"Regreso"
Bella Pov
Cierro los ojos e inhalo el aire fresco de Forks, tanto tiempo había pasado desde la última vez que estuve aquí. Abro los ojos y arrastro la maleta hasta la puerta de entrada, ahí están ellos, Charlie y René, los miro con desinterés después de todo este tiempo no he podido perdonarles el haberme dejado así nada más.
En la terapia psicológica, se la pasaban repitiéndome que debía entender que lo habían hecho porque era lo mejor para mí, pero no puedo entender como lo mejor para mí es haber estado sola por tanto tiempo, no puedo entender que me dejaran sola.
Mi madre corre a abrazarme, le devuelvo el abrazo sin sentimiento, no siento nostalgia por verlos de nuevo, no quiero llorar de felicidad por verlos.
―Al fin volviste.―dice con una sonrisa en su rostro que me parece hipócrita. Asiento sin decir nada.
―Bella.―mi padre se acerca y me abraza también, suspiro sobre su pecho, ni siquiera siento paz de estar entre sus brazos como cuando era una niña, ya no hay nada.―Te extrañe.―dice con voz ronca.
Me dan ganas de reír irónica, son unos hipócritas, si me hubieran extrañado no me habrían mandado tan lejos sola, si les importaba tanto no debieron abandonarme a mi suerte. Ellos no entenderían.
Vamos hasta el auto de mi padre, me sorprende no ver la patrulla, pero no hago comentarios, si algo cambió en sus vidas, y ellos no me creyeron lo bastante importante como para contármelo, yo no voy a rogar por saberlo.
Durante todo el camino hay preguntas como "¿Cómo te la pasaste?" "¿Te sientes mejor?" "¿Cómo estás?" no estuve en unas malditas vacaciones para que me pregunten esas cosas, solo respondo con monosílabos.
Al llegar entramos a la casa en silencio, ellos me miran fijamente, como si quisieran leerme, pero ellos no pueden hacerlo, ellos no me conocen, ya no.
―Preparamos una fiesta para tu llegada, será esta noche.―dice mi madre mirándome con una sonrisa, yo niego rápidamente.
―No quiero una fiesta.―digo amargamente, su sonrisa se desvanece.
―Será bueno. Tus amigos vendrán.―no puedo evitarlo, me río sin humor.
―¿Amigos?―pregunto con una sonrisa en mi rostro que refleja todo menos felicidad.―¿Hablas de esos que se olvidaron de mí todo este tiempo? Gracias pero paso. Prefiero estar sola.―digo subiendo las escaleras, entro a mi habitación. Está como la recuerdo, nada fuera de su lugar, cierro la puerta y me acerco a la mesita de noche, hay una foto mía con Edward, mis ojos se llenan de lágrimas y antes de que alguna se derrame lanzo la foto tan fuerte como puedo, el cristal se rompe en mil pedazos y hace un hueco en la pared.
Miro mi habitación desde donde estoy parada, parece un maldito templo a él, salgo de mi habitación para ir a la cocina, ahí están ellos con miradas preocupas.
―¿Hay bolsas de basura?―pregunto mirándolos fijamente, mi padre frunce el ceño y asiente.
―Están en el cajón de siempre.―responde confundido, asiento y camino hasta ahí, tomo varias bolsas y camino de vuelta a mi habitación sin decir nada más.
Quito las fotos, los regalos, los recuerdos de las paredes, todo entra en las bolsas, hasta que queda despejada de algún recuerdo de él. Pienso en tirar todo pero no puedo, aunque no quiera verlo, aun son mis recuerdos y no quiero verlos en la basura, así que tomo un par de bolsas y camino al desván, subo una por una las bolsas, mi madre se asoma por las escaleras.
―¿Qué haces, hija?―me muerdo la lengua para no decirle que no quiero que me llame así.
―No quiero esto en mi habitación.―digo con simpleza. Ella me mira seria y curiosa desde donde está mientras yo sigo subiendo las bolsas llenas de recuerdos.
