que tuvo que irse de esa forma, porque demonios me dejo sola, tan sola… Soledad. Amargo sentimiento que florece en mí un día tras otro, que por más que intente evitarlo vuelve a perseguirme, recordándome que no va a haber nadie en este mundo a quien yo le importe, que no habrá nadie que llore mi muerte, nadie que me recuerde, nadie a quien abrazar, nadie que me consuele, nadie a quien llorarle al hombro… Por más gente que haya a mi alrededor, más sola me siento y más desgraciada, por no haber sido nunca capaz de tener un buen amigo, de haber insistido en no creer en la amistad, de no haber querido creer nunca en ese sentimiento llamado amor…
Ocho de la noche y todavía estoy en casa, llegaré tarde pero me da igual. Nada me importa. Se que Hudge no me despedirá por llegar media hora tarde, contando que mi compañera de trabajo no llega hasta las once. Tomaré esto por costumbre, el bar no se llena hasta las doce y yo no estoy de humor. He llegado a pensar tantas veces en morirme, que ya nada me importa.
- Faye! Otra vez! Porque te empeñas en llegar siempre tarde? Te lo descontaré del sueldo!
- He tenido un pequeño problema
- Cada noche tienes un pequeño problema que te impide llegar a tiempo! Como demonios te lo haces- y la desagradable voz ronca de Hudge, el dueño del bar me sigue soltando el mismo sermón de cada noche que ya se me de memoria.
Abro el grifo del fregadero y empiezo a fregar los vasos con restos de todo tipo de mezclas de alcohol que cada noche ingieren los hombres noctámbulos de esta cuidad. Pienso en lo que me ha dicho Hudge. Tiene razón, no se de que manera me lo monto que siempre tengo algún que otro problema. Parece que me persigan, soy una especie de imán. Exacto, soy un imán que atrae problemas por los dos polos.
Ya pasa una hora y media desde que he empezado a trabajar y la voz estridente de Hudge indica que Lou-Lou ha llegado, y por increíble que parezca, solo se retrasa dos horas
- Lou-Lou! Otra vez! Porque te empeñas en llegar siempre tarde? Te lo descontaré del sueldo!
- Entonces ya no le podré llamar sueldo
- Encima te parece poco lo que te pago?
- Mira Hudge, si cada día me tuvieras que descontar lo que me retraso ahora te debería dinero
- Si eso es lo que tendría que hacer! Me tendrías que pagar tú a mí, que ya hago bastante con dar trabajo alguien tan vaga como tú!
- Lo que tu digas, baby
Sinceramente, siento que mi vida es tan monótona que es como si cada noche viajara al día anterior para vivirlo de nuevo. Cada noche el mismo sermón cuando llego tarde. El mismo sermón cuando Lou-Lou llega tarde. Los mismos borrachos con las mismas tonterías de siempre. La misma vida día, tras día…
- Hola Faye – Me dice Lou-Lou con tono cansado. Se apoya dentro de barra con los codos, cruzando las piernas y se pierde en su propio mundo mientras escucha música a través de un aparato ya muy anticuado que no se ni como aún funciona.
Ella es una chica de expresión despistada e ingenua, pero demasiado inteligente y con una intuición extrasensorial. Suele fingir que no se entera de nada cuando en realidad ya presentía lo que iba a pasar mucho antes y se olvida a propósito de todo para no tener tantas responsabilidades. Solo tiene diecinueve años, pero es ya demasiado madura y lejos está de seguir creyendo en cuentos de hadas. Extremadamente sensible y una romántica empedernida que se oculta bajo un capa de indiferencia y chica dura para evitar que su crecido orgullo quede destrozado. Lou-Lou me parece bastante excéntrica, pero me cae bien. Tiene un agudo sentido del humor culpable de que yo aún no haya abandonado este trabajo miserable. Supongo que podría haber formado parte de la tripulación de la Bebop por el mismo punto en común que nos unía a todos: un trágico pasado. Nació en la tierra, hija única en el seno de una familia adinerada. Hasta los quince años tuvo una vida fácil, era una niña consentida que solo creía en la desgracia ajena y se veía como una espectadora de la vida. No se imaginaba que todo cambiaría el día en que su padre empezó a formar parte de una organización secreta. Las cosas empezaron a ir de capa caída, su padre acabó endeudado por un fraude en el que él mismo había participado y el día en que ya no podía pagar las deudas y préstamos en las que estaba metido, aquella mafia decidió hacer las cosas a su manera. Entraron en su casa, que había pasado de ser una gran mansión a ser una chabola medio en ruinas, y torturaron hasta la agonía a su padre, el cual finalmente murió ahogado cuando atravesaron sus pulmones. A su madre la violaron innumerable veces, y no la hicieron sufrir tanto, para acabar con ella fue suficiente cortarle la cabeza de un solo golpe. A Lou-Lou la buscaron por toda la casa pero no la encontraron. Ella lo observó todo horrorizada a través de la pequeña ranura que unía el salón de su casa con el sótano, donde ella se había escondido horas antes gracias a que su intuición le había indicado que tarde o temprano aquello tendría que pasar. Consciente de que volverían a por ella, se embarcó como polizón en una nave hasta llegar al planeta donde estamos. Aquí de nada le sirvieron los años de educación en colegios privados, ahora trabaja como yo en un sitio de mierda, cobrando una mierda y sintiéndose una mierda.
