Parejas: Itacest no correspondido; Spamano.

Advertencias: Yandere!Italia. ¿Un poco de OOC? Primer fanfic que me atrevo a publicar. Mención de, bueno, relaciones sexuales.

Copyright: Hetalia le pertenece a Himaruya Hidekaz, yo sólo uso estos personajes para mi diversión. El dibujo de la portada no me pertenece tampoco.

Italia jamás había sido una buena persona. Desde pequeño, había hecho tantas travesuras que, gracias a su adorabilidad, nadie creía que él lo haya hecho de forma consciente y voluntaria. Había cometido tantos crímenes en su larga vida, ya sea por su pueblo o por pura diversión, o incluso por amor. ¿Lo peor de todo? Los había disfrutado. Y hasta ahora no sentía ni una pizca de culpabilidad.

Italia era bueno mintiendo; Era bastante fácil fingir ser tonto y el típico cobarde del equipo. Nadie sospechaba que, detrás de esa dulce sonrisa, se ocultaba un alma tan cruel como la suya.

Pero no siempre está fingiendo cariño. No, incluso alguien como él tiene corazón en ciertos momentos. Y con cierta persona. Lástima que el Destino sabía lo malvado que era, por lo que lo castigó enamorándose de la persona equivocada: Su hermano, Romano.

Jamás habían sido tan unidos, pero esos pequeños momentos donde ambos eran felices eran los que Italia más apreciaba. Ya había perdido la cuenta desde hace cuántos años se había dado cuenta que estaba enamorado de él. Simplemente un día pensó en su hermano y llegó a la conclusión de amarlo. Y cuánto amor le tenía, pensando en él siempre, dedicándole cada uno de sus dibujos, cada melodía, cada minuto de su vida.

Pero Italia era consciente de que no era el único que sabía de la perfección de su hermano. Sí, lo sabía muy bien. Sabía que, durante todos los siglos que ambos vivieron, muchas personas llegaron a amar a su hermano casi de la misma manera que él. Eran tantos los mortales que cometieron aquel insensato error. Aunque Italia era consciente de que la muerte iba a llegarles sola, quería asegurarse de que nadie se interponga entre ellos. También quería volver a sentir la sangre en sus manos, los gritos de dolor de sus víctimas, la satisfacción de matar a alguien. La moral la había perdido hace mucho, nada le impedía hacer eso.

A Italia no le importaba que su hermano no le corresponda. Bueno, sí, le gustaría que aquello pasara pero era bastante improbable. Le bastaba con que su hermano esté solo, sin nadie a quien amar, que dependa de él. Saber que aún nadie había logrado llegar a conquistarlo, era lo que más alegraba sus días.

Por eso, cuando se enteró de aquel secreto, sabía que algo dentro suyo se había roto. ¿Su cordura? ¿Su corazón? No lo sabía bien. Lo único que su mente recordaba era a Romano y a España haciendo el amor, diciéndose cosas hermosas, disfrutando la compañía del otro. ¿Que si Italia era mencionado o algo? No, Romano no le dedicó ni un mísero pensamiento. Italia lloró, lloró como nunca antes lo había hecho ni creía que lo iba a hacer. ¿Cómo es que no logró esperarse eso? España era demasiado cariñoso con su hermano para ser, tan sólo y para su infelicidad, amigos. Cómo odiaba la realidad en esos momentos.

Aquel acto de amor cesó con un beso y un "te amo" correspondido. Ya cuando ambos se habían dormido, Italia dejó de llorar. Su mente estaba vacía, sus ojos no mostraban emoción alguna, su corazón lo único que lograba sentir era el dolor de la cruda realidad. Se había roto. Ya no importaba nada. Lo único que pudo hacer era sonreír siniestramente, acompañado de una risa psicópata y lágrimas que volvieron a caer. Sacó el cuchillo que siempre llevaba en su bolsillo, y abrió la puerta lentamente, viendo cómo los amantes dormían. Su última siesta tranquila.