Cierro el desván después de dejar la última bolsa, suspiro y sin mirar a mi madre que sé sigue parada en la escalera, camino a mi cuarto de nuevo. Pero entonces me llama.
―¿Quieres ir a comer con nosotros?―pregunta, yo suspiro y asiento aunque no quiero hacerlo, quiero quedarme en mi habitación, cerrar los ojos y dormir unas horas.
―¿Solo nosotros?―pregunto, puedo soportar una noche con ellos, pero nada más, si alguno de los demás se presenta me iré sin importarme nada.
―Sí, solo tú, yo y tu padre.―dice con una sonrisa "maternal" asiento.
―Llámame cuando nos vayamos a ir.―digo como respuesta y me voy a mi habitación, me dejo caer en mi cama y aspiro las almohadas, huelen a polvo, pero también hay algo más su perfume, su maldito aroma quedo grabado aquí, me levanto y decido darme una ducha, lavaré esas cobijas y toda la cama si es necesario, pero no ahora, tal vez mañana.
Llegamos al restaurante, lo reconozco de inmediato, aquí veníamos cuando era una niña, cuando aun estaban juntos, mi corazón se agita, es un recuerdo que atesoro porque me recuerda un tiempo hermoso, pero el venir aquí con ellos separados y yo con tanto rencor guardado arruinara mi recuerdo, niego antes de entrar, aquí no será.
―No quiero estar aquí.―digo deteniéndome, ellos me mira confundidos.
―Amas venir aquí, desde que eras una niña.―dice René mirándome fijamente, niego.
―No estoy de humor para venir aquí hoy.―digo seria, Charlie suspira y asiente.
―Vamos a otro lugar.―acepta, suspiro y camino de vuelta al auto. Todo el camino es en silencio, lo agradezco intensamente.
Llegamos a un lugar que no reconozco, debe ser nuevo. Entramos y tomamos una de las mesas de la entrada, nos entregan los menús y nos dejan solos para elegir. Yo leo todo, la mayoría de las cosas ma hacen agua la boca, en especial el pastel de chocolate, pero sé que ellos me miran, que me vigilan.
―El filete es delicioso.―dice Charlie mirándome con una sonrisa, lo miro y asiento.
―Lo probaré.―acepto, tal vez si me ven comer bien dejen de mirarme como si no tuvieran otra opción que cuidar de mí como a una niña de 6 años.
―Yo pediré pasta y un poco de vino.―dice con una sonrisa.―¿Quieres vino, Charlie?―pregunta mirando a mi padre de forma extraña, los miro confundida, ellos no se hablaban así.
―Oh no. No debo beber cuando voy a manejar y menos si llevo a mis dos chicas en el auto.―frunzo el ceño "Mis dos chicas" ¿Qué quiso decir con eso? Los miro fijamente esperando una explicación, ellos se sonríen entre ellos, sin notar mi intensa mirada.
―¿Me estoy perdiendo de algo?―pregunto sacándolos de su burbuja, René se sonroja y Charlie me mira nervioso.
―No, que va.―dice volviendo la vista a su menú.
―No me gusta que me oculten las cosas.―digo mirando el menú y de reojo a ellos.―Ya me perdí un año de sus vidas no quiero perderme más cosas.―digo con voz acida, ellos suspiran.
―Bella, no te enviamos ahí porque quisiéramos, era lo mejor para ti en ese momento.―comenta René con tristeza tiñendo su voz, asiento.
―Sí, escuche eso muchas veces este año.―respondo secamente, ellos no dicen nada más. El camarero vuelve y pide nuestra orden.
Cuando la comida llega la miro como un reto. Ya no temo comer como Dios manda, no temo subir un par de kilos, ya no es mi peor temor comer un pedazo de carne, pero ellos sí, ellos sí temen por mí.
Corto un pedazo de filete y me lo llevo a la boca, es delicioso, la carne es suave y jugosa, amo la comida de Forks, hacía mucho no comía tan bien, la comida de la clínica era asquerosa a comparación. Ellos casi sueltan el aire atrapado en ellos al verme comer, comienzan a comer y así fluye la noche.