Tiene una extraña afición. Le encanta meterse en problemas de todo tipo, y contra más peligrosos mejor. Sabe que no tiene que perder. Creo que ella y yo tenemos mucho en común.
Doce menos cuarto de la noche, las horas pasan muertas y el bar empieza a llenarse ahora. Los hombres aburridos sin saber en que perder el tiempo entran en docenas a partir de medianoche, cuando han acabado la jornada en la Deep Hook, la fábrica que da trabajo a gran parte de la población de esta ciudad y causante de que haga este frío por culpa de la contaminación.
- Faye, guapa – me llama la voz gangosa de Barry – Ponme otrrra copita
- No crees que ya has bebido demasiado por hoy?
- Nop!
- Ya voy…
- Lou-Lou, preciosa, te quierres casarr conmigo?
Barry es nuestro más fiel cliente, y un ferviente admirador de Lou-Lou. Ya tenemos todos por costumbre ver como cada noche le pide la mano, seguido de un si desesperado de Lou-Lou que enseguida transforma en un rotundo no envuelto de carcajadas. Tras la comedia de cada noche, Lou-Lou empieza a trabajar, nunca se activa hasta media noche, que es cuando le toca ir corriendo de un lado a otro de la barra para servir copas.
Lou-Lou está demasiado ocupada, pero yo ya he hecho bastante por hoy, que trabaje ella un poco, no le irá mal. Me apoyo con los codos sobre la barra y observo que alguien ha cogido el mando del microscópico televisor y ha cambiado de canal. La nostalgia me envuelve al ver la chica rubia y el hombre negro que presentan Big Shoot, la de veces que llegué a ver ese programa en la Bebop. Junto a él…
De repente me quedo inmóvil, incapaz de creer lo que mis ojos están viendo. Con todo el ruido que hay aquí dentro soy incapaz oír nada, pero con ver su foto no hace falta escuchar más para saber a quien buscan. Han puesto precio a la cabeza de Jet.
Hace un frío de mil demonios, no me he acordado de coger la chaqueta, pero da igual. Quizá llegue demasiado tarde. Ni tan solo me he escusado ante Hudgeél no se ha molestado en preguntarme porque de repente me iba corriendo. Supongo que no le interesa saber sobre mi vida personal. Mejor.
Subo a toda prisa las doscientas trece escaleras contadas que llevan hasta la puerta que se cae a pedazos de mi apartamento, jadeo exhausta pero no puedo perder tiempo. Tiro la puerta al suelo de una patada, en fin, no se notará la diferencia entre como antes y como está ahora. Abro el armario y empiezo a sacar de él las pocas prendas de ropa que tengo, todos los objetos que guardo… Mierda, no lo encuentro. Busco por todos los rincones, y ya no se por donde buscar. Debajo de la cama, dentro de los cajones de la mesilla de noche, otra vez en el armario… Oh, si ya me acuerdo! Faye, eres una chica irremediablemente inútil, una imbécil acabada. Ahora, precisamente ahora, te tienes que acordar de que te lo dejaste en la chaqueta.
A la velocidad de la luz me dirijo hacia ese antro donde paso media parte de mi existencia. Ya queda menos, al final de la calle… Algo no va bien. Un ambiente silencioso rodea el edificio. Demasiado silencio. Abro la puerta, que no opone resistencia.
Lo sabía. Sabía que algo iba mal… Todos y cada unos de los clientes, el viejo Barry incluido, muertos con una expresión de horror en la cara. Muertos de un solo balazo. Un balazo limpio que les cruza el corazón. Al menos no han sufrido.
Abro el armario de mantenimiento, no está ahí. Abro el ropero. Se oye una respiración demasiado agitada. Tras las malolientes chaquetas de los clientes del bar, aparece Lou-Lou con la misma expresión impasible en la cara que siempre, pero está asustada. Pocas veces sonríe, nunca llora, casi nunca exalta de alegría, parece incapaz de demostrar emoción alguna, pero sus ojos color ámbar están llenos de terror. Y se que los míos lo están de ira.
He dejado que Lou-Lou se hiciera cargo de Hudge, le había servido de algo ser tan creyente, la bala impacto contra la Biblia que siempre lleva en su pecho, aún era capaz de respirar y supongo que será capaz de sobrevivir. Hudge es fuerte.
Yo he decidido ir en busca de Los dragones rojos. Se que han sido los causantes de esto. Y se que fueron ellos los causantes de la muerte de Spike.
Nota de la autora:
Bien, contando que todo esto se me ocurrió mientras soñaba despierta en una tediosa clase de religión, yo creo que… En fin, ya se que no tengo vocación literaria, pero me hacia ilusión escribir un fic de Cowboy Bebop y…
Criticas (Constructivas, por favor, que tengo un elevado orgullo), incoherencias (que debe haber más de una) ,si por increíble que parezca os ha gustado, y demás a
