Para ella, porque siempre será parte de mí.
Disclaimer: Shingeki no kyojin pertenece a Hajime Isayama, escribo esto sin ánimos de lucro.
Dolor
Es un dolor pesado, casi asfixiante, que parece desaparecer, pero sólo está en la brevísima espera de que algo lo reavive, cualquier cosa: un color, un sonido, un aroma, una palabra, un movimiento, un objeto, la manera de tomar algo, un lugar, su rostro al hacer un gesto, su expresión al enfrentarse a una situación cualquiera, el recuerdo lejano de su voz, que se desvanece rápido... Su vida que se escapa... Todo es causa de recuerdo. Y ese dolor que no se va, que permanece invariable, ocasionalmente oculto, pero siempre presente, porque, aunque las lágrimas se hayan secado, sigue ahí, al acecho, oprimiendo el corazón, la mente, la vida.
Las llamas siguen ardiendo, el humo sube poco a poco al cielo; los restos se consumen, las lágrimas resbalan lento.
Jean ve las fogatas y de pronto un ahogo empieza a inundar su pecho, y quiere llorar, quiere gritar, quiere sacar todo el aire de sus pulmones, porque quizá así ya no se sienta tan lleno de esa tristeza, quizá despierte de esa pesadilla, quizá todos ellos vuelvan a vivir...
Y los "nunca le dije" aparecen, y los "hubiera" atormentan y sofocan casi tanto como su ausencia.
Porque si no se hubieran separado, porque si hubieran seguido en el mismo grupo, tal vez él aún estaría ahí, acompañándolos en ese momento de dolor, pero él estaría ahí vivo... Marco...
Y el cansancio físico no es nada comparado con la fatiga mental, con el sufrimiento emocional.
Le duele la cabeza y se siente mareado, ¿por cuánto tiempo ha estado pensando? ¿Pensando? ¿Es eso lo que ha hecho? No le parece que sus pensamientos puedan llamarse así, pues ni siquiera tienen lógica o forma. Sólo sabe que su mente... no, su corazón está roto. Y ya no siente todas las horas que ha estado trabajando, y todo el esfuerzo que ha gastado, porque eso que mantiene su cuerpo, eso que lo hace vivir parece que se desmorona poco a poco.
Y en algún momento aparecen lo que muchos llamarían alucinaciones, jugarretas de la mente, pero que en ese momento sólo puede identificar como restos de su presencia: su mirada perdida, su mano débil, y cosas más felices, como sus gritos de alegría, su risa socarrona.
Levanta el rostro y entonces su imagen surge ante él: su sonrisa cálida, su gesto amable, incluso su rostro lleno de pecas le provoca una ternura y un dolor incontrolable. Y sus últimas palabras regresan a su mente, aunque ya no puede escucharlas con la misma voz con que fueron pronunciadas, porque ésta se disipa rápido de sus recuerdos, y eso le duele tanto como que él ya no esté.
¿Qué sigue ahora? ¿Cómo continuar con esa amargura dentro? Todo es tan confuso, desde los sentimientos hasta las sensaciones.
¿Qué debe hacer? Se lleva ambas manos a la cabeza, porque siente que ésta le da vueltas. ¿Qué debe hacer? Está cansado, quiere y no quiere actuar, quiere y no quiere seguir. ¿Qué debe hacer?... ¿Y ahora qué?, se pregunta. ¿Qué debe hacer? ¿Cómo seguir? Desesperado se incorpora, todo su cuerpo tiembla.
Porque cualquier cosa que decida hacer, cualquier camino que decida tomar, su recuerdo y la pena que causa su ausencia continuarán.
Ha tomado una decisión y, aunque sabe que no cambiará en nada su pesar, al menos... al menos... haga una diferencia, quizá contribuya un poco a que nadie más tenga que pasar por lo mismo, por el mismo dolor.
Porque duele, duele muchísimo...
No sé qué sea esto, sólo lo escribí, porque ha habido días en que me siento tan llena, con la mente y el corazón tan confundidos, y otras, tan vacía. Lo escribí pensando en ella, siempre ella, mi chiqui hermosa, mi garbancito pecoso... Tal vez no debí hacer esto, tal vez sí, sólo sé que quería sacar un poquito de lo que tengo adentro, pero al final las palabras se quedaron cortas, no es suficiente, y no sé qué lo será. Perdonen mis desvaríos y gracias por leerlo.