Al terminar mi filete me siento llena, pero la imagen del pastel de chocolate sigue en mi mente.
―¿Puedo pedir postre?―pregunto tontamente, mi padre sonríe y asiente.
―Claro.―me sonrojo y pido una rebanada de pastel de chocolate, ellos piden sus postres también.
Al salir del lugar me siento llena, satisfecha completamente. Esa fue una prueba, lo sé y también sé que la pase con honores, ellos solo querían verme comer.
…
Han pasado dos meses desde que volví, aunque ya no sufro los problemas para comer de antes, en la clínica habían dicho que sería bueno que siguiera con la ayuda psicológica, así que enviaron mi expediente a un psicólogo en Seattle, comenzaría con una terapia cada semana, luego serían más o tal vez menos según el hombre decidiera.
Hoy es mi primera cita después de dos meses sin ninguna terapia, quería venir sola, pero ellos insistieron en traerme, les impido pasar conmigo a la consulta, puedo hacerlo sola pero ellos no lo entienden. La recepcionista es una mujer de unos 40 años, con una sonrisa dulce y ojos brillantes.
―Hola ¿En qué puedo ayudarte?―pregunta con esa sonrisa educada, sonrió de vuelta.
―Hola. Vengo a una cita con el Doctor…―busco el papel donde viene su nombre sonrió al encontrarlo.―El Doctor Crawford.―digo con una sonrisa, ella asiente.
―¿Cuál es tu nombre?―pregunta anotando algo en la computadora, aun mantiene su sonrisa.
―Isabella Swan.―respondo, ella asiente.
―Señorita Swan, en unos minutos el Doctor la atenderá.―dice señalándome las sillas de espera, sonrió y asiento.
Espero un rato, me pregunto cómo será el Doctor, ¿viejo? ¿Alto? ¿Rubio? ¿Castaño? ¿Joven? ¿Bajito y arrugado como pasa? Me rió por esa imagen y entonces un hombre de cabello castaño, ojos azules, perfecto perfil griego, alto, de espalda ancha y con muy buen cuerpo, salió del consultorio.
Lo mire de más, hasta que él noto mi mirada, enrojecí completamente y quite la mirada rápidamente, esperaba que sus citas con el doctor no fueran siempre antes que las mías.
―Martha, ¿Quién sigue?―pregunto el hombre con una sonrisa mirando a la mujer en la entrada.
―La señorita Swan.―dijo señalándome, yo los mire confundida.
―Un gusto, Señorita Swan. Pase por favor.―dice el hombre con una sonrisa señalando la entrada a la consulta, ¿Él es el doctor Crawford?
Entro al lugar, es como una oficina, pero con unos sillones en el centro, había muchos reconocimientos en las paredes, también había una pared llena de libros. Era un lugar muy maduro y masculino, inspiraba confianza, mi corazón late ansioso, acabo de mirar descaradamente a mi psicólogo ¿acaso había peor forma de iniciar las sesiones?
―Tome asiento.―dice con voz educada, sonrió un poco y me siento donde me indica.―Bueno, Señorita Swan...
―Isabella.―corrijo rápidamente, antes siempre decía "Bella" pero ahora no me gusta, me recuerda a todos lo que me llaman así y no me gusta, prefiero ser Isabella.
―Isabella.―dice con una sonrisa.―Vienes para continuar tu tratamiento según veo.―dice mientras lee unos papeles, supongo que es mi expediente.
―Sí.―respondo sin mirarlo más detenidamente eso me pondría roja como un tomate.
―Bueno ¿De qué quieres hablar?―pregunta mirándome fijamente, frunzo el ceño, el otro psicólogo me hacía preguntas más concisas, esa era demasiado abierta.
―No lo sé.―digo confundida, él asiente.
―Acabas de salir de una clínica en la que estuviste un año entero, debes tener mucho de lo que quieras hablar ¿Cómo te sientes de vuelta en tu casa? ¿Con tus padres? No sé, solo cuéntame todo lo que te venga a la cabeza.―dijo con una sonrisa en su rostro que me hizo reír, se veía muy entusiasmado.
―No tengo mucho que contar, Doctor Crawford.―digo con una sonrisa, él niega.
―Llámame Alec.―dice con una sonrisa, sonrió y asiento.
―Alec. ―digo con una sonrisa, suspiro y pienso en que podría decirle.―Pues no sé como iniciar, pero lo intentaré.―digo mirando mis manos, lo veo asentir.―Desde que volví solo he visto a mis padres.―digo pensativa, nadie más ha ido a verme o algo parecido.―Y no sé como sentirme con ellos.
―¿A qué te refieres? ―preguntó mirándome, su voz suena seria, al parecer por fin entro en plan profesional.
―Desde que me fui a la clínica, cierto rencor creció dentro de mí contra ellos. ―explicó. ―Me sentí abandonada, llevaba dos semanas de haber despertado de un coma de 6 meses, lo último que recordaba me tenía muy lastimada, sentía el corazón roto y quería estar con ellos, quería que mi madre cuidará de mí, que mi padre fuera el padre sobreprotector que siempre fue, quería quedarme, pero ellos no pensaron en eso, solo me enviaron lejos. Me sentía sola.―dije sacando todo eso de mí. Había pasado por todo un año de terapia ya no me era tan difícil abrirme con un psicólogo.
―Y ese rencor ¿sigue ahí?―pregunto mirándome, asentí.
―Sí, ese rencor nunca se va, siempre que intentan hacerme sentir en casa o decirme que me extrañaron, siento como si se estuvieran burlando de mí.―él anota más cosas en el expediente.―Siento como me vigilan cuando comemos, nunca me dejan sola.―digo en un suspiro cansado.
―¿Y tú quieres estar sola?―pregunta mirándome fijamente.
―Sonará raro pero sí, necesito mi espacio, cuando los necesite en serio, no estuvieron, ahora no los necesito detrás de mí como si les importará.―él frunce el ceño.
―¿Crees que no les importas?―pregunta serio.
―Sí, lo creo.―respondo sin importancia.―Y por favor no me diga que me mandaron lejos "por mi bien" lo escuche las suficientes veces en este año, siguen sin convencerme de eso y no lo harán.
―¿Por qué?―pregunto, yo suspire.
―Porque no es verdad. Lo mejor para mí no era estar sola, no entiendo porque las personas creen que debemos enfrentarnos a esas cosas solos, yo no quería eso. Quería la compañía de mis padres.
―¿Ellos tomaron esa decisión de mandarte a la clínica solos o consultaron a un profesional?―pregunto mirándome con el ceño fruncido.
―No lo sé.―respondí sin darle importancia.―¿Eso que tiene que ver?―pregunto ahora yo.
―Pues si lo hicieron solos tal vez si cometieron un error pero fue por la falta de conocimientos sobre el tema. Si lo consultaron con un profesional tal vez él o ella evalúo tu caso y eso en verdad era lo mejor para ti.―responde, yo frunzo el ceño.
―¿Cómo un profesional puede evaluarme sin hablar conmigo antes?―pregunto curiosa.
―A veces se hacen informes basados en entrevistas a otras personas cercanas a la persona en estas circunstancias. Pudieron hablar con tus amigos y tus padres.―explico.―Me gustaría saber eso, así que te pediré le preguntes a tus padres sobre eso.―asiento, me quedo pensativa, tal vez esto en realidad no era su culpa, tal vez siguieron el consejo de un psicólogo. –Ahora hablemos de otras cosas como ¿Qué piensas hacer de ahora en más?―pregunta realmente interesado.
―Quisiera ir a la Universidad.―respondo, él asiente.―Pero debo esperar hasta mayo para hacer examen y entrar en junio.―digo pensativa.
―Eso está bien, que sigas con tu vida.―dijo con una gran sonrisa en su rostro, tenía una sonrisa hermosa, llamativa, sin duda cualquier mujer se detendría a verlo.―Ahora, ¿Porqué solo has visto a tus padres en estos dos meses?
―Mis "amigos" están en la Universidad y no conozco mucha más gente de Forks.―explico, él asiente pero veo su duda por mi ironía al llamarlos amigos.
―¿Quieres hablarme de alguno de ellos en particular?―pregunto interesado. Yo me encogí de hombros.
―No tengo nada que contar sobre ellos, hace año y medio que no cruzo palabra alguna con ellos y dudo volver a hacerlo.―respondo con desgana, él suspira.
―¿Por qué no? ¿No quieres recuperar la relación que tenían antes de que todo esto pasará?―yo suspiro.
―Más que quererlo, deseo que todo regrese a como era antes, pero ya no puedo regresar el tiempo.―digo con nostalgia.
―Pero puedes intentar retomarlas y podrían llegar a ser incluso mejor que antes.―dice intentando convencerme, suspiro y asiento.
―Esa es la cuestión, Alec. "Podría" pero no hay nada seguro, no creo que si no funcionan me tiraría a llorar, ahora me siento más fuerte que antes, pero no quiero pasar por eso. Prefiero evitarme un trago amargo.―digo con sinceridad.
….
Después de la consulta me siento un poco más calmada que las últimas semanas, era liberador estar en esas sesiones.
Al llegar a casa mi padre sale al trabajo pues le toca el turno de noche, así que nos quedamos solo René y yo, es tan raro verla en esta casa, verla tan cómoda aquí, ella que siempre detesto Forks y odio la calma de esté lugar, simplemente es raro.
―¿Pido comida china?―pregunta, yo no tengo especialmente ganas de eso, pero ella no sabe nada de comida así que es eso o hacer algo yo misma, ¿Hace cuanto no cocino algo? Más de un año, suspiro en realidad esa es una de mis actividades favoritas, podría retomarlo.
―Puedo preparar algo.―ofrezco sin mirarla, ella me mira un segundo, finalmente sonríe y asiente. Me levanto y reviso el refrigerador, no hay muchas cosas, no me sorprende, Charlie no era precisamente un amo de casa y René lo era aun menos que él.
―¿Podemos ir al súper?―pregunto cerrando la puerta del refrigerador, ella me mira y asiente.
―Claro, vamos.―saca las llaves del coche que hasta ahora Charlie había usado, esto me parece muy extraño, algo me esconden y quiero saber que es.
Mientras vamos al super hago una lista en mi mente sobre lo que debo comprar, necesito pasta, carne molida, vegetales y salsa de tomate. Al llegar salimos y tomamos un carrito, caminando por los pasillos elijo lo que necesito, ella solo camina a mi lado, llevando las cosas que cree podemos llegar a necesitar.
―Bella antes de que todo pasará, Charlie me contó sobre un chico.―me quedo pálida y tiesa en donde estoy, no quiero hablar de él en absoluto.―Edward, me parece que ese es su nombre.―dice con una sonrisa, yo la miro con el ceño fruncido, ¿Edward?
―¿Qué quieres que te diga? Lo conociste cuando fue a verme cuando desperté.―dije como si nada intentando saltar la pregunta como si fuera un obstáculo y seguir mi vida sin volver a hablar de ninguno de ellos.
―Sí, pero no lo suficiente y por lo que me contaba Charlie, eran muy unidos.―dijo caminando a mi lado, yo asentí.
―Éramos, tú lo has dicho.―respondo con amargura, ella suspira y parece por fin entender que no quiero hablar del tema.
―Claro.―dice bajito y quita la mirada, seguimos nuestro camino y entonces sus ojos se iluminan.―¿Recuerdas a Jacob?―pregunta mirándome intensamente, yo asiento, Jacob era algo así como mi mejor amigo en Phoenix, era dulce, tierno, protector. Adoraba a Jacob desde que era una niña y llegue a ese lugar donde no conocía a nadie. Una sonrisa adorno mi rostro ¿hace cuanto qué no sonreía así?
―Sí, lo recuerdo.―digo bajito, ella sonríe emocionada.
―Pues llamo preguntando por ti.―dijo como si fuera una adolescente emocionada porque su mejor amiga está por tener su primera cita. Yo solo la miro esperando mayor información.―Le dije que estabas en casa y que estarías con nosotros un tiempo, quiere verte.―dijo con esa enorme sonrisa que empezaba a asustarme, asiento.
―Me gustaría verlo.―digo pensativa, sus ojos brillan.
―Puedes llamarlo y quedar para salir.
―Mamá ¿Por qué siento como si quisieras emparejarme con Jacob?―pregunto sinceramente, ella se sonroja.
―Sabes que siempre me gusto Jacob para ti, pero ahora no es eso, si no que creo que necesitas un amigo y él te quiere mucho.―explica, asiento pero no sé porque desconfió de sus palabras.
Mientras caminamos a los vegetales recuerdo las palabras de Alec está mañana, tomo una bolsa y pongo unas zanahorias en ella, mientras mi madre elije unos tomates.
―¿Cómo decidieron enviarme a esa clínica?―pregunto, ella se detiene y me mira sin expresión, está asustada, la conozco bien.―No quiero el rollo de que era para mi propio bien. Me refiero a que si ustedes solos encontraron la clínica y todo eso, y simplemente me enviaron o si buscaron la ayuda de un profesional para decidirlo.―ella asiente y mira los tomates como si fueran la cosa más interesante del mundo.
―Cuando tu padre me hablo sobre lo que estaba pasando, busque algunas opciones y la clínica era de las mejores.―se me seca la boca.―Pero cuando tuvimos que decidir, hablamos con un psicólogo, él hablo con todas las personas cercanas a ti, tus amigos y tu familia, quería hablar con el chico con quien estabas saliendo pero él desapareció así que no pudimos contactarlo. Al final después de toda la investigación dijo que lo mejor era mantenerte en la clínica al menos por un año.―dijo tan rápido que me fue difícil de comprender pero entendí la mayor parte.
―¿Por qué no hablo conmigo? Debió hacerlo.―digo un tanto indignada, decidió eso por las palabras de otras personas pero no las mías.
―No lo sé.―dijo avergonzada.―En ese momento lo único que quería era ayudarte y creí que era lo mejor, que eso te ayudaría más que nosotros.―dijo bajando la mirada, ahí me di cuenta que tal vez ellos habían sufrido tanto como yo, el estar separados, suspiro y dejo el tema, aun no es momento de hablar tan a fondo, y cuando sea el día quiero que Charlie esté presente.
―Ya tengo todo.―digo mirándola, ella asiente y vamos a las cajas, de pronto sus ojos brillan y sale corriendo dejándome en la caja sola, empiezan a pasar las cosas y ella llega con un paquete de budín de chocolate, hacía mucho no comía uno de esos y en cuanto los vi se me hizo agua la boca.
―Recuerdo que amabas esto cuando eras una niña.―dijo sonriente, sonrió un poco.
―Es tu culpa por comer tanto cuando estabas embarazada.―digo en broma, ella sonríe, cuando pasa su mano por mi mejilla en gesto maternal, me doy cuenta que los necesito, aunque no lo acepte, los necesito tanto como los necesite antes. Miro esos ojos verdes tan diferentes a los míos y sonrió porque no puedo hacer otra cosa, es mi madre, no puedo odiarla. No puedo odiarlos, a ellos no.
El resto del mundo se puede ir al diablo, pero ellos son mi todo ahora, mi familia. Sé que tarde o temprano René volverá a irse porque odia quedarse en un lugar y tal vez Charlie quede triste de nuevo, pero mientras estuviéramos juntos quería disfrutar a la familia que no pude tener cuando era una niña, quiero ver a mis padres convivir y cuidar de mí, lo necesito más de lo que he de admitir algún día.
Hola a todas, estamos de vuelta *-*
Espero les guste y dejen sus RR
Para las nuevas esta es la secuela de "PERFECTA" ;)
¿Les ha gustado este inicio?
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